La voz de los editores independientes
Felipe González.
Crédito: Foto: Ezequiel Zaldenwerg.
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En Colombia las editoriales independientes de libros han tomado una gran relevancia en los últimos años. Ahora son protagonistas en las ferias del libro que se celebran en el país y en otras ciudades del mundo. 76 de ellas forman parte de la Cámara Colombiana de la Edición Independiente, que se creó hace menos de un año. Felipe González es su director.
Por: Eduardo Arias
A pesar de las dificultades propias de la industria editorial, las editoriales independientes se han ido consolidando en Colombia. Gran parte del mercado lo dominan multinacionales y distribuidoras de libros importados. Sin embargo, el nicho de las editoriales independientes crece cada año en Colombia, y se han convertido en una alternativa tanto para lectores que quieren conocer voces nuevas como para autores que comienzan su carrera. También realizan otra tarea, que es la de reeditar libros que se publicaron en el pasado en otras editoriales y que habían desaparecido de los estantes de las librerías.
El pasado 22 de junio se creó la Cámara Colombiana de la Edición Independiente, que agremia a 76 editoriales independientes. Su director es Felipe González, que en 2007 fue uno de los fundadores de la editorial Laguna Libros, de la que siempre ha sido su director editorial. González nació en 1984. Estudió Arte con énfasis en Proyectos Culturales. Él había hecho trabajo gremial con otro grupo de editores desde 2012, cuando en 2012 la Cámara Colombiana del Libro los invitó a crear un comité de editoriales independientes. Con este comité avanzaron, pero sentían que había unas discusiones importantes que no se podían tramitar desde esa instancia. “El mercado del libro en español es muy complejo y hay muchos países que producen libros en español, casi más que en cualquier otra lengua. Aparte de eso, en los últimos 20 o 30 años se ha acentuado una concentración de libros españoles en el resto del mundo en castellano. Los libros importados o que se imprimen en Colombia habiendo sido editados en otros países tienen mucha presencia en el mercado colombiano. Necesitábamos un espacio propio para discutir lo que entendemos por libro colombiano”. Cuando comenzó la pandemia hubo algunas diferencias con la administración de la Cámara Colombiana del Libro y en mayo de 2020 varias editoriales independientes se desafiliaron.
Una de las preocupaciones de las editoriales independientes ha sido la Ley del Libro. Con el paso de los años varios de los incentivos tributarios y económicos, que otorgaba esta ley de 1993, se han ido reduciendo en diferentes reformas tributarias. Además, cualquier libro impreso en Colombia se considera como colombiano, así todo el trabajo creativo y editorial provenga de otro país. “Es una ley que se formuló en un momento en el que la industria editorial colombiana era más débil”. Como enfatiza González, la razón de ser de la Ley del Libro es para fomentar el libro colombiano. Es decir, escrito por un autor colombiano, ilustrado o traducido en el país, editado por una editorial colombiana... Pero en la ley se considera como colombiano cualquier libro impreso en Colombia. “Entonces pasan cosas que considero aberrantes como que en las compras para las bibliotecas públicas alrededor del 70 por ciento de los libros son editados fuera de Colombia. Con seguridad la edición nacional puede atender más ampliamente la necesidad de los lectores. No hay que importarlo todo”.
El objetivo principal de la Cámara Colombiana de la Edición Independiente es fomentar la edición colombiana y para lograrlo han identificado algunas líneas de acción. “En Colombia se invierte mucho en libros, lectura y escritura, aunque se podría invertir mucho más, pero es una inversión desde lo público y desde lo privado. Corferias y la Cámara Colombiana del Libro son privados que reciben una cantidad importante de recursos públicos mediante convenios y patrocinios. Entonces, en la medida en que la Feria del Libro es un evento que recibe recursos públicos, debería tender a fortalecer la edición nacional”.
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El objetivo principal de la Cámara Colombiana de la Edición Independiente es fomentar la edición colombiana.
En el Comité de la Cámara Colombiana del Libro lograron que los agruparan en un pabellón de la edición independiente. “Se ha convertido, me atrevo a decir, en el pabellón más importante de la feria porque concentra a todos los visitantes internacionales que llegan directamente ahí. Tal vez no es el que más vende, pero llegan los bibliotecarios, los autores, los editores para ver qué es lo que se está editando en Colombia”.
González recuerda que le decían que a los independientes no los iban a ver si estaban en un pabellón aparte, y que al estar al frente de unos vendedores de saldos llegaría mucha más gente a sus stands. Sin embargo, los que iban a buscar rebajas no le prestaban atención a los independientes y por eso insistieron en el pabellón especial. Y les fue mejor. “En el caso de Laguna, el año en que nos cambiamos al pabellón de independientes duplicamos la facturación”.
Sin embargo, a las editoriales que no están afiliadas a la Cámara Colombiana del Libro, la Feria no les da el descuento que sí reciben los afiliados, y por esa razón una editorial pequeña de Medellín, de Cali o de Bogotá termina pagando un metro cuadrado más caro que el que paga una multinacional. “No habría nada que reclamar si en la Feria sólo hubiera recursos privados. Pero al haber un recurso público creemos que eso se tendría que revisar, esa es una conversación que estamos impulsando. Hemos sido muy intensos para sentar a todos los involucrados en una mesa a dialogar, y creo que vamos por buen camino, pero nos parece importante que la sociedad se involucre en estas discusiones”.
Otro de los de los frentes de la Cámara Colombiana de la Edición Independiente es revisar la Ley del Libro. Hace algunos años ellos elaboraron Leo Independiente, un catálogo que están ajustando y renovando, en actualizarlo, donde está la oferta de las editoriales independientes de Colombia. La página de la nueva Cámara, que es ediciónindependiente.org.co también presenta un catálogo de las editoriales.
Otro frente de trabajo es la formación. El año pasado se aliaron con el Ministerio de Cultura y el Cerlalc para diseñar un curso de formulación de proyectos para editoriales constituidas. Ya se cerró la convocatoria y ya se hizo la selección para empezar la Escuela Distrital de Edición con el Idartes, que no es necesariamente para editoriales constituidas sino también para personas que quieren comenzar en el mundo de la edición.
Otra iniciativa que está en marcha es reactivar y reformular el Consejo Nacional del Libro, un órgano consultivo del Ministerio de Cultura que se planteó en la Ley del Libro en 1993, se aterrizó en 2002 y se dejó de convocar en 2010. Está planteado que la Cámara Colombiana de la Edición Independiente tenga un asiento permanente junto a la Cámara Colombiana del Libro, la Asociación de Libreros, la Asociación de Literatura Infantil y Juvenil y los fondos editoriales de a universidades. “Tenemos la esperanza de que se convierta en una instancia para discutir todos los temas de política pública y de la reformulación de la Ley del Libro”.
Otro tema que también han trabajado es la internacionalización de la literatura colombiana. “Las editoriales independientes somos las que más estamos vendiendo derechos de libros de autoras y autores colombianos para ser traducidos en otras lenguas". Este mercado se concentra especialmente en ferias como las de Bolonia, Frankfurt y Guadalajara, donde Colombia siempre tenía stands operados por la Cámara del Libro.
González señala que desde el año pasado el Ministerio de Cultura decidió seguir apoyando la participación de Colombia en estas ferias, pero quiere garantizar que estén presentes las dos cámaras. Crearon un comité donde están la Cancillería, el Ministerio de Cultura y las dos cámaras para planear la participación de Colombia en esas ferias internacionales.
¿Qué lleva a los editores independientes a publicar libros en un terreno en el que están en desventaja? Que haya 76 editoriales asociadas a la Cámara Colombiana de la Edición Independiente es un dato que sorprende, y más la estimación que hace González, que calcula que existen por lo menos unas 150 editoriales independientes en Colombia.
Por no hablar de los autores que autoeditan sus libros pero que en la Cámara los consideran como un ejercicio diferente. “Nosotros tratamos de trazar una línea entre la edición independiente y la autoedición. Nos parece importante, tiene que ver con la profesionalización. No queremos cerrarle la puerta a la autoedición. Hay ciertos libros que pueden tener interés para un nicho muy específico. Una persona que da conferencias y que le compran los libros en el sitio donde dicta su charla, o una persona que quiere repartir un libro entre los miembros de su familia. Pero sí nos parece que hay un grado adicional de profesionalización en la edición independiente. Aunque mucha gente empieza en la autoedición y termina publicando a los amigos y profesionalizándose”. La Cámara pide que cada editorial haya publicado al menos tres libros y lleve dos años de trabajo.
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El crecimiento de los índices de lectura en los últimos años es lógico, ya que el teletrabajo exige muchas más horas frente a una pantalla, entonces la lectura en papel es una opción distinta a las plataformas, que es más consumo de pantalla.
Felipe González señala que hay un componente emocional, soñador y de convicción muy importante en la edición independiente. “Laguna ha crecido un montón, pero si hubiera sabido lo difícil que iba a ser, probablemente me hubiera dedicado a otra cosa. Estoy metido de lleno y lo disfruto y en ese momento vivo de eso, pero intento que mi trabajo aporte para que las personas que comienzan ahora en el oficio editorial tengan unas perspectivas profesionales más estables y así puedan concentrar más sus esfuerzos en los asuntos creativos e intelectuales”.
Contrariamente a lo que se pensaba hace 20 años (cuando se decía que los libros impresos en papel tenían los días contados), hay mucho hacia dónde crecer. Señala González que en estos días la Cámara Colombiana del Libro presentó una investigación con Invamer. Este estudio lo hacía el Dane cada cinco años y el último fue en 2017. Y aunque la muestra estadística de este estudio no es tan significativa como pudo haberlo sido si lo hubiera hecho el Dane, aparecen unos datos relevantes. Uno de ellos es que 45 por ciento de los encuestados respondieron que a partir de la pandemia leen más. Cuando anunciaron el confinamiento ante la inminente llegada a Colombia de la pandemia los editores independientes estaban muy asustados. “Una semana antes de que empezara la cuarentena lanzamos una promoción, algo que nunca hacemos porque respetamos las condiciones que le ofrecemos a las librerías, que son nuestros principales aliados, pero todas estaban cerrando, pocas tenían tiendas web y era un momento desesperado. El día antes de que empezara la cuarentena estaba todo el equipo de la editorial y de la distribuidora despachando hasta las diez de la noche”. González considera que el crecimiento de los índices de lectura en los últimos años es lógico, ya que el teletrabajo exige muchas más horas frente a una pantalla, entonces la lectura en papel es una opción distinta a las plataformas, que es más consumo de pantalla.
La gente sí está leyendo más libros impresos y más literatura, asegura. El reporte que hizo la Cámara Colombiana del Libro con Invamer dice que el promedio de libros que lee un colombiano al año está en seis y medio. Como no es la misma muestra de los estudios del Dane, de pronto esta es una mirada optimista. Además, esas encuestas no miden cuánto se lee sino cuánto dice la gente que lee. Por ejemplo, la encuesta dice que los hombres leen en promedio siete libros al año y las mujeres seis. “Yo lo hablaba con varios colegas editores y a ninguno le suena eso. Todos tenemos clarísimo que leen más las mujeres que los hombres. Pero el interés por los libros en Colombia sí está creciendo”.