Las emociones: qué son, para qué sirven y cómo se regulan

Crédito: Freepik

21 Julio 2023

Las emociones: qué son, para qué sirven y cómo se regulan

Actualmente vivimos lo que los expertos denominan “la pandemia de la salud mental” y, es por eso que cada vez se hace más necesario entender qué son las emociones y cuáles son las principales estrategias de autorregulación emocional.

Por: Natalia Romero Rosanía

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Lo que sentimos y lo que hacemos con lo que sentimos

La autorregulación emocional es la capacidad que tiene cada persona para aceptar, observar y gestionar lo que está sintiendo en cada momento, entendiendo que no hay emociones negativas. Todas las emociones son válidas, funcionales y adaptativas, en el sentido de que conllevan un mensaje que no se debe ignorar.

Las emociones son experiencias subjetivas que están influenciadas por factores cognitivos, fisiológicos y ambientales. Son respuestas de nuestro cuerpo y de nuestra mente que involucran pensamientos, reacciones físicas, comportamientos específicos y cambios en los estados de ánimo. Aunque las más comunes son la alegría, el enojo, la tristeza y el miedo, lo cierto es que existe una amplia gama, ya que las emociones tienen un componente privado (lo que se siente) y uno público (la forma en que se reacciona).

¿Para qué nos sirven las emociones?

 “Aquí lo importante es no juzgar nuestras emociones ni a nosotros mismos por sentirlas, sino aceptarlas, observarlas, nominarlas (ponerles un nombre) y expresarlas o comunicarlas. Por ejemplo, si estamos sintiendo algo y reconocemos que es tristeza, asumimos nuestro dolor y le contamos a alguien que estamos tristes, pues lo más seguro es que necesitemos el apoyo o el acompañamiento de otra persona”, explica Natalia Esparza, psicóloga clínica especializada en el manejo de las emociones.

 “Si confundimos nuestra tristeza con rabia, y le decimos a una persona que estamos enojados, esta en lugar de acercarse es posible que se aleje por miedo a una reacción agresiva de nuestra parte”, añade. Desde este punto de vista, las emociones son una herramienta muy útil de autoconocimiento. Si una persona, por ejemplo, siente frustación esto es una señal de que no está en donde quiere ni como quiere estar. Le recuerda lo que es importante y valioso para ella. Reconocer que está frustrada la motiva a seguir trabajando por sus objetivos, a seguir luchando por sus sueños, y a realizar cambios o ajustes, si es necesario. Por su parte, la alegría conduce a la persona a compartir y a expresar amor, mientras que el dolor y el miedo, la obliga a observarse, a sanar, a buscar ayuda o a defenderse. Sentirse abrumado es señal de que hay que parar. 

Otro aspecto fundamental sobre las emociones es que tienen un ciclo: un punto de partida, un desarrollo y un final. Lo que hace que una emoción sea problemática es la incapacidad para regularla y para ponerle fin en el momento justo, ya que tanto su intensidad como duración deben ser coherentes con la acción que la provoca. La expresión de la emoción debe ajustarse al contexto que la genera.

Controlar la emoción no es dejar de sentirla

“Controlar una emoción no es inhibirla, ignorarla, evadirla, reprimirla, eliminarla o pararla. Controlar una emoción es comprenderla, ponerle un nombre, expresarla y gestionarla. De esto se trata la autorregulación emocional”, aclara la especialista en salud mental. 

Las causas de las emociones son muchas y para cada persona podrían ser distintas. Es por esto que más que observar las causas, lo importante es revisar cómo se están tramitando y gestionando las emociones, la forma en la que se transita a través de ellas, revisando con mucha conciencia lo que se siente, qué tan intensamente se siente y cada cuánto se está sintiendo eso que nos hace reaccionar.  

La autorregulación emocional se puede lograr a través de la observación, del reconocimiento y de la aceptación de las emociones. También ayudan las técnicas de respiración consciente y de atención plena (mindfulness); las de escaneo corporal o y las técnicas de distracción, como puede ser lavarse la cara, salir a caminar al aire libre o tomarse un vaso de agua fría. Estas técnicas de distracción permiten romper con el proceso fisiológico que se presenta cuando se desbordan las emociones, pero no eximen de la obligación de observarlas, reconocerlas, aceptarlas y expresarlas. Las emociones no se tramitan huyendo de ellas sino, por el contrario, hay que transitándolas. 

Consecuencias de no regular las emociones 

“Cuando no gestionamos nuestras emociones, se podrían presentar patologías en el sistema digestivo, migrañas, dolores de cabeza o alteraciones en el sistema inmune, por sólo mencionar algunas. A nivel psicológico, podrían presentarse trastornos en los estados de ánimo, desajustes en las relaciones con otras personas, conductas auto lesivas e, inclusive, consumo de sustancias psicoactivas”, complementa la psicóloga clínica. 

¿Cuándo buscar ayuda?

Aunque existen diferentes técnicas de autorregulación emocional, cuando las emociones se salen de control y afectan las relaciones interpersonales, tanto las familiares, como las sociales y laborales, se recomienda buscar ayuda y consultar con un profesional de la salud mental. La psicoterapia es una opción. También es importante tener en cuenta que necesitan regularse emocionalmente tanto aquella persona que es reactiva, explosiva o demasiado emocional como la que es inhibida, contenida o inexpresiva.

“Hay que estar atentos a comentarios como: ‘Es muy difícil entenderte’ o ‘Sientes una cosa pero demuestras otra’. Esa es una señal clara de que estamos teniendo problemas con nuestra regulación emocional. También cuando nos sentimos desconectados de los demás o que nos cuesta trabajo adaptarnos a ciertas situaciones de nuestro entorno. Otra   señal importante es cuando nos queda muy difícil, después de experimentar una emoción, volver a nuestro estado neutral. No olvidemos que las emociones tienen un principio y un final”, concluye la magíster en psicología clínica, Natalia Esparza.

 

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