¿Se le escapó un voto al Gobierno? ABC para entender el lío en la Universidad Nacional por la elección del nuevo rector
26 Marzo 2024

¿Se le escapó un voto al Gobierno? ABC para entender el lío en la Universidad Nacional por la elección del nuevo rector

La designación de Ismael Peña como rector dejó al Gobierno inconforme y a la universidad al borde de un paro indefinido de actividades. El uso de un complejo método matemático en las votaciones fue el detonante de la crisis. La controversia ya deja una renuncia y versiones encontradas.

Por: Redacción Cambio

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Después de nueve horas de deliberación, el Consejo Superior de la Universidad Nacional (CSU) eligió el pasado 21 de marzo a Ismael Peña como el nuevo rector de la universidad pública más grande del país. Esa noche hubo malestar en la mayoría de los estudiantes, desconcierto en el Gobierno Petro y cruces de señalamientos en redes sociales sobre quién votó por quién. 

Con el paso de los días se han conocido más detalles sobre la forma en la que se escogió nuevo rector,  pero las dudas no se han despejado. Cada vez hay más preguntas y confusión sobre la elección más polémica de los últimos años. CAMBIO le  presenta una guía para entender el lío en el que se convirtió la designación del nuevo rector de la Universidad Nacional.

¿Quiénes eligieron al nuevo rector de la Universidad Nacional?

La elección de rectores en la mayoría de universidades públicas es un complejo pulso de poder. En el caso de la Universidad Nacional, el rector no se elige a voto limpio por los estudiantes, profesores, egresados y trabajadores. En cambio, se hace una consulta virtual cuyos resultados no son vinculantes. 

Sin embargo, la consulta sí tiene un efecto real: los cinco candidatos más votados en la consulta pasan a la fase final de elección en el Consejo Superior Universitario (CSU). En el caso de la consulta del pasado 13 de marzo, los clasificados fueron: Leopoldo Múnera, quien obtuvo 34.87 por ciento de los votos; Raúl Sastre Cifuentes, que sacó el 22.64 por ciento; José Ismael Peña Reyes, con 8.35 por ciento; Juan Pablo Duque Cañas con 7.5 por ciento, y Germán Albeiro Castaño Duque, con 5.39 por ciento. La consulta de este año tuvo una participación histórica del 16 por ciento. 

El Consejo Superior Universitario está conformado por nueve personas, de las cuales solo ocho tienen voto. Los presentes en la sesión del 21 de marzo fueron:

  • La ministra de Educación, Aurora Vergara y las dos delegadas del presidente Petro: Nataly Garzón Polanía y Alejandra Rojas. 
  • Sara Jiménez, representante de los estudiantes.
  • Diego Torres Galindo, representante de los profesores.
  • Humberto Rosanía, representante del Consejo Nacional de Educación Superior de Colombia.
  • Ignacio Mantilla, exrector de la Universidad Nacional.
  • Verónica Botero, decana de la Facultad de Minas de la sede Medellín y representante del Consejo Académico.
  • Dolly Montoya, rectora actual sin derecho a voto.

A través de pronunciamientos públicos y privados hechos antes del día de la votación en el CSU, las tres delegadas del Gobierno, la representante estudiantil y el vocero de los profesores habían anunciado su voto a favor del ganador de la consulta: Leopoldo Múnera. Esto le garantizaba a Múnera mínimo 5 votos de 8 posibles. Así se daba por hecho su designación como nuevo rector.

Por ello, el malestar y la sorpresa entre los estudiantes fue grande cuando el CSU anunció a Ismael Peña como el próximo rector. Las cuentas no daban y los rumores empezaron a correr sobre un voto que se le había escapado al Gobierno. “Con los resultados en caliente se pensó que el voto de Torres nunca fue para Múnera y que el otro voto restante se había volteado al final”, dijo una fuente cercana al profesor Leopoldo Múnera. 

El problema es que, contrario a lo que pensaron la mayoría de estudiantes, profesores, egresados y trabajadores, el CSU no eligió al nuevo rector con una metodología de simple votación, en el que el ganador sería quien obtuviera la mayoría de los 8 votos. Se utilizó un mecanismo más complejo.

Las matemáticas sí importan

En la sesión del 21 de marzo se pusieron sobre la mesa dos discusiones. La primera fue la de hacer secreta la votación para evitar hostigamientos, perfilamientos y ataques en redes sociales en contra de cualquiera de los integrantes del CSU. La idea del secretismo se aprobó por la mayoría de los ocho consejeros. 

La segunda discusión se centró con la forma en la que se iba a votar para elegir al reemplazo de Dolly Montoya. Estaba la propuesta de votación directa y nominal, impulsada por el Gobierno, y otra que llegó por iniciativa del exrector y matemático Ignacio Mantilla. El académico sugirió utilizar el sistema de votación clasificado, voto de preferencia o ranked choice voting, que es ahora el meollo del asunto.

La aplicación del sistema de voto de preferencia no es nueva ni en el resto del mundo ni en el CSU de la Universidad Nacional. La clave de este método es que los electores no dan su voto a un único candidato, como suele pasar en las votaciones directas. En esta modalidad, cada votante organiza o califica a los aspirantes en un orden de preferencia. 

Fue así como cada consejero tuvo que ordenar a los cinco candidatos según su afinidad y darles un puntaje de uno a cinco, siendo cinco la mayor puntuación posible. En la primera ronda se eliminaron dos aspirantes y quedaron tres: Leopoldo Múnera, Raúl Sastre e Ismael Peña. Según fuentes consultadas por CAMBIO, el primero en puntaje de esa ronda fue Leopoldo Múnera con 28 puntos, pues recibió la mayor calificación de cinco de los ocho integrantes del CSU.

Sin embargo, en la segunda ronda Múnera quedó eliminado. El puntaje no le alcanzó para pasar a las rondas siguientes y es aquí donde hay versiones cruzadas. 

Por un lado, un reportaje de la Revista Raya asegura que, en la segunda ronda Múnera solo obtuvo 14 puntos de 24 posibles (en esta ronda la calificación máxima eran tres puntos). Esto implicaría que, de los cinco consejeros que en la ronda inicial le dieron su puntuación más alta a Múnera, por lo menos uno no lo hizo en la segunda vuelta y en cambio le dio el puntaje más bajo: uno.  Sin embargo, al haber sido una votación secreta, no es posible saber con certeza cómo fue la distribución de puntajes.

Luego, en las siguientes las rondas continuaron eliminando al profesor Sastre y dejando a Ismael Peña como el único opcionado además del voto en blanco. Después de nueve horas de sesión, Peña fue designado.

Renuncias, asambleas, y explicaciones

El lío por la elección del nuevo rector de la Universidad Nacional ya dejó sus primeras consecuencias. Por un lado, la mayoría de facultades se encuentran en paro definido hasta el próximo 4 de abril. Cada una de ellas definirá en estos días si apoyan la idea de un cese de actividades indefinido en respuesta a lo sucedido en el CSU. Los estudiantes de posgrado y los trabajadores también se podrían sumar al paro.

Por su parte, el profesor Leopoldo Múnera hizo un fuerte pronunciamiento por lo sucedido: “Desde la desobediencia civil pacífica (...) trabajaré por una constituyente universitaria que permita transformar a las universidades públicas del país e impedir que las oligarquías académicas sigan orientando el rumbo de la educación superior colombiana”.

Sara Jiménez, quien venía siendo la representante de los estudiantes ante el CSU, decidió renunciar a ese cargo de manera irrevocable. En un comunicado, Jiménez explicó qué sucedió en la famosa sesión del 21 de marzo y reconoció su “responsabilidad política”.

“El método utilizado para la designación, que fue propuesto por uno de los miembros, fue el históricamente utilizado según nos explicaron”, dijo Sara Jiménez. 

La exrepresentante aseguró que votó por Múnera “hasta donde fue posible”. También explicó que no tenía la potestad de levantar la sesión y que votó en blanco hasta la ronda final en la que Peña era el único aspirante y la universidad se enfrentaba a un bloqueo administrativo. 

Quien sí tenía el poder de levantar la sesión según el reglamento era la ministra de Educación, Aurora Vergara. La funcionaria también tuvo que explicar cuál fue su postura en la sesión del CSU. Al respecto dijo:

“Dejamos constancia en acta que discrepamos de la decisión y reiteramos la necesidad de contar con un voto público y nominal que lograra contener los márgenes de legitimidad que requiere la gobernanza de la Institución; dotará de mayor transparencia y publicidad la decisión, y fortaleciera la credibilidad y confianza del CSU frente a la comunidad universitaria”, escribió la ministra en su cuenta de X.

La ministra aseguró que fue ella quien propuso el voto nominal pero que la decisión de optar por la metodología matemática obtuvo el respaldo de cinco de los ocho consejeros. Los únicos tres votos negativos sobre la idea vinieron de ella y de las dos delegadas del presidente Petro.

"Con cinco votos que constituyen mayoría, fue aprobada la propuesta del voto secreto con rondas eliminatorias de selección múltiple y la posterior ponderación del resultado, la cual fue sugerida por otros consejeros que informaron sobre situaciones que podían comprometer su seguridad e integridad", escribió la ministra Vergara.

Respecto a los otros cuatro integrantes del CSU también hubo pronunciamientos. Consultado por CAMBIO, el representante de los profesores Diego Torres compartió dos comunicados.

En uno de ellos, hecho a título personal, el profesor Torres asegura que fue la ministra Vergara quien propuso el voto ponderado y que todos los consejeros participaron en la creación de esa metodología.

“Todos los miembros del Consejo Superior Universitario, en un proceso de co-creación, procedimos a la construcción de la segunda metodología de voto preferencial. Esta consistió, tal y como lo recomendó la señora ministra, en un voto ponderado, y se llegó al acuerdo común de tener rondas de eliminación”, dijo Torres.

El profesor también criticó los pronunciamientos en X del presidente Petro y la ministra de Educación, los cuales produjeron que se violara el acuerdo de confidencialidad al que se comprometieron todos los consejeros. La idea era evitar señalamientos individuales, amenazas y agresiones. 

“Tanto las delegadas del señor presidente como la misma ministra de educación difundieron de forma pública en sus cuentas de X la información del desarrollo de la jornada de designación junto con sus supuestos votos. La situación anterior agravó aún más la frágil situación de seguridad de los consejeros restantes, estuvo en contra de los acuerdos que las mismas consejeras y la ministra de Educación habían concertado el día 21 de marzo", afirmó el profesor Torres. 

El docente también criticó la supuesta falta de experiencia de la ministra en escenarios de ese estilo: "Mostró un absoluto desprecio por la autonomía universitaria junto con un muy bajo conocimiento y falta de experiencia de las responsabilidades que se tienen al pertenecer a un cuerpo colegiado del nivel del Consejo Superior Universitario de la Universidad Nacional de Colombia”, expresó el profesor Diego Torres.

En otro comunicado firmado por el profesor Torres, el exrector Mantilla, la decana Botero y Humberto Rosanía, se explica que sí hubo reuniones previas entre todos los consejeros así como encuentros con los aspirantes. Sin embargo, aclaran que no hubo “conspiración" y que todas las reuniones hicieron parte del proceso habitual de designación de rector.

La explicación surge por la versión de una supuesta reunión “secreta” en la casa de Ignacio Mantilla la noche previa a la sesión del CSU. En ese encuentro se habría acordado el mecanismo de votación con el objetivo de dejar por fuera a Leopoldo Múnera. Dicho cónclave no pudo ser confirmado por CAMBIO, pero sí fue publicado en el reportaje de la Revista Raya.

“Publicaciones posteriores a la designación tratan de dar a entender erróneamente que hubo una “conspiración” para evitar seleccionar a uno de los candidatos y dar una preferencia a otro, cuando las reuniones previas para discutir e intercambiar opiniones fueron lo más frecuente y natural”, dijo el profesor Torres.

Lo cierto es que los más de 30.000 miembros de la comunidad universitaria de la Universidad Nacional siguen en la incertidumbre no solo por un casi inevitable paro indefinido sino por situaciones de violencia dentro y fuera de las sedes de la universidad.

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