Resistiendo la erosión de los regímenes democráticos: el papel de la oposición

Crédito: Freepik

3 Marzo 2025 07:03 am

Resistiendo la erosión de los regímenes democráticos: el papel de la oposición

¿Qué características particulares de la democracia son las que producen su debilitamiento? La politóloga Sandra Borda Guzmán reseña la más reciente obra de su colega Laura Gamboa que busca responder esa pregunta.

Por: Sandra Borda

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Uno de los puntos de partida más recurrentes en la discusión sobre el debilitamiento de la democracia ha sido la dificultad que plantea el que las amenazas a este tipo de régimen político ya no sean externas. Al contrario, como lo señalaron Levitsky y Ziblatt, en Cómo mueren las democracias, “las dictaduras flagrantes, en forma de fascismo, comunismo y gobierno militar, prácticamente han desaparecido del panorama… En la mayoría de los países se celebran elecciones con regularidad. Y aunque las democracias siguen fracasando, lo hacen de otras formas. Desde el final de la Guerra Fría, la mayoría de las quiebras democráticas no las han provocado generales y soldados, sino los propios gobiernos electos” (p. 13). Es casi como si la democracia incubase la semilla de su autodestrucción. Algunos, con más drama, han incluso sugerido que este proceso de debilitamiento que resulta de las propias reglas del juego democrático es inevitable. Sin embargo, aunque hay algo de claridad en la existencia de una correlación, todavía hay avances por lograr en el intento de tratar de identificar la causalidad: ¿qué características particulares de la democracia son las que producen su debilitamiento? ¿A través de qué mecanismos se produce la erosión de las instituciones y las reglas del juego democrático? ¿Cómo podemos, sino evitar, al menos reducir el daño?

La politóloga colombiana Laura Gamboa aborda justamente estas preguntas en su libro Resisting Backsliding. Opposition Strategies against the Erosion of Democracy, publicado por Cambridge University Press en 2022. En este texto, la autora recoge la literatura de política comparada dedicada a explicar las razones por las cuales llegan al poder gobiernos con intenciones e impulsos autócratas, y la complementa con una explicación sobre por qué, en algunas ocasiones, tienen éxito en implantar un régimen autocrático de relativa larga duración, y en otros definitivamente no.

El libro estudia un fenómeno omnipresente en el mundo de hoy: la existencia de mandatarios que han encontrado la forma de subvertir las normas democráticas manteniendo, simultáneamente, una fachada democrática: dos casos latinoamericanos sobresalen y son objeto del análisis comparativo del libro: el régimen de Hugo Chávez en Venezuela y el régimen de Álvaro Uribe en Colombia. Ambos gobiernos introdujeron reformas para reducir la independencia del poder legislativo y el poder judicial, para aumentar el poder del ejecutivo y para extender su tiempo en el poder. Sin embargo, en Colombia los intentos por subvertir el orden democrático fracasaron, mientras que en Venezuela no. 

Crédito: Germán Hernández y Carlos Sanabria.
Crédito: Germán Hernández y Carlos Sanabria.

Pero este fenómeno no es exclusivo de estos dos países: entre 1978 y 2019, sugiere Gamboa, América Latina ha presenciado el surgimiento de al menos 25 líderes dispuestos a debilitar el régimen democrático a cambio de implementar su agenda política. Sin embargo, solo 6 –Fujimori, Chávez, Morales, Correa, Ortega y Hernández–lograron transformar las democracias de sus países en regímenes autocráticos. Gamboa se pregunta entonces por qué algunos autócratas potenciales son exitosos a la hora de erosionar la democracia, mientras otros fracasan en su intento. 

Para contestar esta pregunta, el libro propone un análisis en dos fases fundamentales: la primera tiene que ver con los factores que aumentan la probabilidad de que estos líderes súper ambiciosos sean electos, y la segunda se centra en las circunstancias que –una vez en el poder–facilitan o dificultan que estos mandatarios resulten exitosos en su intento por erosionar la democracia. En materia de la primera fase, Gamboa sugiere que los sistemas de partidos débilmente institucionalizados, los estados débiles y en crisis (con serios problemas de gobernabilidad) y un pobre desempeño económico, facilitan la llegada de este tipo de políticos al poder. En materia de las circunstancias que les facilitan a estos gobiernos su intención de erosionar la democracia, la autora sugiere que esto depende directamente de la forma en que la oposición use los recursos y diseñe estrategias en contra del mandatario en el poder. El uso que la oposición hace de estos recursos determina los niveles de tolerancia internos y externos que se desarrollen frente al autócrata que intenta erosionar la democracia. 

Los sistemas de partidos débilmente institucionalizados, los estados débiles y en crisis (con serios problemas de gobernabilidad) y un pobre desempeño económico, facilitan la llegada de este tipo de políticos al poder

Las tácticas extrainstitucionales y radicales de la oposición, como por ejemplo golpes de estado, protestas, boicots o paros destinados a sacar al autócrata en el corto plazo, constituyen una amenaza existencial al gobierno y, por tanto, lo incentivan a reprimir.   Esta represión, a su vez, puede debilitar a la oposición y crearle altos costos en materia de legitimidad, tanto interna como internacionalmente. Lo contrario sucede con las tácticas institucionales y moderadas, como las elecciones y el desempeño del Congreso y las Cortes, destinadas a frenar y contrarrestar los impulsos autócratas. En este escenario, es posible que el gobierno autócrata no se termine en el corto plazo, pero sí se logra que se incrementan los costos de reprimir para el gobierno y, por tanto, se reducen los incentivos para hacerlo. Cono legitimidad y sin represión de por medio, las posibilidades de éxito de la oposición se incrementan sustancialmente. La autora también explora combinaciones adicionales de este tipo de estrategias. 

En ocasiones y a lo largo del libro, se siente que la responsabilidad adjudicada a la oposición en la lucha contra la erosión de la democracia es en algo excesiva. Al final, el desempeño mismo de los autócratas puede jugar un papel fundamental en explicar su mantenimiento en el poder. Aunque el libro no alcanza a estudiar el caso, la permanencia de Bukele en la presidencia de El Salvador es, en buena parte, una función del éxito de su política de seguridad. El desempeño puede consolidar al mandatario y reducirle las posibilidades políticas a la oposición. Algo similar ocurrió en el caso de Álvaro Uribe en Colombia. Creo que el problema está en derivar la legitimidad como recurso, única y exclusivamente del respeto a la institucionalidad y a las reglas del juego democrático. La legitimidad también puede derivarse del desempeño y/o de la gobernabilidad y a veces pecamos por asumir que este recurso simple y automáticamente le es negado a los gobiernos autocráticos. 

Las tácticas extrainstitucionales y radicales de la oposición, como por ejemplo golpes de estado, protestas, boicots o paros destinados a sacar al autócrata en el corto plazo, constituyen una amenaza existencial al gobierno y, por tanto, lo incentivan a reprimir

He tratado de sintetizar y discutir aquí una parte del argumento del libro de Gamboa, pero definitivamente recomiendo su lectura para tener más herramientas de análisis alrededor del problema contemporáneo de la erosión de la democracia y, sobre todo, para acercarse al trabajo riguroso e interesante que se hace sobre los casos latinoamericanos. Pero me quedo y dejo a los lectores, con una reflexión fundamental: una parte muy importante del éxito o fracaso que tengamos en nuestras sociedades en el intento por defender las instituciones democráticas, depende de que la oposición actúe con apego irrestricto a las reglas del juego democrático y desde las instituciones. Para ponerle un poco más de énfasis a esta idea: es preciso reconocer que la erosión democrática es el resultado de una responsabilidad desigual pero compartida entre los gobiernos autocráticos y el ejercicio de la oposición. Nuestras demandas como ciudadanos, por un mayor respeto a la democracia, deben ir entonces dirigidas a ambos actores. 
 

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