Las confesiones de Manuel Vásquez Castaño, el ‘maestro’ de Papá Pitufo

Crédito: Ilustración

23 Febrero 2025 03:02 am

Las confesiones de Manuel Vásquez Castaño, el ‘maestro’ de Papá Pitufo

Este hombre, quien llegó a ser el “Pablo Escobar del contrabando” y es considerado el “maestro de Papá Pitufo”, habla en exclusiva con CAMBIO sobre el modus operandi de ese negocio ilegal, que, según dice, no funcionaría sin la red que involucra a políticos y a autoridades encargadas de controlar las aduanas. Además, se refiere a su relación con Diego Marín y sostiene: “En Colombia hay mucha corrupción. Somos corruptos”.

Por: Marisol Gómez Giraldo

Entre aquí para recibir nuestras últimas noticias en su WhatsAppEntre aquí para recibir nuestras últimas noticias en su WhatsApp

Manuel Vásquez Castaño es testigo de excepción del nivel que ha alcanzado la corrupción en Colombia. Durante los casi 50 años que se dedicó al contrabando, siempre tuvo claro que la clave de esa actividad ilegal es contar con la complicidad de quienes tienen la obligación de combatirla: desde los 19 años, cuando montó una ferretería en Medellín y comenzó contrabandeando mercancía por Maicao (La Guajira), hasta el 28 de octubre del 2021, cuando acababa de cumplir 71 y agentes de la Fiscalía y de la Policía lo detuvieron en la habitación de un hotel de dos estrellas con nombre pomposo: La Bella Villa, en el centro de la capital paisa.

La captura del “viejo conocido” de la Policía Fiscal y Aduanera (Polfa), de funcionarios de la DIAN, de la Policía de Carreteras y de políticos, se produjo porque fue “traicionado” por alguna autoridad, según su relato.

El propio escrito de acusación de la Fiscalía, a partir del cual fue condenado a 49 meses de prisión, señala que a pesar de la larga historia de Vásquez Castaño en el contrabando, “se tiene noticia de él desde el 9 de febrero del 2018”.

Es decir, las autoridades judiciales se percataron oficialmente de su existencia cuando ya llevaba casi medio siglo como un jefe del contrabando en Colombia.

Andrés Fernando Marín Rodríguez, el fiscal que lo investigó, es el mismo que, sospechosamente, fue trasladado de unidad cuando le seguía los pasos a Diego Marín, alias ‘Papá Pitufo’, por contrabando y por sus supuestas relaciones con políticos como Roy Barreras, hoy embajador en el Reino Unido, y con la actual gobernadora del Valle, Dilian Francisca Toro.

Marín Rodríguez, el único fiscal que parece haberse atrevido a investigar a fondo la complicidad de políticos, policías y funcionarios de la DIAN con el contrabando en Colombia, presentó cargos contra Vásquez Castaño por concierto para delinquir agravado, contrabando, favorecimiento y facilitación del contrabando y cohecho.

En su escrito de acusación, sostiene que Vásquez Castaño tenía “conexiones con servidores de la Dirección de Impuestos y Aduanas Nacionales (DIAN), (de la) Policía Fiscal y Aduanera, Policía de Tránsito, (y de la) Policía de Vigilancia en diferentes municipios de su interés, por donde pasan los tractocamiones”.

También, con “servidores públicos que lo reconocen como líder y le deben respeto”.

Crédito: Yamith Mariño
Velásquez Castaño trabajó conjuntamente con funcionarios de la Dian y la Polfa para ingresar contrabando a Colombia. Crédito: Yamith Mariño.

El fiscal documentó los cargos con cientos de audios, varios de ellos de conversaciones que sostenía Vásquez Castaño con autoridades, y lo acusó de “introducir mercancía de contrabando al territorio nacional y garantizar toda la logística de almacenamiento y transporte de la mercancía a todo el territorio”.

Frente a esas evidencias, Vásquez Castaño llegó a un acuerdo con la Fiscalía y se declaró culpable, a cambio de una rebaja de pena.

Hoy cumple libertad condicional.

El elusivo “maestro” de ‘Papa Pitufo’

Hasta el día de su captura en el 2021, Vásquez Castaño era considerado por quienes sabían de su existencia como “el Pablo Escobar del contrabando”, un apelativo que se ganó por ser quien más mercancía ingresaba al país por los puertos y el que más conexiones tenía con autoridades. Esto le permitía lograr que cualquier contenedor con contrabando eludiera controles al salir de Buenaventura, Barranquilla y Cartagena. O al pasar por cualquiera de las fronteras terrestres del país.

Es también conocido como “el maestro” de una nueva generación de contrabandistas, entre los cuales sobresale ‘Papá Pitufo’, llamado hoy el zar del contrabando y quien recientemente ha sido noticia porque logró ingresar 500 millones de pesos a la campaña presidencial de Gustavo Petro.

—¿Es cierto que usted fue el maestro del llamado ‘Papá Pitufo’? —le pregunta CAMBIO a Vásquez Castaño.

Yo no le enseñé. Él aprendió responde categóricamente—. Modestia aparte, muchos aprendieron. Y el que aprendió, aprendió.

Este antioqueño, que nunca había dado entrevistas, aceptó hablar con CAMBIO porque, según dice, quiere mostrar que no es una mala persona. “No soy un bandido”, subraya. Afirma que nunca usó la violencia en su negocio, aunque se llegó a “agarrar” con algún policía.

Se refiere a su relación con ‘Papá Pitufo’ y a la manera como, durante casi 50 años, él no tuvo veto de autoridades para moverse libremente con contenedores llenos de mercancía legal o ilegal hasta Bogotá, Cali, Medellín y otras ciudades del país, donde lo esperaban con ansiedad los comerciantes a los que abastecía de whisky, cigarrillos y “todo tipo de cacharro” para poner en los estantes.  

“En el caso mío, el 85 por ciento de la mercancía era legal, el otro 15 por ciento entraba sin impuestos”, cuenta.

Vásquez Castaño se resiste a dar nombres de los miembros de la Policía Fiscal y Aduanera (Polfa) o de los funcionarios de la DIAN que lo llevaron a ser “el jefe del contrabando”. También se niega a entregar a los políticos con quienes hizo amistad, porque a él le gusta la política, según dice.

Crédito: Colprensa
Velásquez Castaño se negó a dar nombres de sus colaborares en la Dian y en la Polfa. Crédito: Colprensa.

“No voy a declarar contra nadie. Ya estoy respondiendo ante la justicia por mis errores y a mis 74 años quiero vivir tranquilo”, advierte.

Por la misma razón, no se deja tomar fotos. Y mucho menos permite que se le grabe en video.

Llegó a la cita con CAMBIO, en un sector de Medellín, abordo de un taxi.

Nada era especialmente llamativo en la apariencia del llamado “Pablo Escobar del contrabando”, aunque sobresale por su altura. Vestía un pantalón oscuro y camiseta blanca tipo polo, muy usual en el clima templado de Medellín, a pesar de que esa tarde había llovido en la capital antioqueña.

Era obvio que en el sitio público acordado para la cita lo conocían y le mostraban respeto, algo que él aprecia y parece cultivar.

“Me gusta el cariño de la gente. He sido un hombre caritativo y les he hecho favores a muchos”, dice.    

¿Gastó más plata en caridad o en pagarles a los funcionarios corruptos? se le pregunta.

— En pagarles a los corruptos —responde sin el menor asomo de duda mientras sonríe levemente.

Como está en libertad condicional, Vásquez Castaño no puede salir del país hasta octubre de este 2025, cuando, según sostiene, habrá cumplido con la justicia.

“Estuve 23 meses preso”, señala.  

Crédito: Colprensa
 Diego Marín, alias Papá Pitufo, aprendió de Manuel Velásquez Castaño. Crédito: Colprensa Externos.

Ese fue el tiempo que pasó efectivamente detenido. Estuvo en tres sitios de reclusión en Medellín, entre ellos dos estaciones barriales de Policía, hasta que finalmente llegó a la cárcel de La Estrella, municipio del Sur del Valle de Aburrá.

Su nombre, que le dio algunos problemas por ser homónimo de uno de los dos hermanos fundadores del Eln, ha sido noticia apenas ahora por su relación con ‘Papá Pitufo’. Pero, además de ser viejo conocido de las autoridades y personajes que sobornó, es reconocido en su pueblo natal, El Santuario (Antioquia) –a una hora de Medellín-, porque patrocinaba ciclistas y campeonatos de fútbol, y porque “hacía el pesebre más grande y más bonito”.  

—¿Cuándo conoció usted a Diego Marín?

—Pudo haber sido en los 90, creo yo.  Me falla la memoria, pero hace como 30 años. Él había entrado contrabando aéreo, por Bogotá, pero no por los puertos. Lo conocí en Buenaventura por un señor que trabajaba en una agencia aduanera, donde nos planillaban (donde les indicaban el orden de salida del puerto). Le hice favores, como lograr que pasara con sus contenedores cuando lo detenían la Policía Fiscal o la Policía de Carreteras. Yo lo conecté”.

Pese a este antecedente, Vásquez Castaño prefiere referirse a ‘Papá Pitufo’ como colega. Se empeña en no hacer gala de su fama de “maestro” de otros contrabandistas.

“No me gusta presumir”, dice. 

—¿Hicieron una relación de amistad? – se le pregunta en referencia a ‘Papá Pitufo’, quien hoy está preso en Portugal y a la espera de la decisión de la justicia de ese país sobre el pedido de extradición que hizo Colombia.

No fue de amistad, sino de ‘colegaje’, de respeto mutuo. Nos hacíamos favores. Por allá como en el año 2000, hicimos una reunión para no pisarnos las mangueras. A él nadie se le podía meter a Cali. Yo sí, porque yo fui primero. Ahí, él tenía su clientela y yo la mía. Él sabía que nosotros estábamos bien respaldados en Cali porque pagábamos. ¡Es que eso es una mafia la hijuepuerca!”.

Para Vásquez Castaño parece muy importante hablar de una “diferencia clave” entre él y alias ‘Papá Pitufo’: la ideología política. La ha destacado antes durante la conversación y la reitera en este punto del diálogo con CAMBIO: “Él es godo, conservador, de Palestina, Caldas. ¡Y yo soy liberal!”. 

Es evidente que pertenece a esa generación de colombianos, ya en extinción, que se dividía entre liberales y conservadores, según la tradición familiar.

—¿Cuándo fue la última vez que usted vio a Diego Marín?

—Hace siete años, en Bogotá. Nos llamó para una reunión.

Sobre ese último encuentro con ‘Papá Pitufo’ solo cuenta que ocurrió en un hotel de la capital del país y que fue para hablar de “no darse duro”. En el lenguaje del negocio, significaba respetarse los territorios y las plazas comerciales.

—En ese punto de su larga historia como contrabandista, ¿qué le diría a Diego Marín?

—Que los errores hay que pagarlos, pero como colega no le desearía una condena.

Aunque atiende a CAMBIO en momentos en que disfruta de libertad condicional, Vásquez Castaño se siente golpeado por las restricciones.

“Me han dado duro”, dice.

Es cuando cuenta espontáneamente que no es “ni sociable ni bebedor”, pero que en cambio tiene un gusto especial por conocer el país.

“Antioquia tiene 125 municipios y conozco 124. Al único que no he ido es a Abriaquí”, afirma.

Para reforzar la idea sobre su afición agrega: “también conozco todos los municipios del Valle, de Risaralda, de Caldas…”

En suma, conoce mucho más que lo que tuvo recorrer para llevar a las grandes ciudades las mercancías legales e ilegales.

Así movía el contrabando

Vásquez Castaño conoce como pocos colombianos el modus operandi del contrabando en el país.

—¿Cómo funcionaba la cadena de corrupción para pasar contrabando? –se le pregunta.

A través de un contacto en la Policía, que organizaba todo desde Bogotá. El intermediario cambiaba, porque había cambio de generales cada dos años. Al puerto llegaban cargamentos y ahí están los chaluperos (los que manejan lanchas). Arreglaban a los jefes de los puertos y a la Polfa.

Se toma un tiempo para explicar que la plata que entregaban la recibía el intermediario, quien se encargaba de distribuirla en cada parte de la cadena del paso de las mercancías.

Y sigue su relato: “Lo mío era sacar (la mercancía de los puertos) de Buenaventura, Barranquilla, Cartagena… Comencé con buses, hasta Barranquilla. Ahí encaletábamos la mercancía en carros pequeños. Cuando ya tuvimos forma (dinero), eran contenedores, tractomulas de 40 toneladas o de 20.

Crédito: Colprensa
Crédito: Colprensa. Uno de los puntos estratégicos de llegada de contrabando era el Puerto de Buenaventura. 

“Cuando traíamos contrabando, no entrábamos directamente al retén, sino que afuera del retén, en algún negocito o cafetería cercana, estaba el que recibía los datos (de parte del intermediario). Decía: viene tal o cual carro (que debían dejar pasar porque había pagado el soborno)… Uno sabía dónde estaban los retenes de la Polfa o la Policía de Carreteras”

Según cuenta, el intermediario se encargaba de advertirles a él y a sus compañeros de actividad que no pagaran nada más en las vías “porque ya todo estaba arreglado”.

Si bien ese intermediario les evitaba el contacto con policías de alto rango y funcionarios de alto nivel, tenían un sistema cifrado “para hablar con los generales”.  

“La misma Policía nos facilitó la aplicación”, cuenta Vásquez Castaño.

—En los tiempos más recientes, ¿cuánto se podía gastar usted mensualmente en pagarle a la Polfa, a los de la DIAN, a los policías de carreteras…? 

—Unos 80 millones de pesos. Había meses que no se movía nada, pero otros en que se movía mucho, 6 o 7 contenedores. A la que más se le pagaba era a la Polfa: 5 millones por contenedor. Hasta que caí en el 2021”.  

En algunas ocasiones era el mismo Vásquez Castaño el que llamaba a los encargados de los retenes y les hablaba como si se estuviera comunicando con un hotel (por si había interceptaciones). Daba los números de las habitaciones que supuestamente quería, pero en realidad dictaba las placas de las tractomulas que estaban a punto de cruzar y que debían dejar pasar.

Pero también podían toparse con retenes inesperados. “Era cuando nos bajábamos y los arreglábamos. Ya teníamos tarifas”, precisa él. A veces el propio Vásquez Castaño o alguien de su confianza viajaban en vehículos particulares detrás de las tractomulas.

—Usted reconoce que entregó mucha plata a personas del Estado para pasar sus contenedores. ¿Todo se puede hacer con dinero?

—En Colombia hay mucha corrupción. Somos corruptos. La mayor corrupción está en las altas esferas, en la política y la Policía —afirma.

 “¡Es que hasta por la mercancía legal tenía que pagar!, para que no nos abrieran los contenedores y no se llevaran la mercancía para la DIAN”, dice enfático.

Para este antioqueño que abrió puertas a punta de dinero, para entrar contrabando y transportarlo luego a distintos lugares del país, es más corrupto “el que tiene su trabajo con el Estado y recibe plata” que el que la ofrece, como tantas veces lo hizo él.

A estas alturas del relato, Manuel Vásquez Castaño reitera que lo que quiere es “vivir tranquilo”. El 11 de septiembre del año pasado, cuando acababa de cumplir 74 años, llegó a un acuerdo con la Fiscalía, que fue avalado por el Tribunal Superior de Medellín. Aceptó todos los cargos a cambio de la rebaja de pena, y por eso fue condenado a cuatro años de prisión.

Su caso es excepcional, si se tiene en cuenta que se trata de un jefe del contrabando ya juzgado y sentenciado. Él ya cumplió, pero en estos días ha quedado claro que faltan muchos, entre ellos el ‘Papá Pitufo’ y sus cómplices en el Estado.

Conozca más de Cambio aquíConozca más de Cambio aquí