Daniel Coronell
19 Febrero 2023

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Desde hace dos semanas el condenado exsenador Eduardo Pulgar está de vuelta en su lujoso apartamento del edificio Grattacielo en Barranquilla. Allí cumplirá su sentencia y seguirá manejando su poder. Desde su detención, que siempre fue cómoda, movió sus votos para convertir  en senadora a su cuñada María Claudia Pérez. Sigue controlando buena parte de la política en la costa y es el jefe político de Soledad, la segunda ciudad del Atlántico, que tiene de alcalde a otro de sus cuñados: Rodolfo Ucrós. 

Bueno, al menos Pulgar fue condenado gracias a la Corte Suprema de Justicia y a una de estas columnas que mostró la grabación que prueba que trató de sobornar al juez Andrés Rodríguez Cáez para favorecer los intereses de Luis Fernando Acosta Osío, presidente del Consejo Directivo de la Universidad Metropolitana.  Ese centro educativo sigue bajo el control de Acosta y los suyos, así como el Hospital Metropolitano de Barranquilla. Entre las dos entidades facturan 80.000 millones de pesos al año.

Acosta Osío, forrado en plata y quizás estimulado por la libertad de su secuaz, está tratando de reescribir la historia. En su nueva narrativa los malos son el juez que no aceptó el soborno de Eduardo Pulgar, el fiscal delegado ante la Corte Suprema que investiga a un magistrado del Tribunal del Atlántico por favorecer los intereses de Acosta, y yo por haber hecho público el caso.

Esta semana fue citada una rueda de prensa con llamado de URGENTE por parte de un relacionista quien, a nombre de Acosta, prometió revelar un nuevo “cartel de la toga” y “hechos hasta ahora desconocidos” del caso Pulgar. Acosta Osío se despachó usando un manuscrito, de autor no identificado, y que, según él, prueba pagos al juez, al fiscal delegado ante la Corte y a mí. 

La pretendida “prueba reina” son unas notas hechas a mano, no se sabe por quien, en donde se registran supuestos pagos a una serie de personas. Acosta le atribuye taimadamente la autoría del manuscrito a un miembro de la familia Jaller que, junto con su prima Ivonne Acosta, lo ha enfrentado en este litigio. Curiosamente el papel, que quiere usar Acosta para lavar sus faltas solo vino a ser encontrado en el hospital cuando volvió a estar bajo el control de él.

El autohabilitado Acosta asegura sobre el juez Rodríguez Cáez: “ese señor es un vendedor de audios como quedó aquí comprobado”. 

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La pretendida comprobación es, nuevamente, el papel apócrifo. Basado en eso sugiere que el audio que puso en evidencia el delito de Pulgar – además confesado por el senador que se allanó a cargos– fue vendido por Rodríguez Cáez: “El señor Coronell se ha referido a este asunto en 10 columnas de opinión. En la primera de ellas bajo el título de Pulgarcito, publicada el 12 de julio de 2020, se menciona el audio realizado por el exjuez Rodríguez Cáez persona que, como se nota al comienzo de mi intervención, le habría vendido dicho audio al “Clan Jaller” por 110 millones de pesos”. 

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El exjuez Rodríguez Cáez, quien a raíz de este caso vive en el exilio y en la pobreza, me dijo este fin de semana que es falso que hubiera vendido el audio y agrega que entregó una copia espejo de esa grabación cuando fue citado por la Corte Suprema a declarar dentro del caso de Eduardo Pulgar.

Era juez de Usiacurí cuando le llegó una de las ramificaciones del pleito. Entonces el poderoso senador Eduardo Pulgar le pidió al alcalde del pueblo Ronald Padilla que le presentara al juez al que le dijo: “No joda, yo quiero apelar a ti para ver cómo me pueden ayudar ustedes, porque esto es un negocio. Esto es un negocio. Yo te digo la verdad… Esto es un negocio. Esto tiene que quedar entre nosotros tres porque los manes están preocupados. Es más, los manes me dicen: si hay que ir hasta allá, yo voy; pero lo ideal es que no vayan a decir nada”. 

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Los manes a los que se refería eran los de la Universidad Metropolitana, que tiene como presidente del Consejo Directivo a Luis Fernando Acosta Osío: “Esos manes a mí me ayudan con becas, me dan puestecitos. Yo te hablo la verdad y cuando llega la campaña me tiran un billetico. Yo no te voy a negar nada viejo man, pa que voy a negar eso”. 

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Y para persuadir al juez de torcerse para ayudar a la causa de “los manes”, es decir de Acosta Osío, le ofreció el soborno en estos términos: “Si los manes son juiciosos. Si yo le digo: hey doc esta vaina vale 200 barras. Él me dice: ¿a qué horas y dónde? Así, pa hablar claro. Yo les digo a ustedes la verdad. Aquí hay un negocio…Yo creo… No sé, si ustedes quieren hablar solos” 

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El joven juez Andrés Rodríguez, ahora cínicamente señalado por Acosta Osío, no se dejó corromper por Pulgar y le respondió así: “A ver, senador, yo en principio acepté la reunión esta mañana aquí pues por intermedio del alcalde Ronald, pero yo soy un hombre muy serio. Usted me está hablando de negocios, yo para eso sí, no. Déjeme que le haga la audiencia; déjeme explicarle primero por qué supuestamente llega allá. Ronald me abordaba esta tarde y me decía ¿doctor, pero por qué Usiacurí? Ronald, usted sabe que Usiacurí ha venido moviéndose, ha manejado casos delicados de garantías, yo allá he manejado casos delicados”. 

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En la lógica torcida de Acosta Osío, el juez Rodríguez que rechazó ejemplarmente las “doscientas barras” ofrecidas por el senador Eduardo Pulgar, terminó vendiéndose más barato a los Jaller: por 150.

El de Pulgar no fue el único intento de Luis Fernando Acosta Osío para aproximarse al juez que manejaba el caso de su interés. Poco después, a instancias de David Name Terán, fallecido hace unos días, buscó la manera de encontrarse con Rodríguez Cáez. El juez nuevamente reafirmó que solo hablaría del proceso en las audiencias legales y además grabó la conversación. 

–La verdad es que estoy encantado de conocerte –le dice el sinuoso Acosta Osío al juez– Los amigos del tío David son mis amigos. La familia del tío David es mi familia; yo le digo cariñosamente tío... Te comento. Esto comenzó como una pelea, no de familia, porque los Jaller no son familia.

–Doctor, lo que me tenga que decir del caso en concreto, si mi juzgado es el juzgado de competencia, lo decidimos en el estrado –respondió con carácter el juez–. Yo acepté la reunión, con todo respeto, aquí, para… y yo le comenté al señor la situación; pero lo que me vaya a contar del negocio ese de la Universidad, me lo van a contar en la audiencia, porque yo no voy a coger ni para un lado ni para el otro. Sí le digo una cosa: no me gustó, primero la tutela; no me gustó que hubieran mandado allá al alcalde de Usiacurí y no me gustó que me hubieran citado donde el senador Pulgar, porque yo no soy de ninguna casa política, de ninguna. 

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Por favor presten mucha atención a esta parte porque Luis Fernando Acosta Osío –quien últimamente está negando su relación con Pulgar– acepta aquí que él fue el que le pidió que buscara al juez, “le pedí ayuda como senador”, dice, aunque trata de presentarse como ajeno a la oferta de soborno: “Yo no le dije que ofreciera nada. Yo pedí fue ayuda como senador porque él me había dicho que el alcalde era de él. Él en su momento nos ofreció un apoyo, y fue un apoyo muy elegante, muy decente con la ministra”. 

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Lo que llama “apoyo muy elegante” fue un tráfico de influencias de alto nivel que en su momento Pulgar definió así: “Yo te voy a decir la verdad, yo a través de la Presidencia de la República y el Ministerio de Educación, conseguí que finalmente ahí pusieran un tipo que ha estado antes en la universidad; que es sobrino del viejo Gabriel Acosta, primo tanto de la mujer de Jaller, como del hijo de Gabriel Acosta. Y ahí eso fue apenas como para un feliz término. La ministra fue… la última resolución fue del ministerio”. 

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Por estos hechos, la Fiscalía investiga si las exministras de Educación María Victoria Angulo y Yaneth Giha pudieron estar involucradas en un tráfico de influencias de servidor público. Todo por cuenta del “apoyo muy elegante” de Pulgar a la causa de Acosta Osío.

Otro de los blancos de la rueda de prensa de Acosta Osío fue el fiscal delegado ante la Corte Suprema Julio Ospino: “En la contabilidad criminal del “Clan Jaller” figuran dos probables asignaciones de dinero al doctor Julio Ospino, que ascenderían a 400 millones de pesos”. 

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El fiscal Ospino está a cargo de la investigación a Jorge Eliécer Mola Capera, un magistrado del Tribunal Superior del Atlántico, que favoreció con una cuestionada tutela la causa de Luis Fernando Acosta en el pleito por la universidad. El magistrado Mola no ha podido explicar un incremento patrimonial de 1.300 millones de pesos.
No es la única vez que el nombre de Luis Fernando Acosta Osío ha sonado al lado de jueces cuestionados y favorables a sus causas. Por razones parecidas a las de Mola Capera es investigado su compañero de tribunal Demóstenes Camargo, quien votó la misma tutela presuntamente actuando contra la ley para beneficiar a Acosta Osío.

Un artículo de El Espectador, publicado en 2020, muestra que, en la lucha por el control de la Cámara de Comercio de Barranquilla, de la que Acosta fue uno de los protagonistas, ocurrió un curioso reparto de otra tutela que le cayó a un juez llamado Abelardo Andrade Mariño que decidió como quería Acosta a pesar de numerosas irregularidades. El juez terminó preso por otras corruptelas pero Acosta sigue haciendo de las suyas. Todos pagan menos él. 

El otro objetivo del señor Acosta soy yo. A partir de su cuaderno, convenientemente aparecido, pretende decir que los Jaller me pagaron 150.000 dólares por escribir la columna que destapó y mandó a la cárcel a su compinche Eduardo Pulgar.

Jamás en mi vida he recibido un centavo, ni un vaso de agua, de una persona interesada en una información. No conozco a ninguno de los Jaller. Tan pronto me enteré del plan de desprestigio en mi contra presenté una denuncia por fraude procesal. También llevaré este caso ante la jurisdicción internacional porque no creo en la Fiscalía de Francisco Barbosa. 

He resistido por años campañas de desprestigio y amenazas. El impune señor Luis Fernado Acosta Osío no va a silenciarme con sus maniobras. Seguiré haciendo públicas sus conductas.
 

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