La desconexión del Gobierno Petro

El pasado domingo, 21 de abril de 2024, cientos de miles de manifestantes inundaron las calles de las principales ciudades de Colombia, en una contundente muestra de descontento contra el gobierno de Gustavo Petro. Estas protestas, destacadas entre las más grandes de los últimos años, contrastan con la reacción del presidente de la república, que ha optado por minimizarlas y adoptar una postura de victimización. Tal actitud evidencia una profunda desconexión con la realidad del malestar popular.
Desde su cómodo púlpito presidencial en la plataforma X, Petro describió estas marchas como manipulaciones de “la clase dominante”, mientras que algunos miembros del Gobierno pedían una reflexión profunda sobre el clamor popular. Otros, alineados con la retórica radical del presidente, solo repetían sus palabras, marcando un contraste con aquellos en su administración que reconocían la necesidad de introspección. 

El propio presidente, recurriendo al sofisma, argumentó que quienes protestaban no deseaban el cambio que él propone, uno orientado a la equidad y a mayores oportunidades para todos. Esta postura revela una desconexión palpable con la realidad percibida por sus gobernados y con las encuestas que indican un 60 por ciento de desaprobación de su mandato.

A mitad de su gobierno, Gustavo Petro ha acumulado pocos aciertos, destacándose más bien por sus incoherencias, improvisaciones y errores de gobernabilidad, que han contribuido significativamente a la polarización constante en el país. Un ejemplo claro de esta problemática gestión fue la incapacidad de su gobierno para realizar los pagos necesarios para los Juegos Panamericanos de Barranquilla, lo que resultó en que Colombia perdiera el derecho a organizar este importante evento. Además, la decisión presidencial de congelar los peajes nacionales durante un año, tomada sin considerar sus consecuencias económicas, contribuyó a minar la confianza de los inversionistas.

Continuando con las decisiones cuestionables, el Gobierno retrocedió en la licitación de pasaportes ya adjudicada, citando razones infundadas, lo que expone al país al riesgo de enfrentar futuras demandas económicas. 

frase-destacada

“Este estilo de gobernar, caracterizado por la improvisación y la falta de coherencia, ha quedado recientemente evidenciado…”.

Igualmente controvertida fue la convocatoria del presidente a movilizaciones contra la Corte Suprema de Justicia por demoras en el nombramiento de un fiscal, representando un claro conflicto entre los poderes ejecutivo y judicial. 

Por otro lado, el nombramiento de Armando Benedetti como embajador de Colombia ante la FAO, a pesar de estar envuelto en múltiples escándalos políticos, añade otra mancha a la ya cuestionable administración de Petro, evidenciando una vez más la tendencia a priorizar la lealtad sobre la competencia y la integridad.

Desde una perspectiva más amplia, la incapacidad del Gobierno para reactivar el sector de la construcción es evidente y criticada. Además, el crecimiento económico de solo 0,6 por ciento en 2023 es una muestra de que los programas de desarrollo económico de la administración Petro no están funcionando. Este panorama refuerza la percepción de una gestión ineficaz en políticas específicas y cumplimiento de objetivos macroeconómicos.

Además del caso de Benedetti, son notorios los ejemplos de la tendencia del gobierno a nombrar personas incompetentes y sin experiencia en cargos de entidades estatales y en el cuerpo diplomático. Esto se suma al despilfarro de recursos en proyectos cuestionables, como el gasto en la Casa Colombia en Davos y la creación de embajadas y puestos diplomáticos innecesarios.

frase-destacada

“El país aún espera que Gustavo Petro reconozca su responsabilidad política en este asunto, que sigue siendo tema de interés nacional”.

 

Uno de los episodios más emblemáticos y que evidencia su debilitada capacidad de gobernar y de estar al tanto de lo que ocurre bajo su administración, es el escándalo de los carrotanques en La Guajira. Este contrato, plagado de sobreprecios y cuestionamientos, ha resultado ser ineficaz para proveer agua potable a los más necesitados de esa región.

Lo más preocupante, pero a su vez representativo de la forma de gobernar de este gobierno, es que ante este escándalo el presidente Petro ha optado por no asumir responsabilidad alguna. Incluso, hasta poco antes de la renuncia del director de la entidad responsable, el presidente lo defendía sin titubeos. El país aún espera que Gustavo Petro reconozca su responsabilidad política en este asunto, que sigue siendo tema de interés nacional. Fue contra este tipo de gestión gubernamental, entre otras, que cientos de miles marcharon en protesta el domingo pasado.

Paralelamente, su programa insignia de paz total con grupos guerrilleros no ha tenido avances ni noticias positivas. Lo único palpable y evidente que ha logrado es que estos grupos se reorganicen y fortalezcan.
Este estilo de gobernar, caracterizado por la improvisación y la falta de coherencia, ha quedado recientemente evidenciado por la controversia generada por el Ministerio de Salud y su propuesta del Manual Tarifario del sector. Publicaron un decreto para recibir comentarios, pero se vieron obligados a retirarlo debido a numerosos errores en su contenido. Fue precisamente contra estas improvisaciones y desaciertos gubernamentales por lo que cientos de miles de colombianos se manifestaron en las calles contra el gobierno de Gustavo Petro.

frase-destacada

“Será un periodo presidencial perdido, mientras otros países de la región avanzan”.

Además, su incapacidad para alcanzar consensos y llevar a cabo reformas necesarias en el Congreso es otra muestra de una gestión desconectada. Por otra parte, los intentos de Petro de cambiar un proyecto clave como el del metro de Bogotá, fuera de su jurisdicción actual como presidente, solo añaden leña al fuego de la crítica.

En respuesta a la disfuncionalidad de su administración, el presidente ha insistido y ahora es su caballo de batalla en una asamblea constitucional como solución, un acto que será ineficaz y una cortina de humo para desviarse de los problemas fundamentales de su gestión. La victimización se ha convertido en su estrategia para negar las críticas y mantener una narrativa donde se presenta como un perseguido político, más interesado en perpetuar una división que en buscar la unidad nacional que tanto ha proclamado.

En este escenario, para destacar la incoherencia de sus posturas victimistas, se le ha recordado a Petro que sus fervientes críticas como senador y luego candidato presidencial contra los gobiernos anteriores, no difieren de las críticas que ahora enfrenta como presidente. Esto pone en evidencia su flagrante inconsistencia en el discurso, que cambia según sea candidato presidencial o presidente.

Lamentablemente, es improbable que el presidente Petro abandone su postura de victimización y de culpar a otros por sus fracasos. Mucho menos de corregir el rumbo. Esto significa que deberemos soportar esta dinámica de gobierno durante el resto de su mandato, afectando negativamente la confianza de los inversionistas y el desarrollo del país. Será un periodo presidencial perdido, mientras otros países de la región avanzan.

Nuestro papel como electores no será solo mirar con esperanza al futuro, sino actuar con profunda responsabilidad en las próximas elecciones, pues Colombia deberá apresurar el paso para recuperar el terreno perdido.
---
Si usted quiere compartirme ideas, sugerencias o comentarios acerca de esta columna o de otro tema, por favor escríbame, me interesa conocerlas.

Mi e-mail es: columnaluisarango@gmail.com