¿Debemos prohibir el celular en los colegios?

Crédito: Freepik

2 Julio 2024 06:07 am

¿Debemos prohibir el celular en los colegios?

Santiago Espinosa, rector del Gimnasio Sabio Caldas de Ciudad Bolívar, les preguntó a cinco educadores sobre el uso del celular en los colegios, y esto fue lo que encontró.

Por: Santiago Espinosa

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Nací en 1985. Mi generación, la de los millennials, fue la primera en usar computadores personales en los colegios. También fue mi generación, como una bisagra entre dos mundos, la última que recibió una carta escrita a mano, o que pasó en una máquina de escribir el cuento que escribió para la clase de español. Innovación y Educación, para decirlo así, fueron palabras sinónimas. Y esto siguió siendo así en la universidad, cuando aparecieron los primeros smartphones y las redes sociales. Yo estaba en Illinois cuando Facebook comenzó a popularizarse, en el año 2007. Las redes eran la oportunidad de crear conexiones inesperadas: con los amigos del colegio que ya no veíamos, o con los que habían viajado a otro país. En lo político, las redes eran una forma genial de democratización; no de otra forma podría explicarse que un afroamericano como Barack Obama, descendiente de inmigrantes musulmanes, hubiera ganado en 2008 la presidencia de Estados Unidos 

Casi dos décadas después, ya no miramos estas redes con la misma inocencia. Hemos visto en lo político sus efectos perversos en la polarización: el resurgimiento de la ultraderecha y lo que ocurrió con el Plebiscito de la Paz (todavía gravitamos alrededor de esa fecha); el Brexit, frente al que ambos bandos no saben bien qué hacer. En el ámbito educativo los estragos son aún mayores. La cultura del “like” y del “comparte” ha creado una generación ansiosa y de respuestas inmediatas, que no sabe gestionar sus conflictos o frustraciones: en todos los países del mundo las cifras de ansiedad y depresión se han disparado en los colegios, y hay quien le atribuye la respuesta al aumento de la velocidad en Tik-Tok y en los videos de Instagram, que ahora exponen a los menores no sólo a los videos de sus amigos sino a los contenidos más virales de las redes, vengan de donde vengan. En lo académico hay expertos que asocian los bajos niveles de atención y los problemas de lectura al abuso de los celulares y las redes. 

Los colegios más innovadores, en muchas partes del mundo, ya no son los abanderados de las nuevas tecnologías, son los que están debatiéndose si prohíben el uso de los celulares en los colegios. El gobierno de Francia, la cuna de la ilustración, ha prohibido el uso de los celulares en todos los niveles de la escuela, permitiendo su uso únicamente en espacios excepcionales o porque un estudiante lo requiera para una necesidad médica. En Italia está prohibido su uso en los horarios de clase, con excepción de las actividades pedagógicas en las que los estudiantes acuden a una sala de sistemas. En China los estudiantes pueden llevar los celulares al colegio, pero no los pueden usar en las clases. 

En Estados Unidos, un escenario legalmente más complejo por las diferencias entre los estados se ha desatado un huracán en los colegios tras la publicación de la Generación ansiosa, del psicólogo Jonathan Haidt. Las evidencias de este libro son tan alarmantes que incluso Eleon Musk, la cabeza de gigantes tecnológicos como Tesla y X (la antigua Twitter) han respaldado Haidt en su recomendación de prohibir los celulares y las redes en los colegios.  Las principales recomendaciones de Haidt son: 1. No darles un celular a tus hijos hasta que cumplan los 16 años; 2. No permitir el uso de redes sociales hasta que cumplan esta misma edad; 3. No usar los celulares durante la duración de la jornada escolar; 4. Ygarantizar una mayor interacción de los niños y los jóvenes con el mundo real, tanto en las escuelas como en las casas. La generación ansiosa es uno de los libros más vendidos en la actualidad, lo que no es muy normal con un libro de educación. Muchos colegios privados están siguiendo las recomendaciones de Haidt, tanto en Estados Unidos como también en otros países. Autoridades como el gobernador de California, Gavin Newsom, han pedido que se prohíba su uso en los colegios del estado con más población del país, y donde paradójicamente nacieron Facebook y la antigua Twitter. 

¿Qué está pasando en Colombia? A la fecha, aunque no hay ninguna política pública en ese sentido, ni por parte del ministerio ni de las Secretarías de Educación distritales, los colegios privados son los que han dado el paso hacia medidas más restrictivas. La red de colegios Uncoli, que reúne a la mayoría de los colegios bilingües de Bogotá, ha compartido un comunicado oficial, firmado por todos sus rectores, en los que se comprometen “a implementar una restricción en el uso de estos dispositivos durante el horario escolar, extendiéndose esta medida, en principio, a las rutas escolares”; y agrega el comunicado:  “Creemos firmemente en la importancia de ofrecer a nuestros estudiantes un descanso de los dispositivos digitales, proporcionándoles la oportunidad de vivir al menos ocho horas al día libres de las influencias negativas de estos aparatos”.

Le pregunté por este comunicado a María del Rosario Concha, la rectora de Las Pachas, un colegio que hace parte de la Uncoli. La rectora expresa su preocupación por los efectos de las redes en el desarrollo socioemocional, pero también por el aumento del bullying y del cyberbullying, y advierte que el uso de estos dispositivos sin el acompañamiento adecuado, se están convirtiendo en un distractor académico y en un riesgo muy grande para la protección de los niños. “El uso de estos dispositivos, sin control, sin acompañamiento, sin una adecuada formación y sin la madurez adecuada, puede ser tan peligroso como darle las llaves de su casa a un desconocido”, sostiene la rectora, “si bien soy consciente de la importancia de formar ciudadanos digitales, debemos hacerlo siempre incentivando el buen uso de la tecnología, para que esté siempre al servicio del bienestar humano”. Le pregunté sobre los alcances de esta medida, y esto me respondió la rectora María del Rosario Concha: “La restricción del uso de celulares durante un período al día, les ofrece a los estudiantes la oportunidad de conectarse consigo mismos y con los otros, con los que están presentes, es la oportunidad de desplegar otras herramientas para solucionar problemas, y favorece la autonomía y la libertad”. 

Julián de Zubiría, educador y director de Instituto Alberto Merani, no está tan de acuerdo con estas medidas restrictivas: “La decisión de Uncoli favorecerá la práctica deportiva, la comunicación entre pares y la construcción de vínculos más fuertes y afectivos entre los compañeros. Aun así, sería un error de los colegios enfatizar exclusivamente en la prohibición. La prohibición debe estar acompañada de una formación que favorezca la autonomía de los estudiantes y la consolidación de las competencias para pensar y leer de manera contextual y crítica”. Y agrega De Zubiría: “Si estas condiciones no se cumplen, los jóvenes llegarán a sus casas y allí serán presa fácil de las noticias falsas, la manipulación, la polarización, la suplantación, el ciberbullying y los engaños que pululan en redes”. Para De Zubiría el problema más grave no está en las redes, sino en los cambios que han tenido las familias: “La mayoría de los niños no tienen hermanos, sus tiempos de comunicación en el hogar son cada vez menores, hoy tienden a desaparecer los barrios y se han debilitado mucho las familias extensas… El estilo de crianza sobreprotector ha incrementado el protagonismo de la tecnología. En ese contexto, el efecto de los celulares es muy negativo porque refuerza el aislamiento en el que están siendo criados niños, niñas y jóvenes… También le pregunté a De Zubiría por los efectos de las pantallas en las brechas académicas, y esto me respondió: “Los jóvenes que leen en pantallas entienden menos que los que leen en textos impresos porque la lectura en medios electrónicos es más compleja y demanda mayor consolidación en sus competencias de pensamiento y lectura. Eso ha sido ampliamente investigado en los últimos años. Los impresos permiten más fácilmente el subrayado y volver a apartes del texto que ya se habían leído, en últimas favorecen la metacognición y el desarrollo de la corteza prefrontal.”

El presidente Gustavo Petro, en un trino muy polémico, se ha referido a la educación privada como a “escuelas de garaje”; en los colegios las cifras no parecen darle la razón: aunque no todas las instituciones privadas son buenas, y hay grandes ejemplos de calidad en lo público, cada vez aumenta más la brecha entre la educación privada y la educación pública, y los colegios en administración de Bogotá, tan criticados por el presidente en el pasado, siguen dando mejores resultados en todos los indicadores. Uno de ellos, La Giralda, ubicado en el barrio Las Cruces y administrado por Alianza Educativa, fue seleccionado entre los diez mejores colegios del mundo en los Best School Prizes 2024. Le pregunté por este tema de los celulares a Diana Basto, la nueva directora de Alianza Educativa, y esto me respondió: “Es fundamental fortalecer la relación entre la familia y el colegio, más allá de ofrecer respuestas complacientes, debemos estar alineados y reconocer la realidad: los niños, niñas y adolescentes tienen acceso a una gran cantidad de información que puede poner en peligro su bienestar y generar brechas significativas en sus aprendizajes”. Alianza Educativa, aparte de La Giralda, administra otros diez colegios oficiales de las localidades más vulnerables de Bogotá. ¿Esto también está ocurriendo en los colegios públicos, en los que hay un menor acceso a la tecnología?, me dice Diana Basto: “Lamentablemente, nos enfrentamos a situaciones que afectan la sana convivencia en las aulas de clase, las cuales están directamente relacionadas con el uso de dispositivos y las redes sociales. Nuestros estudiantes tienen acceso a una gran cantidad de información y contenidos inadecuados. Esto no solo implica que estén expuestos, sino que también sientan presión para replicar dicha información. Un ejemplo de ello es el creciente aumento de casos de acoso escolar”, y revela una serie de datos muy preocupantes: “El Ministerio de Educación Nacional reportó, a marzo de 2023, 2.345 casos de acoso. Sumado a esto, la ONG internacional Bullying Sin Fronteras ubicó a Colombia en el segundo lugar entre los 30 países con mayor presencia de matoneo escolar”. Diana Basto insiste mucho en la autonomía de los colegios para tomar estas medidas, y que la clave estaría en que los estudiantes y los maestros tengan claro cuándo y cómo usar estos dispositivos.  

También le pregunté por los dispositivos y las redes a Pablo Plata, rector del Rogelio Salmona de la localidad de Ciudad Bolívar: “Atendiendo a las realidades de las familias, y a que nuestros estudiantes son nativos digitales, consideramos desde el equipo de liderazgo del colegio que podemos encontrarnos en un punto medio, es decir, no prohibirlo de lleno, pero sí restringir en algunas horas y espacios del colegio el uso del celular, y estamos considerando articular el ejercicio pedagógico desde el currículo para fomentar el buen uso de esta herramienta tecnológica”. El rector Pablo Plata reconoce que estas tecnologías, efectivamente, han aumentado una “desconexión presencial”, y otros factores de riesgo como “baja autoestima, aumento de la hormona del cortisol que genera estrés, baja tolerancia a la frustración, etcétera.”, pero hace un énfasis especial en el acompañamiento de las familias y en la propuesta pedagógica de los colegios, no en la restricción o la prohibición. El rector considera que “el abuso de los dispositivos” está asociado a los bajos niveles de lectura y pensamiento”,  pero señala que “no es el único factor”, y hace un llamado a los maestros para que reflexionen en otras formas de enseñar, pues las clases siguen siendo demasiado tradicionales en el país: “Hoy se habla de innovación educativa, pero estos discursos teóricos se ven muy poco en la práctica”; y agrega el rector Plata de manera concluyente: “Hoy más maestros se cualifican en especializaciones, maestrías, doctorados, cursos, talleres, diplomados, entre otros, pero lo que se aprende no se refleja en el aula de clase”.

Pensando en la tradición y la innovación, busqué a Tatiana Rodríguez, una profesora de la Universidad de los Andes que también tiene un canal de YouTube. Tatiana Rodríguez incluso ha dictado cursos sobre Filosofía y Youtubers: “Hay un dicho en inglés: "No botar al bebé con el agua de la tina". La tecnología trae riesgos y peligros importantes para niños, adolescentes y adultos, pero también crea oportunidades de desarrollo, aprendizaje y creación que no existían antes”, Tatiana Rodríguez resalta la importancia de estos dispositivos para el desarrollo de otros talentos y para la inclusión de otras personas que los necesitan: “Algunos jóvenes tienen talentos narrativos sobresalientes gracias a tecnologías integradas en los celulares. Nos tomará tiempo entender qué ganamos y qué perdemos con estas nuevas tecnologías. Sin embargo, muchas de ellas pueden apoyar a estudiantes con dificultades de aprendizaje, acelerar el desarrollo y ofrecer nuevas oportunidades de inclusión. Por ejemplo, los audiolibros permiten que personas con dislexia, déficit de atención o invidencia accedan a contenidos antes inaccesibles”. Tatiana Rodríguez habla sobre la importancia de que los padres y las familias se vinculen con la regulación en los colegios, a través de acuerdos previos, y sobre los peligros de algunas redes sociales en los niños y los adolescentes, pero hace un llamado a no generalizar, sostiene que hay redes sociales que pueden ser muy beneficiosas, también que hay aplicaciones en los celulares que pueden marcar la diferencia en lo pedagógico. 

Todas las personas entrevistadas coinciden en la importancia de un mayor acompañamiento por parte del colegio y las familias. Arrojar a los niños y a los adolescentes al vértigo de las redes, a solas y por ellos mismos, sin una propuesta pedagógica, simplemente ya no es una opción. También parecen coincidir los invitados en dos medidas: prohibir los dispositivos en la primaria, y, en lo que respecta a los grados medios, es decir, de 6 a 9°, demorar su ingreso a redes a través de un mayor control. En lo que no están de acuerdo los invitados es si se deben permitir o no los celulares y las redes en el colegio, sobre todo en las edades superiores: 9° a 11°.  Me llama mucho la atención que los rectores de poblaciones más vulnerables proponen medidas menos restrictivas, de pronto porque son conscientes de que estas aplicaciones y aparatos pueden ser un factor de igualdad.  La educación también debe preparar a los estudiantes para la vida y para el trabajo, y las dos están atravesadas por WhatsApp y por aplicaciones que se descargan en el celular. Lo que ya no podemos aceptar es que los dispositivos y las redes sean herramientas neutrales. Nunca otra generación, como lo hizo la mía, recibirá estos avances como una bendición sin más. La función de los colegios, como en la caverna de Platón, estaría en educar unas personas muchos más críticas de lo que ven y lo que oyen, que no se dejen manipular tan fácilmente, y que puedan convivir en experiencias no tan programadas. O como lo dijo Yuval Harari: “La función de los educadores del futuro está en ayudarles a los estudiantes a que se conozcan a sí mismos, antes de que una máquina los conozca primero, y los gobierne”. 
 

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