El misterioso doctor Héctor Carvajal
4 Febrero 2023

El misterioso doctor Héctor Carvajal

El abogado Héctor Alfonso Carvajal es el puente entre Álvaro Uribe y el presidente Gustavo Petro.

Crédito: Prensa Presidencia de la República

El desconocido abogado que arregla reuniones entre el presidente Gustavo Petro y el expresidente Álvaro Uribe se perfila como el más opcionado candidato para convertirse en el próximo fiscal general de la nación. ¿A qué horas ganó tanto poder?

Por: Redacción Cambio

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Este viernes por la noche se encontraron por tercera vez el presidente de la república, Gustavo Petro, y quien históricamente ha sido su mayor adversario político: el expresidente Álvaro Uribe. No se sabe cuál de los dos pidió la reunión pero sí quién la organizó y fungió de anfitrión. Se trata del vallecaucano Héctor Carvajal Londoño, un ilustre desconocido para la mayoría de los colombianos hasta hace unos meses, pero que hoy es uno de los abogados más influyentes del país, permanente contertulio de magistrados de las altas cortes, miembros del círculo cercano del  presidente Petro y de altos funcionarios públicos. 

La reunión tuvo como escenario el apartamento de Héctor Carvajal. Los dos hombres más poderosos del país hablaron de la paz total, la reforma a la salud, las pensiones y el metro de Bogotá alrededor de una crema de arracacha y de un salmón con ensalada servido en la mesa de comedor del abogado de 68 años. La conversación fue cordial y los únicos interlocutores distintos a ellos fueron el presidente de Fedegán y negociador con el ELN, José Félix Lafaurie; el contralor general de la república, Carlos Hernán Rodríguez, y el dueño de casa, quien, por cierto, parece ser el mayor ganador de estas reuniones. 

Carvajal fue uno de los abogados de Gustavo Petro en los procesos derivados de la fallida destitución que quiso imponerle el procurador Alejandro Ordóñez, al entonces alcalde de Bogotá. El hoy presidente manifestó su gratitud con él a través de Twitter en 2017. Por otro lado, la cercanía con el expresidente Álvaro Uribe viene del hecho de haber sido abogado de sus hijos Tomás y Jerónimo en un asunto administrativo relacionado con el multimillonario negocio de la Zona Franca de Occidente. Esa improbable jugarreta del destino lo llevó a un lugar que posiblemente no tenga ningún otro colombiano: estar al tiempo en el corazón de Petro y en el de Uribe. 

Desde junio del año pasado, unos días después de la elección de Gustavo Petro como presidente, el poder de Héctor Carvajal se disparó. El hecho de haber prestado su oficina para la reunión y la foto que nadie esperaba de los dos viejos adversarios conversando civilizadamente, valorizó al abogado administrativista, al punto de que hoy en el excluyente mundo jurídico es visto como un jugador de grandes ligas y como el candidato más opcionado a convertirse en el próximo fiscal general de la nación.

Aunque al fiscal Francisco Barbosa le falta todavía un año para terminar su periodo y su elección no fue resultado de una larga campaña sino de una suma de coincidencias, quien lo antecedió en el cargo, Néstor Humberto Martínez, sí adelantó un prolongado proceso de persuasión de los magistrados electores. El jefe de debate en la sombra fue el cuestionado magistrado Leonidas Bustos, hoy condenado por el caso del cartel de la toga. Durante sus últimos meses en la Corte y como exmagistrado, Bustos se consagró a la candidatura de Martínez. Las reuniones con magistrados, las conversaciones sobre asuntos jurídicos, intereses de la rama judicial, recomendados familiares y también burocráticos, han caracterizado la carrera por la Fiscalía.

La que empieza no parece ser la excepción. Pero hace menos de un año, sí alguien hubiera dicho que Carvajal podía ser candidato, la pregunta obvia hubiera sido: ¿Cuál Carvajal? Sin embargo, hoy para muchos es el líder de la puja que oficialmente aún no ha empezado y que podría terminar convirtiendo al ente acusador en una zona de distensión política que le dé tranquilidad tanto a Petro como a Uribe. La diferencia entre los dos es que la Fiscalía no es competente para procesar a Gustavo Petro, en cambio es uno de los actores más importantes para definir el destino de Álvaro Uribe, imputado por los delitos de soborno de testigos y fraude procesal. Un caso que, teniendo en cuenta recursos y apelaciones, probablemente estará esperando al próximo fiscal.

De concretarse, la elección de Carvajal en la Fiscalía sería un negocio en el que Uribe y Petro ganarían por partes casi iguales. El primero lograría espantar uno de sus mayores temores -la designación de un jefe del ente acusador que él considere enemigo, es decir que aplique estrictamente el código–, mientras el segundo, el presidente Petro, se anotaría una carambola: no solamente tendría sentado en el búnker a un fiscal de su entera confianza sino que su mayor opositor le quedaría debiendo el favor de la vida. Algunos miembros del derechista Centro Democrático sienten desde ya que la cordialidad de Uribe con Petro resulta excesiva y que solo puede explicarse por el fantasma de la elección del próximo fiscal.

Para ser fiscal general, sin duda, uno de los cargos más poderosos del país, se necesita ser amigo del presidente y tener votos en la Corte Suprema de Justicia. Héctor Carvajal tenía de sobra lo primero y ahora está dedicando la mayor parte de su tiempo a trabajar lo segundo. A pesar de que solo ha ejercido como penalista fugazmente en 1993 cuando por unos meses fue fiscal delegado ante el Tribunal de Bogotá, fue elegido como conjuez de la Sala Penal de la Corte Suprema de Justicia. 

Uno de los impulsores de su candidatura es quien fuera el último ministro de Justicia de Iván Duque: Wilson Ruiz Orejuela. Él le ha organizado varios encuentros en su finca de Bituima con algunos de sus potenciales electores. En los últimos meses ha tenido múltiples encuentros sociales con magistrados y ya no necesita intermediarios. Apenas el miércoles pasado se sentó a manteles en el restaurante El Patio, de La Macarena de Bogotá, con varios integrantes de la Corte Suprema. 

Lo curioso es que recién elegido Gustavo Petro muchos pensaban que su candidato in péctore para fiscal general era Iván Velásquez. Sin embargo, esa candidatura perdió fuerza y popularidad por dos circunstancias. Primero, porque en la primera reunión a solas entre Petro y Uribe el expresidente le pidió directamente que no fuera a postular a Iván Velásquez dentro de la terna para fiscal. Además, se volvió inelegible en la Corte Suprema de Justicia a raíz de una acción de nulidad que el hoy ministro de Defensa presentó contra la elección de siete magistrados. La Sección Quinta del Consejo de Estado rechazó la demanda, los siete magistrados de la Corte se quedaron en su puesto y además sentidos con Velásquez. Varios de ellos estuvieron entre quienes almorzaron con Carvajal esta semana. Entre ellos el magistrado Hugo Quintero Bernate, presidente de la Sala Penal y uno de los demandados por el hoy ministro de Defensa y egresado, como Carvajal, de la Universidad Libre. 

La otra candidata que ha sonado con grandes opciones para la Fiscalía es la directora de la agencia jurídica del Estado, Martha Lucía Zamora. Sin embargo, algunos miembros de la Corte aseguran que sus posibilidades también están afectadas por cuenta de su amistad con Iván Velásquez, con quien trabajó en la investigación de la parapolítica cuando los dos eran magistrados auxiliares y además lo acompañó en Guatemala durante su tiempo como director de la Comisión Internacional Contra la Impunidad en Guatemala (CICIG). 

Con las dos candidaturas que se consideraban fuertes en veremos, hoy todo el mundo le pasa al teléfono al doctor Carvajal y está convirtiéndose en una celebridad en el mundo del Derecho. Hasta hace unos meses su nombre no figuraba en la corta lista de los abogados nacionalmente conocidos. Es más, era percibido no como un gran litigante sino como un hombre práctico que volaba por debajo del radar a la hora de hacer vueltas en el Tribunal Administrativo de Cundinamarca o en procesos electorales en el Consejo de Estado, donde por mucho tiempo se asoció su nombre con el del ya fallecido magistrado Filemón Jiménez, algunas de cuyas decisiones estuvieron rodeadas de polémica. 

La prosperidad llegó a Carvajal de la mano de sus clientes más controversiales. Entre quienes han contratado sus servicios están la destituida exgobernadora de La Guajira, Oneida Pinto; el cacique político del Cesar, Alfredo Ape Cuello, el Partido Mira, de la Pastora María Luisa Piraquive, y el clan de los Aguilar en Santander. También ha tenido entre sus mandantes  al alcalde de Medellín, Daniel Quintero, en su fugaz destitución. En ese momento Quintero aseguró “Gustavo Petro me puso un abogado en solidaridad”. Ahora, el doctor Carvajal está construyendo una casa en el exclusivo Mesa de Yeguas Country Club de Anapoima, refugió campestre de la crema y nata de Bogotá. Allí será vecino de un magistrado de la Corte Constitucional y de uno de los arquitectos más reconocidos del país. Se ha aficionado al golf y en su foursome tiene fama de vivir muy informado. Carvajal es interlocutor permanente de la procuradora Margarita Cabello Blanco en razón de su presencia en la comisión que estudia la reforma de la Procuraduría. También habla seguido con el registrador Alexander Vega, el excontralor Carlos Felipe Córdoba y su sucesor, el actual contralor general Carlos Hernán Rodríguez, quien fue invitado suyo a la cena del viernes entre Petro y Uribe. Entre sus amistades  también está el polémico exmagistrado Alberto Rojas Ríos y la frustrada candidata a ministra de Comunicaciones Mery Jeanette Gutiérrez, cuyo nombramiento fue dos veces anunciado y dos veces revocado por el presidente Petro.

Héctor Carvajal también fue quien llevó al exmagistrado Enrique Gil a elaborar el concepto jurídico de 90 páginas sobre el metro de Bogotá en el que sostiene que sí se puede cambiar el diseño para soterrarlo como quiere el jefe de Estado.

Aunque algunos piensan que Carvajal exagera y su cercanía con el presidente Petro no es tan estrecha como él pretende hacerlo ver, mantiene una activa comunicación de chat con el mandatario, privilegio del que no gozan la mayoría de sus ministros. Según algunos de sus contertulios, a Carvajal le gusta hacer alarde de esa relación. Lo cierto es que este, hasta hace poco ilustre desconocido, se ha vuelto el hombre clave para muchos temas y puede convertirse en el símbolo viviente del trueque de gobernabilidad por impunidad.
 

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