No hay dinero para incorporar a los 16.000 nuevos uniformados que Petro prometió

Las Fuerzas Militares esperan reemplazar por soldados profesionales a 16.000 bachilleres que están cumpliendo el servicio militar en zonas críticas de orden público en el país, para ser trasladados a zonas con menores riesgos.

“Este plan consiste en elevar la capacidad de combate, no es para suplir vacantes, son necesidades para incrementar el poder de combate, 11.000 soldados más para nuestro Ejército Nacional; 2.700 soldados provisionales para nuestra Fuerza Aeroespacial, 2.300 soldados profesionales nuevos para nuestra Armada Nacional, es así como vamos creando esa estrategia que permita realmente contribuir a la seguridad, a la estabilidad y desarrollo del territorio”, indicó el general Giraldo.

Los jóvenes serían retirados de ocho zonas priorizadas por inteligencia militar identificadas como lugares de alto riesgo, ubicadas en los departamentos de Nariño, Cauca, Putumayo, Caquetá, Guaviare, Meta, Arauca y Norte de Santander. 

La propuesta fue hecha por el presidente Gustavo Petro, luego de los hechos ocurridos en diciembre de 2022, en los que murieron seis soldados y otros ocho resultaron heridos en Buenos Aires, Cauca. Por ello, el primer mandatario ordenó la salida de jóvenes inexpertos y vulnerables en zonas críticas del conflicto.

Según lo explicó el comandante de las Fuerzas Militares, el propósito también es “fortalecer el pie de fuerza, a través de la recomposición del dispositivo de las Fuerzas Militares, en el marco del Plan de Campaña Estratégico Conjunto Ayacucho 2023 -2026, para tener personal especializado y evitar acciones terroristas”.

Tema presupuestal

La propuesta en papel se ve muy bien, pero en la actualidad tiene un gran inconveniente: no se cuenta con el presupuesto para poder incorporar el número de uniformados profesionales que reemplazarán a los soldados bachilleres en las zonas de conflicto.

Según un documento del Comando General de la Fuerzas Militares conocido por CAMBIO, el costo de la nueva nómina para mantener a los 11.000 uniformados que ingresarían al Ejército es de 601.667 millones de pesos; el costo de tener una dotación por un año es de 154.229 millones; su alimentación tendría un costo de 66.088 millones y su incorporación anual de 43.252 millones. Es decir, en total de requerirían cerca de 865.4636 millones de pesos.

En el caso de la Armada, el costo total sería de 186.780 millones de pesos, repartido en 110.459 millones en la nómina; 50.264 millones en la dotación; 14.011 millones para la alimentación y 12.045 millones para la incorporación.

Por su parte, la Fuerza Aeroespacial, que tendría por primera vez la llegada de soldados profesionales, tendría un costo de nómina de 147.681 millones; 26.249 millones para la dotación; 16.221 millones en alimentación y 15.849 millones para la incorporación, para un total de 206.001 millones de pesos.

El presupuesto general no ha sido girado por el Ministerio de Hacienda, porque según lo comentó un alto oficial a CAMBIO, no es lo mismo pagarle los cerca de 800.000 pesos a un soldado que está prestando su servicio, a los dos millones que puede ganar un uniformado profesional con todas sus prestaciones.

Una fuente del Ministerio de Defensa aseguró que a finales del 2023 se realizaron varias reuniones para que en el primer trimestre del presente año se hagan las incorporaciones y poder cumplir la orden presidencial.

Incorporaciones en negativo

La posibiidad de que soldados profesionales reemplacen a los bachilleres tiene otro problema: no hay cupos necesarios para completar la cuota exigida de uniformados que cumplen su servicio militar en varias guarniciones militares en el país.

El Comando de Reclutamiento y Control de Reservas del Ejército realizó el cierre para la incorporación del último contingente del año 2022. La idea era incorporar a 15.000 nuevos soldados bachilleres antes del 30 de noviembre.

Luego de revisar en las 12 zonas de reclutamiento y en los 60 distritos militares distribuidos en el país, encontraron que se presentaron 11200 jóvenes para realizar su servicio militar obligatorio.

Según un alto oficial de incorporación, las cifras no se cumplieron en el 2023, a pesar de que se presentó un incentivo tras la promulgación de la ley para el pago de los jóvenes que ingresan a cumplir con el servicio y la puerta que se abrió para que mujeres ingresarán también a ser soldados bachilleres.

Para el oficial también existe la expectativa tras la aprobación de la prolongación de la ley de orden público que plantea la eliminación del servicio militar obligatorio, y la creación del servicio social para la paz, dándole a los jóvenes la posibilidad de rechazar un eventual ingreso a las Fuerzas Militares y optar por otro tipo de trabajos comunitarios.

Andrés Saldarriaga, analista militar, afirma que este número de incorporaciones no completa la capacidad que se requiere en el país, en un momento en que la presencia de grupos ilegales y los índices de inseguridad está en aumento.

“Hay un elemento en que ha insistido el Ejército: no hay recursos para mantener una fuerza tan grande como la que hay ahora si se aprueba la posibilidad de que no existiera el servicio militar obligatorio. Eso implicaría tener una fuerza más pequeña, únicamente de soldados profesionales, y quizá esto para el conflicto colombiano no sea tan efectivo”, afirma el analista.

Ernesto González, profesor de la Universidad Central, asegura que a pesar de que se les esté ofreciendo incentivos a los jóvenes para que ingresen a los cuarteles, algunos de ellos no están de acuerdo con utilizar armas de fuego, porque van en contra de sus convicciones personales.

“La objeción de conciencia en Colombia no se respeta de manera real, por lo que es muy bueno que hombres y mujeres sin distinción puedan prestar un servicio social en distintos lugares de Colombia sin que sea con armas, sino con apoyo a las comunidades más apartadas”, dijo el profesor González.

Actual situación

Andrés Saldarriaga afirma que los jóvenes que se presentan a la convocatoria del servicio militar son de escasos recursos. Como no tienen posibilidades de continuar sus estudios, son llevados en su mayoría a zonas de conflicto.

Ernesto González, por su parte, argumenta que los jóvenes están a la espera de que avance el decreto de la profesionalización de la carrera, lo que haría más atractivo ingresar a las Fuerzas Militares.

El tema de la reducción en las incorporaciones ha generado preocupación entre las Fuerzas Militares, que no solo ocurre en Colombia, sino en varias partes del continente.