El maestro Carlos Jacanamijoy, la viceministra Lilian Solano y la Filarmónica Juvenil de Bogotá.
Crédito: Fotografía Santiago Luque Pérez
Así la Filarmónica de Bogotá homenajeó a los pueblos indígenas desde Putumayo
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Hasta Sibundoy, Putumayo, viajaron cerca de cien músicos y coristas de la Orquesta Filarmónica Juvenil de Bogotá para homenajear a los pueblos indígenas. Un sueño del maestro Carlos Jacanamijoy. Este fue el minuto a minuto del evento.
Por: Santiago Luque Pérez
El pasado viernes 1 de diciembre en el departamento del Putumayo se homenajeó a los pueblos indígenas de Colombia con una presentación de la Orquesta Filarmónica Juvenil de Bogotá. Un sueño del pintor de la etnia inga Carlos Jacanamijoy y que se hizo realidad gracias al esfuerzo de varias personas y entidades del Gobierno.
Son cerca de 30.000 personas las que hacen parte de la población indígena en Putumayo. En este territorio hay 126 cabildos y 39 resguardos de los pueblos camëntzá, inga, cofán, siona, murui, coreguaje, muinane, andoque, huitoto, nonuya, okaina, bora, emberá y paez.
Hasta la plaza principal de Sibundoy, llegaron cientos de personas a disfrutar del homenaje a los pueblos indígenas de Colombi. Además, más de 2.000 personas de diferentes partes del país se conectaron a la transmisión que se hizo por YouTube.
El viaje hasta el Putumayo
El Valle de Simundoy, también conocido como la Puerta de la Amazonía, fue el encargado de recibir a cerca de un centenar de jóvenes músicos que se transportaron en un avión de la Fuerza Aeroespacial Colombiana (FAC) hasta el aeropuerto de Chachagüí, cerca de Pasto, Nariño.
El avión utilizado para este viaje fue similar al que fue enviado a Gaza semanas atrás con ayuda humanitaria, un Boeing de carga de la FAC con capacidad de 9.200 libras. En esta aeronave viajaron los músicos, sus instrumentos y miembros del Gobierno Nacional. CAMBIO acompañó el evento.
Para llegar hasta Simundoy, en el Alto Putumayo, se debe recorrer cerca de 88 kilómetros desde el aeropuerto lo que son cerca de dos horas y media de viaje. Su carretera es casi toda serpenteante y llena de curvas porque está ubicada en la transición entre la Cordillera de los Andes y el Amazonas. Aunque también se puede llegar por Mocoa, esta es una de las vías más peligrosas del país y es conocida como el Trampolín de la Muerte.
El director de la Orquesta Filarmónica Juvenil, Manuel López-Gómez, reconoció que es una de los zonas más lejanas de la geografía colombiana a la que han llegado. “Es nuestro punto más lejano desde Bogotá en Colombia y nos sentimos honrados de estar acá en una población tan bella y calurosa que nos ha recibido con una hospitalidad hermosa”, afirmó.
Aunque para algunas personas no pueda significar mucho la llegada de la Filarmónica de Bogotá, para el maestro Carlos Jacanamijoy esto marcó un antes y un después en el municipio del Putumayo. Esto, entre otras cosas, porque es un reto que esta agrupación salga de la capital hacia otros territorios del país.
La novena sinfonía sonó en el Putumayo
El maestro Carlos Jacanamijoy, el precursor del evento, nació en Santiago, Putumayo, en el Valle de Sibundoy. Sus obras de arte han sido expuestas en más de 25 espectáculos individuales y es parte de la colección permanente del Museo Nacional del Indígena Americano, en Washington, Estados Unidos, así como de varios museos colombianos.
Una de las cosas que ha contado el maestro Carlos Jacanamijoy es que quería que el homenaje a los pueblos indígenas de Colombia fuera en su municipio natal. Sin embargo, las cuestiones políticas no lo permitieron, pero se hizo a tan solo 20 minutos, en Sibundoy.
El evento inició con una armonización de los pueblos indígenas por parte de los taitas. Además, las agrupaciones locales hicieron presentaciones como antesala a la Filarmónica de Bogotá. En este espacio los indígenas bailaron y festejaron en el homenaje que se les realizó.
La Filarmónica inició su intervención con el himno nacional y después interpretó el primer movimiento de la novena sinfonía de Ludwig van Beethoven. Esta sonó durante cerca de 15 minutos y fue acompañada de un silencio de cientos de personas en la plaza municipal que solo se rompió al finalizar la pieza.
Esta sinfonía fue una petición especial del maestro Carlos Jacanamijoy, quien dijo: “Así como ha sonados en París, Londres, Tokio, Estocolmo, a mí me da mucho gusto que suene en el Valle de Sibundoy, en el Putumayo”.
El cuarto movimiento de la sinfonía también fue interpretado por la filarmónica y estuvo acompañado por el Coro Filarmónico Juvenil. En la primera fila del evento se sentaron niños pertenecientes al grupo filarmónico del municipio de Nuevo Colón, Putumayo, y que previamente habían tocado como teloneros en la tarima principal.
En su intervención, el maestro Carlos Jacanamijoy se refirió a ellos: “Me complace muchísimo porque a mí también me ha inspirado y espero que a esos chicos que tocaron hoy también los inspire”. Además, previamente el pintor le dijo a CAMBIO que uno de sus sueños es que alguno de los niños que asistió al evento escoja el camino del arte después de este homenaje a los pueblos indígenas.
Después del concierto, en una recepción que hizo el maestro a los coristas y a la orquesta de la Filarmónica de Bogotá les agradeció y les contó que se le aguaron los ojos al escucharlos. “Ustedes son el alma de todo esto”, sentenció.
Un músico le dijo a CAMBIO que había sido un concierto espectacular, no solo por llegar hasta allá, sino por la recepción que tuvieron. "Fue increíble el silencio y la atención que nos prestaron", afirmó.
A pesar de que el plato fuerte fue la Filarmónica de Bogotá, en el evento también se presentaron proyectos musicales del Valle de Simundoy. Incluso, la orquesta de Bogotá realizó una colaboración de último minuto con niños músicos del cabildo indígena que pertenecen al Centro Etnoeducativo Rural San Silvestre.
La presentación concluyó con la interpretación de Colombia Tierra Querida por parte de la orquesta y el coro de la Filarmónica de Bogotá.
El reto de hacer el homenaje
La viceministra de Diálogo Social, Lilian Solano, contó que fue todo un reto realizar el evento. Que, en principio, estaba agendado para el 12 de octubre, anteriormente conocido como el día de la raza, ahora llamado el de la diversidad. Sin embargo, organizar un evento de tal magnitud no fue fácil y debió posponerse.
Para realizar el evento, la viceministra tocó las puertas de diferentes entidades del Gobierno que colaboraron. Además de la disposición de la Orquesta Filarmónica que ya había mostrado su interés al maestro Carlos Jacanamijoy de hacer el evento.
A una semana de este evento hubo riesgo de aplazarlo por la dificultad para transportar más de cien personas hasta allá en avión. Sin embargo, gracias al apoyo del comandante de la FAC y de las Fuerzas Militares, el sueño se hizo realidad.
Los gobiernos locales de Simundoy y Nuevo Colón también colaboraron con la realización del concierto. Además, la familia de Carlos Jacanamijoy hizo parte de la organización del evento, Néstor uno de los hermanos del maestro fue el que estuvo al frente de la logística.
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“Quiero agradecer al maestro Carlos, a la viceministra, a todo el equipo, porque para lograr esto se requiere un maravilloso equipo de producción, de logística”, dijo el director de la Orquesta Filarmónica Juvenil, Manuel López-Gómez
Entre las homenajeadas estuvieron varios taitas y mamitas sabedoras, entre ellas Mercedes, madre del maestro. Las mamitas son las mujeres mayores de la comunidad inga que cuidan del territorio y preservan los saberes ancestrales.
El concierto en un territorio vulnerable
Así como fue un símbolo que sonara la novena sinfonía en Putumayo, lo fue que el homenaje se hiciera en este departamento. En esta zona del país se ha vivido una violencia histórica que, según ha dicho el Ministerio del Interior desde 2009, ha llevado a condiciones de exterminio físico y cultural de los pueblos indígenas. Las razones son el deterioro social causado por la presencia de grupos armados, las disputas territoriales interétnicas, la debilidad de instituciones estatales y asesinatos de líderes indígenas.
Uno de los casos más críticos de este 2023 ocurrió en mayo, cuando fueron asesinados cuatro niños indígenas pertenecientes a la comunidad Murui. Los menores, que habían sido reclutados por la disidencia de las FARC autodenominada como Estado Mayor Central (EMC), fueron asesinados por esta misma agrupación.
Además, tan solo unos días después del evento, el pasado 4 de diciembre, fue asesinado el líder indígena Phanor Guazaquillo Peña. El hombre asistía al funeral de otro líder que murió en un accidente de tránsito.
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"Estoy convencido que las palabras de hermandad de unión de lo que habla el último movimiento de la sinfonía está más vigente que nunca. Reconocernos como uno, un abrazo fraternal en donde suceden guerras. Queremos dedicarlo a la paz, al amor", dijo el director de la Orquesta Filarmónica Juvenil, Manuel López-Gómez, previo a que sonara el cuarto movimiento de la novena sinfonía de Beethoven.
Las cifras de Indepaz indican que en el país van 26 líderes indígenas asesinados en 2023. En noviembre la organización Wola, que se encarga de velar por los derechos humanos en el continente americano, le envió una carta al presidente Gustavo Petro, alertando la situación y pidiendo acciones inmediatas en el departamento.
Según la carta, en el departamento de Putumayo hay un aumento en la intensidad del conflicto armado entre el Frente Carolina Ramírez de las disidencias de las Farc-EP y los Comandos de Frontera Segunda Marquetalia, quienes compiten por el control del territorio y las rutas de narcotráfico.
“Las comunidades han experimentado el cierre de escuelas, servicios de salud y servicios de transporte fluvial y terrestre por disposición de los actores armados”, asegura la organización. Esta carta se dio luego de que se conociera que a principios de octubre de 2023, la comunidad indígena Siona había permanecido confinada y desplazada de su territorio en los resguardos de Buenavista y del Piñuña Blanco, en Puerto Asís, Putumayo, durante más de dos semanas.
El presidente Gustavo Petro se refirió a la situación de seguridad en el país y reconoció que durante su Gobierno no se han podido reducir las cifras de asesinatos y masacres. “Nuestro objetivo es bajarlo de nuevo y por eso hablamos de nuevo de paz. El hacer trizas la paz trae estas consecuencias: el aumento de las víctimas en Colombia”, añadió el mandatario.
En Sibundoy no solo sonó la novena sinfonía, también los sonidos locales y se homenajeó a los pueblos indígenas que llegaron de diferentes partes de la región, también se hizo un llamado por la protección de su cultura y sus saberes.