Gabriel Santos, presidente de Colombia Fintech
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"En este país nos hemos vuelto anticréditos": Gabriel Santos, presidente de Colombia Fintech
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En entrevista con CAMBIO, Gabriel Santos, presidente de Colombia Fintech, aseguró que los servicios 'fintech' que más usan los colombianos son crédito digital y pagos digitales. Colombia es la cuarta economía de la región con mayor adopción de criptoactivos, un mercado que mueve 26.000 millones de dólares al año en el país.
La tecnología y las finanzas trabajan de la mano en la industria fintech, un sector que engloba a compañías jóvenes que prestan servicios financieros apalancados en la tecnología. Gabriel Santos, presidente de Colombia Fintech, conversó con CAMBIO sobre cómo estos nuevos servicios fomentan la inclusión financiera y qué necesita el país para avanzar en la regulación y adopción de criptoactivos.
CAMBIO: ¿Qué entra dentro de la definición del ecosistema fintech y qué no?
Gabriel Santos: La forma más eficiente de enfrentar qué es y qué no es fintech es tomar la definición más amplia. Este es un mundo que está cambiando mucho, muy nuevo. Es toda la prestación de servicios financieros de forma disruptiva y apalancados en la tecnología. El sector financiero se ha caracterizado por no ser tan innovador en la prestación de servicios y esta nueva generación de empresas están haciéndolo de forma más eficiente y apalancadas en el uso de la tecnología.
CAMBIO: ¿Cuántas empresas fintech hay en el país?
Gabriel Santos: Hay aproximadamente 373 empresas, pero también hay iniciativas interbancarias en esos propósitos, por lo que es difícil cuantificarlas.
CAMBIO: ¿Cuáles son los principales servicios que prestan las fintech?
G. S.: Hay dos tendencias grandes. Hay empresas creciendo con un nivel de innovación importante en la modernización de los sistemas de pagos. Lo otro es el crédito digital. Otorgar préstamos con recursos propios no captados del público ha permitido asumir riesgos que otras entidades no pueden asumir. Esto nos ha permitido llegar a otro tipo de poblaciones que no necesariamente son sujetos de crédito.
La tasa de usura excluye a millones de personas del crédito en el mercado financiero tradicional. Quienes están en condiciones de vulnerabilidad, con bajos niveles de estudio y dificultades de anclarse al mercado laboral recurren a estas plataformas, que pueden asumir muchos más riesgos que otras instituciones más consolidadas.
También están avanzando mucho los neobancos. Allí hay pocas empresas porque hay una carga regulatoria muy exigente, agresiva y costosa. Están Lulobank o Nubank, por ejemplo. Aunque sean pocas, por su magnitud van a avanzar mucho.
CAMBIO: En este ecosistema, ¿qué tanto han crecido las operaciones con criptoactivos?
G.S.: Colombia cumple con todos los ítems de un país que debería adoptar los criptoactivos de forma acelerada: una moneda muy débil, inestabilidad política, problemas para resguardar los pequeños ahorros que tienen los colombianos, sobre todo los más vulnerables. Colombia está entre los países del mundo en que hay una mayor adopción de criptoactivos.
Hay varios beneficios, como la libertad de escoger qué tipo de producto financiero puede tener cada persona, o el hecho de que el ecosistema de criptoactivos permite repensar modelos un poco anticuados en el sistema financiero.
La tecnología blockchain, la parte neurálgica del mundo cripto, ha permitido desarrollar soluciones en varios servicios y procesos que ya existen, pero con tecnología. Por ejemplo, el envío de remesas o pagos transfronterizos, unas de las transacciones más intermediarias en el sector financiero. Se pueden generar sinergias entre un sector financiero tradicional muy consolidado y estas industrias nacientes.
CAMBIO: ¿Cuántos colombianos invierten en criptomonedas?
G.S.: Hay un estudio reciente que elaboró la firma Chainalysis que clasificó las regiones y países con mayor adopción de criptoactivos. Latinoamérica representa cerca del 7 por ciento del flujo de criptoactivos a nivel global. Los países con los mercados más grandes en la región son Argentina, Brasil y México, y Colombia aparece en la cuarta posición. En el caso de Colombia, la inversión por año en criptoactivos es de alrededor de 26.000 millones de dólares.
CAMBIO: Recientemente Estados Unidos avaló las operaciones en ETF o fondos en bolsa con bitcoin. ¿Qué implicaciones tiene eso para el mercado y cómo se traslada eso a Colombia?
G.S.: Es muy importante. Durante los últimos años el mundo cripto operó bajo la noción de que Estados Unidos iba a ser una jurisdicción casi imposible, con una antipatía hacia los bancos procripto y con actividades judiciales en contra de la industria. El mundo cripto empezó a emigrar hacia otros países, especialmente Europa y Brasil, acá en la región.
En Colombia hemos sido muy ortodoxos, para bien, con el manejo del sector financiero regulatoriamente. No hemos sido muy creativos y hemos estado muy apegados a lo que ocurre en Estados Unidos y a su doctrina. Eso imposibilitó una discusión práctica sobre la regulación de criptoactivos. Ese mensaje es muy importante para las autoridades colombianas. La jurisdicción a la que más se escucha abrió la puerta y tenemos que capitalizar ese mensaje político.
CAMBIO: ¿En qué punto está la regulación en Colombia?
G.S.: En Colombia se va a presentar un proyecto de ley de criptoactivos en la siguiente legislatura, con autoría del Gobierno. Es un proyecto que hemos venido consensuando desde que retiramos el proyecto en la legislatura pasada. No conocemos el texto final.
Actualmente hay un proyecto de circular, la 017, en la Superintendencia Financiera. Esperamos que salga muy pronto. Es una circular hipercomprensiva que se trabajó durante mucho tiempo con la industria, y en cualquier momento podría salir, pero sigue allí. Esta circular ayudaría, por ejemplo, a tener criterios objetivos sobre quién puede estar al mercado, quién no puede; recopiló experiencias del sandbox (simulador controlado de operaciones de la Superfinanciera), que traía el trabajo con entidades financieras vigiladas y con con el sistema cripto. Hay que avanzar rápido con esto y crear criterios objetivos para la operación del sistema.
CAMBIO: El Banco de la República ya está avanzando en la creación del sistema de pagos inmediatos, ¿Cómo beneficia esto al ecosistema fintech?
G.S.: Es importantísimo. Podemos ver el futuro de lo que es un buen sistema de pagos con todo lo que PIX logró en Brasil en inclusión financiera, reducción del uso del efectivo, volumen de transacciones, e incluso, en el uso de tarjetas débito y crédito. Necesitamos que una persona que venda tintos en un puesto en la calle pueda pagar o recibir pagos de forma gratuita e instantánea y generar una trazabilidad en sus ingresos. Son cosas esenciales para mejorar la vida de millones de colombianos. Si una persona tiene que comer con lo que vende a diario, no sirve decirle que el pago le entrará al otro día.
Un sistema de pagos moderno puede cambiar el día a día de los ciudadanos. Esto debe hacerse pensando en el beneficio público, como se hizo en Brasil, operado por el banco central. Podemos estar frente al cambio financiero más importante de nuestra generación.
CAMBIO: ¿Cómo están las tasas de interés de los neobancos frente a la banca tradicional?
G.S.: Es una respuesta compleja porque no hay una posición unificada. Las altas tasas generan desincentivos en consumo en ciertos segmentos de la economía y para ciertos sectores. Pero el hecho de que tengamos un ecosistema criminal de ‘gota gota’ tan vibrante nos muestra la otra cara de la moneda. Si una persona que nunca ha tenido un acceso al trabajo va a montar su tienda, ningún banco le puede prestar. Para esa persona el crédito más caro no es el que una entidad le puede ofrecer, sino el que le presta una banda criminal a una tasa infinitamente superior a la que el mercado ofrece y con riesgos de seguridad.
CAMBIO: ¿Cómo se puede combatir el 'gota a gota'?
G.S.: Lo primero es ser sinceros en la discusión. Los gobiernos siempre hablan de la necesidad de bajar las tasas de interés, pero los créditos son una realidad del mercado. Cuando una entidad tiene la obligación legal de proteger el ahorro de las personas, no le puede prestar a cualquiera. En este país nos hemos vuelto anticréditos. Es un país con una regulación muy difícil en temas de cobranza, con la ley ‘Dejen de fregar’, el manejo de habeas data y las leyes de borrón y cuenta nueva, que generan una cultura del no pago. Todo eso contribuye a tener una cultura de crédito nefasta en el país. Por esto, las empresas legítimas excluyen del mercado a los que más lo necesitan, porque la educación no da. Hay que mirar a quiénes beneficiamos con la tasa de usura en el país.