Entrevista con el vocalista de los Petit Fellas sobre su nuevo álbum, un homenaje al fútbol, el padre y la infancia
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Nos tomamos un café con Nicolai Fella para hablar de 'Estado Popular Del Alma', su nuevo disco, de fútbol, la infancia, el padre, la vida...
CAMBIO: ¿Desde cuándo tiene este disco en el cuerpo?
Nicolai Fella: Toda una vida para hacer este disco. En mi cuerpo está desde que cogí una pelota por primera vez. A los cuatro o cinco años. Luego me encuentro con Juan Villoro, o Eduardo Sacheri, que dice “El fútbol es una visita semanal a la infancia”. Y yo, ¡paca!, me estallo, porque estoy en un proceso con el niño. Pero no sé cómo abordarlo. Y el fútbol me da una puerta para hablarle al niño y desde el niño.
CAMBIO: ¿Cuánto tiempo duraste escribiéndole?
N.F.: En estricto rigor, dos o tres años. Como una obsesión. Esto se volvió una obsesión –y sin saber si la gente me iba a entender–. De hecho la gente me dice “no parce, a mí ese disco no me gusta”.
CAMBIO: ¿Para quién es este disco?
N.F.: Para mi niño y para mi padre.
CAMBIO: ¿Por qué para su padre?
N.F.: Mi padre es todo para mí, ¿si pilla? Ya no le pongo el peso del héroe. Pero sí es un antihéroe, que a su manera puede hacer cosas increíbles. A mí nunca me faltó un plato en la mesa. Siempre tuve dónde dormir. Siempre tuve cosas lindas. Y todo lo que me faltó, él no dejó que me diera cuenta. Mi padre me enseñó la vida con el fútbol. Me enseñó que uno embola los guayos, parce, porque eso es respeto. El man fue el que me dijo: ¡Se madruga! Me acuerdo la primera vez que me llevó al colegio, en la primaria, y me dijo que cuando aprendiera a leer, ese día me llevaría a una escuela de fútbol. El man creía que me estaba entregando el fútbol, pero me estaba entregando la palabra. Y mire hoy lo que yo hago. ¡Pura palabra! Me lo enseñó alguien con palabra. Hay una santa trinidad: El fútbol, mi padre y yo.
CAMBIO: ¿Qué más enseña el fútbol?
N.F: Algo hermoso que enseña el fútbol es saber perder. Pero hay algo más hijuep****: saber ganar. Creo que eso es muy profundo. Mi padre fue muy estricto conmigo. Piensa que él armaba equipos de micro y nos dirigía y traía chinos de Soacha y de Suba y a mi mejor amigo del barrio y armaba un combo… Pero si hacíamos gol no nos dejaba celebrar. "¡A volver, a volver, a volver!". Me enseñó de respeto. De lealtad. De Millos. De estar en la mala. Yo seguí siendo hincha de Millonarios, incluso cuando era el del “arroz con huevo” por mi padre. Al primer clásico que me llevó, en el estadio, como perdimos al final se arrodilló y me dijo: “En el fútbol se pierde, hay que aprender a perder, pero el fútbol siempre da revancha”.
Lo que hice en la canción Cosas de DT fue sacar todas las reflexiones que el man me dejó y las rimé.
CAMBIO: ¿Se vive como se juega?
N.F.: Claro. Uno sabe que si a un man uno le echa el balón al vacío y no corre... uno sabe cuáles son los que corren y se estallan.
CAMBIO: ¿Cuál fue el primer templo en el que jugaste?
N.F.: Hay algo hermoso con los videoclips que estoy haciendo de este disco. Hay un tema, El Volante, en el que digo "Yo de cancha en cancha curando mis ofensas/ pagando mis revanchas/ subiendo mis defensas". Entonces yo cojo al niño interior y me voy de cancha en cancha. A Soacha Compartir. El barrio de mi abuela: allá al fondo hay un club social, que en realidad es una cancha de fútbol y dos canchas de micro y unos elefantes en piedra. Ese es el primer recuerdo que tengo de patear la pelota.
Cuando entré por primera vez al estadio de Soacha, ahí le dije a mi padre que lo que yo quería era ser futbolista.
CAMBIO: ¿Qué hacía su padre?
N.F.: Era juez. A mí me crio un juez. Eso es lo que digo que esa forma tan estricta con la que él entendía el fútbol, las márgenes, la ética. Yo decía cancha de fútbol y él decía: "¡No, no, esto no es cancha de fútbol, es campo de juego!" Y yo: "que no, que qué va, pregúntele a los chinos y verá que también dicen cancha".
CAMBIO: ¿Cómo quién jugaba?
N.F.: Como Riquelme. Mi papá me enseñó a jugar como Román. "¡Mire cómo abre los codos, mire cómo protege el balón", decía.
CAMBIO: ¿Cuándo entra la música en su vida?
N.F.: A los 14 años. Esa edad en la que uno se enamora de algo. Yo vengo de una generación que encontró identidad en la música. Lo mío fue con el rap. Gracias a un primo que llegó un día a decirme que se volvió rapero. Yo escuchaba puro Charly García, Fito, todo el rock argentino que me cupiera. Pero cuando mi primo empezó a rimar, yo dije que yo también podía. El rap me hizo conocer la democracia. Había que entrenar, sí, pero no me pedía voz bonita, ni que afinara, me pedía palabras bien escritas. Yo desde los 10 años escribía cuentos sobre Dios y el Diablo. Con el rap me vuelvo más político, más rebelde, me enamoro de la película y ya nunca más la dejé.
CAMBIO ¿Cuándo se dio cuenta de que el sueño de la música podía ser posible?
N.F.: Después de la universidad. Con 23 años. Ya me había graduado de Periodismo y estaba estudiando como segunda carrera Medios Audiovisuales. Pero perdí Constitución Política. Yo nunca había perdido una materia. Entonces me dije: ya no estoy tan juicioso. La segunda carrera ya me la estaba pagando yo con el Icetex, entonces no, suerte, me decidí por la música y el disco que había estado escribiendo durante los cuatro meses de esa segunda carrera.
Crédito: Nicolás Caballero
CAMBIO:¿Se parecen tocar en un estadio y entrar a jugar a una cancha de fútbol?
N.F.: Se parecen mucho. Todo. Le voy a decir mi conclusión. Futbolistas y músicos perseguimos lo mismo: tres minutos de alegría. Eso es lo que yo construyo en una canción, que la gente cante, salte, se abrace; el futbolista igual, tres minutos de alegría. Compartimos muchas cosas: ir de ciudad en ciudad a ganar. Si no entrena, paila. Hay que trabajar en equipo. Muchas cosas. Yo con mi banda quiero ser campeón del mundo.
CAMBIO: Dos conciertos memorables...
N.F: Rock al Parque el año pasado. Hay una barra que tengo. “Hay que sacar la casta en las canchas más calientes”. Eso. Una cancha caliente. 90.000 personas viéndonos. Hay un momento en el que pedimos que saquen luces. Cuando sacan las luces yo le vi los ojos a Dios. ¿Por qué me pasa esto si yo soy un pelado común?
El partido debut. En el planetario. En 2012. Entrada libre de 350 personas y se quedaron como 350 personas por fuera. Esa vez vendí todos los discos. Los agoté. Hay cosas que son gratuitas y otras que no se regalan. El respeto es una. Esa noche me le gané el respeto al cucho. Me dijo que no sabía que esto era así. “Te estás ganando hoy lo que yo me gano en cuatro meses”.