Antonio Perry
14 Mayo 2025 03:05 am

Antonio Perry

Jeffry A. Frieden y sus lecciones para Colombia (parte 2)2

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En mi última columna presenté una de tres lecciones que deja el libro de Jeffry A. Frieden, Global Capitalism: Its Fall and Rise in the Twentieth Centurypara Colombia en esta era tiempos turbulentos. En esta columna desarrollo otra más.

La lección parece obvia, pero paradójicamente es comúnmente ignorada: el comercio internacional trae ganadores y perdedores. La teoría económica nos dice que esto es inevitable. Los productores de los bienes que exportamos ganan, mientras los que producen bienes que compiten con las importaciones pierden. En el agregado, dice la teoría, esto es bueno porque sobreviven las firmas más competitivas y la competencia lleva a precios más bajos que disfrutamos los consumidores. En términos simples, las ganancias compensan las pérdidas. 

Pero estas ganancias suelen ignorar a los perdedores y esto no solo es problemático, sino peligroso. Idealmente, con las ganancias del comercio internacional se debería compensar a los perdedores. Esta compensación puede hacer que las ganancias agregadas del comercio internacional disminuyan, pero desatendidas pueden contribuir a la caída del orden económico imperante. 

Frieden da dos claros ejemplos de esto. El primero, durante el patrón del oro, y el segundo lo estamos viendo desenvolver ante nuestros ojos. Durante el primero, los países debían someterse al patrón del oro si querían disfrutar de los frutos del comercio internacional. Esto implicaba que no tenían control sobre su propia moneda ni sobre su política monetaria. La única manera para hacer frente a una crisis económica era tolerar caídas de precios y salarios para reducir costos y aguantar hasta que la deflación restaurara su competitividad externa. No había espacio para intervenir; había que dejar que el ajuste lo hiciera el mercado. Laissez-faire, puro y duro.

Sin embargo, la situación se hizo insostenible. Cuando pegó la Gran Depresión, el mundo había cambiado: era más industrializado y los trabajadores, campesinos y clases medias, antiguos perdedores del patrón oro, tenían más poder y no estaban dispuestos a soportar la receta clásica para hacer frente a las crisis económicas. Frieden anota cómo la creciente organización de los trabajadores y las nuevas estructuras de mercado dificultaron la reducción de salarios que antes permitía ajustar la economía, y cómo esta rigidez agravó la crisis y terminó por hacer insostenible el patrón oro. 

Algo parecido sucede hoy y ayuda a explicar el surgimiento de lideres populistas. Tal vez el mejor ejemplo sea el de Trump. En gran parte, el ascenso de Trump se debe a la incapacidad de los Demócratas, los liberales estadounidenses, de cumplirle a la clase media americana. Así lo anotan Frieden y otros reconocidos economistas. 

Parte del golpe sufrido por la clase media fue resultado de la hiperglobalización —el tercer gran auge de la globalización que ahora vemos en declive— y de lo que se ha llamado el “choque chino”. En términos simples, el choque chino se dio con el ingreso de China a los mercados globales. China se tomó el mercado manufacturero global gracias a su mano de obra barata que hacía que los productos de otros países no pudieran competir con los suyos. Esto destruyó sectores industriales que habían ofrecido empleos estables y bien remunerados para mano de obra no calificada en Estados Unidos. 

Esto no fue una sorpresa, pero su magnitud sí. La teoría económica nuevamente se equivocó. Esta reconocía que el comercio internacional traería perdedores, pero estos debían encontrar trabajos en las industrias nacientes que ganarían con el comercio internacional. 

Sin embargo, la absorción de la fuerza laboral no ocurrió como se esperaba y la clase media quedó desamparada. Es esa clase media desilusionada la que en parte votó por Trump y la que explica el giró proteccionista de Estados Unidos. ¿Por qué creen que una de las promesas de Trump es revivir la industria manufacturera y que parte de su estrategia para hacerlo son los aranceles a China? 

Olvidar que el comercio internacional, y las bonanzas económicas en general, traen consigo ganadores y perdedores parece impensable. Sin embargo, ha ocurrido una y otra vez históricamente, y le puede (y le ha ocurrido) a Colombia.

El ascenso de Petro, por ejemplo, se debe en parte a esta omisión. Petro se explica en gran medida por la insatisfacción de la mayoría de la población colombiana, cuya mayor expresión fue el estallido social. Ellos son los perdedores de las ganancias de pocos. 

Otro ejemplo, pero a futuro, es el de la transición energética. Sin duda es un tema fundamental (el único para algunos). De hecho, yo he escrito sobre cómo creo que la transición energética es una oportunidad de crecimiento económico para Colombia, pero la transición energética también tiene perdedores, y no los podemos olvidar. 

¿Quiénes pierden? Los trabajadores de las industrias que van a ser remplazadas, lo que es especialmente importante en un país como Colombia que es exportador de hidrocarburos. Tenemos que empezar a pensar desde ya cómo podemos ayudar a los trabajadores de la industria petrolera y de carbón, por ejemplo. No los podemos dejar a la deriva, tanto porque es lo humano como lo política y económicamente inteligente que hacer. 
 

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