Los mejores relatos de Antonio José Caballero contados por su inseparable compañero Juan Gossaín.

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Antonio José Caballero y Juan Gossaín trabajaron juntos durante casi 30 años todos los días, desde antes de despuntar el sol y hasta entrada la noche. Jamás se vio a Caballero tomar vacaciones, cuando no estaba buscando secuestrados en la selva o navegando en una balsa por el río Amazonas, estaba metido debajo del escritorio del presidente Hugo Chávez, cubriendo en directo la información de un golpe de Estado o en la Piazza San Pietro transmitiendo los funerales del papa. Lo conoció desde 1985 cuando llegó a RCN para ser su jefe, y lo rescató, porque Antonio hacía un programa de mujeres; Ay las mujeres... siempre la vida de Antonio José... y le dijo: "Véngase a trabajar conmigo por la mañana". Julio Sánchez Cristo y Juan Gossaín hablan de las mejores anécdotas de Antonio José Caballero en esta agradable conversación.

La primera gran historia tiene que ver con una entrevista a Juan Pablo Montoya: "Qué bello recordarlo así, risueño, hablando, conversando... La historia que hay detrás de la de la entrevista con la que usted abrió este segmento, la entrevista de Caballero a Juan Pablo Montoya, imagínese ese par, ese par de genios. Caballero se le arrimó a Montoya, se metió en los "pits" como los llaman en el automovilismo. Se metió en la ruta con la grabadora y le dijo a Montoya "deme una entrevista" Juan Pablo respondió: ahora no puedo. Y Caballero se le paró frente al carro y le dijo: entonces atropélleme. Y armaron la de siempre. Y como siempre, salió ganando Caballero porque logró su entrevista. Así era Caballero, la noticia por encima de todo, la pasión por la información, por la reportería pura. Caballero era la noticia, hombre", narró Gossaín para ilustrar la personalidad de uno de los mejores periodistas de radio que ha tenido Colombia.

Sobre si Antonio José Caballero era un hombre solitario Gossaín acotó: "Le voy a contar una historia que él me contó una vez. Yo lo veía tan solitario que le dije: mire, usted se va a morir un día y no va a tener ni quién lo reconozca, ni quién lo lleve a una funeraria. Caballero, ¿usted por qué nunca ha tenido una familia propia, una mujer, unos hijos? ¿Y sabe qué me contestó? Me dolió profundamente en el alma porque yo sabía lo que él estaba sintiendo, a él le dolía mucho hablar de eso y me dijo: hombre, el problema es que para qué me caso yo con una pobre señora a la que voy a abandonar todos los días. Cuando no estoy en el Amazonas, estoy en Nueva York, cuando no estoy en Nueva York, estoy en Sudáfrica. Cuando no estoy entrevistando a Montoya, estoy entrevistando al papa. Yo nunca estoy en mi casa. Caballero no quiso someter a una familia al ritmo de su trabajo. No quiso que los que hubieran sido los suyos vivieran el abandono provocado por su trabajo periodístico porque él era el periodismo en la calle. Con el pie descalzo caminando por entre el barro era el periodismo puro. Entonces nunca quiso tener una familia y vivía en una soledad... Usted no se imagina los fines de semana de Caballero oyendo música encerrado en su apartamento, oyendo a Daniel Santos", conto Gossaín.

En esta charla, Juan Gossaín también dio detalles de la relación que sostenía con Caballero en la que mucha gente veía una dinámica de padre e hijo: "Varias personas me han contado que decía que él sentía por mí un cariño paternal y yo por él también, como el hijo, ese hijo díscolo, ese muchacho inteligente que es hijo de uno. Pero ah, caramba. Si crea problemas el muchacho. Amoroso, pero desordenado", expresó. Sobre si Caballero hubiese podido ocupar su lugar en RCN Radio como director Gossaín contó: "Una vez lo nombraron director de noticias en el Grupo Radial Colombiano. Dura más un merengue en la puerta de un colegio. Cinco horas estuvo Caballero con el cargo. Cinco horas. Un día, me lo encontré. Le dije: mire, venga, cuénteme qué fue lo que le pasó. ¿A quién le pegó allá? O ¿qué problema armó que duró tan poquito tiempo? No no, me dijo. Yo me di cuenta de lo que había pasado. Ahora me toca estar encerrado en la cabina. Ahora me toca dirigir a los otros. Ahora me toca orientarlos y no vivir en lo que a mí me gusta: la selva, la calle, el asfalto, el hierro, el cemento, perseguir a los entrevistados, yo que hago encerrado en una cabina. Y renunció y no volvió más nunca a ser director de nada. Cinco horas duró de director".

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