“Un viejo sin plata estorba”
27 Mayo 2022

“Un viejo sin plata estorba”

Cecilia Suárez de Hernández, madre del candidato Rodolfo Hernández.

Crédito: Yamith Mariño

Cecilia Suárez, la mamá de Rodolfo Hernández, el candidato más longevo de la actual contienda electoral, tiene 97 años, aún trabaja, es devota de la finca raíz y no tiene reparo en coger el micrófono cuando su hijo mayor no asiste a un acto de campaña.

Por: Iván Serrano

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Esa tarde de los años noventa, Mario Gabriel, sobrino de Rodolfo Hernández y nieto de Luis Jesús Hernández y Cecilia Suárez, llegó a las seis de la tarde a su casa en Piedecuesta (Santander) luego de finalizar su jornada académica.

Mario advirtió algo inusual, una de las puertas de la enorme vivienda de tapia pisada estaba entreabierta. Mario entró a la casa y vio a su bisabuela, Lola, en su silla de ruedas, mirando aterrada hacia una esquina. A su lado estaba su abuela, mamá Cecilia, como ella prefiere que le digan, amarrada con cinta adhesiva.

“Se roban los carros, se roban los carros”, gritó mamá Cecilia, apenas pudo articular palabras luego de que su nieto Mario lograra retirar las cintas…

Cuando pudo desamarrarla, el joven Hernández corrió hacia la parte de atrás de la casa y vio a cuatro personas armadas que se llevaban en un carro a su abuelo. Tres eran hombres, dos con armas cortas que apuntaban a la cabeza de don Luis, y otro que iba al volante del vehículo. Con ellos, una mujer que portaba un arma larga, casi más grande que ella, exagera ahora Mario.

 

El nieto quedó atónito. Solo los gritos de mamá Cecilia lo sacaron del estupor. La vio venir corriendo con un revólver 38 largo en una mano y una caja de munición en la otra, dispuesta a “darse plomo” con los secuestradores.

Mario se abalanzó sobre su abuela para quitarle el arma y convencerla de que no era una buena idea enfrentarse a tiros con cuatro delincuentes bien armados. Los secuestradores lograron huir llevándose a Luis Jesús Hernández, antes de que Cecilia Suárez intentara abalanzarse sobre el carro. Tras 135 días de secuestro y negociaciones, Luis Jesús regresó con su familia.

 

Dios en los cielos y plata en la tierra

Cecilia Suárez de Hernández nació en Piedecuesta (Santander), municipio que hace parte del área metropolitana de Bucaramanga, el 18 de abril de 1925. 

Fotografía: Archivo familiar

En Piedecuesta, durante los años 30, religiosos radicales, como el cura José de Jesús Trillos, pronunciaron sermones incendiarios desde sus púlpitos promoviendo  el odio entre liberales y conservadores.

Ese fue el caldo de cultivo perfecto para que años después se desatara en Piedecuesta una violencia sin ambages después del asesinato de Gaitán. De esa violencia vino el remoquete de “garroteros”, como se les dice a los piedecuestanos en Santander.

Las familias liberales como los Hernández Suárez la tuvieron difícil en un pueblo de mayorías conservadoras. Alguna vez, Cecilia Suárez, junto a su esposo y sus hijos, tuvo que huir de Piedecuesta e irse a Medellín durante un año para salvaguardar sus vidas.

Cecilia Suárez, como otras tantas mujeres piedecuestanas de su época, se casó siendo una niña. Antes de cumplir 16 años, contrajo nupcias con Luis José Hernández, un hombre mayor con quien se casó porque, como dijo en una entrevista, casarse era la única manera de salir de su casa.

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Cuando le preguntaron a Cecilia Suárez qué le había atraído de su marido, ella no mencionó ni sus ojos, ni sus palabras, ni sus maneras, solo atinó a decir “que era muy trabajador”.

Y efectivamente lo era. Luis José Hernández fue por años el sastre de Piedecuesta y, muy posiblemente, les conocía las medidas a todos los piedecuestanos que recurrían a él para que les confeccionara  vestidos, camisas, pantalones y uniformes escolares.

Quienes conocieron a Luis José lo recuerdan como un hombre metódico y discreto. Quienes conocen a Cecilia Suárez la describen como una trabajadora incansable, que manejaba volquetas, camionetas y hasta tractores en razón de su trabajo y que, incluso hasta los 85 años de edad, les llevaba la comida en ollas a los trabajadores de su finca.

De su mamá Lola, Cecilia Suárez heredó la fábrica de tabacos Monteblanco y también la convicción de que los negocios en finca raíz eran la mejor inversión. Esa convicción y ese hablado golpeado, que pareciera que sin manotear no funciona, también lo heredó Rodolfo Hernández de su madre.

Tanto trabajo de Cecilia Suárez y de su esposo se tradujo en comodidades y medios para sus hijos. Cuentan sus compañeros del colegio Santander, de Bucaramanga, que Rodolfo llegaba a clases en una moto Iso italiana, que en su época muy pocos tenían, y en la casa de los Hernández Suárez permanecían entre tres y cuatro vehículos cuando en Piedecuesta los automotores eran escasos.

Además de Rodolfo, Cecilia tiene otros dos hijos ingenieros, Alfonso y Gabriel, y un tercero que se formó como educador: Humberto.

Cecilia Suárez conserva un trapiche en su finca San Cristóbal. Allí se procesa buena parte de la cosecha de caña de la región, cultivo que ha ido perdiendo importancia, en parte, porque muchas de las tierras que se utilizaban para su siembra han sido urbanizadas por constructores como Rodolfo.

Sus nietos han subido a redes sociales varios videos con cortas entrevistas a Cecilia Suárez. La serie se llama Los consejos de mamá Cecilia. En ellos, Cecilia ha dicho que un viejo sin plata estorba y ha expresado una de sus convicciones: ”Dios en los cielos y plata en la tierra”. 

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Al parecer, esa devoción por el ahorro, el dinero y la finca raíz también ha desatado conflictos familiares. En la base de datos de la Rama Judicial están registrados seis procesos que han sido conocidos por jueces civiles y de familia por las demandas entre Rodolfo y su hermano Alfonso, pleitos de los que la familia prefiere no hablar.

Hace apenas unos días, el país se sorprendió al ver a la mamá de Rodolfo con 97 años en el acto de cierre de campaña de su hijo en su natal Piedecuesta.

Al acto no asistió Rodolfo, quien se conectó vía Streaming, pero su mamá no dudo en intervenir cuando, en medio de la multitudinaria concentración, le pasaron el micrófono: “Mijo, le agradezco en el alma todo lo que está haciendo usted por Piedecuesta”.

Rodolfo Hernández, quien ha sacudido el escenario de la política nacional con su hablado escueto y desabrochado, dio su más reciente golpe de opinión negándose a ir a debates justo en la semana previa a la primera vuelta.

Quizá si se pudiera –como se hacía en el colegio– llamar a un acudiente, ella lo habría remplazado.

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