La conflictiva relación de Arauca con el Petróleo
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Desde hace casi 40 años, el departamento de Arauca ha vivido una relación de amor y odio alrededor de la industria del petróleo, que ha tenido un evidente impacto económico en la región, pero que también ha dejado secuelas sociales y ambientales imposibles de ocultar.
Por: Luis Eduardo Celis
Desde el pasado 16 de enero han circulado en Arauca amenazas contra las compañías petroleras Parex y Sierra Col Energy, lo cual ha puesto en jaque y en alerta máxima a estas empresas, tan presentes en ese departamento que produce el 13 por ciento de nuestro petróleo. Ese porcentaje podría considerarse modesto, pero le genera a Arauca 200.000 millones de pesos al año y les da empleo directo a 2.500 personas e indirecto a 4.500. Y esos ingresos y esos puestos de trabajo están hoy en entredicho.
La situación del petróleo siempre ha sido conflictiva en muchas regiones. Pero especialmente lo ha sido en Arauca, donde ha afectado con mucha intensidad a las comunidades, al medio ambiente y a las fuerzas que se han enfrentado a las distintas violencias.
¿Desde cuándo se produce petróleo en Arauca?
La OXY empezó a explorar la posibilidad de encontrar petróleo en Arauca desde 1977. En 1983 anunció que existía un importante pozo, Caño Limón, en el municipio de Arauquita. En ese momento se estimaba que tenía un potencial para producir 1.200 millones de barriles, lo cual le permitiría a Colombia pasar de ser importador de petróleo a volverse exportador del crudo y sus derivados, y le significaría una fuente de recursos muy importante para las finanzas nacionales.
Para la exportación de este petróleo se requería construir un oleoducto desde el pozo petrolero de Caño Limón hasta el golfo de Morrosquillo, en la población de Coveñas. Eran más de setecientos kilómetros de trazado. Para hacerlo, se contrató a la prestigiosa compañía alemana Manessman, la cual inició la obra en 1984.
La relación de la Manessman con las comunidades campesinas no estuvo exenta de conflictos. Y el ELN, que había nacido con un discurso de soberanía nacional y lucha contra lo que consideraba el robo de los recursos nacionales, rápidamente arremetió contra la Manessman: el 10 de octubre de 1984 secuestró a los ingenieros colombianos Darío Fajardo y Alvaro Ríos Villamarín; y el 28 de noviembre del mismo año plagió al ingeniero alemán Werner Schoett.
Ante estas dificultades, la Manessman, desde Alemania, pidió la intervención de Werner Mauss, una persona que trabajaba de manera independiente en la solución de situaciones de crisis. Mauss, que no hablaba español, llegó con su esposa Isabel, conocida por el nombre de Micaela, usado en alguno de sus múltiples pasaportes, y quien hablaba un español perfecto. Werner y Micaela gestionaron la liberación de los dos ingenieros colombianos y del ingeniero alemán, la cual se produjo en enero de 1985.
La labor de la pareja Mauss no terminó con la liberación de los secuestrados. También estuvieron pendientes del desarrollo de la construcción del oleoducto Caño Limón-Coveñas y negociaron con el ELN las condiciones para la terminación de la obra: concertaron una cifra de dinero con el ELN y otro tanto con la Iglesia colombiana para inversión social, fondos que fueron administrados por monseñor Jesús Emilio Jaramillo, a través de la fundación Pascol.
Sabotaje y violencia: la reacción de la insurgencia contra la producción de petróleo
Desde el primer día de funcionamiento, el oleoducto Caño Limón-Coveñas ha sido sometido a sabotajes por parte del ELN y de las FARC. En el informe “Acciones armadas contra la infraestructura petrolera”, presentado a la Comisión de la Verdad por Codhes y la Fundación Ideas para la paz en junio de 2020, se dice que entre 1986 y 2015 se presentaron en Arauca 826 hechos violentos contra la infraestructura petrolera; y el 60 por ciento de ellos fueron ataques directos contra el oleoducto o contra las instalaciones de Caño Limón; el otro 40 por ciento de las acciones correspondió a secuestros, amenazas, hurtos, homicidios, emboscadas o retenes.
De los 826 hechos reportados en el informe de Codhes y la FIP, 376 se presentaron en Arauquita y 330 en Saravena. Otros reportes hablan de que los ataques contra la industria del petróleo han dejado, desde el año 1990, por lo menos 324 víctimas fatales. Muchos de esos hechos se sucedieron en el departamento de Arauca.
El daño al medio ambiente ha sido enorme: el montaje de la industria del petróleo afectó de manera grave el complejo ambiental de la laguna del Lipa, sitio ritual de las comunidades sikuany, el cual, hoy, está en grave deterioro. Y de él son responsables no sólo la industria del petróleo, sino también los arroceros y la ganadería. Sin embargo hay que decir que el petróleo tiene mucho qué responder en los temas ambientales.
Las acciones violentas contra el petróleo, según el exministro de Medio Ambiente, Manuel Rodríguez, han producido el derrame de 3.700.000 barriles, no solo en Arauca, por supuesto; pero en ese territorio se han derramado miles y miles de barriles, lo que ha afectado a las comunidades, a la flora y a la fauna.
En los años noventa, el petróleo de Casanare, y en los años dos mil, el del Meta, ganaron preponderancia en los volúmenes de producción. Y se requería que fuera viable su exportación. Por ello, en 2008, se inició la planificación del Oleoducto Bicentenario, que se construyó entre 2011 y 2013: fueron 230 kilómetros desde Araguaney en Yopal, hasta Banadia en Saravena. Su construcción se contrató con la compañía Italiana Sicim.
La Fiscalía General de la Nación investigó pagos que la Sicim les hizo al ELN y a las Farc, para lograr la viabilidad de ese proyecto. Por esa razón, fueron varias las personas judicializadas, entre ellas los directivos de la Sicim, el argentino Roberto Jorge Rigono, y el español Francisco Elizondo. Rigono fue detenido en Argentina en 2019 y logró no ser extraditado. Elizondo falleció en España en 2017.
Los males y las bondades de la industria petrolera en Arauca
Cuando se habla del petróleo en Arauca, hay muchas opiniones: para unos es un mal a combatir; para otros es una industria que le ha permitido al departamento mejorar sus condiciones sociales y de infraestructura; otras ponen el acento en la corrupción que se ha vivido a raíz de la generación de esos cuantiosos recursos; y otros hacen énfasis en el impacto social y ambiental que ha generado. El tema merece que se practique un balance juicioso, que se sostengan diálogos y que se hagan concertaciones difíciles en un territorio que ha visto, desde hace cuatro décadas, cuando se descubrió Caño Limón, cómo el petróleo ha sido factor de disputas y violencia.
Hoy está paralizada en Arauca la operación de Parex; cuatrocientos treinta contratos de trabajadores locales han sido suspendidos, y una amplia red de contratistas no puede trabajar. Por su parte, Sierra Col Energy sigue su operación en medio de la incertidumbre por lo que pueda ocurrir.
Ahora, cuando en México empieza el segundo ciclo de diálogos y negociaciones entre el Gobierno colombiano y el ELN, y se hable de participación para la paz, Arauca, en toda su diversidad, y la industria del petróleo, tienen mucho que decir y que aportar. A ver si se logra desenredar esa madeja de conflictos, prevenciones, amenazas y mucha sangre y sufrimientos, que han padecido sus comunidades y su naturaleza.
Investigador de la Fundación Paz y Reconciliación