Paola Ávila, una directora de orquesta superpoderosa
Paola Ávila.
Crédito: Fotos: Kike Barona
Al frente de la Orquesta Filarmónica de Mujeres, que forma parte del sistema de orquestas de la Filarmónica de Bogotá, está la maestra Paola Ávila, quien se decidió por un oficio que a lo largo de la historia y aún en el presente ha sido considerado como exclusivo de los hombres. La orquesta se presentará a partir de abril en el auditorio de la Universidad Jorge Tadeo Lozano cada 15 días.
Por: Eduardo Arias
En 2013 la Orquesta Filarmónica de Bogotá se transformó en un un sistema de diversas orquestas y conjuntos musicales. Una de ellas es la Orquesta Filarmónica de Mujeres, que le ha abierto espacios a mujeres para que puedan consolidar su formación musical, tocar en una orquestal y mostrar sus habilidades y talentos tanto en la orquesta como en grupos de cámara. En el mundo existen pocas agrupaciones de música clásica conformadas únicamente por mujeres. y esta es la primera agrupación con estas características en Colombia. Al frente de la orquesta está la maestra Paola Ávila, directora orquestal y coral, una educadora que le ha apostado también a la transformación social a través de la música. Además de dirigir la orquesta es profesora de Teoría en la Fundación Universitaria Juan N Corpas y en el Departamento de Música de la Universidad de los Andes. Entre sus múltiplers títulos y actividades académicas se destacan haber ganado el Fellowship en Dirección Orquestal con la Chicago Sinfonietta durante la temporada 2018-2019. También obtuvo el Conducting Fellow con la Orquesta Sinfónica de Miami y directora líder en OrchKids, programa educativo de la Orquesta Sinfónica de Baltimore. Obtuvo su Maestría en Dirección Orquestal en el Conservatorio Peabody de la Universidad Johns Hopkins, bajo la tutoría de Marin Alsop. Trabajó con varios directores de orquesta muy reconocidos, entre ellos Paavo Järvi, Neeme Järvi, Gennady Rozhdestvensky, Cristi Macelaru y Markus Stenz.
A partir de abril la orquesta va a presentarse cada 15 días los viernes a las siete de la noche en el auditorio Fabio Lozano de la Universidad Jorge Tadeo Lozano. Ella está muy feliz porque la primera vez que dirigió una orquesta en serio fue en ese escenario con motivo de su grado. La idea que ella tiene para esta nueva serie de presentaciones es que, en lo posible, en cada concierto se toque alguna composición de una mujer. Ya están previstos un par de estrenos de obras comisionadas por la Filarmónica de Bogotá a mujeres compositoras.
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“Cuando pasé a dirigir entendí que esa conexión con el mundo sinfónico era mi pasión más grande y hasta hoy lo sigue siendo”.
Paola Ávila se inició en la música cuando tenía seis años. Aunque no viene de una familia musical, su papá le vio la vena artística a su hermano cuando lo oyó cantar canciones de Carlos Vives y entonces los matriculó a ambos en la Cooperativa de la Orquesta Filarmónica, que todavía existía en ese momento. Él aprendió piano y ella violín, aunque un poco más adelante lo cambió por la viola.
Cuando llegó la edad de entrar a la universidad ella no quería estudiar música. Sin embargo, el el auditorio de la Tadeo oyó una representación del Réquiem de Mozart. “Creo que fue hecho por la Filarmónica de Bogotá. Ese réquiem me hizo entender que yo nací para dedicarle mi vida a la música”.
Inició su carrera profesional como violista y como parte de su formación universitaria entró a estudiar dirección musical como materia electiva. De la dirección de orquesta le llamaba la atención el liderazgo. “Pero el liderazgo desde el conocimiento, no el liderazgo desde el poder”. También la había atrapado la comunicación y la energía que se intercambia con los músicos y el sonido sinfónico. Además señala que cuando tocaba viola le gustaba hacerlo como parte de una orquesta, no como intérprete de música de cámara o como solista. “Cuando pasé a dirigir entendí que esa conexión con el mundo sinfónico era mi pasión más grande y hasta hoy lo sigue siendo”. Pero tuvo que pagar un precio. La cantidad de horas que demandan el estudio de las partituras para conocer a fondo las obras, los ensayos y los conciertos ya no le dejan tiempo para tocar viola. “Es un instrumento al que le guardo mucho cariño. Me enseñó todo lo que sé sobre las cuerdas, me dio una herramienta increíble para los ensayos para ser directora”.
Ella se graduó de pregrado en 2012. “Ese ese fue mi primer concierto serio, en el auditorio de la Universidad Jorge Tadeo Lozano, y desde ahí he tenido la fortuna de no parar”. Casi tres años después decidió ir al exterior y viajó a Baltimore, en Estados Unidos, para hacer una maestría. Trabajó algún tiempo como directora asistente de la Orquesta Sinfónica de Baltimore. Luego de cuatro años por fuera del país sintió que debía regresar a Colombia. Se vinculó a la Filarmónica de Bogotá con la orquesta juvenil, de donde hizo la transición a la Orquesta Filarmónica de Mujeres.
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Hay una deuda histórica que justifica que exista una orquesta integrada exclusivamente por mujeres y que no se trata simplemente de un gesto paternalista “de abrirles un campito”.
Hace algunas décadas era inconcebible que una mujer dirigiera una orquesta sinfónica. Si acaso un coro. Aún hoy no es común ver a una mujer al frente de una orquesta sinfónica. Paola Ávila considera que ha sido afortunada, ya que antes de ella algunas mujeres labraron el camino que pudo seguir sin tantos obstáculos. Una de esas mujeres fue Marin Alsop, su profesora en la maestría, la primera directora titular de una orquesta de Estados Unidos. “Con ella entendí, porque yo antes no tenía conciencia de eso, la importancia del papel de liderazgo en una mujer. Por ser de su generación (nació en 1956) le tocó mucho más duro. Ella tiene esta coraza y nos incentivaba a nosotras las mujeres para seguir abriendo y labrando estos caminos. Ella me dio muchas herramientas para asumir el cargo como directora de la Orquesta Filarmónica de Mujeres”. Anota que ese conocimiento le ha servido para responder preguntas incómodas, para enfrentarse a comentarios poco amables y para darle un enfoque de género. “Además del artístico, obviamente. No se trata solamente de ser mujer o de ser una orquesta filarmónica de mujeres, sino de de hacer arte con excelencia, con la mejor calidad posible”.
Ella señala que se dio cuenta de esa diferencia cuando llegó a la Orquesta Filarmónica de Mujeres, ya que antes había dirigido orquestas mixtas y no había tenido mayores problemas. En orquestas profesionales con integrantes que ya han pasado cierta edad sí tenía la sensación de que la reconocían primero como mujer y después como directora. “Hay una sensación de que tengo que esforzarme el doble o el triple para pasar esta línea del ‘ok, si confiamos en ella’. No quiero generalizar, pero sí queda la sensación de que tengo menos opciones de equivocarme que un hombre”. Por eso señala que al llegar a la orquesta de mujeres por primera vez sintió que era totalmente libre para ser quien ella es profesionalmente y ser valorada por ello.
No es algo fácil de superar tanto para las mujeres como para los hombres, ya que desde que se crearon y hasta bien avanzado el siglo XX las orquestas las integraron solo hombres. “Solamente hasta alrededor de 1960 en Europa empezaron a aceptar mujeres en las orquestas. En Estados Unidos se tardó un poquito más. Hoy en día se siente como si ellas hubieran estado ahí desde hace tiempo pero la realidad es que no”.
Por esa razón considera que hay una deuda histórica que justifica que exista una orquesta integrada exclusivamente por mujeres y que no se trata simplemente de un gesto paternalista “de abrirles un campito”. Además, al ser una orquesta solo de mujeres, intérpretes de instrumentos de viento como la flauta o el oboe o de metales como la trompeta o la trompa tienen más posibilidades de acceder a una orquesta. A diferencia de las cuerdas, que las integran grupos de varios violinistas, violistas, chelistas (no tanto contrabajistas), en una orquesta sinfónica típica muy pocas personas tocan instrumentos de viento, y estos puestos en las orquestas por lo general los ocupan hombres. “Muchas de las integrantes de nuestra orquesta es la primera vez que tienen la oportunidad de tocar trompeta en una sinfonía de Tchaikovsky”. En efecto, son mujeres preparadas profesionalmente para hacerlo, que se graduaron hace mucho tiempo de la universidad, que han esperaron en vano esa oportunidad. “Entonces esta orquesta sirve para abrirles a ellas, a todas nosotras, ese campo profesional”. Eso les permitirá, además, llegar con una experiencia adquirida si las llaman para integrar una orquesta como la Sinfónica Nacional o la misma Filarmónica de Bogotá.
Una ventaja que ofrece la red de orquestas de la Filarmónica es que los integrantes de las diferentes orquestas se apoyan entre ellas cuando necesitan más integrantes para interpretar una determinada obra. A la Filarmónica de Mujeres la han apoyado músicos de la juvenil y de la orquesta principal. De la misma manera, integrantes de la Orquesta Filarmónica de Mujeres han apoyado muchas veces a la orquesta principal o a la Orquesta Juvenil.
Entre sus expectativas de esta nueva temporada es que el público se familiarice con la orquesta, que se presentó con gran éxito en la pasada edición del Cartagena Festival de Música. “Ojalá que muchos niños y niñas nos vayan a ver. Y sobre todo que las niñas puedan ver que ese escenario les pertenece como violinistas, como flautistas, como directoras y como compositoras”.