Nadie quiere tener a su lado a alguien que ha elegido sufrir | CAMBIO de Libros
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La novela “El país de las otras importancias”, de Francisco Montaña, destroza, como tantas obras de su estirpe, la certeza de que todo tiempo pasado fue mejor.
Por: Martín Franco Vélez
Aunque los adultos idealizamos tantas veces nuestros años de juventud, lo cierto es que la infancia y la adolescencia no siempre son ese paraíso que la mente se empeña en evocar. Eso lo sabe bien Camilo, el protagonista de esta hermosa novela, un joven cuyo tránsito hacia la edad adulta está atravesado por una cantidad de momentos difíciles: el abandono de la madre, cuya ausencia es un dolor constante; la adicción a las drogas del padre, algo que lo obliga a convertirse en su cuidador a pesar de que aún no está preparado para hacerlo; y el descubrimiento, por su cuenta, del amor y el sexo, que resultan tan complejos como la vida misma que le ha tocado en suerte.
El país de las otras importancias, de Francisco Montaña, ganadora del XV Concurso Nacional de Novela y Cuento de la Cámara de Comercio de Medellín, es una hermosa novela sobre lo que significa empezar a entender la realidad de la vida, pero también sobre las difíciles relaciones entre padres e hijos y el amor que los une a pesar de los errores inevitables. Una historia sobre los primeros amores, las decepciones y la amistad, que tiene la virtud de abarcar un gran público: tan conmovedora resultará para los jóvenes como para los adultos.
Lo que subrayé
Sobre los celos: Nunca había sentido eso. Era una mezcla de rabia y tristeza, un bello pez que apenas cae en la mano de quien lo atrapa extiende sus aletas llenas de espinas envenenadas.
Sobre la lectura: Intenté ocuparme leyéndole los cuentos de Julio Ramón Ribeyro, una costumbre que habíamos tenido en algún momento: leernos para estar juntos en las palabras de los otros.
Sobre las compañías: Nadie quiere tener a su lado a alguien que ha elegido sufrir.
Sobre el vacío de las drogas: Le sonreí con dificultad. Una repentina oleada de desolación me había caído encima. Todo me estaba pareciendo absurdo e inútil, las montañas, el sol picante, el cielo azul y el grupo de nubes blancas en el borde del occidente, el aire tibio, mi ropa sucia, mis dientes asquerosos, el olor confuso de mi propio cuerpo. ¿Qué sentido tenía todo lo que había pasado? ¿Qué me quedaba de todo eso? ¿Había algo más que el vacío por el que me desbarrancaba?