No es la primera vez: el historial de la jueza Vivian Polanía

Vivian Polanía está nuevamente en boca de todos. En las últimas horas se conoció que la jueza penal de Cúcuta atendió una audiencia vistiendo ropa ligera desde la comodidad de su cama mientras fumaba un cigarrillo. Al momento de hacer su intervención —la diligencia se celebraba de forma virtual—, su cámara se encendió y quedó en evidencia que no estaba en la forma y disposición que los demás asistentes imaginaban. Uno de ellos grabó su pantalla y posteriormente compartió el video, que ahora circula en Twitter y ha sido objeto de discusión en noticieros y programas de opinión.

La posición de algunos es que Polanía violentó “la dignidad de la justicia” con su proceder y faltó al respeto a las partes que participaron de la audiencia. Otros restan importancia a lo sucedido y se ríen del percance. Lo cierto es que la situación no pasó desapercibida y la Comisión de Disciplina Judicial, encargada de vigilar el comportamiento de los funcionarios de la Rama Judicial, envió los diferentes informes de prensa a su seccional de Norte de Santander para que se evalúe la posible violación de alguna norma de carácter disciplinario. En caso de encontrarse que, en efecto, la jueza burló la ley, podría estar expuesta a una sanción que iría desde una suspensión de sus funciones, hasta una separación total de su cargo.

Aunque muchos recién se enteran de Polanía, no es la primera vez que protagoniza una polémica que acapara la atención del país. Anteriormente, en septiembre de 2020, se hizo viral después de que La Opinión, el periódico regional nortesantandereano, publicara un reportaje sobre su carrera y acompañara el texto con fotografías suyas posando en ropa interior. El diario la calificó como "una jueza sexy que pone a temblar a más de uno". Dado que para esa fecha aún no se había creado la Comisión de Disciplina Judicial, el órgano que cumplía sus funciones era el Consejo Superior de la Judicatura, el cual profirió una circular recordando los deberes legales de todas las personas que pertenecen al Poder Judicial.

Remitiéndose a la Ley Estatutaria de Administración de Justicia, la Judicatura recalcó que los jueces de la república deben “cuidar de que su presentación personal corresponda al decoro que debe caracterizar el ejercicio de su elevada misión”. Pese a que no se refirió directamente a la juez, el documento se publicó justo después de que el reportaje sobre Polanía viera la luz.

El debate se abrió entre quienes consideraban que el llamado de atención era justificado y aquellos que creían que la jueza estaba en todo su derecho de tomarse fotografías de ese estilo siempre y cuando no entorpecieran su trabajo. Para ese momento Polanía contaba con cerca de 50.000 seguidores en Instagram y, según reveló a distintos medios de comunicación, había recibido propuestas de marcas deportivas para lucir sus prendas.

Todo ese revuelo llevó a que en Twitter se difundieran más videos suyos. Uno de ellos, que fue compartido masivamente, muestra cómo confronta a un abogado en una audiencia cuando este cita la Convención Americana de Derechos Humanos. La jueza mostró su descontento porque el representante de una de las partes hizo lo que se espera de él: defender su posición basándose en códigos y artículos. “Esto es un estrado judicial, no es una academia. Lleva 10 minutos hablando y no ha dicho nada. Entonces, doctor, a mí no me dé clases de derecho internacional ni de derecho internacional humanitario que aquí todos somos abogados”, se le escucha decir con vehemencia a Polanía.

La funcionaria se defendió en esa oportunidad aclarando que nunca había tenido inconvenientes con otros abogados y el asunto se olvidó con el tiempo. Sin embargo, su más reciente desliz, que sí tuvo lugar en medio de sus funciones como jueza, revivió estos antecedentes. De hecho, además del video en que aparece acostada fumando, circula igualmente otro en el que invita a un abogado a tranquilizarse y tomarse “unas goticas de marihuana” después de dar por cerrada una audiencia.

¿Quién es Vivian Polanía?

La jueza nació en Bogotá y se radicó en Cúcuta desde 2018. Allí se desempeña como jueza penal con función de control de garantías. Su amor por el derecho lo descubrió mientras realizaba labores de voluntariado en un centro de reclusión para menores durante sus años de bachillerato en un colegio católico. Fue por esa experiencia que, tan pronto se graduó, se matriculó en la Facultad de Derecho de la Universidad Católica, en donde cursó todos sus semestres e hizo parte del área penal del consultorio jurídico de esa institución.

Su currículo da fe de que antes de su aterrizaje en la capital de Norte de Santander pasó por el juzgado 24 penal de Bogotá, la Sala Penal del Tribunal Superior de la misma ciudad y la Sala Disciplinaria del Consejo Seccional de la Judicatura.

Fue con su llegada a Cúcuta, después de aceptar una vacante en un juzgado, que encontró su otra pasión: el ejercicio. Rápidamente empezó a dedicar su tiempo libre al crossfit y, desde entonces, comparte en su cuenta de Instagram los avances que logra en su cuerpo. Eso le ayudó a conseguir miles de nuevos seguidores —que hoy superan los 300.000— y darse a conocer por asuntos diferentes a su trabajo. Sin embargo, ahora que coincide con sus polémicas, es difícil que se desligue una cosa de la otra.