“La lectura es transversal al desarrollo de un país”: Marcela Escovar
Marcela Escovar, con un libro en la mano, durante un evento de 'Picnic de Palabras' en Subachoque, Cundinamarca.
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‘Picnic de palabras’ es un libro que narra la travesía de un proyecto de promoción de la lectura que nació en un parque de Bogotá y que, 11 años después ha impactado en diversos lugares del mundo. Un libro que escribió Marcela Escovar, el motor de este proyecto de gestión cultural.
Por: Eduardo Arias
Hace once años, a Marcela Escovar se le ocurrió llevar a unos niños y a sus padres a una jornada de lectura al parque del barrio Nueva Autopista, que va de la carrera 19 a la paralela oriental de la Autopista Norte entre las calles 136 y 137. Así nació Picnic de Palabras, un proyecto de promoción de la lectura que ha sido replicado en diversas partes de Colombia y del mundo, que ha mutado, que ha tenido sus momentos de incertidumbre. De eso trata el libro Picnic de Palabras. De contar la historia de este proyecto que logró sobrevivir a la pandemia y que sigue en marcha gracias al empuje de Marcela. Ella estudió Literatura en la Universidad de los Andes, y tiene una maestría en Educación con enfoque en Literatura Infantil y Alfabetización de la Universidad de Glasgow. Durante más de 15 años ha trabajado como gestora cultural alrededor de la lectura y la escritura en instituciones públicas y privadas. En cinco de esos años trabajó en el área de formación y promoción de lectura de la Biblioteca Nacional. En 2023, publicó desde Picnic de Palabras la primera colección de libro Arribabajo, con Corocoro, un colectivo de autores de libros para niños. CAMBIO habló con ella acerca de su proyecto y de los alcances de la lectura.
CAMBIO: ¿Cuál piensa usted que es el motor que en estos 11 años le ha permitido mantener y, además, evolucionar de semejante manera un concepto tan sencillo y a la vez tan evocador como leer en un parque a la sombra de un árbol?
Marcela Escovar: Yo creo que el motor, incluso en los momentos de duda o de cansancio, ha sido el haber encontrado en la lectura un lugar donde respiro y donde tomo aire incluso en los momentos más difíciles. Si para mí algo es relevante considero que quizás también lo pueda ser para otros. En esa posibilidad está la razón, la gasolina para sostener este proyecto.
CAMBIO: Usted cuenta una experiencia con su padre, quien le inculcó desde niña el amor por la lectura.
M. E.: Entendí que al leerle a él en voz alta en un momento tan difícil me permitía compartir con él, estar en otra narración, en otro tiempo, en otro espacio. Siento que esos momentos facilitan experiencias que movilizan la imaginación para soñar, para conectar desde otras formas, maneras y lugares con uno y con el otro. Después de que cerramos el libro volvemos al mundo con más información o con otro tipo de información, con otro tipo de experiencias e incluso el cerebro viene actualizado para asumir los retos de la vida desde un nuevo lugar, no sólo enfrascados en el dolor o en la tragedia, sino que siempre hay luz. Entonces siento que lo que me ha permitido sostener y evolucionar este proyecto y conectarlo con ir a un parque a leer a la sombra de un árbol es el potencial que tiene la lectura como un faro de luz en nuestras vidas.
CAMBIO: Con base en su experiencia, ¿por qué razón los libros siguen vigentes en un mundo que parece avasallado por las pantallas?
M. E.: Siento que siguen vigentes porque en sí mismos los libros son experiencias. El libro era un bien de lujo en la antigüedad y hoy en día también lo es. La literatura infantil sí que es un bien de lujo. A pesar de que tenemos pantallas y podemos leer incluso novelas en Kindle o tenemos los audiolibros, en el caso de la literatura infantil tenemos algo muy poderoso. Los libros son objetos y son la entrada a museos que están contenidos en unas cuantas páginas y están ligados a una experiencia estética que conecta colores, formas, dimensiones. Toda esta mezcla de posibilidades son las que permiten que los libros sigan vigentes. Hay un boom de la literatura infantil, de la literatura ilustrada, de que la gente esté enamorada de este tipo de formatos porque nos hemos vuelto una cultura cada vez más visual.
CAMBIO: Uno oye decir que en Colombia se lee poco (o que casi nadie lee), pero lo que usted cuenta en su libro pareciera contradecir por completo esa aseveración.
M. E.: Desde mi perspectiva la lectura, como la medimos, quizás está mal medida. Yo sí creo que la lectura va más allá de decodificar las palabras cuando leemos. Es muy interesante porque Colombia es uno de los países con menos analfabetismo. Tenemos como un 99 por ciento de cobertura. La gente está cada vez más conectadas para aprender y para aprender tenemos que leer. En Colombia la gente sabe leer y escribir. Sin embargo, que lo sepan no garantiza que comprendan. Ese es uno de los temas en que todavía tenemos que seguir trabajando y fortaleciendo.
CAMBIO: ¿Qué tan importante es el hábito de la lectura?
M. E.: La lectura es transversal al desarrollo de un país desde muchos frentes porque sostiene el desarrollo cognitivo de los niños, de los lectores, de la gente que se acerca a los libros. Es gimnasia para el cerebro y en la medida que uno va aprendiendo desarrolla más habilidades y con esas habilidades va ampliando este proceso de desarrollo de conocimiento y aprendizajes que va abriendo más puertas. Creo que sobre eso sí se está generando más conciencia, sobre todo después de la pandemia.
CAMBIO: ¿La lectura en voz alta y compartida tiene algún efecto especial? ¿Existe alguna diferencia entre leer con los ojos y “leer” con los oídos?
M. E.: Sin duda. Yo sugeriría que leemos con el cuerpo y que cuando nos leen nos están prestando la voz para acariciarnos con las palabras. Y no es solo una caricia auditiva sino también como una caricia que llega al alma. Para mí eso es muy poderoso e incluso muy poético. Con los ojos leemos, detallamos, observamos, decodificamos, jugamos, vemos lo que de pronto otro no está viendo y podemos compartir ese descubrimiento. Creo que con los ojos exploramos y podemos ver la generalidad pero también el detalle. En la medida que vamos afinando la lectura podemos trasladarlo no sólo a los libros sino a nosotros mismos y a los otros. Incluso a nuestro espacio, a nuestro contexto, a nuestra casa, a nuestro cuarto donde también estamos, habitamos y también donde somos.