Crédito: Fotoilustración de Yamith Mariño
La ciencia en Colombia: al debe, en números rojos y al borde de un nuevo recorte presupuestal
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El proyecto de una “sociedad del conocimiento” está cada vez más enredado por los recortes de plata en el Ministerio de Ciencias. El cinturón no se puede apretar más y el panorama para 2025 es desalentador. Además de la reducción presupuestal, el fondo de regalías para la ciencia y la tecnología podría acabarse tal y como se conoce hoy en día.
Por: Andrés Mateo Muñoz
Hace unas semanas, en medio del ajetreado ir y venir de noticias, en las redes sociales un comentario llamó la atención. Un usuario de X sentenció: “En Colombia no se puede vivir del amor a la ciencia [...] he considerado empacar e irme del país otra vez”. El problema es que ese frustrado ciudadano era nada más y nada menos que el exministro de Ciencia, Arturo Luna. El exfuncionario hizo la publicación para apoyar a otra científica que se lamentó por irse de Colombia. “Llévate a tantos investigadores colombianos como puedas”, complementó Luna.
La escena es el reflejo del desencanto y la frustración de varios científicos y académicos que no encuentran en el país el cómo ni el por qué de hacer ciencia. “La incorporación de doctores en el país por décadas ha sido pobre”, complementó el desesperanzado Luna, quien estuvo al frente de esa cartera entre 2022 y 2023.
El crudo diagnóstico del exfuncionario del Gobierno Petro contrasta con lo que el mismo presidente prometió en campaña; una sociedad del conocimiento cuyo motor sea la educación, y con la ciencia como expresión de la libertad.
Más allá de la retórica, lo más importante es la evidencia. Lo que está pasando en Colombia es prueba de un preocupante panorama financiero para la ciencia. El futuro de la producción de conocimiento científico y la retención de cerebros en el país está bajo amenaza.
La plata que no cae en manos de los científicos
La de hoy es la misma fotografía de hace un año: el presupuesto para el Ministerio de Ciencias, Tecnología e Innovación es uno de los que más sufre recortes en el proyecto de Presupuesto General de la Nación (PGN) para 2025. Según la propuesta presentada por el Gobierno -y que sería aprobada por decreto en las próximas semanas- el presupuesto para esa cartera será de 301.000 millones, lo que representa un recorte de más de 90.000 millones respecto a lo asignado para 2024.
Así, la tijera pasará sobre un presupuesto a la baja desde 2023. Para 2024, el presupuesto asignado fue de 397.875 millones de pesos, 18 por ciento menos de lo que se destinó el año pasado. El último incremento presupuestal fue para la vigencia 2023, cuando el ministerio recibió 154.442 millones de pesos más que en 2022.
Las cuentas poco alegres del sector ciencias han despertado el malestar y la incertidumbre entre la comunidad científica. Así lo expresa Gabriela Delgado Murcia, decana de la Facultad de Ciencias de la Universidad Nacional: “Aquí pasa una de dos cosas: o no entienden el valor de la ciencia o simplemente somos objeto de burla para el Gobierno”, le dijo a CAMBIO.
Para la docente e investigadora, la ciencia en Colombia “se marchita por inanición”, pues la tendencia de reducción de recursos se ha mantenido a pesar del cambio de gobierno.
“Lo más grave de la situación es que la crisis está impactando a las universidades. En la Nacional tenemos cada vez menos admitidos, los edificios se están cayendo y dictamos clase en laboratorios de los años sesenta”, dijo Delgado.
Según datos oficiales, desde 2020 -año en que Colciencias dejó de ser un departamento administrativo y se convirtió en ministerio- la cartera nunca ha contado con un incremento presupuestal durante más de dos años seguidos. De hecho, los presupuestos más altos datan de 2012 y 2013, cuando la asignación no bajó de 425.000 millones y se mantuvo en ascenso durante cuatro vigencias consecutivas (2010-2013).
Si el decreto del presupuesto para el otro año se expide según el proyecto que llegó al Congreso, el de 2025 será el segundo presupuesto para la ciencia más bajo de la última década, solo superado por el de 2020 (270.000 millones de pesos).
El descenso de los recursos y el panorama poco alentador ha motivado a varias agremiaciones científicas a alzar la voz para que se fortalezcan los recursos para la ciencia. Sin embargo, según dicen, han encontrado oídos sordos. Así lo explica el doctor Fanor Mondragón, coordinador de la Comisión de Ciencia y Tecnología de la Academia Colombiana de Ciencias Exactas:
“El diálogo ha sido muy difícil porque no nos miran como una fuente de apoyo, ni como un grupo de pensamiento, sino como unos enemigos”, dijo Mondragón. Según el científico, la crítica situación presupuestal se resuelve con “voluntad política” para que los recursos del sector no dependan del presupuesto de cada gobierno sino que estén atados a un porcentaje del PIB. Según este indicador, Colombia pierde el año y de manera dramática.
Por ejemplo, de acuerdo a los datos del Banco Mundial, Israel invierte el 4,9 por ciento de su PIB en ciencia y tecnología. En el caso de Corea del Sur la cifra es de 4,8 por ciento mientras que Suiza destina el 3,3 por ciento. Colombia nunca ha superado el 0,06 por ciento y para 2025 el dato será de 0,01 por ciento. “Si no invertimos en ciencia y tecnología nunca vamos a dar el salto que necesitamos en la economía. Tenemos que dejar de depender de los commodities”, agregó el doctor Mondragón.
Aunque en la actualidad no hay ningún proyecto de ley en curso para asegurar más recursos para la ciencia, sí hay una preocupación real por el presente y el futuro del sector. En el último año, la ministra Yesenia Olaya ha sido citada en dos ocasiones para debates de control político en el Senado y la Cámara.
En uno de ellos -de abril de este año- la representante Jennifer Pedraza recriminó a la ministra por su aparente poca diligencia para buscar nuevos recursos en el PGN para su cartera. Según la congresista de Dignidad y Compromiso, la ministra no se opuso a la reducción de presupuesto para 2024.
Frente a ello la ministra Olaya compartió la preocupación por el déficit presupuestal: “no podemos seguir estando por debajo de los estándares internacionales”, aseguró la funcionaria. Olaya dijo en ese entonces que el objetivo era “entregar un Minciencias fuerte”, por lo que se puso como prioridad adelantar reformas institucionales en la cartera para fortalecer el recurso humano.
La ministra explicó que uno de los grandes cambios en el ministerio es el nuevo enfoque en cinco misiones para agrupar los proyectos científicos y evitar la dispersión: Bioeconomía, Hambre Cero, Transición Energética, Autonomía Sanitaria y Ciencia para la Paz. Además, Olaya resaltó las nuevas dinámicas en la ejecución del presupuesto y la incorporación de los enfoques de género, étnico y territorial en las convocatorias.
Por otro lado, la ministra recalcó que los recursos del PGN no son los únicos que tiene la ciencia en el país. A estos hay que sumar beneficios tributarios y, más importante aun, las regalías.
Regalías: el pedazo de la torta que podría cambiar
De acuerdo a las reglas de juego en Colombia, el 10 por ciento del Sistema General de Regalías (SGR) debe destinarse al Fondo de Ciencia, Tecnología e Innovación en planes bienales. Para la vigencia actual (2023-2024) se destinaron 2,9 billones de pesos a ese fondo.
Esta bolsa de recursos no la administra el Ministerio de Ciencias, sino el famoso Órgano Colegiado de Administración y Decisión (Ocad). Esta instancia tiene participación del gobierno, las universidades públicas y privadas y los entes territoriales. En resumen, la idea es que allí se decida a cuáles proyectos se les destina dinero y a cuáles no.
Sin embargo, la gestión y ejecución de los recursos del fondo de ciencia y tecnología siempre ha estado bajo la lupa, pues en muchos casos se tardan años en hacerse realidad sobre todo en regiones apartadas. Por ejemplo, a corte de marzo de 2024, la ejecución de los 2,9 billones de la vigencia actual iba apenas en 4 por ciento.
Ante las críticas, la ministra Olaya explicó en el Congreso que todavía se están financiando proyectos de vigencias anteriores y por ello llamó la atención sobre los problemas estructurales de la forma en la que se presentan y aprueban los proyectos.
“¿Qué está pasando en los procesos de estructuración de las convocatorias de regalías de los bienios que no se alcanzan a financiar todos los proyectos?”, dijo Olaya.
Por ello, el actual proyecto de reforma constitucional que pretende cambiar el SGR también toca al Fondo y al OCAD de ciencia y tecnología. La representante Pedraza alertó que, según la ponencia de primer debate de la iniciativa, no solo se elimina la palabra ciencia del nombre del fondo sino que se quiere eliminar la figura del OCAD.
“Es un error eliminar el Ocad de ciencia y tecnología que, aún con sus falencias, implica una participación vinculante para los científicos, los rectores y las rectoras [...] si las inversiones billonarias se descentralizan absolutamente van a condenar a este país al subdesarrollo”, dijo la representante.
La idea de acabar con los Ocad, incluido el de ciencia y tecnología, no es nueva y fue una recomendación de la Misión de Descentralización de Planeación Nacional que sedujo a los gobernadores. Varios mandatarios locales argumentan que, si se les da a las regiones la potestad de administrar los recursos de regalías, no tendrían que pasar por el engorroso proceso de intermediación y aprobación de proyectos. Además, son los gobiernos locales quienes -en teoría- conocen las necesidades de cada región.
“En la actualidad, en el Ocad de ciencia se realizan convocatorias públicas y competitivas para la asignación de recursos, lo que, por un lado, tiende a favorecer a oferentes que concentran más capacidades y a negar el acceso a los recursos a los territorios menos desarrollados o con menores capacidades. Esto es un contrasentido, pues esos territorios deberían ser los más beneficiados”, dijo el gobernador de Córdoba, Erasmo Zuleta Bechara.
Para la doctora Gabriela Delgado, la eliminación del Ocad sería un despropósito: “Si hoy con el Ocad siguen colándose proyectos de politiquería, imagínese donde se elimine y sean las regiones las que administren los recursos directamente”.
En una línea intermedia está el profesor Camilo Younes, expresidente del Ocad de ciencia y tecnología. Según le dijo el académico a CAMBIO, esta figura ya demostró que es obsoleta. “A mí no me parece mala idea acabar el Ocad, pues hoy tiene un papel de adorno. Pero tampoco creo que se deba transferir los recursos directamente a las regiones. Hay que fortalecer los fondos que ya existen como el Francisco José de Caldas".
El académico agregó que “es complicado destinar directamente recursos a regiones o departamentos que no tienen la capacidad técnica para ejecutarlos de forma adecuada”.
La reforma camina con paso alentador en el Congreso pues tiene el respaldo del Gobierno y hace parte del anhelado paquete de descentralización que prometió el ministro del Interior, Juan Fernando Cristo.
En todo caso, los académicos coinciden en que lo más importante no es cómo se van a transferir los recursos, sino cuáles recursos se van a repartir en una época de recorte tras recorte. “Solo esperamos que cese la horrible noche”, dijo la doctora Delgado.
Los científicos insisten en que la solución no tiene “mucha ciencia”, pues se trata de una decisión política de meterse la mano al bolsillo para evitar la bancarrota de la sociedad del conocimiento.