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La patrullera que enamoró a un jefe del Tren de Aragua para lograr su captura
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Alias Guille era el dueño de la distribución de droga en el Chorro de Quevedo. Amenazaba a otros traficantes con torturarlos y descuartizarlos para tener el control de la zona.
Por: Redacción Cambio
Durante seis meses, una joven patrullera de la Policía Metropolitana de Bogotá logró ganarse la confianza y, en especial, el corazón de alias Guille, un ciudadano venezolano que era cabecilla de una de las bandas de distribución de narcóticos más peligrosa de la capital del país, perteneciente al Tren de Aragua. Su área de control era el Chorro de Quevedo, en el centro de Bogotá.
Para profundizar
Para lograr tener credibilidad, la patrullera se hizo pasar como estudiante de una universidad del sector. Así identificó a los integrantes de la organización criminal y se ganó la confianza de alias Guille.
La agente comenzó a frecuentar los bares y restaurantes del centro turístico, hasta que logró captar la atención del jefe del Tren de Aragua, quien se le acercó para invitarla a tomar un trago.
“Cuando me veía se me acercaba para saludarme y ofrecerme primero tomar chicha, lo cual rechazaba, pero insistía hasta el punto de ofrecerme baretos y otras sustancias psicoactivas”, asegura la joven patrullera.
La uniformada se ganó su atención, hasta el punto de que el jefe de la banda la acompañaba hasta la entrada de la universidad: “yo entraba por una puerta y se quedaba un rato esperándome, y luego pasaba a recogerme”.
Su labor de inteligencia la llevó a grabar con una cámara oculta cómo era el modus operandi de la banda y cómo vendían la droga. Así logró identificar a cada uno de los integrantes de la organización criminal.
“Él me contó cómo desterró a sus contrincantes en la zona, luego de tres años de confrontación. Los amenazaba diciéndoles que los iba a descuartizar si seguían en la zona. Nada en la zona se movía sin su permiso. El que no cumplía lo llevaban a varias casas por las Cruces, donde los torturaban”, expresó la uniformada.
La patrullera no niega que muchas veces sintió temor por su vida, sin demostrar nada de miedo escuchaba sus intenciones criminale: “mi única arma era enconmendarme a Dios para que me protegiera”.
La uniformada descubrió la fachada que utilizaban para no ser detectados. Se hacían pasar por vendedores ambulantes que vendían chicha, escondiendo los alucinógenos en los baños de los establecimientos comerciales y compartimientos ocultos en vasos y jarras con fondos falsos, aprovechando la aglomeración de las personas, entre turistas y estudiantes de las cuatro universidades del sector.
Era tal el control de alias Guille, asegura la patrullera, que tenía atemorizados a los dueños de varios establecimientos, que se veían obligados a esconder a los integrantes de la banda cuando las autoridades realizaban alguna operación de control de la zona.
Mediante la recolección de más de 250 horas de grabaciones y gracias al trabajo de la policía infiltrada, lograron determinar que, con esta actividad ilícita, obtenían una renta criminal por 50 millones de pesos mensuales.
La luz verde para realizar la captura de la organización se dio al conocerse que alias Guille iba a salir de país. Aprovechando un descuido, la patrullera se acercó a un establecimiento comercial a donde llegaron otros uniformados a cumplir con las órdenes de captura.
En el lugar la Policía logró la captura de cinco personas que hacían parte de la estructura delincuencial, que deberán responder por los delitos de concierto para delinquir y tráfico, fabricación o porte de estupefacientes.