Los cánceres del fútbol femenino en Colombia
29 Junio 2024

Los cánceres del fútbol femenino en Colombia

Hablamos con Alejandro Pino Calad, uno de los grandes expertos del fútbol femenino en Colombia, sobre los cánceres de la Liga de fútbol femenino en el país.

Por: Juan Francisco García

Entre aquí para recibir nuestras últimas noticias en su WhatsAppEntre aquí para recibir nuestras últimas noticias en su WhatsApp

El fin de semana pasado Vorágine sacó una gran investigación en la que dio cuenta que la Dimayor negó dineros al fútbol femenino tanto del sector público, a través del Ministerio del Deporte, como del sector privado al negar un presunto patrocinio de cuatro millones de dólares que pondría la liga a andar con raíces firmes y le aseguraría salarios fijos a sus futbolistas. 

Hablamos con Alejandro Pino, director de Publimetro y quizá el periodista que más ha investigado el tema, para hacer una radiografía del fútbol “profesional” femenino en el país, con sus peores patologías. 

No hay fútbol profesional femenino en Colombia 

Si se mira con un mínimo rigor, el fútbol femenino en Colombia se raja en todas las dimensiones del profesionalismo. Empezando porque las jugadoras no pueden dedicarse, cabalmente, a su profesión. Acá, debido a que la Liga dura solamente unos pocos meses, por el resto del año las futbolistas que no logran escapar hacia otras ligas consolidadas deben arreglárselas como pueden. 

Para ilustrar esto, Alejandro Pino nos habló de un caso paradigmático que conoció hace unos años en el que, durante los meses en que no hubo competición –¡nueve meses en aquel año! – una futbolista de Atlético Nacional cambió los guayos por un trabajo en un salón de belleza. 

Colprensa

Ese “rebusque” es propio del fútbol aficionado, en el que de entrada se sabe que el sustento básico no está cubierto por el deporte; el fútbol como profesión única y digna, para las mujeres en nuestro país, es en el 99,9 por ciento de los casos una quimera que exige un trabajo extra. 

Lo que acá se da –explica Pino– “es un fútbol semiprofesional en el que por un limitado período de tiempo las futbolistas reciben una remuneración, casi siempre en prestación de servicios y muchas veces con seguridad social, pero sin salario real”.  En los casos en los que las futbolistas son contratados "con todas las de la ley", varios estudios han mostrado que el promedio de la remuneración está en 1,2 millones de pesos, por abajo del salario mínimo. 

El círculo vicioso del negocio y la visibilidad 

El debate eterno al hablar de la viabilidad del fútbol femenino recae, dónde más, en el dinero. Los dirigentes se pasan la pelota entre sí afirmando que el fútbol de mujeres “no da los números básicos para que los clubes inviertan en él como un negocio y una apuesta de crecimiento”. Las futbolistas, y esto lo prueba muy bien Vorágine, lejos de quedarse de manos cruzadas, resignadas a la inercia histórica, se han amarrado los guayos, trabajado en conjunto y puesto sobre la mesa de los hombres de corbata y bigote de la Dimayor un plan de ruta claro y estructurado para hacer del fútbol femenino una empresa viable. 

Pero el plan, como todos los modelos de negocio de cualquier industria, exige diligencia, relacionamiento, estrategia: trabajo arduo para seducir a los patrocinadores y acercar al público objetivo. En Colombia, según la tesis de Pino, como los dirigentes están acostumbrados a que la plata “llega sola”, pues la Selección de Fútbol Masculina es lo suficientemente popular como para ganarse patrocinios millonarios sin necesidad de una gestión especialmente competente y proactiva. En el caso del fútbol femenino les toca ponerse en marcha, exigir la cabeza y el cuerpo para sacar a flote el barco y los proyectos se empantanan y quedan, o a medio camino, o en parálisis total. 

Así, explica Pino, el círculo vicioso se consume: los dirigentes se escudan en que no hay patrocinios para que el negocio vea la luz, y los patrocinadores esgrimen que es muy difícil tener voluntad de inversión en una liga –un espectáculo, al fin y al cabo– cuyos partidos tienen horarios “antiprime” y que carece de una plataforma seria para su visibilización. 

Ahora mismo, dice Pino, es un milagro y algo muy provechoso que Señal Colombia esté transmitiendo los partidos de los cuadrangulares de la Liga Femenina en señal abierta; pero a la vez es claro como el agua que exigirle al fútbol femenino patrocinadores, público y audiencia, mercado, con transmisiones por YouTube a una sola cámara en horarios de 11 de la mañana y 2 de la tarde, es una desfachatez.

¿Plata o auditoría?

De lo anterior, deviene el dilema macabro que se plantean los dirigentes de nuestro fútbol ante las ofertas de dinero privado y público. El gobierno Petro, después del boom del fútbol femenino en todas sus categorías entre 2022 y 2023 –subcampeonas del mundo en la categoría sub-17, cuartos de final del Mundial sub -20 y un gran mundial en la categoría de mayores– a Ramón Jesurún y sus funcionarios les llegó una oferta de 8.000 millones de pesos para impulsar la liga. 

“Esa plata no alcanza”, fue la respuesta del presidente de la Federación Colombiana de Fútbol que, según Pino, no tiene idea de cuánto cuesta operar y cuánto es el valor de la liga femenina en Colombia, gracias a que no han hecho ningún estudio serio para determinarlo. 

Al final, la Dimayor solo aceptó 4.700 millones de pesos, que destinó para la operación logística: viajes, hoteles, implementaría, etc. El resto de la plata –3.300 millones–, para Pino, fue rechazada porque los dirigentes no encontraron cómo sustentar su uso, ya que “las remodelaciones de las casas, la camioneta nueva, los viajes familiares”, explica, no serían aceptados como gastos legítimos en la auditoría pública. 

En definitiva, como hablamos con Ricardo Silva la semana pasada, los equipos de fútbol, en nuestras fronteras, se manejan como feudos; y a los señores feudales no les interesa tener que rendirle cuentas a nadie. La plata que invierten, remata Pino, es la que les sobra después de colmar sus caprichos y negocios personales. 

Lo mismo habría pasado con la oferta de cuatro millones de dólares por parte de un privado que, durante cuatro años, además del patrocinio, se ofreció a pagar los salarios de las futbolistas. No hay una respuesta oficial, más allá del susurro de pasillo de que para los mandamases de nuestro fútbol la oferta no era lo suficientemente jugosa. “Es una falta de interés que esconde misoginia”, nos dijo Pino. 

La ley del silencio 

En el 2019, en un hito histórico para la Liga, en una rueda de prensa encabezada por las ex futbolistas Natalia Gaitán e Isabella Echeverry, y bajo la tutela de Acolfutpro, un grupo de futbolistas denunciaron las miserias de la Liga Femenina en el país. Incumplimiento con los premios, exigencia de coimas para ser convocadas y para jugar, el chantaje de jugar gratis a cambio de "la oportunidad de visibilidad", maltratos, machismo, misoginia y precariedad hicieron parte de la lista de agravios denunciados. 

Si bien la lectura que hace Pino Calad sobre aquella denuncia pública, cinco años después, es que partió la historia de la liga en dos y le permitió un salto cuántico en términos de visibilidad, empoderamiento y contestación, el precio para las voceras y las implicadas ha sido demasiado alto. 

Hoy, la historia cuenta que la Selección Colombia femenina, a raíz de las exigencias públicas, le cerró las puertas en la cara a futbolistas del nivel de Natalia Gaitán, Yoreli Rincón, Isabella Echeverri. Y, lo más grave, dejó el mandato tácito de "no joder si es que quieren jugar". 

El panorama actual es el de unas futbolistas acorraladas y sitiadas por la mediocridad: si se quejan, sus contratos y participación queda en el limbo; si se callan, tácitamente, perpetúan las muy malas condiciones, el maltrato y el atraso en la profesionalización.  

El papel de los medios 

El desdén de los medios a la hora de cubrir la liga femenina es, para Pino, otro de los agravantes. Si bien es un hecho que cubrir un producto cuyos gestores desestiman y minimizan no es fácil, para el periodista no se justifica que solo una minoría de periodistas deportivos en Colombia “sepan quién es la 9 de Millonarios, la lateral derecha de Santa Fe o la directora técnica del Junior”. 

Si los medios no se abanderan de la liga, presionan a los dirigentes por un producto bien tratado y profesional y mutan de la denuncia a la información y al cubrimiento, el ostracismo y la sombra seguirá imperando sobre los goles, las épicas y las derrotas, hechas por mujeres. 

Cuando hablamos de la coyuntura de Andrea Guerrero como nueva presidenta de Win Sports, Calad le reconoció su importante papel, como comentarista, para visibilizar a la Selección Femenina. 

¿Qué dicen los responsables?

CAMBIO intentó conseguir respuestas sobre el rechazo del dinero público y privado para la liga, la obligatoriedad (o no) para los equipos profesionales de contar con un equipo femenino, y la pregunta elemental para una directiva competente sobre el costo  operativo de una liga femenina sostenible y sólida. No obtuvimos respuesta. 

Las futbolistas que en agosto, otra vez, no sabrán si en 2025 tendrán o no dónde competir, tampoco tienen el panorama claro. 

La escueta respuesta que oficial que se tiene, reportada por Vorágine, la dio el presidente Fernando Jaramillo el 18 de enero de 2024. "Esto es todo un proceso. He estado en contacto con el Ministerio del Deporte, y ese apoyo no se ha concretado", dijo sobre los 8.000 millones de los cuales, posteriormente, solo fueron usados 4.700. 

Alejandro Pino, por su parte, nos dijo que, de puertas para adentro, es obvio que los dirigentes saben que los dineros públicos fueron desestimados porque implican auditoría y "perdida" de libertad para sacarle provecho al negocio a su antojo. 

Conozca más de Cambio aquíConozca más de Cambio aquí