La ruleta rusa que se juega un experto antiexplosivos en el Catatumbo

La ruleta rusa que se juega un experto antiexplosivos en el Catatumbo

Crédito: Ejército Nacional

Un suboficial de la Segunda División del Ejército relató cómo se enfrenta a la muerte. Más de 70 artefactos explosivos han sido desactivados en lo transcurrido del año.

Por: Javier Patiño C.

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Menos de cinco minutos. Ese era el tiempo que marcaba el temporizador instalado en el carro bomba. El vehículo había sido puesto por el ELN en la vía que comunica a Tibú con la Gabarra, en Norte de Santander. Con una temperatura de más de 37 grados, un suboficial del grupo antiexplosivos abrió la puerta de la cajuela para descubrir la carga explosiva. En cuestión de segundos separó los cables y puso una contracarga. Lentamente se alejó y desde un sitio distante observó la explosión controlada. La misión había sido un éxito, al evitar que la carga hubiera afectado a las personas que transitan por esta importante vía.

antiexplosivos

El héroe de la jornada es el sargento viceprimero Giovanni Pérez, suboficial de la Segunda División del Ejército, quien lleva más 16 años como integrante del grupo antiexplosivos. ¿Por qué enfrentarse diariamente a la muerte? Es la pregunta que le hacen sus seres queridos, que todas las mañanas lo despiden con una bendición y un adiós desde la ventana de su casa en Cúcuta.

“Antes de tomar el curso antiexplosivos pensaba algo parecido, pero las ganas de pertenecer a ese grupo me ganó. Luego, ya no pude mirar atrás. La decisión estaba tomada”, afirma el suboficial. 

El sargento recuerda que el momento más importante es cuando utilizan el uniforme antiexplosivos, que los hace ver como seres de otro planeta: consta de una chaqueta y un casco fabricado en fibra sintética Klevar y pesa más de 80 kilos.

“El miedo es el instinto de supervivencia, si no lo hay, no fluye la adrenalina que toca saber manejar. Aquí es fundamental el trabajo en equipo con los compañeros, el perro que detecta la carga y en algunos casos de un robot, todo esto ayuda a uno a calmarlo. Pero lo más importante es encomendarse al de arriba y centrarse en la tarea”, dice el sargento.

Para Pérez, esta labor la realiza todos los días, por convicción y no por obligación. La satisfacción más importante es que al desactivar una bomba, le quitamos un triunfo al enemigo al salvar vidas y evitar daños materiales.

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Por estos días los reportes de artefactos han aumentado 80 por ciento. Durante lo corrido de 2023 se han destruido de forma controlada tres vehículos acondicionados con explosivos sobre ejes viales estratégicos del departamento, más de 30 artefactos explosivos improvisados instalados sobre caminos veredales y vías terciarias, más de 60 minas antipersona y seis medios de lanzamiento que, de haber sido activados, habrían causado incontables daños materiales y una cifra importante de víctimas fatales.

“El mayor premio es que los ciudadanos valoren nuestro trabajo, tampoco ganamos más plata por estas tareas, aquí lo más importante es que las personas puedan transitar sin miedo de ser víctimas de un artefacto explosivo”, afirma Pérez.

Se trata de un trabajo en silencio, en turnos de 24 horas. Cuentan con varios días de descanso, pero la presencia en las últimas semanas de explosivos instalados por el ELN no les han dado respiro. “La tarea sigue y nuestras familias entienden que no podemos estar con ellos, así es nuestra vida”, concluyó el uniformado.
 

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