“En el último tramo se me olvidó que estaba enferma, cansada, con hambre: te vuelves uno con la montaña”: Margarita Moreno, la primera colombiana en escalar las cumbres más altas de cada continente

Crédito: Equipo de prensa de Margarita Moreno

2 Julio 2025 07:07 am

“En el último tramo se me olvidó que estaba enferma, cansada, con hambre: te vuelves uno con la montaña”: Margarita Moreno, la primera colombiana en escalar las cumbres más altas de cada continente

Margarita Moreno es la primera mujer en escalar las montañas más altas en cada continente. CAMBIO conversó con ella para entender qué pasa por la mente y por el cuerpo cuando se entrega a las cimas más hermosas, contundentes y peligrosas de la Tierra.

Por: Juan Francisco García

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La maratonista y alpinista tiene en su haber llegar a la cumbre del Aconcagua en Argentina, el Kilimanjaro en Tanzania, el Denali en Alaska, el Monte Elbrús en Rusia, el Puncak Jaya en Indonesia, el Monte Vinson en la Antártida y el Everest en Los Himalayas. Ha visto al sol ponerse, literalmente, desde el punto más alto de cada continente. Su gesta concluyó en el Everest, de donde salió, el mismo día, hacia la cumbre del Monte Lhotse, la cuarta montaña más alta del mundo. 

CAMBIO: El lugar común sobre las alpinistas las describe como personas enfáticamente introvertidas, solitarias, que están en paz por fuera de las cámaras y la sobreexposición. ¿Es tu caso? ¿Cómo ha sido lidiar con la atención mediática que ha causado hacer cumbre en las montañas más grandes de cada continente?

Margarita Moreno: La verdad es que nunca me ha preocupado si lo que hago le interesa a la gente. Creo que las montañas son para subirlas y para disfrutarlas. Nunca he sido de alardear o de contarle a la gente que voy a subir una determinada montaña. En este caso soy consciente que hubo una atención especial, por toda la tensión que implica subir el Everest, la montaña más grande del mundo. Pero yo las he venido subiendo desde hace mucho tiempo, por mí, y lo seguiré haciendo. 

Margarita Moreno y su gesta

CAMBIO: ¿Por qué te empezaron a seducir las montañas?

Margarita Moreno: Creo que tiene mucho que ver con ser colombiana y estar, en todas partes, rodeada por montañas. En Bogotá, en la sierra, en la costa… Es una relación natural con las montañas. Pero fue hace ocho años, cuando hice un viaje a Los Himalayas, vi por primera vez el Everest y dije: “Wow, algún día yo quiero estar ahí. Voy a llegar.” En ese viaje me prometí subir el Everest y desde entonces mi camino ha estado encausado a lograrlo. De ahí haber subido tantas otras cumbres. 

CAMBIO: El Everest, inevitablemente, viene acompañado con un runrún de mucho riesgo, muerte, del rigor de lo impredecible. ¿Cómo te relacionas con esto, cómo convives con la latencia de la muerte?

Margarita Moreno: Lo que hago es prepararme muy conscientemente para enfrentar las situaciones que ocurren en la montaña. Sé muy bien los riesgos y hago todo por tener la mayor información posible, así como me entreno para estar en la mejor forma. No puedes subir estas montañas sin tener cursos de alta montaña, primeros auxilios, de rescate. La preparación es muy profesional y exhaustiva. 

CAMBIO: ¿Pero el pensamiento sobre la muerte se va o siempre está ahí, en alguna parte de la cabeza?

Margarita Moreno: Dicen que la muerte está tan segura, que te da toda una vida de ventaja. La verdad es que no dejo de subir una montaña por andar pensando que me voy a morir, pues nos va a pasar a todos, en la ducha, en la montaña, en algún momento. Pero claro que he visto la muerte en la montaña y que tengo compañeros que han perdido allí la vida. 

CAMBIO: ¿Cómo funciona ese temor y la conciencia de los riesgos indudables con la familia, que muchas veces sufre mucho más que los alpinistas? 

Margarita Moreno: Al principio no fue fácil. Mi familia no entendía por qué “me gustaba sufrir, pasar hambre, llegar a un nivel tal de cansancio, dormir mal, mojarse…”. Pero después, con el tiempo, les he podido explicar por qué amo lo que hago. Las fotos, las anécdotas y, sobre todo, verme feliz, ha servido para que hoy simplemente sean felices por verme feliz y me apoyen incondicionalmente. 

CAMBIO: ¿Cuáles han sido las grandes revelaciones que las montañas te han dado desde que te dedicaste a subirlas en todo el mundo?

Margarita Moreno: Uy, muchísimas. A mí la vida me cambió desde que descubrí las montañas. Si tuviera que quedarme con una revelación es que la montaña me hizo darme cuenta de que soy mucho más fuerte de lo que pensaba. Yo sabía que era fuerte porque he logrado cumbres muy difíciles, pero subir al Everest me mostró que esa chispa, ese fuego, esa fuerza interior que tengo es mucho mayor de lo que pensaba. Me dejó sin palabras. Y lo mejor es que te invita a seguir soñando, cada vez más grande, en la montaña y en la vida. 

Margarita Moreno

CAMBIO: Ese fuego interno del que hablas, ¿se forja o viene con uno?

Margarita Moreno: Creo que si uno de verdad se enamora con algo, la chispa surge. Luego, claro, viene la preparación. La preparación y el esfuerzo son el sustento de todo. Suscribo por completo eso de que la práctica hace al maestro. Hay una fuerza oculta que uno no sabe que tiene, que solo emerge cuando algo se quiere con verdadera pasión y enamoramiento. Una fuerza que disipa la pereza, el temor, el qué dirán.

CAMBIO: ¿Cuál es el paisaje más bello que has visto en tu vida, Margarita?

Margarita Moreno: Uy, no, esa pregunta está muy difícil. Son muchos. 

CAMBIO: Uno que se te venga ya a la mente con mucha fuerza…

Margarita Moreno: La cumbre del Monte Lhotse… Voltearse y ver al Everest al frente tuyo es… porque subir el Everest es impresionante, pero ver el Everest desde el punto más alto desde el que puede ser observado, esa montaña tan linda, esa energía… Es un paisaje, pero es también un momento lleno de enseñanzas. Es un momento que nunca voy a olvidar porque el Everest ha sido la montaña que más impacto ha dejado en mi vida. 

CAMBIO: ¿Cómo hacer para que estas montañas tan potentes y místicas no pierdan su espíritu por el turismo alpinista, tan exacerbado y descuidado?

Margarita Moreno: Son claves las medidas que ya están tomando que exigen tener la experiencia necesaria para subir este tipo de montañas. Antes era normal ver personas que no sabían subir una pared de hielo, ajustarse un arnés, ponerse crampones. 

También se han impuesto nuevas reglas para no dejar rastro, pues el Everest alcanzó a tener un problema serio de basuras, sobre todo en el campamento 4. Ahora es obligatorio bajar con uno los desechos generados para de verdad no dejar rastro. Los alpinistas deben hacer popó en una bolsa que devuelven. 

CAMBIO: ¿Qué fue lo más intenso de la preparación exhaustiva para subir a los picos más altos de cada continente?

Margarita Moreno: La verdad es que yo me acostumbré a la disciplina y a los distintos ejercicios. Eso no me dio tan duro porque me gusta montar bicicleta, escalar, correr. Lo más duro vino gracias a dos lesiones que tuve y que, en el momento, porque no me dejaron entrenar con normalidad, trajeron presión y estrés a la rutina. 

CAMBIO: ¿En qué trance entran la mente y el cuerpo cuando uno sube el Everest y el Monte Lhotse en menos de un día y medio?

Margarita Moreno: No sé si es un trance, pero ciertamente se entra en un estado de concentración absoluta en el que una se conecta con la montaña, con el ambiente, con todo lo que está alrededor. Es verdad eso de “volverse uno” con la montaña. Cuando entré en el último tramo y empecé a escalar, se me olvidó que tenía sed, que tenía hambre, que estaba cansada y enferma. Iba paso a paso, plenamente consciente de la respiración y de llegar a salvo. 

Margarita Moreno

Y esa concentración se reflejaba también en el resto del equipo que subió conmigo. Nadie hablaba –muchos habían perdido la voz–, pero íbamos completamente sincronizados. Cada uno entendiendo lo que otro quería, necesitaba, expresaba… Fueron 6 horas de total silencio, todos al mismo ritmo, nunca había vivido algo así. 

CAMBIO: ¿Lloraste al llegar arriba?

Margarita Moreno: Cuando saqué la bandera de Colombia, en la cumbre, se me aguaron los ojos, pero se me congelaron las pestañas y me tocó parar, porque no podía ver… Yo llevaba pegada en la cabeza la canción de Colombia Tierra Querida. Arriba es pura emoción y agradecimiento, con Dios, con mis compañeros, con los sherpas, con mi familia y con mi esposo, que es lo más importante en mi vida.  

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