La tendencia perversa de votar “en contra de”
11 Junio 2022

La tendencia perversa de votar “en contra de”

La tendencia perversa de votar “en contra de”.

Crédito: Colprensa

Todo parece indicar que, en segunda vuelta, los electores votarán motivados, más que por las propuestas de las campañas, por impedir que se elija la opción equivocada.

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Por Mauricio de Vengoechea*

Si nos devolvemos en el tiempo y observamos el desarrollo que ha tenido esta campaña presidencial de 2022 desde sus inicios, podemos asegurar que ha sido una campaña atípica y diferente a las que hemos estado acostumbrados a vivir en Colombia. 

En primer lugar, porque, a diferencia de lo que muchos pensaban, esta no es una lucha ideológica entre izquierdas y derechas, sino más bien una disputa entre la visión opuesta de dos comandantes: la del comandante Álvaro Uribe Vélez, en retirada, y la del comandante Gustavo Petro, en ascenso, ya que ningún otro de los más de veinticinco precandidatos que participaron al comienzo en la contienda mostraron el liderazgo que tenían estos dos caudillos.  

Lo que nos dice la investigación cualitativa es que la inmensa mayoría de los colombianos, como ha ocurrido en otros países de la región, estaba desde hace tiempo en la búsqueda de una propuesta de gobierno diferente, un gobierno fuerte y poderoso, con amplia visión social, capaz de tomar decisiones trascendentales para favorecer, ya no a una élite privilegiada, sino a todos los sectores de la sociedad que se sienten excluidos y que, con razón, vienen exigiendo que se aplique también para beneficio de ellos la Constitución Social de Derecho que los colombianos votamos en 1991. 

Sin embargo, quienes creían que ya todo estaba cocinado en favor del candidato que representaba el cambio, los colombianos nos encontramos con una realidad que no esperábamos, que no es otra distinta que aquella que nos recuerda que nadie gana hasta cuando gana; por lo que no nos cansaremos de afirmar que, en política electoral, hay ganadores de encuestas que terminan siendo perdedores de elecciones, como le ocurrió a Horacio Serpa frente a Álvaro Uribe en 2002 y a muchos otros candidatos en distintos países y regiones.

De la persuasión a la confrontación

También es cierto que el vertiginoso desarrollo de la tecnología trajo consigo cambios trascendentales en la comunicación política. Los ciudadanos dejamos de ser espectadores pasivos y, con la aparición de las redes sociales y las plataformas digitales, pasamos de ser receptores a creadores y emisores de comunicación, con capacidad de generar información incluso en tiempo real desde nuestros teléfonos celulares, e influir de manera directa sobre nuestros contactos y seguidores.

A una semana de elegir a quien dirigirá los destinos de Colombia, vivimos uno de los momentos de mayor tensión de nuestra democracia. Si bien el pasado 29 de mayo siete de cada diez electores se manifestaron a favor de un cambio en la forma de hacer política y de gobernar al país –un cambio que hasta ese momento era propiedad exclusiva del candidato Gustavo Petro–, al ganador de las encuestas se le apareció en el camino el “outsider” perfecto, Rodolfo Hernández, quien no solo desplazó a Federico Gutiérrez cuando este cometió el error de convertirse en símbolo de lo que la gente quería cambiar, sino que terminó empatando el juego, haciendo que el segundo tiempo del partido electoral comenzara de nuevo cero a cero.

La moda de votar “en contra de”

Lo anterior no es lo único sorpresivo de esta elección. Hoy ninguno de los dos candidatos en competencia ofrece las suficientes garantías ni genera la confianza necesaria, que nos permita concluir que el cambio por el que votaron los colombianos el pasado 29 es el que los ciudadanos anhelan. En segunda vuelta, los electores votarán motivados, más que por las propuestas de las campañas, por impedir que terminemos eligiendo la opción equivocada.

Y es que votar “en contra de” se ha convertido en una tendencia perversa que pasó a dominar la escena política mundial, incrementada en los últimos años por las campañas negativas. Hoy, cuando las diferencias se cerraron en Colombia y cualquiera de los dos podría llegar a ganar la contienda, los colombianos estamos siendo testigos de lo que Christian Salmon, creador en su momento del Storytelling, asegura en su último libro: que, de la narrativa que persuade, pasamos a la política del enfrentamiento.

Por ello, no deberían sorprendernos los videos que a través de las redes sociales y las plataformas digitales se publican sobre la campaña de Gustavo Petro, como tampoco deberían hacerlo aquellos que se publican para mostrar a Rodolfo Hernández como un candidato que no tiene la trayectoria necesaria, ni conoce a fondo los problemas del país. 

Hasta el último minuto, vamos a ser bombardeados a través de las redes sociales con más y más videos en contra de uno y del otro candidato; veremos más capítulos de “Matador”, e infinidad de memes con frase tales como “Prefiero un ingeniero a un guerrillero”. En las campañas modernas, y especialmente en contiendas tan cerradas como esta, cualquiera puede ganar atacando al contrario, minando su credibilidad e incluso su reputación, si entre aquellos segmentos llamados “votantes blandos”, que aún no están completamente decididos, uno de ellos logra cambiar la imagen del contrario, persuadiendo a sus votantes o simplemente consiguiendo que no salgan a votar por el otro.

Lo cierto es que, a estas alturas del juego, más allá de quién tenga la mejor propuesta para el país, cualquiera de los dos puede ganar y convertirse en el próximo presidente de Colombia.

*Mauricio de Vengoechea es consultor político colombiano. Desde 1980, ha asesorado campañas electorales y gobiernos en 16 países de America. 
Entre 2020 y 2021, fue presidente de la asociación  internacional de consultores políticos, IAPC.Org (según sus siglas en Inges). Fue el estratega de la primera elección presidencial realizada a nivel mundial, medio de la pandemia del Covid 19 y actualmente asesora al presidente de República Dominicana Luis Abinader.

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