Impuesto saludable: ¿Si influye en los hábitos de consumo?
14 Octubre 2022

Impuesto saludable: ¿Si influye en los hábitos de consumo?

Crédito: Yamith Mariño.

El debate entre las posiciones que defienden y critican los impuestos saludables a los alimentos ultraprocesados sigue abierto. Algunos defienden los efectos positivos en la salud pública, mientras otros cuestionan que se afectará el bolsillo de los más vulnerables.

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Colombia viene demostrando su interés por sumarse a los países que aplican impuestos a los alimentos y sustancias que a mediano y largo plazo tienen efectos nocivos contra la salud.

El primer paso se dio en 2016 con la inclusión del impuesto al consumo de cigarrillo y tabaco. Actualmente esa tributación está en 2.800 pesos por cada cajetilla y según estudios de la Fundación Anaás y el Consorcio de la Economía Global del Tabaco, se logró la reducción de 3,8 millones de fumadores a 3,6 millones (209.000 menos) y el recaudo se está cumpliendo según lo pronosticado.

Ahora, en la propuesta de reforma tributaria del gobierno de Gustavo Petro que todavía se debate en el Congreso, se aprobó un impuesto de 18 pesos para las bebidas que tengan entre seis y menos de 10 gramos de azúcares añadidos por cada 100 mililitros.

A partir de 2024, el impuesto subiría a 28 pesos. Para las bebidas que superen los 10 gramos de azúcar por cada 100 mililitros, en 2023 la tarifa sería de 35 pesos y en 2024 de 55 pesos por cada 100 mililitros.

Desde la Asociación Colombiana de Educación al Consumidor aseguran que el Estado destina cerca de 25 billones de pesos en atención a enfermedades provocadas por una mala alimentación y los gastos específicos atribuibles a problemas de salud como obesidad y diabetes por alto consumo de bebidas azucaras alcanzan 1,1 billones de pesos.

El debate entre las posiciones que defienden y critican los impuestos a los ultraprocesados está abierto. Algunos defienden los efectos positivos que se pueden lograr en salud pública, mientras otros cuestionan que simplemente se afectará el bolsillo de los más vulnerables.

De ahí el cuestionamiento de si en realidad estos impuestos saludables cambian los hábitos de consumo.

Organizaciones como la OMS y la OPS han emprendido campañas activas a favor de los impuestos saludables en todo el mundo. Sus argumentos además de la reducción en el consumo de productos no saludables están relacionadas son la generación de ingresos fiscales inmediatos, la potencial reducción de costos en atención médica de enfermedades no transmisibles y el aumento de productividad laboral.

Según la Organización Panamericana de la Salud, las personas con bajos ingresos son las más beneficiadas con los impuestos saludables dado que esa medida progresiva se ve reflejada en reducción de costos de atención médica.

Los organismos internacionales también destacan que gravar las bebidas endulzadas es una medida costo-eficaz que puede ayudar a reducir la obesidad, la diabetes tipo 2 y la caries dental.

Según expertos citados por la OMS, es probable que los consumidores habituales no tengan en cuenta las consecuencias negativas para la salud, aún si las conocieran -eso está probado-, pero este impuesto es una manera de “internalizar los costos externos” debido a que el precio del mercado no contempla el costo integral (atención a salud y disminución de la productividad).

Entonces, al cambiar los precios relativos, sí se puede incidir en los comportamientos de consumo.

¿Qué dice la experiencia?

Los impuestos saludables ya conquistaron buena parte de Europa y la tendencia empieza a permear los países de América Latina y Asia.

México, uno de los países referentes de la medida en la región, logró una reducción del 6 por ciento en el consumo de bebidas azucaradas un año después de que el instrumento de política fiscal fuera implementado.

Chile, Costa Rica y Barbados son otros países de América Latina y el Caribe que han aplicado estos impuestos selectivos.

Por otra parte, en Reino Unido el impuesto a las bebidas azucaradas, llamado Soft Drinks Industry Levy, no solo redujo el consumo, sino que también condujo a una reformulación generalizada para reducir los niveles de azúcar en las bebidas endulzadas, eliminando un total de 45 millones de kilos de azúcar cada año.

Sudáfrica, por su lado, introdujo un impuesto inicial a azucarados del 10 por ciento que creció gradualmente hasta llegar a un 29 por ciento. En este país la compra de bebidas azucaradas cayó un 57 por ciento en los hogares con menos recursos.

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