Múnera en su laberinto: los desafíos del nuevo rector de la Universidad Nacional

Crédito: Fotoilustración: José Ricardo Báez.

13 Junio 2024

Múnera en su laberinto: los desafíos del nuevo rector de la Universidad Nacional

Leopoldo Múnera por fin llegó a donde quería estar, ahora el reto es hacerlo de la forma en la que esperan estudiantes, profesores y trabajadores. El académico tiene por delante la rectoría más desafiante en la historia reciente de la Universidad Nacional.

Por: Andrés Mateo Muñoz

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Sonriente y aliviado, Leopoldo Múnera caminó por el campus de la Universidad Nacional el pasado 6 de junio. Llegó a la carpa roja de los trabajadores en paro y dio su primer discurso como rector. Luego entró al León de Greiff y le habló a cientos de estudiantes que lo aclamaron como si acabara de lograr una hazaña. Y al fin de cuentas lo fue. Era la segunda vez que participaba en un proceso de elección de rector y después de un novelón, con decenas de capítulos, llegó a lo más alto de la universidad más grande del país.

Es cierto que Múnera está montado en una alta popularidad entre la comunidad universitaria. Que su nombre ya hace parte de un mito. Pero también es cierto que mientras el entusiasmo va bajando, aparecen los desafíos para este rector que enfrenta un camino cuesta arriba. 

El nuevo rector de la Nacional tendrá que estar a la altura de una universidad que reclama transformaciones profundas, eficiencia administrativa, autonomía y calidad académica. Todo mientras se disipan las dudas sobre la legalidad de su designación.

Estos son los retos de Leopoldo Múnera al frente de una institución con más de 50.000 estudiantes:

1. Constituyente: política sin politiquería

En los últimos dos meses se ha dicho que la constituyente de la Universidad Nacional es de Múnera, del presidente Gustavo Petro, o una mezcla de los dos. Incluso que es un piloto de lo que quiere el Gobierno a nivel nacional. Nada de lo anterior es cierto, o no completamente. La constituyente de la Nacho tiene antecedentes que se pueden rastrear más de diez años atrás.

No le pertenece a nadie más que a los estudiantes, profesores y trabajadores que buscan reformas a la normatividad interna de la Universidad Nacional. El proceso de designación de rector no ha sido más que una gota que derramó el vaso de reclamos que se acumuló por años.

Sin embargo, romantizar la constituyente es un error. Es un proceso imperfecto que incluso no ha pasado de su etapa inicial. Cuando llegó la noticia de la designación de Múnera, ni los estudiantes, ni los docentes y tampoco los trabajadores tenían claro el para qué y el cómo de la constituyente universitaria. “Tenemos que entender que una constituyente no es un hacer un pliego de peticiones para pasarlo a la rectoría o al Gobierno. Es algo inédito en la Nacional y tenemos que aprender a hacerlo”, le dijo a CAMBIO uno de los profesores que lidera las mesas de discusión de la constituyente.

Por su parte, Ana María Manrique, representante estudiantil suplente ante el Consejo Superior Universitario (CSU) dijo que “la constituyente universitaria no se plantea desde el Gobierno ni se plantea hasta ahora. Es un objetivo del movimiento estudiantil que históricamente ha solicitado participación en la toma de decisiones y la construcción del modelo de universidad que soñamos”.

Leopoldo Múnera le ha dado todo su respaldo al proceso constituyente de la Nacional. Así se lo dijo a los estudiantes el día en el que fue elegido: “La constituyente sigue”.

Entonces el problema no es de voluntad. El desafío será, por un lado, cumplir las ambiciosas expectativas de los estamentos en la Nacional. En las discusiones que se han hecho hasta el momento, incluso hay peticiones para cambiar el modelo de educación superior en el país. Múnera tendrá que abrirle la puerta a las reformas internas tanto como sea posible, y dialogar con los actores fuera del campus hasta donde sea necesario; Congreso y Gobierno.

Además, hay un reto práctico y es garantizar que el complejo proceso de deliberación sobre la constituyente continúe en armonía con el funcionamiento normal de la universidad. Asistir a asambleas, talleres y mesas de trabajo requiere de permisos académicos para los estudiantes y profesores, y laborales para los trabajadores de la institución.

Finalmente, un proceso de reforma en la Nacional tiene el reto de ser diversa e incluyente. Si no se espanta el fantasma de la polarización en la comunidad universitaria, así como la violencia, la constituyente estará incompleta. Una parte de los maestros, estudiantes y trabajadores no se sienten recogidos dentro de las discusiones que se han llevado a cabo en la universidad hasta el momento. “No he participado de esa constituyente porque ese espacio lo monopolizaron los mismos de siempre. Si uno opina algo diferente, le dicen uribista o vendido”, le dijo a CAMBIO un docente de la sede Medellín.

Para otros, si no hay garantía de que la constituyente se mantenga al margen de intereses políticos externos, no hay razón para participar.

2. Gestión eficiente

Mientras avanzan las discusiones de reformas internas en la Universidad Nacional, la institución no puede parar su funcionamiento. La Nacho es un gigante burocrático con millonarios recursos públicos a disposición y una deuda importante en infraestructura física y bienestar estudiantil.

Aunque en el campus de Bogotá se han inaugurado nuevos edificios en la última década y otros están en remodelación, los edificios de Farmacia y del Instituto de Ciencias Naturales están a punto de colapsar.

Por su parte, en la sede Tumaco los estudiantes siguen recibiendo sus clases en contenedores. La sede de ese municipio nariñense lleva más de seis años en construcción con evidentes atrasos a pesar de contar con recursos de regalías y cooperación internacional. La preocupante situación de la sede Tumaco fue registrada por CAMBIO en abril.

Lo mismo sucede con la sede de San Andrés, en la que la construcción del edificio de aulas y bienestar está en un 0 por ciento, a pesar de tener garantizados recursos por 11.400 millones de pesos desde 2022. El edificio que solo existe en el papel ya está en la mira de la Contraloría, y los recursos asignados podrían liberarse para que se asignen a otro proyecto en la isla.

En palabras de un estudiante que integra varios grupos de veeduría en la Nacional: “una cosa es la parte política y otra es la administrativa. Ahí solo vale la capacidad y en eso la universidad está muy rezagada”.

La Nacional también tiene en marcha el proceso de recuperación del Hospital San Juan de Dios y el fortalecimiento del Hospital Universitario Nacional. Dos activos de gran valor para la institución y para el Estado, pues de su operación depende que se pueda ampliar la cobertura hacia poblaciones vulnerables.

3. Cumplir su programa para la rectoría

Aunque el proceso de elección de rector en la Universidad Nacional no es por voto directo de los estudiantes, los aspirantes sí presentan sus programas y propuestas para convencer a la comunidad.

En el caso de Múnera, su programa se tituló: “Por una universidad pública y nacional que garantice el acceso al bien común del conocimiento y el derecho fundamental a la educación superior”. En el documento, hay una visión de universidad enfocada en la calidad y la garantía del acceso universal. Además, se reivindica la autonomía de la institución respecto del mercado.

“La Universidad Nacional de Colombia enfrenta el peligro de volverse una franquicia para el desarrollo de proyectos y consultorías guiados por intereses particulares que usufructúan las ventajas contractuales de la institución”, dice parte del programa de Múnera.

El nuevo rector también se comprometió a hacer que la Universidad Nacional sea un actor fundamental en la consolidación de la paz territorial. Lo anterior a través de procesos de investigación, centros de pensamiento y ampliación de la cobertura. Un reto financiero y logístico a pesar del tamaño de la Universidad Nacional.

De igual forma, Múnera hace énfasis en la necesidad de una autonomía universitaria real, en la que la Nacional tenga garantía de elegir sus propias formas de Gobierno y en la que la conformación del CSU no sea de mayorías del Gobierno. Además, se pretende profundizar la democracia universitaria con medidas como, por ejemplo, volver vinculantes a los claustros y colegiaturas para la definición de presupuestos, planes de desarrollo y reformas académicas y administrativas.

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