‘Oficio: libros’, un viaje al corazón de las librerías independientes
7 Octubre 2023

‘Oficio: libros’, un viaje al corazón de las librerías independientes

Margarita Valencia, Paula Andrea Marín y Ana María Agudelo, tres expertas en literatura y en el mundo editorial indagaron con quince libreros independientes cómo funcionan por dentro estas empresas quijotescas y cuáles son sus estrategias para mantenerse vigentes.

Por: Eduardo Arias

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Aunque todavía hoy día es común oír y repetir que ya casi nadie lee y que los libros impresos van a desaparecer, la realidad parece apuntar en otra dirección. En una ciudad como Bogotá y otras ciudades de Colombia no solamente se mantienen varias de las librerías independientes que ya cuentan con una trayectoria sino que además han aparecido otras nuevas a pesar de pandemias y del crecimiento del mercado en línea.
Oficio: Libros es el resultado de una investigación que adelantaron Margarita Valencia, Paula Andrea Marín y Ana María Agudelo, en la cual se reúnen quince testimonios de libreros colombianos. Son entrevistas que hablan de las dificultades que viven a diario las librerías independientes, lo complicado que resulta mantenerlas a flote. Y, sin embargo, ahí siguen. Las que venden libros nuevos y las que se dedican a los libros usados.
En cada historia aparecen facetas diferentes de cada uno de ellos. Están los que la tienen clara y parecen saber a ciencia cierta cómo se debe desempeñar el oficio, pero también están los que dudan. Están los que querían ser libreros e hicieron todo lo posible para lograrlo, pero también los que terminaron siendo libreros por alguna carambola del destino. Eso sí, todos ellos está el testimonio de un aprendizaje que comenzó en el amor por los libros y los llevó a internarse en los vericuetos y secretos de la contabilidad, la administración, los créditos bancarios y la distribución.
Las autoras del libro (y cabezas de la investigación) son grandes expertas en el universo de los libros. Margarita Valencia ha sido editora, traductora, crítica literaria investigadora y profesora. Trabajó en diversas editoriales, fue directora de la Biblioteca Nacional de Colombia y gerente del proyecto Bogotá, Capital Mundial del Libro. Paula Andrea Marín es investigadora en historia literaria y la historia de la edición y de la lectura en Colombia. Es doctora en Literatura de la Universidad de Antioquia) y fue becaria posdoctoral de Colciencias entre 2018 y 2019). También ha sido profesora universitaria y en la actualidad se desempeña como coordinadora de la Maestría en Estudios Editoriales del Instituto Caro y Cuervo y como directora de la línea de investigación El Libro en Colombia. Ana María Agudelo es doctora en Filología de la Universidad de Barcelona y magíster en literatura Colombiana de la Universidad de Antioquia, donde es profesora e investigadora en el área de Literatura.

"Hay una fascinación en el origen de casi todas las librerías, que se repite en todos los libreros. Pero las prácticas comerciales han cambiado, los consumidores han cambiado, los contenidos han cambiado, y los libreros deben saberlo, o intuirlo, para sobrevivir y prosperar": Margarita Valencia.


Como señala Margarita Valencia, este es el segundo de tres libros. Son el resultado de un proyecto de investigación de largo aliento que empezó con Paula Andrea Marín en el Instituto Caro y Cuervo en 2017. “La investigación se proponía entender el funcionamiento del triángulo fundamental de la producción editorial: la edición, la comercialización y el consumo. Además de los artículos académicos de rigor, creímos que el tema era lo suficientemente interesante para aventurarnos en la edición comercial”. Juan David Correa, actual ministro de Cultura y entonces editor de Planeta, se entusiasmó con la iniciativa y en 2019 publicó Ellas editan, un libro pionero que da cuenta del trabajo de las mujeres en la industria editorial colombiana. “En la segunda parte de la investigación el equipo creció gracias a Ana María Agudelo, y otras personas de la Universidad de Antioquia trabajaron con nosotros. Marco Giraldo, de la editorial UJTL (de la Universidad Jorge Tadeo Lozano) se unió al proyecto en la etapa final de edición. El tercer libro, sobre los lectores, se ocupará de las bibliotecas personales y está previsto que se publique en noviembre”, dice Margarita Valencia.

 

En las entrevistas ellas encontraron que si bien algunos de los fundadores y dueños de librerías venían del mundo del libro, otra buena cantidad venían de otras profesiones y decidieron cambiar el rumbo de sus vidas montando la librería. “Lo que sí caracteriza a los recorridos de todos estos libreros y dueños de librerías es el profundo vínculo que han tenido con los libros a lo largo de su vida, así los libros no hayan hecho parte de su profesión. Esa cercanía con el mundo del libro los han llevado a querer tener una librería el negocio es sostenible”, señala Paula Andrea Marín. Algo que también muestran los testimonios que aparecen en el libro es que el negocio es sostenible. “Los dueños de las librerías más pequeñitas todavía no pueden vivir de ellas y necesitan equilibrar económicamente sus entradas con otros trabajos, pero lo que descubrimos es que los dueños de las de las medianas sí pueden vivir de la librería. Eso demuestra que el negocio es sostenible en tanto que cuiden el inventario”.
Margarita Valencia vivió muy de cerca la experiencia de ver nacer y prosperar una librería independiente, una idea que tuvo Mauricio Lleras, el padre de sus hijos. “Cuando yo lo conocí, en la universidad, quería ser librero. Y cuando finalmente logró abrir su librería, muchos, muchos años después, claramente estaba en el lugar donde debía estar. Eso hacía que fuera un gran librero. Mis dos hijos fueron socios de su padre desde que nació Prólogo, y José Manuel empezó a trabajar con su papá apenas pudo. Después de un paréntesis, volvió a hacerse cargo de la librería el año pasado. Pero su idea del negocio es radicalmente diferente de la que tenía Lleras, y es muy interesante ver lo que está haciendo ahora. Lo mismo podría decirse, creo, de Yolanda Reyes y su hija Isabel en Espantapájaros. Lo que quiero decir es que hay una fascinación en el origen de casi todas las librerías, que se repite en todos los libreros. Pero las prácticas comerciales han cambiado, los consumidores han cambiado, los contenidos han cambiado, y los libreros deben saberlo, o intuirlo, para sobrevivir y prosperar”.
Además de las entrevistas a los libreros y dueños de librerías, el equipo de investigación también recibió un poco más de 200 respuestas de usuarios de librerías. Esta muestra arrojó tres datos que Paula Andrea Marín considera importantes. “La edad de los usuarios de librerías independientes está más o menos entre los 30 y los 50 años. Son personas que tienen estudios universitarios y en su mayoría estudios de posgrado y son también personas que tienen un salario igual o superior a los tres salarios mínimos. Estos usuarios también están muy ligados a las librerías independientes y a la librerías de libros leídos, que fue también donde nosotros centramos la investigación”. Estos usuarios habituales de librerías suelen comprar libros por lo menos una vez al trimestre. Algunos lo hacen mensualmente”.

"Más importante aún es contar con un buen equipo de libreros o con un librero que tenga la capacidad de selección de títulos y de leer muy bien a esa persona que que entra por la puerta de la librería para para no espantarla sino poder brindarle todas las condiciones posibles para que haya un encuentro entre esa persona y un libro que pueda decirle algo para el momento que vive": Paula Andrea Marín


Otros elementos del negocio que también se evidencian en las entrevistas es que los usuarios de librerías independientes y de libros leídos por lo general no son los mismos de las librerías de cadena y los que compran libros en supermercados. Es probable que coincidan a veces quienes compran libros usados y quienes van a librerías independientes. Pero hay una una especialización de de usuarios para cada tipo de de librerías.
Lo que ofrece la librería independiente, lo que distingue a la librería independiente es la conversación entre el librero y el que visita la librería. Una conversación en la que el librero hace una recomendación adecuada de lo que busca el comprador y la manera como responde a las preguntas que le hacen. Ese diálogo también hace posible que el librero, al no tener el libro que busca el usuario, pueda recomendar uno relacionado con el tema o los intereses del comprador.


Como señala Paula Andrea Marín, “yo creo que todos los que amamos el mundo de los libros en algún momento hemos pensado en poner una librería. Después de hacer esta investigación, y a modo muy personal, yo sigo quedando con esas ganas. Creo que hay unos elementos derivados de estas entrevistas, de las encuestas, del proceso de investigación que me da más elementos para creer que que sí es posible. Hay muchos consejos que se ven en el libro que uno podría poner en práctica. Desde el punto de vista administrativo, el manejo del inventario y tener un buen software para llevar un control de ese inventario. Más importante aún es contar con un buen equipo de libreros o con un librero que tenga la capacidad de selección de títulos y de leer muy bien a esa persona que que entra por la puerta de la librería para no espantarla sino poder brindarle todas las condiciones posibles para que haya un encuentro entre esa persona y un libro que pueda decirle algo para el momento que vive".
Ella también resalta la entrevista a Adrián Osorio, de la librería Roma, de Pereira.Él nos demuestra cómo a veces nos quedamos encerrados cuando decimos que Colombia es un país de pocos lectores o Colombia es un país con un mercado editorial muy pequeño. Eso lo decimos sin mirar lo que pasa en otras regiones del país”. En efecto, en la entrevista él habla de sus viajes a diferentes pueblos del país en donde no hay librerías. Él lleva unos libros que ha seleccionado, que sabe que allí funcionan y siempre encuentra compradores. “Esa es la mejor muestra de de que tal vez a veces nos limitamos mucho y seguimos sin pensarnos de verdad en una democratización de la cultura del libro en el país”, señala Paula Andrea Marín.

Con respecto a la relación entre las editoriales y las librerías independientes, Margarita Valencia es muy crítica. Ella señala que la industria colombiana creció en el siglo XX porque los industriales entendieron que debían fortalecerse y consolidar los canales comerciales. En un país con una geografía tan compleja y en condiciones más bien adversas, ellos encontraron caminos para llegar a los consumidores, encontraron medios de transporte, encontraron bodeguitas y tienditas en todos los pueblos del país y crecieron gracias a eso. Siguen creciendo gracias a eso”.
De acuerdo con su diagnóstico, nada de eso ha ocurrido con la industria editorial, que no ha entendido esa necesidad de acercarse a los consumidores, “con quienes se relaciona de manera circunstancial, secundaria. Actúa a partir de la premisa de que es responsabilidad del Estado formar lectores (lo es) y crear consumidores (no lo es)”. Agrega que su relación con los encargados de comercializar sus productos, de hacerlos llegar a los consumidores finales, sigue siendo despreocupada, pobre. “El hecho de que la gran industria editorial invierta la mayor parte de sus recursos de comercialización (y recoja la mayor parte de sus utilidades anuales) en un solo evento que dura quince días y sucede en tres manzanas de una ciudad es una muestra clara de lo que digo. El resto del tiempo, la industria editorial alimenta sus malas relaciones con quienes deberían ser sus socios naturales. Y en vez de imaginar formas de fortalecer su presencia en el mercado, sueña con prescindir de las librerías y tiene la fantasía de que sin ellos podría crecer más y mejor. ‘Lo nuestro son los contenidos’, piensan. ‘No lidiar con librerías pequeñas que pagan mal’. Así que decide dejar en manos de las plataformas la circulación de sus títulos”.
A pesar de las dificultades y las adversidades, del auge del comercio en línea y del músculo financiero de las librerías de cadena y los supermercados que venden libros, las librerías independientes se mantienen. Poco importa que el mercado del libro sea pequeño puesto que cuentan con un público propio, conformado por lectores para quienes es motivo de alegría e incluso de orgullo saber que en su ciudad hay sitios donde comprar un libro es mucho más que una simple transacción comercial.
 
 
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