
El indicador de desempleo de las mujeres llega al 12,6 por ciento, mientras que el de los hombres está en 7,4 por ciento.
Crédito: Fotoilustración de Kim Vega.
La penalidad de ser madre: colombianas con hijos reciben salarios hasta 40 por ciento menores
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Varios estudios económicos y académicos han analizado las barreras que enfrentan las mujeres con hijos en el mercado laboral y el esfuerzo adicional que deben hacer para equilibrar sus condiciones con quienes no son madres y con los hombres. CAMBIO analiza los datos para la realidad de las madres colombianas y lo que significa para una mujer joven ser mamá y trabajadora en el país.

El mercado laboral no trata igual a los hombres y a las mujeres. Ellos tienen mayor acceso al trabajo, sus indicadores de desempleo son más bajos, alcanzan cargos más altos y en promedio ganan mayores salarios. Al ritmo actual, se necesitan 134 años para alcanzar una paridad completa en el mercado laboral entre hombres y mujeres, casi cinco generaciones, según el más reciente Informe mundial de la brecha de género del Foro Económico Mundial.
Pero esa carga o esa desigualdad es todavía más fuerte cuando la mujer es madre. Diversos estudios económicos han encontrado que factores como el embarazo y la crianza afectan las condiciones laborales de las mujeres, generando mayores brechas salariales y de participación en el mercado laboral. Un fenómeno que los expertos han bautizado como ‘child penalty’ o ‘penalidad por maternidad’, como si ser madre fuera una especie de castigo a la hora de trabajar o salir a buscar un empleo.
Victoria Bejarano tiene 29 años y dos hijos, de nueve y tres años. Actualmente trabaja como ejecutiva de marketing para Latinoamérica en una multinacional de tecnología. Su experiencia laboral ha sido buena, considera ella, porque ha ocupado roles similares en otras dos multinacionales, una farmacéutica y una central de riesgo.
“A pesar de que me ha ido bien, he encontrado brechas importantes no solo al postularme a una vacante, o ejecutar mis labores, sino en la perspectiva de crecimiento”, cuenta. Hace un tiempo la seleccionaron para un cargo que le iba a permitir dar un salto en su carrera. Duró casi seis meses en un proceso de selección, estaba lista para firmar contrato, pero en la última conversación con la persona que sería su jefe, tuvo que retractarse del proceso.
“Fue algo despectivo. Me dijo que necesitaba darme claridad de que para crecer en esa empresa tenía que olvidar un poco mi rol de madre y renunciar a mi familia. Era un trabajo presencial que requería viajar constantemente y el señor que iba a ser mi jefe me dijo que la compañía necesitaba tener la seguridad de que mi trabajo no se iba a ver afectado por ser mamá”, cuenta. Bejarano tuvo que rechazar la vacante.

Las brechas salariales
Las mujeres tienen menos participación en el mercado laboral que los hombres. Es decir, la proporción de mujeres en edad de trabajar que se emplea o busca trabajo es menor en comparación con los hombres. Según el último informe Panorama Laboral de América Latina y el Caribe de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), en 2023 la tasa de participación femenina en la región fue 51,7 por ciento mientras que la de los hombres fue 74,3 por ciento, una diferencia de 22,6 puntos porcentuales.
Colombia no es ajena a esta tendencia. La tasa de ocupación — indicador que refleja la proporción de personas que están trabajando en relación con la población en edad de trabajar — es del 71 por ciento para ellos, mientras que la tasa femenina solo llega al 47 por ciento. Por otro lado, el indicador de desempleo de los hombres está en 7,4 por ciento, mientras que el de las mujeres llega al 12,6 por ciento.
Esas desventajas en el mercado laboral entre hombres y mujeres se refuerzan cuando la mujer tiene hijos. Un informe publicado por el centro de estudios económicos Anif, en diciembre de 2024, analizó la situación laboral en Colombia de las mujeres que son madres frente a las que no lo son.
El estudio encontró que las madres con hijos menores de cinco años registran un menor salario frente al grupo de no madres. “En promedio, estas mujeres perciben 660.047 pesos colombianos, un 40,7 por ciento menos que las mujeres sin hijos”, concluyó el estudio.
Uno de los principales hallazgos del informe es que a medida que crecen los hijos la brecha salarial se mantiene a lo largo del tiempo, aunque es menos pronunciada que cuando los hijos son pequeños. Es decir, esa ‘penalidad por maternidad’ tiene un efecto acumulativo a lo largo de la trayectoria laboral de las mujeres.
Las mujeres con hijos entre cinco y doce años obtienen un salario promedio de 903.648 pesos, un 27,5 por ciento inferior al grupo de no madres, mientras que las mujeres con hijos entre 12 y 25 años obtienen un salario promedio de 819.004 pesos, un 35,6 por ciento inferior al grupo de no madres.
“Los resultados de las estimaciones revelan una significativa penalidad salarial para las mujeres madres en el mercado laboral colombiano. Se evidencia una disminución sistemática en los ingresos laborales por hora para las mujeres que son madres, en comparación con mujeres de características similares que no tienen hijos”, concluye el estudio.

El primer hijo
La penalidad por maternidad ha sido un tema de estudio relativamente reciente que surge en medio de los debates académicos ante la pregunta de cómo explicar la persistencia de las brechas de género en el ámbito laboral.
Otro estudio hecho en Colombia para el tema es una investigación publicada por el Centro de Estudios sobre Desarrollo Económico (CEDE) de la facultad de Economía de la Universidad de Los Andes. El artículo se publicó en 2023 y la académica a cargo fue la economista Nata Caro, quien trabajó por varios años como docente e investigadora de esa universidad.
“Vemos una desigualdad de género en temas de salarios, participación y acceso a trabajo formal, pero cuando se trata de dilucidar las causas de esas brechas siempre quedan sobre la mesa la maternidad y las labores de cuidado, porque hay una carga mayor sobre las mujeres, sobre todo en países con normas de género más conservadoras, como es el caso latinoamericano”, explica la economista.
En su artículo, Caro se concentró en el efecto de la tenencia del primer hijo, cuando la mujer se convierte en madre por primera vez, y encontró que en ese momento se presentaba una caída de 35 por ciento en la participación laboral de las mujeres y a lo largo del tiempo, incluso 18 años después, esa penalidad permanece.
Según la investigadora, incluso en países europeos con economías e indicadores de equidad de género avanzados y licencias de paternidad extensas, como Dinamarca, se ha encontrado que existe esa penalidad por maternidad: "Puede que la magnitud de esa penalización sea más pequeña, pero igual existe. Eso nos abre una discusión muy grande. Tenemos que pensar de manera diferente para armonizar la maternidad con el trabajo”, comenta la experta.
Cuando Bejarano tuvo a su primera hija estaba terminando la universidad. Recuerda que fue muy duro para ella, no solo por el peso emocional de tener un embarazo joven, sino porque tuvo que parar por un tiempo su educación y su crecimiento profesional. “Cuando me gradué mis compañeros ya tenían seis meses de experiencia laboral y yo tenía un bebé y tenía que adecuarme al mundo laboral”, recuerda.
Cuando retomó sus estudios sentía que no le alcanzaban las horas del día para estudiar, trabajar en sus prácticas profesionales y cuidar a su hija. “No fue fácil ser una practicante que era mamá, mientras intentaba conseguir una posición nueva y tenía que pensar en las necesidades de mi hija”, cuenta. Por suerte, a los pocos días de terminar su contrato de prácticas, pasó un proceso de selección en una multinacional.
Su segundo embarazo, y los últimos años, han sido muy diferentes. Cuando nació su segundo hijo ya estaba ‘ubicada’ en un buen trabajo y tenía ayuda de una persona que le ayudaba a cuidar a los niños. A pesar de ello, volver a acoplarse a la rutina no fue sencillo, Bejarano es madre cabeza de hogar y vive sola con sus dos hijos.
“Cuando eres mamá en el primer año, la mitad te dedicas tiempo completo al niño, y la otra a readaptarte, no solo en el trabajo, sino en todos los gastos y cuidados alrededor de los niños”, dice.

Una responsabilidad compartida
Compaginar la vida laboral con la maternidad no es sencillo, en muchos casos parecen ir en contravía. No se ha encontrado una solución en la teoría, y mucho menos en la práctica, pero si hay varias discusiones en torno a la responsabilidad de las empresas y del estado de facilitar ese equilibrio entre la vida productiva.
Aequales es una corporación que nació en 2014 en Perú y Colombia con el fin de asesorar a las empresas latinoamericanas en temas de equidad de género y diversidad corporativa. Según Mía Perdomo, CEO de la firma, las mujeres cargan con hasta ocho horas diarias adicionales de trabajo no remunerado en tareas del hogar y del cuidado de hijos e hijas, adultos mayores y personas discapacitadas.
“La única manera de que esto cambie es que el Estado se ponga la camiseta, como lo ha hecho con estrategias como con las Manzanas del Cuidado en Bogotá, y que los hombres se pongan la camiseta también”, dice Perdomo.
Manzanas del Cuidado es un programa distrital que ofrece en varios espacios a lo largo de la ciudad servicios gratuitos a mujeres cuidadoras y a sus familias, con el objetivo de aliviar la carga de cuidado, especialmente para madres, o personas que dedican tiempo a labores de cuidado y trabajo doméstico.
Así como el estudio nacional de Anif, la Secretaría de Desarrollo Económico de Bogotá también hizo un análisis de la penalidad por maternidad enfocado en la capital colombiana, con el apoyo de dicho tanque de pensamiento económico.
Según el Distrito, ser madre trabajadora reduce hasta un 48 por ciento los ingresos laborales de las mujeres. En la ciudad, las mujeres madres entre 20 y 29 años enfrentan una reducción promedio del 27,1 por ciento en los ingresos por hora trabajada, cifra que asciende al 31 por ciento cuando sus hijos están entre los 6 y 12 años.
El estudio mostró que en la capital las madres jóvenes experimentan penalidades por maternidad menores, que se intensifican durante la etapa media de mayor productividad laboral, entre los 30 y los 39 años, alcanzando su punto máximo con hijos mayores de 12 años.
María del Pilar López, secretaria de Desarrollo Económico de Bogotá, reitera que existe evidencia contundente de las brechas entre hombres y mujeres en temas de mercado laboral y desigualdad, como la segregación horizontal y vertical, que hace referencia a la contratación de hombres en solo ciertos sectores o la concentración jerárquica, respectivamente.
También se habla de techos de cristal —barreras invisibles para alcanzar cargos altos— muy difíciles de romper, o de pisos pegajosos —dificultades para acceder a puestos de trabajo de calidad y avanzar en sus carreras, pese a su formación o experiencia— de los que es difícil salir. Todo esto, según López, se acentúa en el momento que una mujer decide tener un hijo: “La penalidad por maternidad entra por partida doble por la dificultad de conectarse al mercado laboral y por el tema de ingresos”.
De la mano con esto hay otras penalidades a largo plazo, como la pensional, ya que muchas mujeres salen del mercado laboral por un tiempo para cuidar a sus hijos y dejan de cotizar, o una penalidad por experiencia, pues cuando retoman su vida laboral se ven relegadas para ascender.
Para la secretaria de Desarrollo de Bogotá, se necesita promover modalidades que generen mayor flexibilidad laboral para las mujeres que son madres; apoyo en el momento de la reintegración laboral, con programas de capacitación para compensar los períodos en que estuvieron fuera, y también ampliar la licencia de paternidad, porque la carga recae primordialmente sobre ellas.
“Se necesita tomar mejores decisiones de política para apoyar a las mujeres madres. Mejorar los servicios de cuidado infantil, desde las empresas, pero también a nivel estatal”, asegura López.
A pesar de los obstáculos que enfrentó Bejarano, su caso puede considerarse exitoso, pues logró ubicarse en una buena empresa y ascendió a la par que criaba a sus hijos pequeños. Pero muchas otras no corren la misma suerte; las madres tienen que esforzarse más para equipararse en el mercado laboral con las mujeres que no lo son, y con los hombres.
Bejarano lo siente así: “Cuando eres mamá es un rol de tiempo completo. Yo siento que tengo dos profesiones, una en marketing y otra como madre. Equilibrarlo ha sido difícil, porque tengo dos presiones, la de crecer profesionalmente y darle una buena calidad de vida a mis hijos”.
