Lo que no le han contado del escalofriante caso de Sara Sofía
22 Marzo 2024

Lo que no le han contado del escalofriante caso de Sara Sofía

Este viernes la jueza dará a conocer la pena de cárcel que deberán pagar Carolina Galván y Nilson Díaz. Este, el señalado proxeneta, oculta una historia perversa más cercana al lobo feroz que al padre de familia que desconoce qué ocurrió con la niña desaparecida.

Por: Jose Monsalve | josemonsal@yahoo.com

Entre aquí para recibir nuestras últimas noticias en su WhatsAppEntre aquí para recibir nuestras últimas noticias en su WhatsApp

Acaba de concluir el juicio penal sobre este caso que tantos titulares generó y parece que no hubiera pasado mayor cosa. Pero sí. A Carolina Galván Cuesta, la joven madre de la niña Sara Sofía, la sentenciaron por la desaparición forzada de su hija de tan solo dos años, aunque apenas nos enteramos de que la mujer hacía muecas en las audiencias, por lo que fue reconvenida un par de veces. Quien siga las noticias de este país brutal tiene un nuevo sinónimo para monstruo: Carolina Galván. 

El juicio arrancó en febrero de 2023 y terminó un año después, el pasado 27 de febrero, con la lectura del sentido del fallo condenatorio proferido por una jueza de primera instancia. Solo resta que este viernes entrante la justicia señale la pena que le impondrá a Galván, de 23 años, y que de cualquier forma estará entre 40 y 50 años de cárcel, dado el agravante de que la víctima ha sido una menor, la preciosa niña de ojos verdes y cabello dorado. Por los mismos hechos, pero sin tantos encabezados fue también declarado culpable Nilson Diaz, a quien los medios han llamado de prisa “el padrastro” de Sara Sofía.  

SS
Captura de Nilson Díaz. 

Es una injusticia que la madre y este sujeto, puestos a comparecer, hayan corrido la misma suerte, que hubieran sido juzgados con el mismo racero. Y una terrible distorsión que la mayoría de los medios hubieran fijado los focos, sobre todo, en Galván y no en su victimario. 

 

Su nombre completo es Nilson Bladimir Diaz Valenzuela, tiene 46 años, está detenido en la cárcel Picaleña de Ibagué, y en Bogotá pululan las denuncias en su contra. Es padre de cinco hijos, menores y durante el juicio se ventiló que los explotaba en la mendicidad, aunque eso es lo de menos. El testimonio que rindió Jenny Andrea Cardozo, la madre de esos cinco menores, ante la jueza y en reiteradas ocasiones en la Fiscalía, es escalofriante. La mujer contó que conoció a Díaz en 2010, cuando ella tenía 20 años. Su historia empezó así: 

«Yo trabajaba en el semáforo de Soacha en el cruce El Tropezón. Limpiaba vidrios, vendía dulces, pan de bono. Nilson trabajaba en el negocio de mujeres que se llama El Imperio, ahí en el cruce. Todos los días me compraba pan de bono y me regalaba para que comprara gaseosa. En ese tiempo estaba afectada emocionalmente porque mi papá acababa de fallecer y estaba embarazada. Él me decía que yo embarazada y pasando necesidades. Me invitó al negocio de mujeres donde se ejercía la prostitución«.   

"Acepté ir a trabajar al negocio sacando trago. Consiste en sentarse con los clientes a tomar y me pagaban 2.000 pesos por copa, por media de aguardiente 5.000 y por la botella 10.000. Duré sacando trago un mes, y Nilson empezó a decirme que le estaban poniendo problema, me dijo que las mujeres estábamos era para producir dinero y entrar a la pieza, consiste en acostarse con el cliente por plata. Nilson era mesero y portero del negocio, esa era su manera de trabajar. Me dice que debo empezar a entrar a pieza o irme porque las mujeres estaban para producir". 

La testigo afirmó que fue así que empezó a estar sometida en la prostitución, por presión de Nilson Diaz. Él empezó a instrumentalizarla en todos los ámbitos. Cuando a Jenny le faltaban dos meses para dar a luz y le resultaba imposible seguir en la prostitución, Nilson propuso que vivieran juntos. Pero el refugio resultó un infierno. Ella tenía que seguir trabajando en el semáforo desde las cuatro de la mañana para pagar el arriendo y dos días después de tener el bebé él ordenó que regresara a la prostitución. Luego empezó la violencia física. La testigo afirma que Diaz le pegaba porque ella se cansaba de trabajar "en ese mundo", algo inamisible para este. Diaz le llevaba clientes "a domicilio" y se enfurecía cuando por ejemplo Jenny terminaba con un cliente y se negara a estar con él. Y así, avasallándola, la hizo su esclava por años. Tuvieron cuatro hijos entre 2011 y 2016.

"Yo siempre respondía por los gastos de la casa, dejaba entre 30 y 40.000 pesos diarios. Sin embargo, con este dinero no comían bien los niños, yo hacía cuentas y era que él les daba menudencias, no les daba carne ni pollo. Me di cuenta de que la plata no la invertía para mis hijos, él se la consumía en droga. Me pegaba, me decía puta y me exigía que trabajara. También recuerdo que cuando yo no quería tener relaciones con Nilson él se ponía bravo, se levantaba a la hora que fuera envenenado y se pasaba para la cama de los niños con el pene erecto y me decía groserías por no tener relaciones, los niños dormían en otra habitación y él se iba a dormir con los niños, yo le decía que como era eso de irse erecto a dormir con los niños...". 

Jenny dijo que desde esa época denunció a Díaz, que acudió a las autoridades para buscar protección y recalca que nunca retiró las denuncias. Aunque tampoco vio nunca el más mínimo resultado. Afirma que la violencia y la explotación no solo fue contra ella, también contra los menores. Contó que un día en que salió a trabajar al semáforo estaba lloviendo muy fuerte por lo que le pidió a Díaz llevar más tarde al bebé de seis meses donde la madrina que se encargaba de cuidarlo. Pero eso no pasó.  

"Llovía muy duro y este señor lo que hizo fue esperar que yo saliera y cogió a mi hijo, le quitó toda la ropa, y lo dejó totalmente desnudo en una ventana que no tenía protección, estaba el puro marco. Lo dejó ahí en una hamaca desnudo e hizo que le diera una bronconeumonía que casi me lo mata. Donde no llegue mi comprade al que llamé para que me ayudara, donde él no vaya y se de cuenta, este señor me mata a mi hijo. Mi bebé estuvo un mes en el hospital". 

Y luego otras dos denuncias a las que hay que prestar particular atención. Jenny testificó en una ocasión que Díaz la llamó al trabajo para contarle que uno de los niños se había caído y que estaba con moretones: "Me fui para la casa y el niño estaba con un golpe en la cabeza y los ojos morados, le pregunté a Nilson qué pasó y me dijo que el niño se enredó y se cayó, nada más".  Se desató una pelea escandalosa de Jenny con Díaz, una más, entonces apareció el ICBF y tomó la custodia temporal de los menores.  

Y allá, durante el amparo estatal, se descubrió que el niño que había aparecido con moretones recién había sido "abusado con un objeto contundente". A Jenny le informaron eso y de inmediato pensó que el responsable era Díaz quien siempre permanecía con los niños. Así que se llenó de valor, lo engañó diciéndole que la acompañara para cualquier cosa a la Fiscalía, y una vez estuvo con él en un despacho le dijo al funcionario que el ICBF había encontrado a su hijo violado y que él, Nilson Díaz, era el violador. Pero no pasó nada. Nadie le prestó atención. Díaz dijo que ella era una prostituta. Jenny solo se ganó la furia del sujeto y la posibilidad de recuperar a sus hijos se enredó. El menor abusado fue oficialmente dado en adopción. Fue tal el absurdo que a Díaz le regresaron los otros menores. Y Jenny, en una ocasión en 2019, luego de que se había apartado de él, tuvo que pagarle para que le permitiera verlos.  

Lo que que narra al respecto es ominoso:

"Nilson me permitió una visita con los niños, yo le pagué 40.000 por eso. Llevó a los cuatro niños donde yo estaba viviendo, al día siguiente me levanté a organizarlos, empecé a bañar a la niña que tenía 5 años y le refregué su parte intima vaginal, me dijo que le duele, yo le pregunto que por qué. Y ella me responde que el papá le mete los dedos por donde ella hace chichí y la lengua, y le pone el cosito por donde él hace chichí a ella en la boca. Entonces me enloquezco. Le reclamé y Nilson negó todo... La niña también le contó lo mismo a dos amigas mías, puedo aportar los datos de ellas". 
 

En la Fiscalía, Unidad de Delitos Sexuales seccional Bogotá, hay un amarillento expediente con las denuncias de Jenny, incluyendo fotografías que prueban que el niño fue brutalmente abusado, tal como lo descubrió el ICBF. La última página dice "Archivado". Por su parte, la menospreciada madre refrendó todo ante la jueza durante el juicio que se adelantó contra Carolina Galván por la desaparición de Sara Sofía. 

Retrato de un proxeneta 

Carolina Galván –de 20 años– vagaba por las calles del sur de Bogotá, llevaba cierto tiempo a la deriva luego de haber dejado la casa de su hermana Xiomara y de la suegra de esta, Rita, el 15 de septiembre de 2020. Las constantes discusiones con su hermana hicieron imposible la convivencia. Sin educación, sin trabajo ni plata, optó por irse a la calle. Dejó con ellas a su pequeña hija Sara Sofía, la adoración de todos. Aunque era muy torpe en su rol de mamá y carecía de todos los recursos, la había matriculado en un jardín y estaba al día con sus vacunas.    

Lanzarse a la calle no fue una buena elección. O probablemente fue lo contrario, no tuvo elección. Pasó hambre, durmió a la intemperie y la violaron. Nilson –de 45 años– la vio, montó conversación y le propuso que cuidara a sus cuatro hijos a cambio de un lugar dónde dormir. Después, según múltiples testimonios, Carolina repitió la historia de Jenny: terminó sometida a la prostitución con él actuando como proxeneta.  

Fue una explotación progresiva. Al cabo de unos días en los que solo cuidó a los niños, él le dijo que debía ayudar con los gastos de la casa. Le propuso que saliera a mendigar a las tiendas. Después, le pidió que "vendiera el cuerpo" y ella le dijo que nunca había hecho algo así. Pero le recordó que debía aportar plata o irse, y terminó llevándola a los lugares de prostitución. Allá la dejaba para luego quitarle cuanto ella obtenía. En los informes de Medicina Legal y en otros conceptos de psicólogos y psiquiatras que entrevistaron a Carolina se explica que Nilson le exigía el dinero producto de la prostitución, que la enviaba a la calle sin comer, y que la vigilaba donde trabajaba, incluso yendo con los niños algunas veces. El sometimiento a la prostitución fue diario y Carolina bebía todo el alcohol que podía para sobrellevarlo. Y después, en la casa, debía tener relaciones sexuales con Nilson, y hacer todo lo que le decía para no volver a la calle y quedarse sin techo. Las órdenes no pocas veces venían reforzadas con amenazas o puñetazos en la cara, en ciertas ocasiones le blandió un cuchillo y otra vez llegó a decirle que le pondría una bomba.  

SS
Nilson Díaz en la audiencia. 

Carolina tuvo una vida desgraciada aun antes de conocer a Nilson. Nació en Puerto Berrío y tenía 8 años cuando su mamá la abandonó. Su papá hizo lo propio un tiempo después, entonces quedó bajo el mando de su abuela que no la quería ni cinco. Le decían que era "un estorbo, una basura". Y un tío, hermano de su papá, la violó.  Nunca tuvo un hogar estable ni amor, porque pasaba de mano en mano entre familiares. Apenas aprendió a leer y escribir sin alcanzar el colegio. Su hermana, Xiomara asegura que Carolina tenía serios problemas para aprender cualquier cosa y que su personalidad era como la de una niña mucho menor a la edad que tenía. A los 17 años Carolina quedó embaraza, y luego registró a su hija Sara Sofía con sus apellidos, Galván Cuesta, porque el papá, "un policía", la abandonó al enterarse de la preñez. Estaba arrimada en la casa de su hermana pero cansada de las peleas tomó la calle. Fue cuando se encontró con Nilson. 

La relación de Carolina con su hija se redujo a que de vez en cuando la visitaba, mientras que Xiomara y Rita se encargaban de cuidar a la niña. Le permitían que la llevara al parque varias horas y luego la niña volvía a quedar en manos de la tía y la suegra de esta. Así fue, hasta el viernes 15 de enero de 2021, cuando Carolina se presentó pidiendo pasar el fin de semana con la niña. Dijo que tenía un trabajo y que estaba viviendo en una casa donde cuidaba a varios niños. Se llevó la niña con la promesa de que el lunes la regresaría. Pero eso nunca ocurrió. 

Carolina llevó a la niña a la casa de Nilson y media docena de vecinos aseguran haberla visto con los otros niños frente a la vivienda durante varios días. Entre tanto, ella seguía sometida a la prostitución. Al pasar los días sin que la niña regresara, Xiomara llamó a su hermana y le reclamó. Carolina dijo que pronto la llevaría, luego sacó excusas, después su celular ya no funcionó más. Y Sara Sofía desapareció.  

A partir de ahí ocurrió lo que más o menos se conoce: Xiomara emprendió la búsqueda, averiguó dónde vivía Carolina con Nilson y denunció la desaparición de la menor. Ambos fueron detenidos. Nilson Díaz reiteradamente le ha endilgado toda la responsabilidad a Carolina. Aseguró que ella maltrataba a la niña y que la bebé se puso "morada" y ya no reaccionó luego de que la mamá la reprendió con golpes. Dijo que no dio aviso a la Policía por temor a perder sus hijos. Y sobre el cuerpo de la menor aseguró: "Carolina me preguntó que cuál era el río que pasaba cerca, le dije que el Tunjuelito. Y ella, sonriendo, porque no lloraba ni nada, me dijo que mejor la botáramos al río". 
Por su parte, Carolina ha dado distintas versiones. Aseguró que regresó a la casa después de trabajar y que Nilson le dijo que la niña se había puesto mal, que no reaccionaba luego de comer, que botaba babasa, que estaba morada... Sus recuerdos son más que confusos. Ha dicho también que la niña fue regalada a alguien que iba en un carro rojo. Y respecto a qué ocurrió con el cuerpo dio distintas versiones sin importale autoincriminarse: que la niña terminó en la basura, que ella la arrojó al río, que fue Nilson, que fueron juntos... 

El caso alcanzó gran despliegue mediático, los noticieros registraron a los bomberos recorriendo el río Tunjuelito en busca del cadáver de Sara Sofía, y particularmente el nombre de Carolina ocupó los titulares. De Nilson apenas se dijo, erradamente, que era el "padrastro". Hasta hoy, el cuerpo no ha aparecido, quizá porque la búsqueda se hizo varias semanas después de cuando supuestamente fue arrojado al río, quizá porque nunca fue arrojado. El misterio continúa.  

Por eso a Carolina Galván y a Nilson Díaz los procesaron por desaparición forzada y no por homicidio. La Fundación Dignidad Abolicionista, un colectivo de mujeres que lucha contra toda forma de explotación, observó el caso y se interesó. Pronto reconocieron a Carolina como una sobreviviente de la prostitución y víctima de múltiples violencias. Y decidieron abogar por ella, así, la penalista Magda Reyes asumió la defensa.  

En agosto de 2021, durante la audiencia en que le impusieron medida de aseguramiento y le advirtieron que se exponía a una pena de 40 años de cárcel, Carolina trató de matarse. El episodio ocurrió en Ibagué, ella pidió permiso para ir al baño y allí trató de cortarse con fragmentos del espejo. Después, tras calmarla y conducirla por los pasillos, súbitamente intentó arrojarse desde el tercer piso, la alcanzaron a sujetar en el borde del muro. La diligencia se suspendió y ella fue remitida a un centro médico.  

Su defensa ha insistido a lo largo del proceso en que su caso se tramite con enfoque de género, es decir que la jueza y el fiscal deben considerar el estado de vulnerabilidad en que Galván estaba respecto a Díaz, y que se le juzgue sin perder de vista esa asimetría determinante. Por eso presentaron ante el estrado –en audiencia virtual– el testimonio de Jenny Cardozo, quien además ha dicho que conoce a otras mujeres víctimas de Nilson Díaz. En el mismo sentido, Xiomara Galván –hermana y denunciante de Carolina– afirmó que le consta que Nilson recluta y explota mujeres con hijos menores.    

La defensa de Galván también presentó una serie de conceptos médico legales, dos psicólogas y un psiquiatra, quienes individualmente y en múltiples sesiones evaluaron a Carolina. Determinaron que tiene al menos cinco afectaciones de consideración: 1) ha sido víctima de violencias constantes y previas al asunto por el que se juzga; 2) tiene trastorno mental leve que aumenta su vulnerabilidad; 3) baja inteligencia que le impide tener razonamientos complejos y la sume en instrospección pobre; 4) tendencia al concretismo que se visibiliza en una nula reacción ante situaciones complejas; y 5) es víctima de explotación sexual. 

Una de las expertas que evaluó y conceptuó a Carolina Galván fue Melissa Farley, una doctora estadounidense, experta en psicología clínica con más de 50 años de experiencia y quizá la voz más respetada en el mundo sobre los traumatismos que genera la prostitución en las mujeres. "Está probado que Carolina es víctima de prostitución. Y esto no es un trabajo, es una coacción, por falta de oportunidades, por carencia de afecto, de alimentos y techo, sufren daños severos, violencias, amenazas, miedo, desorden mental, disociativos, bloqueo emocional, bloqueo extremo", dice Farley en su dictamen sobre Galván.  

Incluso la doctora Emil Tatiana González, psiquiatra de planta de Medicina Legal y la perito en quien la Fiscalía se apoyó para pedir sentencia, dijo que Galván "tiene una marcada vulnerabilidad descrita desde la infancia" y admitió las afectaciones halladas, incluyendo el trastorno mental leve. En sus palabras: "Si bien al momento de su examen no existe presencia de una patología mental mayor, existiera algo que podemos denominar enfermedad menor en la examinada".  

Con esos argumentos, Magda Reyes, la defensora de Galván solicitó absolución. "Considero que hay una inimputabilidad pues ella no tenía la capacidad de comprender. Las cinco circunstancias descritas por los peritos hicieron que Carolina no solo no pudiera entender el comportamiento sino que además no comprendía a qué se encontraba sometida. Ella no sabe qué fue lo que pasó, y fue manipulada", asegura. 

Pero la Fiscalía, palabras más palabras menos, consideró simples infortunios el rosario de complejidades que envuelven a Carolina Galván. La puso a la par de Díaz y rechazó el testimonio de Jenny Cardozo, alegando que no se trataba de un caso de inducción a la prostitución o de explotación sexual, sino de la desaparición de una menor.  

Hasta ahora todo indica que la jueza se ha decantado por esa postura. Al emitir el sentido del fallo, antes de anunciar condena, hizo un recuento mayoritariamente enfocado en reproches a Galván sin darle peso al contexto que incrimina a Díaz como proxeneta. Trajo a cuento, por ejemplo, que en un solo día Carolina le dio tres versiones a un policía sobre lo ocurrido con la niña (y ese uniformado testificó que la mujer no tenía asomo de claridad), pero a la jueza eso no le pareció inquietante sino el proceder de "una mitómana que quiere engañar a la justicia".  

Al final la togada concluyó que, a pesar de todo, Galván "tiene la capacidad de discernir, de evaluar y de tomar una decisión". La declaró culpable al igual que a Nilson Diaz. Este viernes 22 de marzo la jueza leerá su fallo. Se conocerá el detalle de la argumentación, los respectivos años de condena, y si la Justicia tendrá o no, alguna consideración diferencial entre ella y él.  

Conozca más de Cambio aquíConozca más de Cambio aquí