Cuerpo, alma y democracia: el impacto sanador del arte en Colombia

Crédito: Alcaldía de Santiago de Cali

7 Abril 2024

Cuerpo, alma y democracia: el impacto sanador del arte en Colombia

Recorrimos cuatro ciudades del país para descubrir, de la mano de reconocidos gestores culturales, cómo a través de las diferentes manifestaciones artísticas se construye ciudadanía y se fortalece la democracia en los territorios.

Por: Natalia Romero Rosanía

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En Colombia, las manifestaciones artísticas y culturales desempeñan un papel determinante como poderosos instrumentos de expresión y resistencia en un contexto histórico marcado por desafíos políticos y sociales. En un país donde la voz del pueblo ha sido históricamente silenciada por conflictos armados y desigualdades profundas, el arte emerge como un medio de empoderamiento y catalizador de cambio, facilitando la inclusión, el diálogo y la reconciliación necesarios para la construcción de una democracia más justa y robusta. 

Cuatro miradas sobre el propósito del arte  

Para profundizar en la relación entre el arte y la democracia en Colombia, conversamos con el psicólogo y museólogo, Juan Ricardo Barragán, así como con la directora del Museo de Antioquia, María del Rosario Escobar; el curador de arte y miembro del comité editorial del proyecto ‘Corre la voz’, Alejandro Martín; y con el director de El Colegio del Cuerpo, Álvaro Restrepo. 

El arte para manifestarnos - Juan Ricardo Barragán

“La democracia no sólo se entiende como la participación a través del voto, sino también como la estructura que permite el reconocimiento de los derechos y la participación de las personas en el proyecto de Nación. Y el arte permite abordarla desde otros lenguajes y desde otras perspectivas porque nos da la posibilidad de manifestar aquello que queremos decir cuando el habla o la escritura quedan cortos, mediante la sublimación de las emociones a partir de la experiencia estética”. 
Juan Ricardo Barragán

El arte para conectar, sensibilizar, emocionar, conmover y aprender - María del Rosario Escobar 

“El arte no sólo nos entretiene sino que también nos ayuda a viajar por fuera de nosotros mismos hacia las mentalidades y sensibilidades de los otros. Estos viajes, que no requieren de un desplazamiento físico, nos ubican en un lugar de sensibilidad en el que podríamos aprender muchísimo. Es un aprendizaje seguro, fiel, poderoso, que pasa por la experiencia de la belleza o del asombro, y que tiene la capacidad de conmovernos hasta las lágrimas. Este tipo de emociones, que a veces son tan esquivas en un mundo identificado con la productividad, son las que el arte nos puede dar”.

El arte para tender puentes y unir - Alejandro Martín 

“Nuestra principal preocupación cuando decidimos desarrollar el proyecto ‘Corre la voz’ era lograr canalizar la explosión de los jóvenes que vimos con el paro nacional, con el fin de conectarnos con las maneras en las que se rige la sociedad de la que todos somos parte. Queríamos colaborar, desde la comunicación y las artes, entendiendo las manifestaciones artísticas no como algo lejano que sucede en espacios particulares, sino como los diversos lenguajes que utilizamos en la cotidianidad y en lo público como son las manifestaciones audiovisuales, corporales y gráficas. Nuestro reto fue descubrir cómo, desde ahí, generar los puentes necesarios para que se dieran todas las discusiones importantes que suceden a través de los distintos lenguajes y crear conexiones y espacios para estar juntos”. 

El arte para formar mejores ciudadanos - Álvaro Restrepo

“En El Colegio del Cuerpo educamos para la paz a través del arte, pues estamos convencidos de que educación y arte unidos pueden hacer una contribución gigantesca para formar ciudadanos mucho más integrales, sensibles, empáticos, creativos y compasivos, en el sentido de padecer y compadecer a los otros, de entender la realidad de los otros”. 

En Bogotá crece el interés por las artes vivas

Juan Ricardo Barragán, quien se ha desempeñado como coordinador del grupo de educación del Museo Nacional, destaca dos experiencias impulsadas por éste en las que se evidencia la relación entre el arte y el fortalecimiento de la democracia en Colombia. “En el museo tenemos escenarios para que las personas reflexionen, a través de otras formas, sobre temas como la identidad y la reconstrucción de la memoria. Además de las exhibiciones permanentes, procuramos contar siempre con agendas artísticas, culturales y académicas que permitan que las personas se acerquen a la reflexión sobre la identidad y el territorio a través de otras expresiones del arte, pues por medio de estos diferentes lenguajes, de las artes vivas, del movimiento y de expresiones corporales, los artistas manifiestan las situaciones que padecemos”, dice. 

Así se evidencia en la exposición de las obras de artistas contemporáneos del Caribe ‘Constelaciones e insurrecciones tropicales’, que actualmente se presenta en Madrid, España. Uno de los artistas participantes de esta muestra, es Dayro Carrasquilla, del barrio Nelson Mandela, de Cartagena, quien a través de intervenciones en los dientes hace una reflexión política y social de su territorio. “Cada vez hay un mayor interés por las artes vivas, pues es a través del cuerpo que se tramitan las secuelas del conflicto. En el caso específico de la obra de Carrasquilla, la reflexión se hace a través de la boca”, explica Juan Ricardo Barragán.

Anteriormente, con la exposición ‘Nación Hip Hop: Colombia a ritmo de una cultura’, el Museo Nacional buscó incorporar relatos que históricamente no habían estado presentes en las narrativas nacionales. Con ella se les dio a las personas la oportunidad de conocer otras formas de la cultura y del arte hecho en Colombia. Según Zkirla, representante del hip hop colombiano y quien hizo parte de esta exposición, “mostramos una realidad que, aunque vive latente en muchos barrios, hay quienes la desean ocultar. El hip hop es la voz de los que no tienen voz, la danza prohibida, la estética que rompe moldes y el sonido crudo y no convencional. Ese es el hip hop, el que llega a lugares insospechados, en donde en ocasiones falta la esperanza. Nosotros podemos crear esperanza. En zonas remotas, a falta de educación, aparece el hip hop y la fuerza de sus elementos hacen que Colombia reaccione social y políticamente”, explica. 

Museo Nacional
Exposición ‘Nación Hip Hop: Colombia a ritmo de una cultura’.
Foto: Museo Nacional de Colombia. 

Para Barragán, esta exposición fue un espacio de sanación. “Cuando dejamos salir y expresamos el dolor que nos causó una situación difícil a través de una manifestación artística, esto nos da la posibilidad de incluir otros elementos que en el marco del lenguaje convencional no hubiera sido posible. Lo expresas, lo gritas, lo cantas, lo pintas, lo bailas… ¡lo tramitas! Y esto hace parte del proceso de sanación. Adicionalmente, cuando otro ciudadano escucha tu mensaje, logra ponerse en tus zapatos y te entiende, lo cual es clave en la configuración del desarrollo de la democracia en un país”, puntualiza el psicólogo y museólogo.

En Medellín el museo es un espacio seguro para dialogar

El Museo de Antioquia cuenta con salas permanentes que no sólo muestran la historia del arte, sino que invitan a reflexionar sobre asuntos de la vida cotidiana que son de gran interés para la gente común y que influyen en cómo vemos el mundo hoy. “Con nuestro programa ‘Museo 360’ generamos conversaciones directamente con la ciudad, con la calle y con la acera. De esa manera siempre estamos interpelando no solamente las obras artísticas, sino también al público a través de preguntas sobre la noción del territorio, de la apropiación social del arte y del centro de la ciudad. Esto nos permite darles voz a las comunidades que difícilmente hacen parte del diálogo social. Generamos esta transversalidad no sólo en la conceptualización del trabajo sobre el arte, sino también con las comunidades. Somos un museo que genera conexiones, diálogos y puntos de encuentro a partir del arte o a propósito del arte”, reflexiona María del Rosario Escobar, directora del Museo de Antioquia. 

Museo de Antioquia
Foto: Museo de Antioquia. 

En este establecimiento, con entrada gratuita para las personas de estratos uno, dos y tres, no se hacen visitas guiadas sino mediaciones. “Partimos de la pregunta y de la conversación como principio claro para hablar no sólo de arte, sino también de la vida. Hacemos del arte una manera de aprender sobre la historia, los universos de representación, los paradigmas y todo eso que constituye la vida cotidiana. Los museos son espacios seguros para diálogos y conversaciones improbables, a través de los artistas y el público. Son ese lugar de conversación, de salto, inclusive cuántico, o de un desplazamiento total con relación a los universos de sentido”, añade la directora.

Algunas de las principales conversaciones que nacen dentro de las salas del Museo de Antioquia se relacionan con la equidad y los asuntos de género, las mismas que se dan en las calles de la ciudad. “También se abren debates de índole ciudadano y democrático que tienen que ver con las siguientes preguntas: ¿Qué significa lo antioqueño?, ¿Cuál es la idea de progreso en Antioquia?, ¿A quiénes ha incluido y a quiénes ha excluido esta idea?, ¿Cuáles son las condiciones urbanísticas del centro de Medellín? Y, por ende, estos son los temas que incluimos en nuestras exposiciones y en nuestras publicaciones en las redes sociales”, concluye María del Rosario Escobar. 

María del Rosario Escobar, directora del Museo de Antioquia. 
María del Rosario Escobar, directora del Museo de Antioquia. 
Foto: Museo de Antioquia.

En Cali los murales cuentan historias y exigen justicia 

Durante el desarrollo y ejecución del proyecto ‘Corre la voz’ se encontró que los jóvenes caleños se están expresando a través de lo musical y de lo audiovisual, y que también están buscando la forma de acercarse más al teatro, pues están pensando en modos de actuar y de trabajar su cuerpo. “Todo esto está muy atravesado por lo que pasa en las redes sociales que, a su vez, están muy conectadas con las cosas que están sucediendo en los espacios físicos, como es el caso de los murales y de las intervenciones en los espacios físicos de la ciudad. Las redes sociales son un canalizador y median en todas las demás formas en las que los jóvenes se expresan y se comunican”, plantea Alejandro Martín. 

Para entender cómo piensan y qué quieren los jóvenes en Cali, un buen punto de partida es detenerse a observar lo que expresan a través de los murales, estratégicamente ubicados en las zonas de mayor concurrencia de la capital del Valle. “En los murales se siente muy fuerte la pugna por el espacio público en Cali y todo lo relacionado con las movilizaciones sociales del último paro nacional. Aquí queda claro que mientras para una parte de la población es muy importante rendirles un homenaje a las víctimas, para otra hacer estas ofrendas es una forma de legitimar lo que consideran actos de violencia. Se ha visto que cuando se pinta un mural en honor de las víctimas, al poco tiempo otros les dibujan otra cosa encima. Esto genera mucho caos, mucho odio en la ciudad”, revela el curador de arte. 

Alcaldía de Cali
Foto: Alcaldía de Santiago de Cali.

No hay duda de que la discusión sobre la memoria de lo que pasó y de cómo se está implementando la justicia está muy viva en Cali y en varios de sus barrios. “Un ejemplo muy bello y valiente es el de Siloé, en donde se ha coordinado la discusión legal y política con la discusión artística. En este barrio no sólo se creó un tribunal para hacer seguimiento a los casos de sus víctimas, sino que además se trabaja en todas las capas para entender lo que pasó: la comunidad acompaña a las familias en su duelo y hace intervenciones en los espacios para que se recuerde y se siga discutiendo lo que sucedió, enfatizando en que está pendiente la aplicación de la justicia para que se castigue a los culpables y, sobre todo, para que se hagan las correcciones necesarias. Por medio de la intervención de los espacios no sólo usan el arte para comunicar y recordar, sino también para pelear, actuar y producir unos cambios no sólo en los espíritus de las personas, sino también en las prácticas y en las formas de hacer política”, subraya el curador de arte Alejandro Martín.

En Cartagena se sanan las heridas bailando 

Álvaro Restrepo fundó El Colegio del Cuerpo, un espacio educativo que inició labores hace 25 años en Cartagena para detectar talentos desde lo más temprano que sea posible, sobre todo entre la población afromestiza, que tiene un don natural para la expresión, para la música, para el baile y para los lenguajes artísticos en general. Adicionalmente, en el cumplimiento de su objetivo principal de detectar y formar talentos, el fundador ha encontrado en la danza una forma de sanación individual y colectiva a través del cuerpo. “En este sentido siempre hago referencia a mi maestra en Nueva York, la gran sacerdotisa de la danza moderna, Martha Graham. Ella decía que el cuerpo nunca miente porque no sabe mentir y no puede mentir. Cuando hablamos de la verdad, en términos de lo que conocemos de este conflicto atroz que hemos vivido en Colombia, el cuerpo tiene mucho que enseñarnos. Todo está escrito en el cuerpo. Este país que ha tratado el cuerpo con tanta violencia, con tanta sevicia, tiene mucho que curar, mucho que restaurar”, asegura el bailarín y coreógrafo cartagenero. 

El colegio del Cuerpo
Foto: El Colegio del Cuerpo.

Él está convencido de que a través de la educación del cuerpo, de la apropiación y de la recuperación de ese valor sagrado que es nuestra dimensión corporal, también se puede recuperar el alma, curar el alma herida y el cuerpo herido de Colombia. “Creo que el cuerpo es todo. Además de lo físico, el cuerpo es el alma y el espíritu. Toda la totalidad de lo que somos está en nuestro cuerpo, en esa dimensión temporal y de espacio que es nuestro propio cuerpo, que también es territorio. Si no hacemos las paces con el cuerpo y si la educación sigue sacándole el cuerpo al cuerpo y no enfrentamos realmente todo lo que tenemos dentro de nosotros mismos y lo que somos, estamos limitando mucho al ser y sus posibilidades de apropiarse de la realidad”, resalta. 

Es muy consciente de su responsabilidad frente a El Colegio del Cuerpo, pues sabe que educando a los jóvenes por medio de la danza está contribuyendo a la paz y la transformación social en Colombia. “Actualmente estamos construyendo una nueva sede en Pontezuela, en las afueras de Cartagena, en donde trataremos de consolidar un epicentro cultural en el que confluyan todas las comunidades del ‘Estrato T’, es decir, del ‘Estrato Talento’ y del ‘Estrato Todos’, ya que en esta zona también se están construyendo proyectos urbanísticos de estratos muy altos, que tendrán que convivir con la población afrodescendiente que habita en los barrios marginales de esta parte de la ciudad. Aquí, en este territorio, se está gestando una realidad social que es una bomba de tiempo muy complicada”, agrega.

Álvaro Restrepo
Álvaro Restrepo, fundado de El Colegio del Cuerpo.
Foto: Álvaro Restrepo.

Es por esto que Restrepo entiende El Colegio del Cuerpo como un gran laboratorio de innovación y de inclusión social. Más que una escuela de baile, está desarrollando un centro cultural, que además de ser un lugar en el que se pueda mostrar el trabajo artístico de los alumnos de El Colegio del Cuerpo, también funcione como una escuela de oficios en las artes escénicas. “Este centro, que visualizo como una estrella de cinco puntas, se va a llamar NACE, pues es la unión de Naturaleza, Arte, Cuerpo y Educación. Gracias a él seguiremos trabajando con los sectores más desfavorecidos de esta sociedad, sabiendo que hay un talento gigantesco allí, para que los jóvenes tengan muchas más oportunidades”, concluye Álvaro Restrepo. 

El arte como aliado que nutre y moldea la democracia

El arte ofrece una posibilidad para tramitar lo padecido y pasar la página. Es un catalizador que permite que todas las dimensiones del ser se manifiesten a través de diferentes formas del lenguaje y, en ese sentido, juega un papel importante en la consolidación y conservación de la democracia al permitir nuevas formas de participación, expresión libre, reflexión crítica, auto representación e identificación, además de nuevos espacios de sanación y reparación. 

En Colombia, el arte emerge como un medio de empoderamiento y catalizador de cambio, facilitando la inclusión, el diálogo y la reconciliación necesarios para una democracia más justa y robusta. En este contexto, el arte no sólo refleja la democracia, sino que también la moldea y nutre, ofreciendo una vía para sanar heridas individuales y colectivas, y construir un futuro más esperanzador y equitativo para todos. 

Esta nota hace parte de la serie periodística “Pensar con otros” realizada en alianza por CAMBIO y Grupo SURA. Creemos que entre todos podemos aportar a la construcción y fortalecimiento de la ciudadanía y la democracia en Colombia.

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