La hora de la sucesora en México

Claudia Sheinbaum y Xochitl Galvez, candidatas a la presidencia de México.

Crédito: Reuters

1 Junio 2024 03:06 pm

La hora de la sucesora en México

A menos de que algo extraordinario ocurra durante las próximas horas, este domingo México elegirá por primera vez a una presidenta. ¿Qué significa este cambio para uno de los países más grandes de la región?

Por: Felipe Restrepo Pombo

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Durante los últimos meses se viene repitiendo un lugar común cada vez que se habla de las próximas elecciones en México. La gente se pregunta qué significa que una mujer llegue por primera vez a la presidencia de un país que tiene fama de machista. Claudia Sheinbaum o Xóchitl Gálvez, las dos principales candidatas, definirán una elección que, hace apenas unos años, parecía impensable. Muy pocas veces en la historia democrática de México, una mujer --Josefina Vázquez Mota o Margarita Zavala, quizás-- había tenido una oportunidad real de ocupar la jefatura del estado. Más allá del supuesto machismo mexicano, esta contienda podría marcar un punto de inflexión para una sociedad muy apegada, en general, a sus tradiciones. Sin embargo, a la luz de lo que ha sido la campaña, ninguna de las dos candidatas parece representar un cambio profundo.  

Sheinbaum, la líder en todas las encuestas, es la candidata del oficialismo. En 2018, fue elegida jefa de Gobierno de Ciudad de México, es decir, la alcaldesa de la capital del país. Este es un cargo de enorme responsabilidad si se tiene en cuenta que la ciudad tiene la población y el presupuesto de un país pequeño. Su labor no fue particularmente destacada y tuvo que afrontar duras crisis de seguridad, transporte y escasez de agua. También, fue muy criticada por el manejo de los nómadas digitales que han llegado a CDMX desde la pandemia. Una de las principales labores de la alcaldesa fue defender las posturas de su jefe político directo: Andrés Manuel López Obrador. Desde la jefatura de la ciudad, Sheinbaum se dedicó a respaldar todas las decisiones de AMLO y se convirtió en una figura con proyección nacional. Los demás contendores de Morena, el partido oficialista, palidecieron frente a su disciplina. Su rival más obvio, el excanciller Marcelo Ebrard, era el candidato natural por su trayectoria. No obstante, Sheinbaum supo hacer la campaña correcta. Cuando llegó el momento de elegir, las diferencias entre Ebrard y AMLO se hicieron evidentes: y la beneficiada fue la jefa de gobierno de CDMX.

Por el lado de la oposición, el terreno también era complicado. Durante meses, los principales partidos --el PAN, el PRI y el PRD-- buscaron una figura capaz de enfrentar la enorme maquinaria de Morena. De hecho, la disputa empezó casi desde que los dos candidatos que enfrentaron a AMLO en 2018, Ricardo Anaya y José Antonio Meade, se retiraron de la contienda. La búsqueda parecía entonces infructuosa: para cualquiera era un suicidio político enfrentarse a Morena y López Obrador, quizás el personaje político más popular en los últimos veinte años en México. Después de una consulta interna entre candidatos disimiles, la afortunada fue Xóchitl Gálvez. 

La elección de Gálvez, una senadora con una buena trayectoria, tuvo un inicio sorprendente. Muchos llegaron a creer que su ímpetu inicial la llevaría a dar una enorme sorpresa electoral. Pero el entusiasmo se vino abajo muy pronto. Gálvez hizo una campaña torpe, llena de errores estratégicos y con unas promesas completamente fuera de proporción. Además de eso, muchas de sus declaraciones públicas fueron ofensivas. En los debates presidenciales, Gálvez se vio inexperta y torpe en sus ataques frente a las políticas del gobierno de Morena.

La candidata oficialista hizo, por su parte, una campaña tradicional. En todos los escenarios insistió que durante su gobierno se dedicaría a conservar los logros de su mentor. Los seguidores de Morena insisten en que su partido es progresista, pero la campaña de Sheinbaum fue bastante conservadora: sus propuestas giraron en torno a un discurso populista y, en apariencia, de izquierda. El riesgo era mínimo y la estrategia fue la más acertada: Sheinbaum navegó sobre la enorme popularidad del gobierno de Morena --basado en gran parte en el asistencialismo-- y no se movió un ápice del guion orquestado desde el palacio presidencia. De hecho, es casi imposible diferenciar el discurso de campaña de AMLO en 2018 y el de Sheinbaum en 2024.

En las últimas encuestas antes del cierre de campaña, Sheinbaum llevaba una ventaja considerable. Algunos creen que la diferencia real es mucho menor y que Gálvez podría dar la sorpresa. En el caso de que esto ocurra, la senadora tendrá una tarea titánica. Por un lado, tendrá que ajustar su programa de gobierno a la realidad económica y social del país. Esto significa, claro, que tendrá que incumplir muchas de las propuestas de cambio que hizo en los últimos meses en sus intervenciones. También, tendrá que encontrar un equilibrio difícil entre los intereses de cada partido de la coalición que representa. Su falta de experiencia será muy costosa y tendrá muy poco margen de acción para maniobrar en un sistema que ha sido dominado por Morena en los últimos años.

Sheinbaum tendría, a primera vista, un camino bastante más despejado. Todo está servido para que su gobierno sea una segunda parte del sexenio de AMLO. Pero el escenario que deja su jefe político no es tan alentador. La violencia en el país está desatada y la seguridad está en su peor momento. Durante la campaña, por ejemplo, fueron asesinados treinta candidatos en distintos estados. Es, sin duda, una de las campañas más sangrientas en la historia reciente del continente. En muchas regiones de México, además, el poder de los carteles del narcotráfico es abrumador: el estado no tiene presencia en algunas de ellas. Sheinbaum recibirá una economía floreciente, pero no se sabe hasta en qué punto está se pueda estancar. Entre otros grandes problemas, tendrá que lidiar con la crisis migratoria en las fronteras con Estados Unidos y Centroamérica. Y, esto será muy difícil si Donald Trump es reelegido presidente: Sheinbaum tendrá que enfrentarse a un vecino muy incómodo para los intereses mexicanos. 

El domingo en la noche se sabrá quién es la ganadora de esta inusual campaña. La noticia será histórica, desde luego, y el hecho de que una mujer sea elegida en la presidencia es ya un enorme cambio. La incógnita si esto representará una transformación real en México. 

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