Los límites de la ficción | CAMBIO de Libros
El periodista peruano Jaime Bayly imagina la historia del trompadón que Mario Vargas Llosa le dio a Gabriel García Márquez.
Por: Martín Franco Vélez
Uno de los grandes enigmas del mundillo literario es por qué se terminó la amistad entre el peruano Mario Vargas Llosa y el nobel colombiano Gabriel García Márquez.
Conocemos los hechos: en la premier de una película en México, en 1976, Gabo se dirigió eufórico a saludar a Vargas Llosa, por entonces su amigo íntimo, sin sospechar que al acercarse a abrazarlo el peruano lo recibiría con un golpe directo al ojo. «¡Eso es por lo qué le hiciste a Patricia!», le dijo luego de tumbarlo.
¿Qué fue lo que Gabo le hizo a la esposa del peruano? Nunca lo hemos sabido. Después de ese episodio, Vargas Llosa exigió retirar del mercado el libro que escribió sobre Cien años de soledad, Historia de un deicidio, y no volvió a hablar del tema; García Márquez, por su parte, respondió siempre con evasivas y acabó llevándose el secreto a la tumba.
Pues bien: en Los genios, otro peruano, el popular y siempre polémico Jame Bayly, parte de esa pregunta para permitirse imaginar lo que sucedió entre ambos escritores y construye una historia no solo divertida, sino, también, completamente verosímil.
Una cosa me llamó la atención mientras pasaba las páginas: ver cómo, a pesar de que aclara que Los genios es una obra de ficción, Bayly se toma una cantidad de licencias sobre los personajes —con nombre y apellido— y las situaciones —casi todas reales—que dan pie a preguntarse, inevitablemente, dónde se difumina esa línea que divide la
ficción de la realidad. Pero, ¿no es eso, acaso, lo que hace la literatura?
Más allá del morbo que pueda generar, Los genios es una novela amena. Ahora bien: ¿es lo que cuenta Bayly eso que acabó con la amistad entre ambos escritores? Podría serlo, claro, pero, ¿qué más da?
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Lo que subrayé
Sobre la fama: "Gabriel fumaba marihuana para sacarse de encima el peso de la fama, un peso que a menudo lo agobiaba, para el cual no se sentía preparado, un peso o un lastre o un baldón que, decía, era aún peor que el peso del poder, del poder omnímodo y sin recortes del dictador".
Sobre los escritores: "Ya eres una escritora –dijo Gabriel–. Sólo que aún no has escrito. Los escritores somos escritores también cuando no escribimos".
Sobre la libertad: "Nosotros somos de izquierdas, pero somos escritores, y la libertad no se negocia".
Sobre el compromiso: "Yo me juego la vida en cada libro que escribo –dijo Vargas Llosa–. Me gusta jugarme la vida por las cosas en las que creo".
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