Lectores para el Chocó

¿Usted es el actor de Betty la fea? Le preguntaron a Tomás González mientras caminaba por el parque de Ciudad Mutis en Bahía Solano. No, yo escribo novelas, respondió él. ¿Escribió Betty la fea? Cuestionaron sus jóvenes interlocutoras. Se había regado en el pueblo la noticia de que un actor muy importante había venido a lo que estaban haciendo en el parque y que también estaba Mabel, la periodista. Entonces el evento se llenó de niños, niñas y adolescentes que buscaban una foto con los personajes de la televisión, pero para estar a tono con la programación, ocuparon las primeras filas para escuchar una conversación con Tomás González y Pilar Quintana, dos desconocidos. Nadie sabía que El fin del Océano Pacífico ocurre en este mismo pueblo donde pasan sus días, o que La perra se desarrolla a orillas de ese mismo mar que ahora nos servía de telón de fondo. No hubo firma de libros al final ni fotos con los autores. Fue la antítesis de los eventos literarios. Pero ya me había dicho Tomás en la mañana, mientras tomábamos café con mi abuela Belisa en un corredor de madera lleno de matas, desde donde se ve a los lejos el Pacífico: “No hay literatura sin lectores”. 

Esto me hizo entender otra dimensión del valor de lo que hacemos en Motete y con FLECHO, nuestra Fiesta de la Lectura y la Escritura del Chocó. 

Hacemos entre muchas manos un evento en Quibdó y Bahía Solano que tiene públicos escasos, sin grandes estructuras ni campañas publicitarias, que ha crecido año tras año de una forma orgánica, pacientemente. Tenemos una librería que vende de a pocos cada día. Pero entre talleres, clubes de lectura, bibliotecas escolares, maestras soñadoras y promotores locales, estamos formando lectores para el Chocó. 

Mábel Lara y Mario Duarte fueron dos invitados importantes que saben y aceptan, con amor, ser también una excusa para atraer curiosos al encuentro con los libros. Encuentro que se materializa en la librería Cocorobé, con sus muchos títulos seleccionados cuidadosamente para el público chocoano, o en un taller en el que la palabra se vuelve juego, o quizá en alguna de las presentaciones artísticas en las que insistimos que la música, los cuerpos o el cine también pueden ser leídos. 

La editora y escritora Pilar Gutiérrez visitó el salón de quinto de la institución educativa Santo Domingo Savio de Quibdó, donde la habían leído desde hacía una semana atrás y la esperaban con preguntas, anécdotas y con la ilusión de conocer, en persona, a la autora de los libros que leyeron. 

Flecho cerró con la lectura dramática de la obra Los hijos de ella, de Amira de la Rosa, que hace parte de la Biblioteca de autoras colombianas. Estuvo a cargo de invitados locales o actores naturales, un casting espontáneo, una adaptación al contexto local y una puesta en escena en la que Mario Duarte no dirigió precisamente actores, sino lectores. 

Durante diez días corrió por las calles de Quibdó y Bahía Solano una historia diferente, vivimos una fiesta de palabras acompañada de rucas, chirimía y rap. Lo hicimos mientras compartíamos hotel con la gente que trabaja con las víctimas y los desplazados, cuidándonos de concluir temprano las agendas para que todos volvieran seguros a sus casas. Fuimos a las aulas y evitamos ciertas calles porque no desconocemos la crisis que atravesamos ahora, pero decidimos no aplazar nuestra cita anual con la lectura, insistimos en la garantía del derecho a la cultura, convencidos de su efecto positivo en el futuro de nuestro departamento.

Estos días nos dedicamos a hacer la literatura del Chocó, esa que quizá apenas empieza a escribirse en las mentes y se publicará dentro de varios años, pero que seguro llegará; no solo porque está ahí sino porque será el fruto de quienes hoy se están formando como lectores, aquellos que quizá recordarán que un día estuvieron frente al autor de una novela que, luego de muchos años, se les convirtió en inspiración.