Colombia: primero de grupo, invicto y favorito contra Panamá

Empezamos perdiendo, contra la cinco veces campeona del mundo, con golazo al ángulo: todo estaba sobre la mesa para fisurarse, dejarse tragar por los nervios y por el peso histórico; y encima, toparnos con la indeseable Uruguay del 'Loco Bielsa' en cuartos.  

Pero este equipo es especial. Lorenzo y su cuerpo técnico han logrado impregnar a todos con un espíritu ecuánime tanto en el éxito como en la adversidad. Supo muy bien ver la reacción del equipo, desde Vargas hasta Jhon Córdoba. El mal trago del golazo "de otro partido" de Raphinha no hizo mella en el orden y el arrojo de Colombia que, con un James sideral, otra vez con el aguante de los 20 años, supo sostenerse en su plan y en sus convicciones. 

La mitad, con Lerma –cuánta falta va a hacer en cuartos de final– y con Ríos –que ya no es sorpresa, sino certeza–, volvió a ser un puente feliz hacia los de piernas ligeras de arriba y el portentoso Jhon Córdoba, que hoy, no tengan dudas, se ganó la titular contra Panamá. Con él como punta de lanza, la presión ambiciosa y alta que quiere Lorenzo funcionó. Además, jugando de espaldas –lo que hizo en el gol del empate es un prodigio– es la pieza perfecta para articular a los de afuera con el juego interior que también le gusta a este equipo. 

También fue una noticia feliz la sincronía, atrás, entre Cuesta y Davinson Sánchez. Es mucho decir que, contra la Brasil de Vinicius, Rodrygo, Savio, Raphinha, Colombia no sufrió. No sufrió, aunque fue siempre hacia adelante, y no se dejó seducir por la tentación de enfriar el partido para asegurar el primer puesto. 

Lo de Arias y Luis Díaz, aunque siguen sin amistarse con el gol, hoy fue mejor que en los partidos anteriores. El primero hace un trabajo "invisible" espectacular. Siempre socorre al lateral de su lado, siempre pasa la línea del balón, y es agresivo e inteligente para apretar cunado el ordenamiento del equipo lo exige. Hoy, sin balón, jugó un partidazo. Y Luisito también se vació. Lo intentó y lo intentó y lo intento; hasta que, al 85, logró ganarse la banda y servirle el gol, hecho, a Borré. Nos cae muy bien que ambos lleguen a cuartos al alza, y con la plena confianza de que son los titulares. 

Ilusiona, y mucho, el nivel de Daniel Muñoz. Hace rato no teníamos un lateral tan conectado con el gol. Y a la vez tan solvente atrás. La Premier le ha dado una investidura de mucho nivel y hoy es, sin duda, uno de los tres mejores laterales del continente. Y además le da personalidad y gravedad al equipo. Tanto él como Sánchez son guías perfectos para Cuesta y Lucumí. 

En definitiva, Colombia cerró una primera fase fantástica. Nos divirtió, nos hizo sufrir poco, le jugó de tú a tú a Brasil; supo sortear la adversidad y se mantuvo, sereno pero con arrojo, en la victoria. Y nunca se olvidó de competir. El invicto, el famoso invicto de 26 partidos, además, sigue en pie. Pero lo más lindo es lo que está detrás, lo que se le escapa a los números: el genio de James, la asfixia colectiva, los cambios de rirmo, la sagacidad de Ríos, las voladas de Camilo, el corazón de Cuesta, el hambre de Córdoba y Borré. 

¿Brasil? Sin darnos cuenta, no hablamos de Brasil. Pero es que tampoco hay mucho que decir. En gran parte gracias a Colombia. Su falta de inspiración, variantes y fluidez quedó al desnudo. Hoy, no asustan a nadie. Y más bien nos enfrentan con respeto. 

Siguiente parada: Panamá.