Las ventajas y riesgos de ir demasiado rápido en la transición energética
3 Mayo 2023

Las ventajas y riesgos de ir demasiado rápido en la transición energética

Crédito: Fotoilustración: Yamith Mariño

Mientras el Gobierno se prepara para presentar su hoja de ruta de transición energética justa, expertos del sector destacan las ventajas del país que podrían aprovecharse y los riesgos de acelerar demasiado el proceso.

Por: Angélica M. Gómez

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Clara Liliana Guatame, directora de la Agencia Nacional de Hidrocarburos, anunció este miércoles desde Barranquilla que el Gobierno presentará pronto la hoja de ruta de transición energética, en la que “los hidrocarburos tendrán un papel importante para materializar las metas”.

Según la directora, la hoja de ruta será “intersectorial” y hay varias pruebas de ello. Por ejemplo, el Plan Nacional de Desarrollo propone que el país sea líder en investigación en ciencia y tecnología, una apuesta para la que se necesitarán más recursos. 

Además “se plantea pasar de matriz primaria a diversificada con fortalecimiento de capacidades de una economía productiva”, agregó Guatame.

Por otro lado, la funcionaria les recordó a los empresarios de hidrocarburos que asistieron al foro de sostenibilidad de la Asociación Colombiana de Petróleo y Gas (ACP), que “la ANH diseña y orienta estrategias de competitividad del sector y promoción de aprovechamiento óptimo de los recursos, por ejemplo, el fomento de la exploración de los contratos vigentes de exploración y explotación”.

Pero como el ejemplo empieza por casa, el Ministerio de Minas y Energía le delegó funciones específicas a la ANH para “explorar proyectos de energía eólica, solar e hidrógeno. La entidad invertirá 640.000 millones de pesos en cuatro años en proyectos de transición energética y otros 160.000 millones de pesos en el mismo tiempo para acciones que contribuyan a un territorio y sociedad incluyente”, agregó la directora.

Los cálculos para el futuro

En esa hoja de ruta habrá que tener en cuenta varios factores, advierten los expertos. Por ejemplo, el director de Fedesarrollo, Luis Fernando Mejía, recordó que “el sector minero energético ha sido una fuente importante de recursos externos. El año anterior la inversión extranjera directa (IED) fue de 25,6 por ciento del total de ese tipo de ingreso, pero el promedio de la última década es de 31 por ciento. En 2022, el sector minero energético le generó al país ingresos por 4.400 millones de dólares”.

Además, los ingresos petroleros que ha recibido el Gobierno –mediante el recaudo del impuesto de renta y el pago de dividendos de Ecopetrol– tuvieron un boom a principios de la década anterior por los altos precios del crudo y luego fluctuaciones, pero en promedio, dijo el economista, en los últimos 11 años “casi 9 por ciento de los ingresos del Gobierno provienen de este sector. El año pasado fue 10 por ciento y este año será más alto por cuenta del boom del año pasado y la dependencia fiscal que tenemos de este sector”.

Por su parte, la exministra de Minas y Energía María Fernanda Suárez advirtió que la transición debe “tener en cuenta el trilema de siempre de la energía: que sea disponible, asequible y sostenible. Cualquier punta que falle, hará que nos equivoquemos”.

Suárez agregó que “en cambio climático, debemos trabajar en Colombia especialmente en adaptación porque además en el tema fiscal por nuestra dependencia eso podría traernos más costos, pero nos estamos concentrando más en mitigación y eso solo se va a lograr con políticas públicas que incentiven la generación de energía no convencional, en lugar de limitar la convencional porque eso podría traernos problemas de seguridad energética”.

En ese sentido, Mejía agregó: “En un escenario razonable de transición energética el consumo per cápita y las emisiones del país van a tener que subir para que el país se desarrolle, pasaríamos de 1,85 a máximo 2,22 toneladas métricas emitidas por habitante y desde 2030 empezaríamos a bajar para llegar a 1,48 en 2050. El consumo de energía solar aumentaría de 37,6 gigajoules por habitante en 2021 a 47 después de 2030 y 72 gigajoules por habitante en 2050 en una segunda fase de transición”.

Pero si el país decidiera acelerar ese proceso y reemplazar más rápidamente la energía producida por las térmicas a gas y carbón más pronto, el costo podría ser de hasta 163 billones de pesos entre 2023 y 2035, según los cálculos de Fedesarrollo.

“Hacer el cambio de tecnologías debe hacerse a la vez que el aumento en confiabilidad de esas tecnologías. Si Colombia logra incorporar en tiempos racionales las no convencionales, logrará sus metas y lo principal por efecto no es desmontar térmicas”, concluyó Mejía.

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