Personas desplazadas son las que más sufren de hambre en Colombia

En Colombia, las personas que más sufren de hambre son las desplazadas. La IV Encuesta sobre desplazamiento en Colombia muestra que la inseguridad alimentaria para la población desplazada es crítica. Aunque el panorama ha mejorado en los últimos catorce años, cuando se hizo la encuesta anterior, los datos siguen siendo muy preocupantes.

El sondeo hace seguimiento a la sentencia T-025 de 2004 emitida por la Corte Constitucional debido a la violación masiva y sistemática de los derechos de las víctimas de desplazamiento. Según este, el 36,3 por ciento de los desplazados ha sufrido todos los síntomas de la insuficiencia alimentaria: comer menos de lo deseado, quedar con hambre o dejar de consumir una de las comidas básicas. 

Aparte, el 49,5 por ciento de los encuestados aseguró que ha sufrido al menos alguno de estos tres síntomas. La encuesta rescata que en 2010, la última vez que se hizo el estudio, el panorama era mucho peor: en ese entonces, 34,7 por ciento no reportó sufrir síntomas de insuficiencia alimentaria, en 2023 fue el 50,5 por ciento.

Ahora bien, la encuesta refleja que 45,3 por ciento de las personas desplazadas consumen menos de lo que quisieran, por falta de alimentos o de recursos para comprarlos. La mayoría de las personas afectadas son mujeres (49,9 por ciento), frente a los hombres (43,9 por ciento).

El 42,8 por ciento se quejó de hambre por esa misma razón; el 42,4 por ciento dejó de consumir al menos alguna de las tres comidas, desayuno, almuerzo o comida. 

La FAO explica que la inseguridad alimentaria, justamente, se define no solo por la falta de comida, sino porque las personas no tienen acceso a ella por el clima o por falta de recursos para comprarla. Por eso, el hambre de los desplazados está inevitablemente ligada a su pobreza. El 76,1 por ciento de los hogares de población desplazada en Colombia padece pobreza monetaria.

Otros indicadores preocupantes

La encuesta también se enfoca en responder otras cuestiones relacionadas con el bienestar de este grupo, que hoy suma más de 6,9 millones de personas.

Por ejemplo, revela que ocho de cada diez personas desplazadas no tienen un trabajo formal. Es decir, 82,4 por ciento de las víctimas de desplazamiento forzado está en la informalidad. Así mismo, la tasa de desempleo es de 17,6 por ciento.

Los datos sobre ingresos muestran que dos de cada diez hombres y tres de cada diez mujeres con empleo, reciben menos de un cuarto de un salario mínimo. El 21,8 por ciento recibe el mínimo y 10,9 por ciento se gana algo cercano al mínimo. El 58,5 por ciento de los hogares de personas desplazadas ha tenido que endeudarse.

El panorama no es alentador en cuanto a vivienda, pero ha mejorado. En 2010, solo el 10,5 por ciento de la población desplazada tenía una vivienda digna; en 2023 el porcentaje asciende al 15,5 por ciento. 

Otro dato relevante que expone la encuesta es que tan solo 5,2 por ciento de los hogares de personas desplazadas quiere regresar a su lugar de origen. El 74,9 por ciento prefiere quedarse en donde se encuentra ahora.

Aparte, el derecho a la educación sigue en niveles bajos. El 51,1 por ciento de los desplazados mayores de 27 años tienen niveles educativos por debajo del promedio. El 11,3 por ciento no tiene ningún estudio y 39,8 por ciento llegó a básica primaria o preescolar. 

La encuesta se hizo entre mayo y agosto de 2023, con 9.715 hogares de población desplazada y 1.982 de población vecina, en 80 municipios de Colombia.

“El país está en un momento crucial para buscar soluciones duraderas para las víctimas del desplazamiento forzado”, dijo Mireille Girard, representante de la Agencia de Naciones Unidas para los Refugiados (Acnur) en Colombia, a finales de abril.

El Gobierno actual está en deuda de presentar un nuevo plan para ayudar a la población desplazada. La cita es el 10 de junio y tendrá que entregar una visión a largo plazo para cambiar drásticamente el panorama, que en tantos años ha permanecido bastante similar.

No obstante, los planes para las víctimas han tenido tropiezos, a lo que se suma el anuncio de la salida de Patricia Tobón, directora de la Unidad para las Víctimas.