Lucas Pombo
5 Abril 2022

Lucas Pombo

El futuro de Alejandro

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En entrevista con El Unicornio, Alejandro Gaviria dijo que en la segunda vuelta no votará en blanco. Esa declaración apunta a que, si la candidatura de Sergio Fajardo se hunde definitivamente el 29 de mayo –como todas las encuestas lo indican–, podríamos ver al exrector de la Universidad de los Andes aterrizando en la campaña de Gustavo Petro. Un acuerdo en el que todos ganan.

Gaviria no se va a suicidar políticamente. Después de presentarse ante los electores como una opción de progresismo y cambio para el país, sería inexplicable que el exministro de Salud apoyara la candidatura de Federico Gutiérrez, a quien apoya el Gobierno y su bancada. 

Tomar las de Villadiego tampoco parece ser opción para un hombre que está dando sus primeros pasos en la política electoral. Escurrir el bulto en los momentos definitivos pasa factura. Y si no, que se lo digan a Sergio Fajardo, quien ha pagado con todo su capital político la decisión de irse a ver ballenas cuando, hace cuatro años, tenía que inclinar la balanza.

La única opción que queda es un acuerdo político con Petro. Por esa vía, Gaviria podría atajar algunas de las propuestas de Colombia Humana que más preocupan a un sector de la sociedad, como la eliminación de las EPS, las reformas al Banco de la República y el aumento de los aranceles a las importaciones. También podría ayudar a inyectarle pragmatismo y sustento a un programa que incluye iniciativas irrealizables –como las ha llamado el propio Gaviria– como el tren eléctrico entre Buenaventura y Barranquilla o el subsidio de medio millón de pesos para las madres cabeza de familia y las personas de la tercera edad sin pensión. De paso, el exministro podría tomar distancia del fallido proyecto del centro, mientras se perfila en el sector de moda en la política colombiana –en el que escasean las grandes figuras– de cara a las elecciones locales de 2023. 

El acuerdo también le conviene a Petro. Gaviria tiene la extraña virtud de generar confianza en los sectores alternativos y los círculos tecnocráticos en los que muchas de las propuestas del exalcalde de Bogotá son vistas con escepticismo. Esa cualidad es un activo fundamental para la segunda vuelta en la que el objetivo principal serán los votos del huérfano centro, que Fico ya está intentando seducir con la designación de su fórmula vicepresidencial y el cambio de discurso frente a la implementación de los acuerdos de paz con las Farc.

Eso sí, un eventual aterrizaje en la campaña de Petro vendría con varios sapos incluidos que Gaviria tendría que comerse. El más grande de todos, compartir tarima con quien insinuó –injustamente y sin pruebas– que su padre, Juan Felipe Gaviria, tuvo responsabilidad en el desastre de Hidroituango. 

El compromiso de Gaviria con la coalición Centro Esperanza tiene fecha de caducidad. Una vez el plazo se cumpla, el exministro tendrá las manos libres para tomar la decisión que sentará las bases de su futuro político que, a juzgar por su última correría por el país y el lanzamiento de su fundación, parece largo. ¿Futuro al lado de Petro? Ya lo veremos.
 

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