¿Giovanny Andrés Rojas, alias Araña, ordenó el asesinato de Phanor Guazaquillo Peña, autoridad indígena del pueblo Nasa?
12 Diciembre 2024 08:12 am

¿Giovanny Andrés Rojas, alias Araña, ordenó el asesinato de Phanor Guazaquillo Peña, autoridad indígena del pueblo Nasa?

Ana Lucía Yule Quiriguanas con un retrato de su esposo Phanor Guazaquillo Peña junto a sus cuatro hijos: Phanor, Brayan, Breiner y Jorge Andrés.

Crédito: ARMANDO NEIRA

Un homenaje en su memoria, en Puerto Asís, Putumayo, con la participación de personas de 20 nacionalidades, mostró las heridas que deja la escalada de crímenes contra los líderes sociales. Era un cuidador de la selva amazónica que nunca logró protección del Estado.

Por: Armando Neira

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En el suelo del resguardo Nasa Cxhab de Puerto Asís, Putumayo, están las cosas de Phanor Guazaquillo Peña, autoridad indígena del pueblo Nasa del Territorio Ancestral Kwésx Kiwe: su chaleco verde, el bastón, el sombrero, las hojas de coca para mambear, su mochila y alimentos. Hay una mazorca, una yuca, cebolla, albahaca, ruda y granos de maíz puestos en forma de espiral. Significa que la vida sigue, que nada la detiene.

Todo está puesto sobre una tela cuadrada. Arriba, dos fotos de él. Abajo, la bandera verde y roja, colores que simbolizan la naturaleza y la sangre. Alrededor hay personas de veinte nacionalidades distintas. Los representantes políticos de las embajadas en Colombia de la Unión Europea, Noruega y de la Misión de Verificación de las Naciones Unidas. Cada uno de ellos toma la palabra y habla de respeto hacia la familia de él. 

Su esposa, Ana Lucía Yule Quiguanas, y sus cuatro hijos: Phanor, Breiner, Brayan y Jorge Andrés, agradecen. “En los sueños él me habla y me dice que sigamos cuidando nuestra tierra, las fuentes hídricas, el medio ambiente”, dice ella, quien recuerda la primera vez que le dijeron viuda.

Ceremonia de entierro de hace un año de Phanor Guazaquillo Peña

Fue hace un año. El domingo 3 de diciembre de 2023. Ella estaba en la finca en Puerto Calderón cuando recibió una llamada contándole que a él le habían disparado a la salida del cementerio de Puerto Asís, donde despedía para siempre a un amigo. “Lo llevaron herido al hospital”, entendió o quiso entender.

Amor entre aves, ríos y árboles

Salieron de prisa, subieron a una embarcación que los llevó por el río Piñuna Blanco en dirección a Puerto Asís, a una hora de distancia. Recuerda que las aguas estaban mansas, lo que interpretó como un signo de esperanza.

Desembarcaron. Mientras buscaban transporte terrestre, entre la multitud vio a tres hombres que bebían cerveza y que no conocía. Ella le pidió a sus hijos que tomaran mototaxis y se rezagó unos metros. Uno de los hombres le escupió la cerveza y le gritó: “Viuda”.

Se sintió asfixiada, las piernas dejaron de responderle. Tuvo el presentimiento de que el hombre que conoció dos décadas atrás y que la enamoró hablándole de árboles, pájaros, quebradas, ríos, lagunas y plantas había muerto.

Phanor Guazaquillo Peña

Una hora atrás, en el marasmo de las tres de la tarde, un desconocido que usaba tapabocas se le acercó y le disparó. Phanor cayó al piso, mal herido. El armado volvió a dispararle otra vez y se abrió paso apuntando su arma a los presentes. Huyó en una motocicleta que conducía otro.

Phanor tenía 45 años y era una figura reconocida a nivel nacional: gobernador del Cabildo Nasa Kwésx Kiwe en Puerto Asís, vocero nacional de la Instancia Especial de Alto Nivel para Pueblos Étnicos (IEANPE), directivo de la Asociación Comunidades Construyendo Paz en Colombia (CONPAZCOL) y miembro del consejo municipal de Puerto Asís por el partido indígena Mais. Además, participó en la elaboración del capítulo étnico del Acuerdo de Paz con las Farc.

Silencio en el Congreso

Al día siguiente, 4 de diciembre, el congresista por las curules de paz, William Aljure, en una sesión plenaria de la Cámara de Representantes a la que asistió el ministro del Interior, Luis Fernando Velasco, le dijo: “Ministro, estoy hablando del hombre que le presenté (Guazaquillo), que le rogué que cuidáramos, lo mataron ayer. Me duele”. En ese momento hubo un silencio en el Congreso.

Aljure añadió: “No quiero que el presidente Petro ni el director de la UNP, y menos usted Velasco, me vayan a llamar a decirme que qué vamos a hacer con ellos, porque ya para qué, ya lo mataron”.

Los miembros de la comunidad Nasa pasaron un diciembre de luto, sin alegría y en ceremonias en las que pedían que en Colombia no se cegara la vida de otro líder social. 

Fue en vano. Según Indepaz, en este 2024 han sido asesinados otros 162. No hay una explicación definitiva a esta matazón. Las causas conmueven. En el caso de Phanor, su hijo del mismo nombre, dice: “Por cuidar los árboles”.

Phanor Guazaquillo Peña en una foto que sostiene su familia.

En Putumayo, la deforestación y la siembra de coca son problemas críticos. Un informe de la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (UNODC) revela que en un año las hectáreas sembradas de coca pasaron de 28,205 a 48,034, un incremento del 70 por ciento. Putumayo concentra el 21 por ciento de la coca cultivada en Colombia.

Paralelamente, la tala indiscriminada avanza sin freno. Phanor era un defensor del achapo, un árbol sagrado para su comunidad que puede alcanzar 50 metros de altura. Lideró reuniones para exigir la protección de esta especie, considerada vital para el ecosistema regional.

¿Quién alimenta la deforestación y la siembra de cultivos ilícitos? Un informe de inteligencia del Ministerio de Defensa señala a Giovanny Andrés Rojas, conocido como Araña, jefe de los autodenominados Comandos de la Frontera, estructura de las disidencias de la Segunda Marquetalia.

Su prontuario es extenso. Según información de la Fiscalía, ha tenido una doble militancia: formó parte de Los Rastrojos y miliciano de las Farc. Hoy, sin embargo, está libre. El gobierno del presidente Gustavo Petro lo nombró Gestor de Paz.

Atrás quedaron los días en que este hombre estaba recluido en la cárcel de Cómbita, en Boyacá, condenado por homicidio, concierto para delinquir agravados; fabricación, tráfico y porte de estupefacientes, tenencia de armas de fuego, entre otros.

El armado que inspira miedo

Cuando llega al aeropuerto 3 de mayo de Puerto Asís, lo esperan varias camionetas del Estado que lo protegen. “A mí me ofende esta situación”, dice un poblador de la localidad, quien asegura que lo ha visto cuando sale en las caravanas. “Pero es mejor no decir nada porque él es muy peligroso, da miedo verlo”.

Sus acciones han pasado las fronteras. Ecuador lo tiene de primero en una lista de 70 personas a los que considera enemigos públicos del  país. Por eso, lo puso como “un objetivo militar” por pertenecer a “un grupo terrorista”.

Las autoridades investigan si él les dio la orden a Eduardo Andrés Melo y Kevin Alejandro Salazar Portillo, los dos autores materiales de cometer el crimen. Ya se comprobó que el primero manejaba la moto, el otro fue quien disparó. Melo está detenido.

Un niño en la ceremonia de Phanor Guazaquillo Peña

Al proceso de la justicia tradicional se suma la búsqueda por la verdad hecha por los indígenas. Los nativos acudieron a sus tradiciones y en varios rituales mambearon coca, bajo la luz de las estrellas, para comunicarse con Phanor. “Vimos a Araña”, dice uno de los miembros de la Guardia Indígena que participó.

En el ritual dicen haber escuchado también que Phanor les pidió continuar con la defensa de su territorio. Él consideraba que la naturaleza debe conservar un equilibrio para que la vida florezca. Por las orillas del río Piñuña que conduce a su resguardo se pueden observar monos tití y volador, el olor a bosque húmedo tropical lo impregna todo, el sonido de la selva es una sinfonía sin igual.

De la fiebre del caucho a la coca

Phanor nació en Cauca, pero llegó a Putumayo siendo niño, como muchos de los 374,042 habitantes que arribaron a este paraíso donde han corrido ríos de sangre. Tenía doce años cuando pisó por primera vez este departamento cuya historia está marcado por la fiebre del caucho. Entre finales del siglo XIX hasta comienzos del siglo XX, miles de nativos fueron exclavizados y exterminados. Algunos estudios dicen que murieron entre 50.000 y 100.000 indígenas.

“Antes de haberme apasionado por mujer alguna, jugué mi corazón al azar y me lo ganó la violencia”, escribió José Eustasio Rivera en La Vorágine. En esta obra se retrata lo que los indígenas sufrieron en estas selvas.

Los terratenientes y esclavistas de esa época iban tras los “árboles que lloran”. Son las gotas de líquido lechoso y blanco que salen cuando se les hace un corte lineal a su tronco. A mediados del siglo pasado, ese exterminio provocado por el caucho era apenas un mal recuerdo. Fue cuando se empezó a hablar de las Farc. Años después, llegó la hoja de coca. Para los narcos es un negocio de millonarias ganancias, para los nativos es parte de su cosmovisión, es una planta sagrada.

Phanor Guazaquillo Peña

Phanor aprendió a leer, devoraba libros y se convirtió en un orador extraordinario. Era el líder a seguir. Para él, había que frenar la expansión de los cultivos ilícitos porque alteraba el equilibrio de la naturaleza. En un departamento en donde hay una guerra abierta entre distintas organizaciones criminales, el riesgo era alto. Solo en los últimos días se registraron combates entre las disidencias que se hacen llamar frente Raúl Reyes, aliadas a Calarcá’y los Comandos de la Frontera, del ala de Walter Mendoza, en hechos que dejaron, según varias versiones, al menos 30 muertos.

A pesar de vivir en medio de esta turbulencia, él no logró protección estatal. Confiaba en su bastón de mando, en el poder de la palabra y en el ejemplo: respetar la vida, escuchar al otro, dialogar, cuidar a la comunidad. "No hay mayor felicidad que el olor de los alimentos cuando se cocinan", decía mientras echaba los ingredientes a la olla.

“La palabra sin la acción es vacía, la acción sin la palabra es ciega, la palabra y la acción por fuera del espíritu de la comunidad son la muerte”, repetía la frase original del padre Álvaro Ulcué Chocué, primer sacerdote católico indígena de Colombia, asesinado en noviembre de 1984.

Homenaje a Phanor Guazaquillo Peña

Este martes, al cumplir el primer aniversario de su asesinato, se realizó un homenaje en el resguardo urbano de Puerto Asís, a donde llegaron los diplomáticos, los miembros de la ONU, representantes de las organizaciones y la familia. CAMBIO fue testigo de excepción.

“Phanor fue asesinado, pero este acto muestra que él sigue viviendo en el ejemplo, es evidente la fuerza de la comunidad para reivindicar la defensa de los derechos humanos”, dijo Jörg Schreiber, jefe adjunto de la Unión Europea en Colombia.

Para este alemán, el gobierno del presidente Petro tiene una ventana abierta para acabar con el flagelo del asesinato de líderes sociales porque “hay muchos líderes que han tomado posiciones en el gobierno y que están muy comprometidos para promover los derechos humanos”. “Está la voluntad, ahora se necesita implementarla”, agregó.

Ceremonia en honor a Phanor Guazaquillo Peña

Varias de las familias asistentes llevaron niños. Los pequeños escuchaban a los adultos hablar. Hubo un halo de tristeza por su ausencia física e imaginaron lo que él hubiera brillado en la COP16 en Cali porque, sin duda, en una cumbre de la biodiversidad su voz era escuchada con atención.

Todos pidieron que este crimen, al igual que los de otros líderes sociales, no quede en la impunidad, sino que se haga justicia. Asimismo, demandaron a los actores armados ilegales que cesen los ataques contra la población civil. Estas palabras las pronunciaron tras escuchar el himno de los Nasa, el cual dice: ‘Por denunciar la injusticia, lo asesinó el opresor.’

La delegación diplomática, que viajó en el marco de la campaña "Defendamos la Vida", un compromiso con la protección del medio ambiente y los derechos de las comunidades indígenas, exigió intensificar los esfuerzos para identificar a los autores intelectuales del asesinato del gobernador Nasa.

Al finalizar el acto, un pequeño se acercó a ver los objetos. Dijo: Phanor, Phanor. En una de las fotos que el niño miraba hay una frase. Se lee: ‘Phanor es semilla’. “Está vivo”, dice su esposa Ana Lucía Yule Quiriguanas.
 

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