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El día en que se robaron una primera edición de Cien años de soledad en plena Filbo
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El 2 de mayo de 2015, en el pabellón Macondo de la Feria Internacional del Libro, se desapareció de la vitrina un ejemplar de colección de la primera edición de la novela Cien años de soledad, de Gabriel García Márquez, que estaba firmado por el autor. Le contamos la historia.
Por: Carolina Calero
Era 2 de mayo cuando los libreros del pabellón Macondo de la Feria Internacional del Libro 2015 (Filbo) se percataron de que en el estante de la colección dedicada a Gabriel García Márquez faltaba uno de los ejemplares más importantes: una primera edición de Cien años de soledad, firmada por Gabo con una dedicatoria al dueño del libro, Álvaro Castillo, quién lo prestó exclusivamente para el evento literario.
Ese año se celebraba la Filbo con el pueblo ficticio, Macondo, creado por García Márquez, como invitado de honor. El evento quería conmemorar al escritor colombiano que había muerto en 2014.
La noticia se propagó rápidamente en los medios debido a que se trataba de un ejemplar único de la editorial Suramericana, publicado en 1967.
El personal de seguridad del evento respondió al robo y se esforzó por encontrar a los responsables. Sin embargo, a pesar de requisar a varias personas a la salida del pabellón, ese día no lograron recuperar el ejemplar robado.
El librovejero, el dueño del libro robado
Álvaro Castillo librero de San Librario en Bogotá, conocido como el librovejero y coleccionista de libros viejos, le contó a CAMBIO que aún recuerda el día del 2006 en el que en una pequeña librería de la calle Tristán Narvaja en Montevideo, Uruguay, reconoció el ejemplar de primera edición de Cien años de soledad por su portada. Lo levantó, miró el precio y costaba alrededor de 7 dólares. "¿Vos no me podés hacer una atención?", le dijo Castillo al librero, quien finalmente se lo dejó en 6 dólares.
El libro había llegado a la pequeña librería de segunda mano solo un día antes. Después de envolverlo en una bolsa y entregárselo, el vendedor le preguntó a Castillo si alguna vez había visto una edición de Cien años de soledad con esa particular portada, pero él lo negó.
Castillo guardó el libro en su mochila y solicitó usar el baño del establecimiento, sintiéndose nervioso y sin poder creer el precio que había pagado por el ejemplar. Al salir de la tienda, se puso a correr como si hubiera robado el libro que acababa de comprar.
Según Castillo, este ejemplar no solo adquiere importancia debido a su relevancia en la literatura universal y por sus características especiales como la portada, que fue creada "de emergencia", sino porque no se conoce la cantidad exacta de libros publicados en la primera edición de Sudamericana en 1967, lo que los hace escasos y muy apreciados por los coleccionistas de libros.
Además, este libro adquirió un valor sentimental en 2010 cuando el propio García Márquez le escribió una dedicación. Gabo había sido su cliente durante varios años en la librería.
"Para Álvaro Castillo, el librovejero como ayer y como siempre. De su amigo Gabriel", decía la dedicatoria.
El término "librovejero" fue como Gabo se empezó a referir a Castillo luego de una conversación que tuvieron en La Habana. "Librovejero, como un ropavejero, pero de libros", le explicó García Márquez en ese entonces.
¿Cómo llegó el ejemplar a la Filbo 2015?
Para la Feria Internacional del Libro la Asociación de Libreros Independientes (Acli) y los organizadores del evento solicitaron a Álvaro Castillo que prestara su colección de primeras ediciones del escritor colombiano en la librería del pabellón Macondo.
Según recuerda el librero, prestó cerca de 32 libros en los que estaban clásicos del autor como Los funerales de la mamá grande, La hojarasca, El coronel no tiene quien le escriba, entre otros. Además, estaba ese preciado ejemplar que había conseguido en Uruguay nueve años atrás.
Las obras fueron exhibidas en una vitrina protegida con un candado y todo transcurrió con normalidad hasta el 2 de mayo, en el que el preciado ejemplar de Castillo desapareció sin que nadie supiera nada.
El robo
"¡Hermano, se robaron su primera edición de Cien años de soledad!", David Roa, director de la Acli, le avisó así a Álvaro Castillo. Sin poder articular más palabras que "no lo puedo creer", el librero colgó y se dirigió al pabellón. Al llegar empacó todos los libros que había prestado para evitar que corrieran el mismo destino.
Al otro día en la mañana, Castillo habló con la periodista María Paulina Ortiz del periódico El Tiempo, y desde que la historia se publicó en el medio, el suceso tomó relevancia nacional y más tarde llegó a medios internacionales. Cuando estalló la noticia, la policía se dirigió al pabellón Macondo y tomaron testimonios y huellas de la vitrina.
De acuerdo a Castillo, el punto de giro de esta historia fue cuando se estaba preparando para ser entrevistado para televisión y entró al pabellón una excursión de un colegio. Uno de los niños, de unos 6 o 7 años se le acercó "¿Usted no es el del libro que se robaron?", le preguntó. Él respondió que sí, que era el dueño, y el niño dijo "Lo siento mucho, ojalá aparezca", y lo abrazó.
Castillo se puso a llorar.
"Como sacado de una escena de realismo mágico"
La feria del libro terminó, pero no las llamadas de la prensa a Castillo. El teléfono sonaba constantemente y todos preguntaban por el ejemplar.
El librero se enteró que habían encontrado el libro por un mensaje de un amigo en Facebook.
Poco después, una llamada del jefe de despacho del general Palomino lo confirmó que el libro había sido recuperado y que el general deseaba devolvérselo en persona.
En lo que Castillo describe como una escena sacada del realismo mágico, una patrulla lo recogió rápidamente y lo llevó a la sede de la Dijin en Bogotá, usando el carril de Transmilenio para avanzar más rápido. Al llegar, recibió el ejemplar en una caja de cartón, aunque estaba magullado, aún conservaba la tarjeta de presentación de la Feria del Libro. Entre lágrimas, Castillo expresó su gratitud a la Policía por recuperar el valioso libro.
Según lo relatado por varios agentes al librero, el ejemplar fue encontrado en una tienda del barrio La Perseverancia, en el centro de Bogotá. Los ladrones formaban parte de una banda dedicada a la venta de arte, así que dos policías se infiltraron como clientes interesados en el libro, que estaba siendo ofertado por 60 mil dólares.
Al darse cuenta de que se trataba de una trampa, los criminales emprendieron la huida y arrojaron el libro dentro de la tienda, donde fue hallado.
A pesar de todos los esfuerzo, nadie fue capturado, no se proporcionaron mayores detalles sobre el operativo y tampoco se reveló el nombre de la tienda donde se recuperó el libro.
Una semana después de que le entregaron el libro, Castillo decidió donar su colección de García Márquez, incluyendo el ejemplar robado, a la Biblioteca Nacional.