¿Es viable un pacto político y social en la Colombia de hoy?
3 Julio 2023

¿Es viable un pacto político y social en la Colombia de hoy?

Crédito: Colprensa

El politólogo Eduardo Pizarro analiza para Cambio algunos acuerdos políticos que ha habido en otros países y plantea que “es indispensable soñar con la posibilidad de construir un gran pacto político y social en Colombia”, identificando antes una gran causa nacional que pueda unir al país.

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Por Eduardo Pizarro Leongómez*

“A veces pienso que estos males tan antiguos, como que vienen desde los tiempos de la fundación de la República, no tienen remedio”. 
Luis López Mesa

Hace pocos días el máximo dirigente del partido Cambio Radical, Germán Vargas Lleras, llamó a la conformación de una amplia coalición política para frenar las reformas que el gobierno de Gustavo Petro impulsa en el Congreso de la República, afirmando que mediante ese camino “evitaremos la catástrofe”

El ejercicio de la oposición es uno de los fundamentos de la democracia pluralista. Sin embargo, es indispensable diferenciar dos modelos de oposición: la oposición constructiva (o propositiva) y la oposición obstruccionista (o frontal)

La primera busca separar el grano de la cizaña, es decir, vota a favor de lo que considera positivo para el país y se opone a lo que considera negativo e, incluso, tiene en mente coadyuvar con las políticas del gobierno y sus proyectos de ley para mejorar su calidad y pertinencia. La segunda, por el contrario, se opone a todo, pues su objetivo es el fracaso del gobierno para buscar convertirse en una alternativa de poder en el futuro. ¿Qué modelo de oposición está proponiendo el líder de Cambio Radical? ¿El modelo propositivo o el modelo obstruccionista? 

En medio del aumento de la violencia que vive el país no resulta para nada conveniente avivar la crispación política y la ingobernabilidad democrática. En la Gran Bretaña los partidos que se oponen al gobierno son denominados “Her Majesty's Loyal Opposition”, pues, aunque critican al gobierno, no ponen en duda su legitimidad. Además, su función no es solo hacerle un contrapeso al gobierno, sino, igualmente, obligarlo a realizar compromisos. 

Si el polo opositor piensa que llevar al gobierno actual al fracaso le abre el camino para triunfar en las elecciones regionales en octubre de este año y prepararse para regresar al poder en el 2026, están muy errados: lo que van a generar es una mayor inestabilidad del país. Lo mismo se podría afirmar del gobierno petrista y sus aliados: si piensan que generando una fractura nacional pueden fortalecerse y continuar gobernando más allá de 2026, están llevando al país por el sendero equivocado.  

Desde mi perspectiva, en la Colombia de hoy -amenazada de un desbordamiento de la violencia tanto rural como urbana-, es necesario abrir el camino para la firma de un pacto político y social entre todas las fuerzas políticas y sociales del país. Lo cual exige impulsar una oposición constructiva y, a su turno, un gobierno abierto a la formulación de acuerdos nacionales.

La firma de un pacto político y social exige grandeza histórica. Exige poner los intereses nacionales por encima de mezquinos cálculos electorales e intereses particulares. Exige pensar en la “nación soñada” -según la expresión de Eduardo Posada-Carbó- y no en las próximas elecciones

El diseño y ejecución de pactos politicos y sociales han sido cruciales para sacar adelante a muchas naciones en medio de enormes desafíos. Veamos dos ejemplos. 

Los Acuerdos de Matignon

En Francia nadie olvida, en momentos en que Europa vivía una difícil coyuntura previa a la II Guerra Mundial, los Acuerdos de Matignon, firmados en la noche del  7 y el 8 de junio de 1936 en el Hotel Matignon (residencia oficial del primer ministro) entre la Confederación General de la Producción Francesa (CGPF), la Confederación General del Trabajo (CGT) y el gobierno dirigido en aquel momento por León Blum del Frente Popular,  significaron un avance histórico en las condiciones salariales y de trabajo para los trabajadores franceses

Los Acuerdos de Matignon se consideran un ejemplo de un pacto social como práctica de negociación colectiva cobijando simultáneamente al gobierno, los patrones y los sindicatos, los cuales, en gran medida salvaron a Francia de caer en las redes del fascismo que se extendía como una mancha negra por toda Europa.  

El Pacto de la Moncloa

Uno de los ejemplos más destacados de un pacto  entre partidos políticos de tendencias opuestas para enmarcar la acción del Estado a largo plazo fueron, sin duda, los famosos Pactos de la Moncloa. Dichos acuerdos le abrieron el camino, tras el deceso del generalísimo Francisco Franco el 20 de noviembre de 1975, a la exitosa transición hacia la democracia en España, así como a la estabilización de su economía. 

Estos Pactos firmados el 15 de octubre de 1977 en la Moncloa, es decir, la sede de la Presidencia del Gobierno de España, fueron el Acuerdo sobre el Programa de Saneamiento y Reforma de la Economía y el Acuerdo sobre el Programa de Actuación Jurídica y Política. Lo impactante fue la amplitud de los firmantes que iba desde el entonces presidente del gobierno, Adolfo Suárez, los principales partidos políticos con representación parlamentaria en el Congreso de los Diputados (incluyendo a los líderes de los partidos socialista y comunista, Felipe González y Santiago Carrillo), así como a la mayoría de las organizaciones patronales y sindicales. 

Es decir, con escasas excepciones, todo el espectro político, gremial y sindical del país. Nada fácil es una nación que había vivido una brutal guerra civil entre 1936 y 1939 y, luego, una no menos brutal dictadura. 

El momento histórico en el cual se firmaron los Acuerdos de Matignon y La Moncloa, constituyen una muestra de la capacidad de compromiso en las democracias para evitar la polarización política y social en momentos en que se vivía en Europa un auge del fascismo y del comunismo. 

Otro ejemplo clásico de acuerdos políticos son los consensos bipartidistas en los Estados Unidos en los cuales coinciden tanto el Partido Republicano como el Partido Demócrata y que permiten adelantar políticas comunes en temas que se consideran de alto interés nacional y, por tanto, que se sitúan más allá de las discrepancias entre uno y otro partido y sus cálculos electorales de corto vuelo. Hoy, la política de Washington hacia Colombia es el resultado de un acuerdo de este tipo

¿Estamos condenados en Colombia al pesimismo de Luis López de Mesa? 

En la Ciencia Política se diferencian dos tipos de pactos:  por una parte, los “pactos preelectorales”, es decir, aquellos que se firman antes de las elecciones entre diversos partidos, ya sea para obtener una buena representación política a nivel local, departamental o nacional o ya sea para impulsar un programa común (o ambos a la vez). Por otra parte, los “pactos post-electorales” entre los partidos de gobierno y los partidos de oposición, incluyendo, eventualmente a otros actores tales como organizaciones patronales, sindicales y sociales, con objeto de sacar adelante una iniciativa política o un proyecto de ley. 

A mi modo de ver, además de los acuerdos preelectorales que se están tejiendo ya para las elecciones regionales de octubre de este año, es indispensable soñar con la posibilidad de construir un gran pacto político y social en Colombia

Colombia no ha sido ajena a este tipo de acuerdos en coyunturas difíciles. En el siglo XX tuvimos, por ejemplo, la Unión Republicana (1909), la Concentración Nacional (1930), los gobiernos de Unión Nacional (1946 y 1948) y el Frente Nacional (1958). Se trataba de acuerdos entre liberales y conservadores, lo cual, sin duda, hacía más fácil la tarea. Hoy, un pacto nacional sería infinitamente más complejo -debido a la enorme fragmentación del sistema de partidos y el clima de polarización política-, pero es cada día más urgente.

En las redes está circulando un impactante video filmado en Uruguaya en el 50 aniversario del último golpe de Estado ("Nunca más", dicen presidente y expresidentes de Uruguay – DW – 28/06/2023), en el cual, participan además del actual presidente en ejercicio de dicho país , Luis Lacalle (Partido Nacional), los tres expresidentes vivos: Julio María Sanguinetti (Partido Colorado), Luis Alberto Lacalle (Partido Nacional) y José Mújica (Frente Amplio). El exdirigente tupamaro sostiene en su intervención que Uruguay necesita “una causa nacional que nos unifique por encima de nuestros antagonismos. Y el antagonismo está siempre a la hora del reparto, pero cuidemos la convivencia, que es la manera de cuidar la democracia”. 

Colombia, al igual que Uruguay y que todos los sistemas democráticos, requiere de causas nacionales: ¿El logro de la paz? ¿alcanzar avances sociales significativos? ¿disminuir la desigualdad en los ingresos? 

Ojalá los actuales dirigentes políticos, gremiales, sindicales y sociales no sean inferiores al difícil momento que atraviesa el país y tengan la capacidad de definir e impulsar unos mínimos acuerdos nacionales

*Profesor emérito de la Universidad Nacional

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