Los siete horribles días de Gustavo Petro
Crédito: Jorge Restrepo
En Colombia un presidente de la república rara vez tiene una semana tranquila. Sin embargo, la que acaba de pasar puede ser la más amarga que ha vivido Gustavo Petro, desde que llegó a la Presidencia.
Por: Redacción Cambio
Un documento que dejó en jaque a la reforma de la salud; la salida de tres ministros; la apertura de una investigación del CNE por presuntas irregularidades en la campaña; crisis de orden público y policías secuestrados en San Vicente de Caguán; un comunicado del presidente pidiéndole a la justicia que investigue a Nicolás, su hijo, y Juan Fernando, su hermano; rumores sobre la existencia de un audio de Juan Fernando Petro negociando entradas a la paz total; una entrevista en Semana con la exesposa de Nicolás Petro acusándolo de recibir plata de personajes oscuros; una portada con las pruebas y los chats que lo incriminan y, como si fuera poco, una decisión de la Corte que frenó la intención del presidente de regular las tarifas de energía. Aunque esta fotografía resulta suficientemente catastrófica, lo cierto es que el jefe de Estado está apenas al inicio de un escándalo que, de continuar su curso, podría cambiar el rumbo de su administración.
La angustia comenzó hace exactamente siete días. El domingo, en su artículo de portada, CAMBIO hizo público un documento de cuatro altos funcionarios con cuestionamientos de fondo al proyecto de reforma a la salud. Los firmantes eran los ministros de Educación, Hacienda, Agricultura y el director de Planeación Nacional. Apenas el presidente acabó de leer el artículo de CAMBIO en Palacio empezó a sentirse el calor del que sería el primer incendio de la semana. Gustavo Petro, molesto y preocupado por la filtración del documento, reunió a sus alfiles más cercanos para hacerle frente la tormenta. La tarde de ese domingo fue inusualmente movida en la Casa de Nariño. Llegaron la jefe de gabinete, Laura Sarabia; el secretario general, Mauricio Lizcano: el ministro del Interior, Alfonso Prada; el presidente de la Cámara de Representantes, David Racero y el exsenador Gustavo Bolívar.
El primer escenario que se puso sobre la mesa era demoledor: el mandatario contemplaba la posibilidad de remover de sus cargos de un plumazo a José Antonio Ocampo, Alejandro Gaviria y Cecilia López.
La mayoría de los presentes en la reunión lo convencieron de que un revolcón tan agresivo le haría un daño enorme al Gobierno. Aunque los argumentos lograron moderar al presidente, Petro dejó claro que no pensaba quedarse con los brazos cruzados. Hacerlo, según dijo en el recinto, era perder autoridad. El jefe del Estado quería sentar un precedente. Así las cosas, se decidió por una vía intermedia: pedirles la renuncia a Patricia Ariza, ministra de Cultura; María Isabel Urrutia, ministra del Deporte, y al ministro de Educación, Alejandro Gaviria, quien, para Gustavo Petro, era el responsable de la filtración del papel de la discordia.
El lunes empezó aún más movido que el domingo. Desde muy temprano, luego de que el presidente reconociera en su cuenta de Twitter que el papel publicado por CAMBIO era auténtico, empezaron las reuniones para validar las cifras. En un hilo de varios trinos, Petro advertía que los números de la reforma habían sido concertados y ajustados para subsanar las preocupaciones de Hacienda.
Esa mañana hubo reuniones intensas en las sedes de los ministerios de Salud y Hacienda. Aunque se tardó más horas de las que el presidente hubiera querido, el jefe de la cartera de Hacienda publicó un escueto comunicado en el que avalaba parcialmente las cifras de la reforma. Sin embargo, José Antonio Ocampo fue cuidadoso y dejó escrito entre líneas que la reforma no contaba todavía con un aval fiscal definitivo. Ese acto de contrición fue suficiente para Petro y las aguas se calmaron entre él y su ministro de Hacienda. Al menos por ahora.
Pero la crisis que desató el documento no fue solo en Casa de Nariño. La publicación obligó al presidente a convocar a los partidos, moverse de sus líneas rojas y acordar una concertación para moderar algunos puntos de la reforma que preocupaban a los jefes políticos del Parlamento. Cumplida esa reunión Gustavo Petro, rodeado de las caras largas de su gabinete, se dirigió al atril para contarles a los colombianos que había decidido relevar de sus cargos a tres ministros.
El martes el país se levantó con una ronda de entrevistas de las ministras salientes quejándose de que ni siquiera les avisaron que las sacaban de sus cargos. “Me hubiera gustado enterarme por el presidente”, dijo una de ellas. Mientras tanto, en el edificio del Congreso, Germán Vargas Lleras desempolvó su corbata y su traje para citar a los medios a una rueda de prensa. Antes del mediodía, el jefe de Cambio Radical presentaba ante la prensa su propia reforma a la Salud para hacerle contrapeso al proyecto del gobierno.
En los aeropuertos reinaba el caos y otra situación requería la atención inmediata del presidente y de su ministro de Transporte. Miles de pasajeros habían quedado atrapados por cuenta de la repentina suspensión de operaciones de la aerolínea Viva Air. La situación en la Casa de Nariño parecía igual de caótica a la de los aeropuertos. Y, en pleno clímax de la angustia, apareció un nuevo titular: Consejo Nacional Electoral abre indagación preliminar a la campaña de Gustavo Petro. Esa entidad anunciaba que iba a ponerle la lupa a la campaña del Pacto Histórico tras una denuncia anónima en la que se habla de dos donaciones que no habrían sido reportadas por la campaña. El anónimo se sumó a las revelaciones de una auditoría contratada por el CNE que señaló inconsistencias en la contabilidad de la campaña.
El miércoles una protesta campesina en San Vicente del Caguán se salió de madre. Los habitantes de la región, cuyo nombre está indefectiblemente ligado a la historia del fallido proceso de paz de Andrés Pastrana, iniciaron una protesta contra la petrolera Emerald Energy demandando la construcción de una carretera. Lo que pintaba como otra protesta de las que se prenden y se apagan todos los días en Colombia siguió con la muerte de un policía y un campesino. 6 trabajadores de la petrolera y 79 policías del Esmad fueron secuestrados por una mezcla de campesinos enardecidos y la Guardia Indígena, un cuerpo cuyo papel social Petro ha reivindicado. Las imágenes de los policías rodeados implorando ayuda a gritos y humillados por los manifestantes que los desarmaron, insultaron y escupieron; fueron para muchos una seña de la debilidad del Estado y del gobierno de Petro.
A esa situación se le sumó el jueves un comunicado del presidente pidiendo públicamente que la Fiscalía investigara a su hijo Nicolás Petro y a su hermano Juan Fernando Petro. “De nuevo reitero que el único funcionario que cuenta con el aval de gobierno para tener contacto con las organizaciones al margen de la ley, con el objetivo único de la búsqueda de la paz, es el alto comisionado para la paz, Danilo Rueda". Esa noche la directora de Semana, Vicky Dávila, entrevistó a la exesposa de Nicolás Petro quien afirmó que el hijo del presidente está involucrado en diversos actos de corrupción, incluyendo el recibo de dineros del extraditado Samuel Santander Lopesierra y del cuestionado Alfonso 'el turco' Hilsaca, procesado por homicidio y concierto para delinquir con Los rastrojos. Cada una de las afirmaciones de Day Vásquez es grave y también lo es el hecho de que se lo hubiera informado al presidente Gustavo Petro sin que aparentemente el mandatario hiciera nada antes de la inminencia de la publicación.
El tema de Juan Fernando Petro se prevé de una gravedad parecida. Desde la época de la campaña han existido rumores sobre gestiones de abogados para cobrarles a mafiosos a cambio de incluirlos en el programa de paz total. Dos nombres han sonado con insistencia en relación con esa presunta maniobra. Son el abogado Pedro Niño y el hermano del presidente Juan Fernando Petro. Los dos ya han sido citados a interrogatorio en la Fiscalía General para aclarar estos hechos. Según algunos integrantes de las bandas, es un hecho que alguien está tratando de enriquecerse con el incipiente proceso de paz.
El viernes el diario El Tiempo afirmó que existe un audio que menciona a Juan Fernando Petro como parte de esta operación ilegal. Ese mismo día la Procuraduría anunció también que investigaría al hijo del presidente y el fiscal Barbosa anunció que una comisión especial de fiscales se encargaría de determinar la responsabilidad del diputado Nicolás Petro. Al frente de ese grupo está la propia vicefiscal general de la nación, Martha Mancera, quien viajó a Barranquilla para oír las declaraciones de la exesposa del delfín. En medio de las difíciles circunstancias quizás la única noticia buena de la semana fue la liberación de los policías y civiles secuestrados en el Caguán. Una negociación exitosa que encabezaron los ministros de Defensa, Iván Velásquez, e Interior, Alfonso Prada. Como sea la imagen de un suboficial de la Policía muerto a machetazos y la devolución de los agentes sin equipo y armas seguramente se quedará en la retina pública por mucho tiempo y contribuirá a la sensación de caos que promueven los opositores más cerreros de Petro.
El fin de semana tampoco trajo descanso al jefe de Estado. Semana publicó una serie de comunicaciones de WhatsApp que demuestran que Nicolás Petro ha usado su parentesco para conseguir nombramientos en entidades oficiales y negocios non sanctos con personajes de dudosa reputación. La vida de lujos y esplendor que se da el primogénito del mandatario es un hecho demostrado con el extracto de un mes de una cuenta bancaria que ilustra el tren de gastos del diputado Petro. No es la primera vez que el país percibe a familiares de un jefe de Estado enriqueciéndose por decisiones de subalternos del presidente o como resultado de las relaciones de los parientes con el poder. Sin embargo, el juicio público quizás sea más duro en el caso del presidente Petro por tratarse de un dirigente político que hizo su carrera basado en un discurso anticorrupción. A favor de Petro habría que decir que, a diferencia de sus antecesores, es él mismo quien pide la investigación de sus familiares.
En el corto lapso de una semana revivieron en la memoria de muchos colombianos los abusos del Caguán, el proceso 8.000 y el escándalo por el enriquecimiento de los hijos de Uribe durante su gobierno. Sin duda estos evento minan la credibilidad y la gobernabilidad del presidente, lo golpean no solamente en lo afectivo sino en lo político y amenazan con dejar sin gasolina dos de sus banderas: la paz total y la lucha contra la corrupción. La última palabra no se ha escrito y es probable que un gobernante inteligente como Petro sea capaz de retomar la iniciativa. Lo cierto es que esta semana la recordará el país por mucho tiempo y Gustavo Petro para siempre.