“A mí me trataron peor que a Pablo Escobar”
6 Noviembre 2022

“A mí me trataron peor que a Pablo Escobar”

La senadora Piedad Córdoba regresó al Congreso de la República y al debate público, en donde la esperan múltiples señalamientos.

Crédito: Yamith Mariño

La polémica senadora volvió esta semana al Capitolio. En entrevista con Alfredo Molano Jimeno da su versión sobre los múltiples señalamientos en su contra.

Por: Alfredo Molano Jimeno

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La senadora Piedad Córdoba volvió esta semana al Congreso de la República, de donde fue sacada hace 12 años por el entonces procurador Alejandro Ordóñez en una decisión que finalmente tumbó el Consejo de Estado. Córdoba Ruiz regresó de la mano del Pacto Histórico y envuelta en un torbellino de escándalos de distinta naturaleza.

A Córdoba la acusan de haberse beneficiado económica y políticamente de su relación con los gobiernos de Venezuela, la señalan de tener negocios con el empresario extraditado a Estados Unidos, Alex Saab; y ha tenido que salir a responder por la detención de su hermano, Álvaro Córdoba, quien es solicitado por las autoridades de Estados Unidos por temas de narcotráfico y hoy está a la espera de que su extradición sea autorizada por el presidente Gustavo Petro. Esto y otros problemas de salud la han tenido alejada de los micrófonos y las cámaras, y solo hasta el martes pasado volvió a la curul que dejó hace más de una década.

La senadora antioqueña habló sin reserva de las acusaciones que le hacen, incluido el episodio en que fue detenida en Honduras con 68.000 dólares en efectivo. Nos atendió sin afanes ni temas vedados en su casa del centro de Bogotá. Se ve extremadamente delgada y advierte que atravesó un cuadro depresivo severo producto de lo que ella considera una persecución por su trabajo político en favor de la paz.

Piedad

CAMBIO: ¿Cómo fue volver al Congreso luego de haber sido flanco de acusaciones de parte de sus enemigos y hasta de sus amigos?

PIEDAD CÓRDOBA: Fue muy emocionante. Me habían dictaminado una incapacidad hasta diciembre pero le dije al médico que yo ya no aguantaba. Eso fue como un secuestro. No podía salir a ninguna parte, únicamente a las citas médicas. Entonces decidí, bajo mi cuenta y riesgo, que era el momento de retomar mis actividades y de hacerle frente a todo lo que han dicho de mí. Así que volví al Senado. Fue muy emocionante, llegué a la Comisión Séptima y el recibimiento de mis compañeros fue muy bonito. La primera persona que me felicitó fue un senador del Centro Democrático, que dijo que éramos distantes ideológicamente, pero que eso no le impedía expresarme afecto y admiración. Luego llegué a la plenaria. Tenía ansiedad porque pensaba que iba a recibir una andanada de ataques y no, todo lo contrario. La gente del Pacto me rodeó, aunque yo estoy muy molesta con algunos. Recibí expresiones de cariño, hasta del mismo presidente del Senado, con quien he tenido agrias controversias pero también un profundo agradecimiento por haberme posesionado en la clínica. Sentí como si hubiera llegado a donde de nunca debía haber salido. No esperaba tanto afecto ni tanta demostración de admiración por parte de las distintas bancadas del Congreso. 

CAMBIO: Pero también debió haber sido incómodo para usted porque la atacaban hasta sus compañeros de partido, y le pidieron que diera un paso al costado...

P.C.: Es verdad que mucha gente me maltrató, por ejemplo Federico Gutiérrez, que me cogió como balón prestado, Ingrid Betancourt. Yo diría que después de estar tanto tiempo en el Congreso, de una carrera política de 40 años, uno espera que lo conozcan. Yo nunca he tenido un contrato con un gobierno. Ni mi familia tampoco. Yo nunca he tenido ministros. La gente me ha conocido dando mis batallas, expresando mis ideas, con mucha controversia sí, pero nunca enredada en temas de corrupción ni de burocracia. Entre otras cosas, porque yo me formé con William Jaramillo y una de las recomendaciones que me dio cuando salí electa como representante a la Cámara fue: 
— Usted es muy capaz. Usted es muy inteligente. Usted va a tener problemas porque usted es una mujer de izquierda. Usted es una mujer y negra. No se vaya a dedicar a ir de ministerio en ministerio, porque si usted lo hace, usted no va a aportar nada ni va a brillar—.
A mí se me quedó grabado. Entonces me dediqué a cosas importantes para el país. La Ley 70 fue una iniciativa mía, muchas de las obras que se hicieron en el Chocó también, luché por presupuesto para las universidades. A la gente se le olvida que el primer debate sobre el paramilitarismo lo hice yo, y me enfrenté a la clase política de Envigado. Me enfrenté con César Pérez (Se refiere al excongresista César Pérez García, condenado a 30 años de prisión por la masacre de 43 personas en Segovia, Antioquia). Yo expulsé del partido a César, a María Izquierdo, a Santofimio Botero. Entonces a mí me molestó que muchos de los que me conocieron de cerca, estuvieran diciendo lo que dijeron de mí. ¿Cómo voy a aparecer de la noche a la mañana haciendo negocios? Me duele que se dude de mi transparencia. Y lo peor fue que vino de gente que me conoce. Ellos fueron especialmente duros. Hoy hubo fuego amigo. 

CAMBIO: ¿A quiénes se refiere?

P.C.: Todo se da dentro de una campaña presidencial. Una campaña difícil, porque había todas las maneras, las formas de desprestigiar una campaña como la del Pacto Histórico, de impedir que el presidente Petro llegara realmente a ser electo como tal. ¿Y yo no? Lo que no logro entender es por qué me cogieron a mí. Yo llevaba ya 12 años por fuera del Legislativo. Yo hago una adhesión a Petro en el Salón Rojo del Hotel Tequendama. Hice una apuesta muy, muy riesgosa, porque yo decía que vaya y no, no venga la gente, yo quedo muy mal, pero fue todo lo contrario, fue muchísima gente, fueron más de mil personas afuera hubo hasta trifulca porque no pudieron entrar y yo siento que eso despertó como los demonios y yo diría como este actor norteamericano Ancel, que dice que mucha gente no te va a querer porque tu actitud despierta todos los demonios y yo creo que eso fue lo que pasó. No llegué al pacto con el interés de apropiarme de algo. Yo llegué muy desprevenidamente. Yo no me ofrecí. A mí me buscaron. Me demoré algún tiempo para tomar la decisión porque no quería regresar a este activismo, pero a mí me llamó, me buscó una persona que es muy, muy cercana al doctor Petro, que es Julio Arenas, el abogado que entre otras cosas es quien logra con Roberto Delgado, el del Consejo de Estado, a los siete años, los ocho años que me levantaron la inhabilidad del procurador y estaba el doctor Luis Eduardo Parra, también muy, muy cercano al doctor Petro.


CAMBIO: Pero fue el mismo Petro el que le pidió que diera un paso al costado...

P.C.:  Exactamente. Y yo creo que él tuvo mucha presión. La presión mediática fue brutal. Me  señalaron de haberme reunido con tres extraditables en la cárcel de La Picota, cuando yo ni siquiera estaba en Bogotá. El día que dicen que yo estaba en La Picota, estaba en Medellín. Yo a mi hermano lo he visitado dos veces, y  decidimos en familia que yo no volviera a La Picota. Cuando ingresé con el permiso de la Fiscalía, hice el trámite legal que requiere ese tipo de visitas. Mi hermano estaba en el patio de extraditables, y fui con dos abogados. Obviamente, cuando la gente me vio entrar se quedó mirándome, algunos me saludaban, pero yo no distinguí  a ninguno. A Macaco no lo conozco, ni a ese señor Douglas, ni al tal Gordo Lindo. Ellos mismos declararon que conmigo nunca se habían visto. De verdad que no puedo entender que yo, que hice los debates tan duros contra el narcotráfico, que me enfrenté a Pablo Escobar, que me secuestra Carlos Castaño, ahora me voy a ir a sentar a decirles que yo les garantizo que no los extraditan a cambio de plata y de votos. Es ridículo. 

CAMBIO: ¿Y entonces de dónde cree que salió esa historia?

P.C.: Yo le pregunté en una reunión al doctor Gustavo Petro. Exigí que me dijeran quién lo dijo, y le mencioné el nombre de la persona que yo creo que fue. Ese nombre me lo reservo. Y aún no entiendo por qué a mí, si yo jamás sería capaz de hacer una cosa de esas. Petro dijo que la información la había dado el Canal Caracol, y que también decía que me busca la DEA,  la CIA, la inteligencia inglesa, alemana, mejor dicho una cosa de locos. Yo jamás me reuní con esa gente. Incluso le dije a mi hermano que se tenía que cuidar porque yo sabía que yo tenía enemigos ahí, empezando por el mismo Macaco. Entonces  le dirigí una carta al director de La Picota, solicitando que trasladaran a Álvaro a otro patio por su seguridad.  Pero eso que salió es una especie de persecución mediática que se enmarca en la lawfare (guerra jurídica) y la posverdad. Pero nadie imagina la humillación que viví. Varias personas me bajaron de la tarima de las manifestaciones, me hacían el feo, me marginaron. Y este fin de semana el ministro del Interior, Alfonso Prada, reconoció que la campaña había sido dura y había dejado heridas y me pidió que pasara la página. Pero doblar la página no es tan fácil,  porque mi familia y yo hemos sufrido enormemente. Yo me sentía en un botafuegos, defendiéndome como a cuatro bandas. Cuando no era la Corte, eran los medios, y sino de mis compañeros del Pacto. Fue una situación muy desagradable. A mí me trataron peor que a Pablo Escobar. Porque Pablo Escobar, siendo un narcotraficante, nadie le dijo que se retirara del Partido Liberal, nadie. En cambio, a mí, sin pruebas, sin nada y sabiendo de mi trayectoria, me pidieron que renunciara.


CAMBIO: De todas maneras, senadora, usted tiene cosas que explicara, como su detención en  Honduras con 68.000 dólares en efectivo.

P.C.: Cualquiera que tenga dos dedos de frente no puede pensar que voy a burlar los controles aeroportuarios de un país como Honduras, cuyo gobierno son mis amigos. Tengo una amistad muy grande con Xiomara Castro (presidenta de Honduras), con quien recorrí  América Latina. Eso sí, es una situación que me avergüenza porque se da en medio de la campaña, y sirvió de munición política. Pero claramente yo no andaba escondiendo plata, como una delincuente. Yo misma me presenté para resolver el asunto. Ese es un trámite administrativo y no de carácter penal. Eso sí, debo evitar hablar de esto, porque hay una investigación allá que involucra a los empresarios y debo ser delicada con eso. Pero sí te garantizo que apenas eso se termine, inmediatamente contaré en detalles lo que pasó. Pero reitero: no tenía interés en esconder eso, ni quería volarme con plata. Yo no adquirí ese dinero producto de una actividad ilícita. Prueba de ello es que las personas con las que trabajé asistieron a dar su explicaciones.


CAMBIO:¿Cuál fue el servicio que le contrataron?

P.C.: Tengo que ser cuidadosa porque me pidieron confidencialidad. Son colombianos y estábamos analizando la reforma laboral, que ya se debe estar tramitando en Honduras. Los asesoré con estudio de la legislación, y la posibilidad de que ellos hicieran nuevas inversiones en ese país. Es una cosa de mi ejercicio como abogada.

CAMBIO:¿Y por qué no depositaron la plata en una cuenta?

P.C.: Porque yo no tengo cuentas en el exterior. A mí no me gusta nada de eso y le tengo miedo, porque eso se presta para especulaciones peligrosas. Además, ese día ellos llegaron al hotel, yo estaba saliendo apresurada para el aeropuerto, y me entregaron la plata. Yo pensé: bueno, pues la declaro en el aeropuerto. El afán de que no me dejara el avión me puso en una situación incómoda. Yo iba acelerada, ajetreada con la campaña y más encima con el sufrimiento que hemos padecido con lo de mi hermano. Para mi mamá, que tiene 90 años, ha sido doloroso darse cuenta de la noticia de la extradición. Ella estaba convencida de que mi hermano, que es la luz de sus ojos, estaba trabajando en otro país. Y ha sido realmente muy doloroso, muy triste. Todo eso contribuyó a que yo cometiera ese descuido. Además, ya empezando a presentar los síntomas de lo que luego se me pronosticó. A mí lo que me extraña es que en menos de lo que canta un gallo ya RCN y otras estaciones de radio estaban dando la noticia.

CAMBIO: Entonces pasemos a su hermano Álvaro Córdoba, solicitado en extradición por temas de narcotráfico...¿También lo ve como parte de una persecución?

P.C.: Puedo hablar muy poco desde el punto de vista jurídico. Primero, yo no sé mucho. Es un tema muy complejo porque se trata de mi hermano, y prefiero que la parte jurídica la manejen ellos, y si me pongo a hablar de esto desde mis ojos de política le hago daño. Así que declaro que Álvaro Córdoba es mi hermano y lo amo entrañablemente. Parto del principio de la presunción de inocencia, pero también de que no puedo responder por los actos de Álvaro. No puedo responder. Yo soy la primera sorprendida porque no imagino a mi hermano en ese tipo de cosas. Yo creo que hubo un entrampamiento. y me duele mucho por él y por mi familia. Mi mamá es una maestra de 90 años, pensionada, y para ella esto es horrible. Me conmuevo como hermana, pero repito: que sean los abogados los que actúen. Obviamente que han aprovechado para darme con todo, pero este es un caso muy similar al de Santrich. Están los mismos actores mexicanos, la DEA y algunos elementos coincidentes.

piedad

CAMBIO: ¿Y si las pruebas demuestran su responsabilidad?

P.C.: Lo primero  es que el indictment no manda pruebas. Ellos dicen narcotráfico, terrorismo, armas. Y  a mi hermano no lo cogieron con droga ni con armas. Mi hermano jamás ha tenido ninguna relación con actores del conflicto. Entonces, hay que esperar. Las pruebas las tienen allá. Desde acá no se puede hacer nada, ese es el acuerdo de cooperación con Estados Unidos que, sea dicho de paso, es muy preocupante, porque lo mínimo que debería presentar para pedir la extradición de cualquier colombiano son pruebas. Y no se trata de mi hermano. Ahora, si las pruebas arrojan su responsabilidad tiene que responder. Así de sencillo. Y dejo claro que yo jamás voy a interceder ante el presidente para conseguir algún beneficio para mi hermano. Yo acepto los términos de la ley, y a ella me acojo. Y si Álvaro infringió la ley tendrá que responder. Además, porque si alguna cosa he hecho yo en la vida es combatir el narcotráfico y el paramilitarismo.

CAMBIO: Ahora hablemos de su relación con Venezuela y los señalamientos de su cercanía con Alex Saab...

P.C.: Yo conocí a Alex en la última campaña de Horacio Serpa. Fuimos a Barranquilla y nos invitaron a un almuerzo en la casa de una persona muy conocida de Horacio, que además era santandereano y ahí en la reunión estaba el papá de Alex Saab y su familia. Yo sí era muy amiga del papá, porque he hecho parte de los grupos de apoyo a Palestina. Entonces pues nos saludábamos con mucho cariño. Ese día conocí a Alex. Después de eso no lo volví a ver en un tiempo. Después con Carlos Lozano fuimos a Caracas, y yo intervine con el presidente Chávez para que se interesara por la liberación de los secuestrados. En eso me encontré a Saab en el hotel Meliá. Nos saludamos normal. Desde ese momento me lo encontré  en espacios de la colonia Palestina y en algunos eventos de gobierno. Uno de esos, fue con el presidente Santos, La doctora María Ángela Holguín, que era canciller.  Estaba Chávez, en ese momento Maduro era canciller y había otros ministros que no recuerdo bien. Era un escenario de empresarios, y el presidente Chávez llama al Alex Saab a la tarima y firman un contrato de casas, pero no conocí mucho de eso.

CAMBIO: ¿Pero usted presentó a Alex Saab con Hugo Chávez? 

P.C.: No, yo no. Si lo hubiera presentado, lo lógico es que yo hubiera estado en la firma de ese contrato. Yo no sé cómo llegó a Venezuela. Presumo que por la colonia. Presumo que algo pudo tener Tarek el aissami porque ellos se dicen primos, no sé si lo son o no. Pienso que por ahí fue la relación. Alex era un empresario muy reconocido en Barranquilla, de una familia de empresarios. Pero reitero: yo en eso no tengo nada que ver. El presidente Santos podrá decirlo o desmentirme. Yo jamás se lo presenté a Chávez, ni al presidente Maduro y no puedo decir nada más. No sabía que era diplomático ni que tenía una actividad tan importante en la economía de Venezuela.

CAMBIO: ¿Cómo explicar que una persona tan cercana al gobierno de Venezuela no tuviera relación con el principal empresario colombiano...?

P.C.: Pero es que yo no hago negocios. Yo hablaba era con el presidente Chávez y no con Nicolás Maduro, pero nunca para hacer negocios, ni contratos, mi cercanía ha sido ideológica. A mí lo que me interesa es la defensa de los derechos humanos y la promoción de la paz. Soy una dirigente política. Pero yo no puedo decir que me encontraba con Alex cada vez que iba a Venezuela, porque Alex es un tipo de muy buenas maneras pero hermético. Entonces yo no tuve nunca una relación personal. No conozco su casa en Venezuela. Jamás puse los pies en la oficina de él. Y en esto de Alex Saab digo como el comandante Fidel: la historia me absolverá.

CAMBIO: Pero la versión que corre es que a usted la buscaban empresarios colombianos para intermediar con el gobierno de Venezuela, para salvar las inversiones de ellos allá. ¿O eso no es cierto?

P.C.: Pues es relativamente cierto, porque, por ejemplo, una vez me buscó Genaro Pérez, el de Colanta, para que le ayudara. Yo tenía mis reservas por muchas razones. También ahí me buscó un señor que no recuerdo el nombre, que tenía un tema de basuras. Un tipo a quien el mismo presidente Uribe se los llevó en el avión y se lo presentó a Chávez. Tenía unas inversiones en Maracaibo, pero yo tampoco intermedié. Lo que sí hubo fue una circunstancia de ganaderos de Valledupar. Yo soy muy amiga de Carlos Quintero, el agraciado, y él me llama y me invita a almorzar.  Allí estaba un grupo de empresarios que me contaron que tenían unas deudas allá, que estaban quebrados. Me comprometí con ellos a hablar con el presidente Chávez, y lo hice. Le dije hay un grupo muy importante de empresarios queriendo solucionar el problema. El presidente Chávez sí tomó cartas en el asunto pero lo tramitó con Horacio Serpa, quien no se interesó tampoco y no supe más.


CAMBIO: En el libro de Gerardo Reyes sobre Alex Saab se señala que usted recibió dineros provenientes de Saab a través de intermediarios y que los pagos se dejaban en efectivo...

P.C.: Es absolutamente falso, y es la versión de Andrés Vázquez, quien era casi como un hijo y fue asesor. Él dice que me reunía con empresarios, y eso no pasó. Y fuera de eso, dice una cosa absurda, y es que yo era intermediaria de Alex, y que las comisiones me las entregaban a mí. Pues yo creo que ese señor jamás haría una cosa de esas, ese no era su rol. Y dice además que me dejaron un millón de dólares aquí y en el apartamento. ¿Dónde mete uno un millón de dólares? y fuera de eso dan el nombre de una persona que yo ni la conozco. Yo soy separada hace ya veintipico de años, tengo una muy buena relación con la familia política de quien era mi esposo, pero pues yo a esa persona ni la conozco. Y yo soy de las que creo que el dinero deja rastros. Así que si a mí me entregaron un millón de dólares tiene que haber alguna prueba de ello. Nunca he recibido plata de Alex Saab ni de nadie. Nunca he hecho lobby y con las ganas que tienen de joderme si yo hubiera hecho algo así ya habría mil denuncias.

CAMBIO: En varios momento se ha rumorado que usted tiene un proceso en Estados Unidos, ¿averiguó si eso es cierto?

P.C.: Sí, me puse la tarea.  El presidente Duque dijo que me ocupara de averiguar de mis investigaciones en Estados Unidos. Consejo que le tomé. Contraté un abogado para que investigara. Aquí solicité una certificación de la Fiscalía, que me respondió que no tenía ningún mecanismo de cooperación activado. Estando hospitalizada, ahora hace unas semanas, el abogado concluyó el informe y negó que hubiera algo en contra mía. También me dio tranquilidad que el embajador de los Estados Unidos en Colombia ante una pregunta de mi detractora de oficio, Vicky Dávila, dijo que no se estaba tramitando ningún mecanismo de extradición, que allá no había ninguna investigación en mi contra.  Así que, puedo decir que sí me preocupé y me ocupé de mis asuntos en los Estados Unidos. Hice lo que debía hacer y yo no tengo nada pendiente.

CAMBIO: Otra de las cosas que han dicho sobre usted es que jugó con las liberaciones de algunos de los secuestrados para obtener beneficios políticos y hasta económicos. ¿Qué responde?

P.C.: Esa la acusación más alevosa que se puede hacer frente a mí. Me ha dolido mucho lo de Ingrid porque la mamá de ella, doña Yolanda, prácticamente se trasladó a vivir a mi apartamento. Viajamos juntas a varios países. Entre esos a la posesión de Cristina Kirchner, donde hubo mucho interés en la liberación de Ingrid.  Yo viajé a París con el presidente Chávez, nos reunimos con Sarkozy para trabajar con el tema. Yo jugué un papel muy importante en los Estados Unidos y lo puede certificar el Departamento de Estado, porque nosotros logramos las pruebas de supervivencia. Las Farc me pidió una foto de Simón y una de Sonia, que estaban presos allá. Le pedí a las autoridades norteamericanas y les expliqué el propósito, y ellos aceptaron y la reunión se hizo. Íbamos muy avanzados en esa mediación. Incluso me hice muy amiga de las familias de los tres contratistas gringos secuestrados. El esfuerzo de las liberaciones lo continué a pesar de todo, aún cuando Uribe nos saca de la mediación. En esas conocí a Iván Márquez y a Santrich, me los presentó el presidente Chávez. Antes ya había ido a hablar con Reyes en Ecuador. Y con eso empezamos el trabajo de las liberaciones, que no era precisamente una fiesta ni yo podía escoger a quien sacar. Pero si hay alguien por la que hicimos mucha presión para lograr su liberación fue por ella. Por eso duele lo que dice. Ella era mi compañera de Congreso. Y además, Carlos Castaño, dijo que ella intercedió por mi liberación. Así que con mayor razón sentía un compromiso con ella. Yo me la jugué por todos los liberados. Yo logré que el presidente Chávez y luego el presidente Maduro se llevaran toda la familias de los secuestrados al Hotel Meliá  para estar pendientes de las liberaciones. Entonces a mí me parece infame lo que dice ella. ¿A mi en qué me benefició políticamente? En nada. En otro país me hubieran hecho una estatua, aquí la estatua que mi hicieron fue de mierda. Lo que yo hice por los secuestrados fue por convicción, porque también estuve secuestrada y porque yo tengo un episodio de mi vida muy duro que fue la desaparición de mi hija durante cinco años. No hay peor situación que el secuestro.

CAMBIO: Todo esto de las liberaciones la convirtió en una persona muy cercana a las Farc. Por eso sorprendió tanto que usted haya sido la que les obligó a confesar su responsabilidad en el asesinato de Álvaro Gómez Hurtado...¿Qué pasó?

P.C.: No tuve cercanía con las Farc sino hasta el proceso de liberaciones. Yo apoyaba la paz. Inclusive para mí fue muy molesto darme cuenta de que Santos había condicionado los diálogos a que yo no participara y a pesar de eso cuando me necesitaron ayudé. Quien convenció al presidente Santos para que Álvaro Leyva entrara a la mesa fui yo. Eso no me hace cómplice de las Farc. Yo apoyé fue el fin de la guerra. Y con respecto a lo de Gómez Hurtado, a mí no me ha desmentido ningún testigo, porque quienes fueron a hablar conmigo fueron dos personas que mandó Héctor Moreno, que era mi amigo. Ellos me contaron absolutamente todo. Le conté al presidente Samper, quien también se mostró sorprendido. Y pues era información valiosa. Hay que recordar que el presidente Duque le pidió fiscal Barbosa cuando lo posesionó que le pedía esclarecer quién había matado a Álvaro Gómez. Pero pasó el tiempo y nadie decía nada, entonces aparece una foto de Santos, Iván Cepeda, Timochenko y Losada e irónicamente pregunté que si estaban reunidos averiguando quién había asesinado a Álvaro Gómez. Y ahí se desataron todos los demonios. A mí me molestó que se firmó un acuerdo de paz y se supone que es para saber toda la verdad y es por ello que yo empiezo a presionar. Me ha traído muchos problemas eso que hice pero yo creo que era una responsabilidad ética y sobre todo, yo no era capaz de quedarme callada con un caso así. Y si yo veo un acto de injusticia, así se me venga el mundo encima, yo si lo puedo denunciar, lo denuncio y hago todo lo posible por que las cosas estén en el orden moral y ético que necesita la sociedad colombiana.


CAMBIO: ¿Entonces si nada de lo que dicen de usted es cierto,  por qué cree que dicen todo eso?

P.C.: Yo siempre he sido una piedra en el zapato. A mí no me secuestraron gratis. Me secuestraron por mi papel como presidente de la Comisión de Derechos Humanos y de Paz, donde yo me la jugué a fondo haciendo audiencias con los campesinos, con líderes sociales, con los militares a quienes acusaban. Entonces  me convertí en una de las personas más detestadas de los cuerpos militar y de policía. Prueba de ello es que Narváez es el que convence a Castaño de que me maten. Y es Narváez también el que da la orden de matar a (Jaime) Garzón. Luego viene todo este proceso de persecución y de bombas que nos pusieron en la casa y en los negocios en Medellín. Y yo me tengo que ir del país. Me voy con todos mis hijos y me asilo en Canadá. Me devolví a Colombia porque me estaba quedando difícil sostener a la familia allá  y porque me dejé convencer de que era Policarpa Salavarrieta, que tenía que venir a salvar la patria. Y así lo hice, para luego ver que muchos de los que me pusieron en esa tarea me dieron la espalda  y terminaron de embajadores de Uribe. La persecución de Uribe contra mí ya está documentada y el Estado fue condenado. Luego viene lo que ya todo el país conoce: la inhabilidad impuesta por parte del señor Ordóñez, de 42 años. Proceso que gané después de casi ocho años. Yo creo que he sido muy incómoda para sectores de la derecha de este país. Conmigo se configura lo que es el lawfare, o sea, lo que es la persecución judicial. Ahí no importa si usted es culpable o no. Y ahí te pongo de ejemplo lo de Lula en Brasil, lo de Dilma, lo de Cristina, lo de Evo Morales.

CAMBIO: Pero quién está detrás, ¿los Estados Unidos?

P:C.: Yo no podría decir eso porque no tengo pruebas de ello, pero sí siento que la DEA ha operado aquí muy campante con autorización de los gobiernos colombianos.

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