Luka Modric no se va del Real Madrid

Se va Modric del Real Madrid. Lo confirmó el club, el jugador, y absolutamente todos los tabloides deportivos del mundo. Se va, escribieron todos al unísono, el jugador más laureado del club más laureado de todos los tiempos. Leyenda, extraterrestre, elegido. Ya no quedan epítetos ni elogios y todo parece lugar común. Como las estadísticas de sus títulos conseguidos, enunciadas hasta el hartazgo: 6 Champions, 6 Mundiales de Clubes, 5 Supercopas de Europa, 4 Ligas, 2 Copas del Rey y 5 Supercopas de España. ¡Ostia! 

Pero es mentira. A pesar de los comunicados oficiales, los mensajes de despedida de las superestrellas —compañeros y rivales—, a pesar de su propio mensaje de adiós, es falso que Luka se vaya de Madrid. No todavía. Y no por muchos años más. 

Como ha pasado con Di Stéfano, Fernando Hierro, Raúl González, Cristiano Ronaldo, Paco Gento, Zinedine Zidane, la sombra del volante croata que aprendió a jugar al fútbol en medio de la cruenta guerra de los Balcanes, seguirá merodeando el Bernabéu —y cada cancha que pise el Real Madrid—. 

Su ir por la cancha desenredando partidos, gestando golazos y llenando de asistencias a los suyos, como si ser el mejor cada domingo fuera un gesto cotidiano y simple, acaso trivial, seguirá llenando de gravedad y de peso la camiseta del club del que hoy, supuestamente, se despide. 

Cuándo no haya respuestas para entender por qué el Real Madrid siempre gana, habrá que acudir a él. Es lo que pasa con las leyendas: su estela sigue aun cuando no están. Como sigue la estela de Messi en forma de Lamine Yamal en el Barcelona, Luka Modrić será el faro de la nueva generación merengue. 

Y es que imitarlo —sobriedad, lucidez, regularidad, solidaridad, gallardía— parece ser el mejor consejo para volver al triunfo y a la gloria. Seguir el camino que labró es ir por la senda del arte eficaz.