Odessa, a la espera de los rusos
22 Abril 2022

Odessa, a la espera de los rusos

Crédito: Víctor Currea de Lugo

El principal puerto de Ucrania aguarda, entre una falsa normalidad y la ansiedad latente, la posible arremetida de las tropas de Puttin. ¿Cómo se vive esa calma chicha?

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Por Víctor de Currea-Lugo

Odessa fue bautizada así por Catalina la Grande, en honor de uno de los héroes griegos, a quienes tanto adoraba: Odiseo. En sus trincheras, los odesios aguardan a los rusos, que pueden llegar en cualquier momento. 

Hay quienes afirman que el reciente retiro de las tropas rusas de Kiev es un indicio de que Odessa no será atacada porque Rusia se limitará a ocupar el oriente. Otros, en cambio, creen que esta ciudad, también llamada la Perla del Mar Negro, podría ser bloqueada por tropas que vengan desde Crimea, al sur, y desde Transnistria, al occidente; y desde hace pocas horas aumentan los rumores de operaciones encubiertas. 

Ataques en Ucrania

El caso de Transnistria es especial y merece unas líneas: se trata de una región bajo control militar ruso que pertenece a Moldavia. Allí hubo una guerra entre 1990 y 1992, cuya negociación permitió el despliegue de tropas rusas, las cuales permanecen en el territorio a pesar de los reclamos de Moldavia. Sin embargo, hasta el día de hoy, la intervención de esas tropas rusas en la guerra de Ucrania es una conjetura. 

El puerto por donde pasó todo el mundo

Volviendo a Odessa, hace 30 milenios alguien puso aquí la primera piedra. Después vinieron muchas tribus, comerciantes y marineros; también llegaron reyes y ladrones. La ciudad fue gobernada por romanos y por hunos. Hubo otomanos y mongoles, gitanos y tártaros. Por su puerto, Odessa vio cruzar migrantes, marineros borrachos, amantes clandestinos y cosacos sedientos de aventuras. Así Odessa, como (casi) todas las tierras del mundo, puede ser reclamada por todos los que ya murieron.

A primera vista, nadie se imagina que sea un puerto estratégico de un país en guerra ni tampoco que sea un objetivo clave para Rusia, si decide atacar. La población, me explica un joven reservista, se ha portado igual que frente a la pandemia: adaptándose muy rápido a la nueva realidad. Total, la vida sigue.

La vida en su nueva normalidad

El toque de queda empieza a las 9 p.m. Escuché de lejos algunas sirenas, pero rápidamente se silenciaron. El silencio y la quietud de la ciudad es por la guerra; normalmente las calles están más llenas de gente. En el centro hay muchos sitios cerrados, entre ellos hoteles y restaurantes. Una mañana escuché un par de explosiones a lo lejos, pero nada que trascendiera.

Odessa ha sido cristiana como muchos de sus habitantes, aunque fue musulmana varios años (por lo menos estuvo pensada en clave del Corán) bajo el Imperio otomano. Ha sido rusa y ucraniana, depende del momento de su larga historia en que queramos pararnos. Hoy, sin duda, es parte de Ucrania.

En la Segunda Guerra Mundial, llegaron los nazis a ocuparla y a matar judíos, y en sus catatumbas aguantó la resistencia en armas. Como las ciudades son también de quien las sueña, no cabría en un libro todos los dueños de sus calles. Un día llegó el Ejército Rojo a liberarlos, un hecho histórico que no guarda comparación con lo que sucede ahora. 

En el sur de la ciudad, hay un gran parque de recuerdo a las víctimas de la Segunda Guerra Mundial. Pero ese monumento, como muchos otros en el mundo, se vuelve parte del paisaje. Ojalá no haya necesidad de montar en el futuro otro monumento en recuerdo de estos años de guerra. En aquella época, las tropas de Stalin abandonaron la ciudad y Odessa cayó en 73 días. 

La falsa sensación de que aquí no pasa nada

La bandera de la ciudad es amarilla y roja, le falta el azul para parecerse a la de Colombia, pero ¿para qué el mar en una bandera cuando lo tienen allí, frente a sus ojos? Veo dos ciudades en una: una más al sur, de cafeterías y tiendas abiertas con ambiente de que aquí no pasa nada. Y otra, cerca del centro y de los edificios oficiales, con barricadas y controles militares. Entre más se aleja uno del centro, más cotidiana es la vida, se mantiene el transporte público y las tiendas de barrio. 

Veo que la industria de la construcción sigue adelante, no sé si negando la realidad o enfrentándola; mientras que la playa, que mira al mar Negro, está señalizada porque hay temor de que haya sido minada.

Casas atacadas

Cerca de la estación de tren, veo un grupo de veteranos, con banderas mixtas: mitad de Ucrania y mitad de Georgia. Vienen a pelear del lado ucraniano, porque tienen pendiente una guerra contra Putin desde 2008, cuando Rusia se anexó dos partes del territorio georgiano. Los recién llegados mezclan su bandera con la ucraniana y la lucen con orgullo. 

Efectivamente, hace 14 años, alegando proteger a los ruso-parlantes, las tropas rusas se adentraron en Abjasia y Osetia del Sur, haciéndolas parte de su proyecto político. La guerra la ganó Rusia en cuestión de horas. El argumento fue el mismo que esgrime ahora en Donbass: proteger a los que hablan ruso. El enemigo de Rusia ahora es diferente, porque Ucrania es militarmente más fuerte que Georgia. 

Todos a las trincheras

Odessa ha sido en esta guerra atacada un par de veces. Uno de los que vivió de cerca las explosiones me decía: “El sonido de las bombas no puede imaginarse, hay que oírlo. Es un sonido único. Es horrible ver la gente corriendo y los vidrios cayendo en pedazos”. Cerca al famoso teatro de la Ópera, hay voluntarios civiles empacando sacos y sacos de arena para llevarlos a la playa. El objetivo es fortalecer las trincheras que ya han instalado en el puerto. 

Hoy todos temen que sea bombardeada, como lo fue en 1854 por ingleses y franceses. Ahora Odessa se prepara para la guerra, como en los años 40. Si cae, el flujo de barcos y de mercados afectaría seriamente a toda Ucrania. Si la atacan, sus calles se llenarán de sangre, como sus escaleras en la masacre de obreros de la película El acorazado Potemkin, luego del levantamiento contra la armada del Zar. Si es tomada por los rusos, repetiría la derrota vivida tras los 73 heroicos días que resistió durante la Segunda Guerra Mundial.

Daños en Ucrania

Sin embargo, no todo lo que se dice de Odessa es cierto. Toda ciudad tiene su sarta de mentiras. La masacre de obreros en sus escaleras, reflejada en la película de 1925, solo sucedió para la filmación. Odessa también nos ha mentido, como nos miente hoy la prensa en medio de esta guerra.

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