El componente de pérdidas: el dolor de cabeza que encarece las facturas en la costa Caribe

En el caribe los aumentos en la electricidad en el último año superan el 30 por ciento.

Crédito: Colprensa

9 Mayo 2024

El componente de pérdidas: el dolor de cabeza que encarece las facturas en la costa Caribe

Los costos asociados por la pérdida de energía, ya sea por fallas técnicas o por robos de electricidad, pesan alrededor del 30 por ciento en el valor de las facturas del Caribe. ¿Por qué en la costa es tan alto este cobro en los recibos?

Por: Redacción Cambio

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En el último año el servicio de electricidad ha subido cerca de 19 por ciento en Colombia, según los datos de inflación del Dane. En particular en la costa Caribe los aumentos se han sentido con mucha más fuerza. 

Santa Marta (33,05 por ciento), Riohacha (32,19 por ciento), Barranquilla (31,21 por ciento), Valledupar (30,07 por ciento), Montería (29,96 por ciento), Sincelejo (29,93 por ciento) y Cartagena (29,54 por ciento), encabezan las ciudades con los mayores incrementos en el servicio de electricidad en el país. Todas en el Caribe

Aunque esta es una de las regiones que más consume energía eléctrica por las temperaturas, hay un elemento clave que se refleja mes a mes cuando llega la factura y explica buena parte de esos aumentos: el componente de pérdidas, que hacen referencia al costo asociado por, valga la redundancia, las pérdidas de energía eléctrica que se dan cuando se transmite energía, y representan la diferencia entre la energía que se genera versus la que se consume. 

Existen dos tipos de pérdidas: las técnicas y las no técnicas o ‘negras’. Las pérdidas técnicas son aquellas en que la energía que se disipa durante el transporte y distribución de electricidad, y se relacionan con la infraestructura física de la red eléctrica. Las no técnicas son externas a la red, y se explican por situaciones de fraude o de robo de energía de algunos usuarios.

El uso ilegal o hurto de la energía genera millonarias pérdidas en las redes de distribución, lo que termina afectando a los usuarios. Según la Asociación Colombiana de Distribuidores de Energía Eléctrica (Asocodis), en términos económicos, cada punto de estas pérdidas le cuesta a las empresas cerca de 50.000 millones de pesos anuales, y se dejan de recibir ingresos del orden de 120.000 millones anuales. 

Esto compromete la viabilidad financiera de algunas empresas eléctricas, lo que reduce, y en varios casos elimina, su capacidad de inversión, restringe la ampliación de la cobertura eléctrica, afecta calidad del servicio y eficiencia de los sistemas eléctricos, e incluso, llega a afectar las tarifas de todos los usuarios”, enfatizó José Camilo Manzur, director ejecutivo de la Asociación Colombiana de Distribuidores de Energía Eléctrica (Asocodis).

Los problemas de la costa Caribe 

En las regiones costeras se presentan desafíos únicos que pueden incrementar estas pérdidas. “Factores como la salinidad del aire, la humedad y las condiciones meteorológicas adversas, como tormentas y vientos salinos, pueden corroer los componentes del sistema eléctrico y aumentar su resistencia. Además, la densidad poblacional y la demanda energética fluctuante en zonas turísticas pueden sobrecargar el sistema, llevando a pérdidas mayores”, explica NEU Energy, una empresa consultora especializada en energía. 

Sin embargo, según la empresa, la problemática que más afecta a esta región del país es el hurto de energía por parte de los consumidores finales.

En la costa hay una deuda heredada que no se ha podido saldar y que viene de años atrás. Luego de que el gobierno intervino Electricaribe en 2016, y posteriormente, en 2020, se dividió ese mercado en dos empresas, Afinia y Air-e, estas dos compañías asumieron la operación con los problemas que traía de tiempo atrás, tanto financieros como operativos.  

Un estudio del equipo de investigaciones económicas de Corficolombiana reconoce que, en los últimos años, el componente de pérdidas ha explicado el 34,1 por ciento  y el 43,9 por ciento del incremento en el costo unitario de los usuarios finales de Afinia y Air-e respectivamente, mientras que en ciudades como Bogotá apenas explica el 9,8 por ciento. 

“Electricaribe era un desangre enorme para el Gobierno, y el Gobierno tenía que quitarse de encima ese proceso. Lo que hizo fue que incorporó un artículo, en el que, como en todo el país, se podrían incorporar las pérdidas, lo complejo es que en la costa representaban más del 30 por ciento de la tarifa, mientras que en otras partes del país 6, 8 o 10 por ciento”, explica Camilo Sánchez, presidente de la Asociación Nacional de Empresas de Servicios Públicos y Comunicaciones (Andesco). 

Según Sánchez, en la costa hay incorporados a la tarifa y a la factura, además de las pérdidas, otros elementos como factores de seguridad, o de restricciones, un factor variable de la tarifa de energía que depende de las condiciones operativas y del mercado eléctrico. “Esto es una bomba de tiempo, pero hay que detonarla ordenadamente”, aseguró. 

Inversiones, calidad y precio, un equilibrio complejo

Sandra Fonseca, directora ejecutiva de la Asociación Colombiana de Grandes Consumidores de Energía Industriales y Comerciales (Asoenergía), también menciona que los costos de las facturas en el Caribe son muy altos por varias razones, pero en el caso de las pérdidas, considera que no deberían cargarse en los usuarios en la manera que se hace hoy. 

“¿Por qué son tan altas las facturas? Porque se incluyó que se reconociera un componente de pérdidas no técnicas en la tarifa. La verdad eso no tiene sentido, porque no tiene sentido pagar una energía que se pierde sin tener medidas para que se corrija”, aseguró Fonseca. 

Según la directora de Asoenergía, lo que debería hacerse es que, a medida que bajen las pérdidas, se reconozca la inversión con la que se bajaron esas pérdidas. “Es como un peaje, uno no paga un peaje antes de que esté la carretera, se paga cuando ya está operando la carretera”, dijo.  

En su opinión, primero debieron hacerse inversiones, y en la medida que el servicio vaya mejorando, reconocer que las pérdidas van bajando. “Pero cuando se empiezan a generar ingresos para los operadores de la costa sin que se hayan hecho las inversiones y se hayan mejorado las pérdidas y la calidad, es como un barril sin fondo”, cuestionó Fonseca. 

Además, dice la experta, hay otros problemas en el cálculo de la tarifa, como la indexación al índice de precios del productor (IPP), indicador que mide la inflación en los costos de los productores. En los últimos años, luego de la pandemia, el IPP se incrementó, así como el índice de precios al consumidor (IPC) llegó a registrar aumentos de hasta 30 por ciento, aunque el indicador ha ido bajando, se incrementó.  

“La situación económica del Caribe es difícil, una parte es la situación económica, pero otra parte del problema es la falta de gestión de las empresas para responder a ese nivel de servicio de acuerdo con la remuneración que se debería estar dando”, aseguró Fonseca. 

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