Entrevista a Gustavo Bolívar: Si María José Pizarro es la candidata de la izquierda, no cuenta con mi apoyo

Gustavo Bolívar, desde muy joven, demostró tener un extraordinario talento que lo ha llevado a escribir 12 libros y 4.500 libretos para televisión, entre ellos los de novelas tan exitosas como El capo y Sin tetas no hay Paraíso.

Crédito: Pablo David | CAMBIO

29 Septiembre 2024 03:09 am

Entrevista a Gustavo Bolívar: Si María José Pizarro es la candidata de la izquierda, no cuenta con mi apoyo

Gustavo Bolívar, director del Departamento de Prosperidad Social, uno de los libretistas más exitosos, autor de telenovelas como 'El capo' y 'Sin tetas no hay paraíso', en entrevista con Patricia Lara Salive, habla de todo: de su fortuna, de su relación con el presidente, de la corrupción, de sus frustraciones, de sus satisfacciones y de sus desavenencias.

Por: Patricia Lara Salive

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Nacido en un barrio popular de Girardot, hijo de una enfermera de El Espinal, Tolima, y de un farmaceuta que trabajaba en la base militar de Tolemaida, Gustavo Bolívar es hoy el director del Departamento de Prosperidad Social del Gobierno de Gustavo Petro. Quedó huérfano de padre a los 11 años y, desde entonces, tuvo que ayudar a mantener a su mamá y a sus cinco hermanos. En ese momento empezó a vender cachuchas y banderas en los estadios; duchas eléctricas y brilladoras en las calles;  enciclopedias y hasta chapas de seguridad. Estudió periodismo, pero sólo acabó la carrera hace unos meses. No obstante, desde muy joven, demostró tener un extraordinario talento que lo ha llevado a escribir 12 libros y 4.500 libretos, a partir de los cuales han surgido series tan populares como Pandillas, Guerra y Paz, Unidad Investigativa, El Precio del Silencio, Juego Limpio, Me Amarás bajo la Lluvia, Los Tres Caínes, El Bronx, El capo y Sin tetas no hay Paraíso. Estas dos últimas series batieron récords de audiencia y se han proyectado en muchos países. 

En realidad hay series suyas que se convierten en una verdadera adicción: su manejo del suspenso hace que sea virtualmente imposible alejarse de la pantalla hasta no terminar de ver el último capítulo. Por todo lo anterior, a los 59 años, Gustavo Bolívar es un hombre rico que puede decir, como García Márquez, que no hay un solo peso de su fortuna que no hubiera sido ganado con su máquina de escribir. 

Gustavo Bolivar
"Estoy entregándole el alma a este cargo", Gustavo Bolívar en entrevista con CAMBIO. Créditos: Pablo David

En 2020, el patrimonio líquido de Gustavo Bolívar ascendía a 8.428 millones de pesos y pagaba, según su declaración de renta, un impuesto de 236 millones, sin incluir los prediales y otras arandelas. Sin embargo, para Gustavo Bolívar, a diferencia de lo que le ocurre a la mayoría de los políticos, la política no ha sido un buen negocio. 

CAMBIO: ¿Cuánto lo ha empobrecido la política, Gustavo? ¿A cuánto asciende su patrimonio líquido hoy?

G.B.: Voy a revelar una cifra que la gente no conoce. Antes de entrar a la política yo tenía ingresos de cerca del millón de dólares anuales, provenientes de lo que ganaba con Telemundo y con las regalías. Y ese ritmo lo mantuve como unos ocho o diez años. Con eso construí mi hotel y compré mis propiedades en Estados Unidos. Yo he sido muy juicioso con la plata y he edificado una economía que para mí es suficiente. No es que sea el gran rico, pero tengo lo suficiente. Y mi familia también. Entonces, por eso pensé: ‘bueno, entro a la política’. Me significa gastos gigantescos. El sueldo no me alcanza. Mis gastos pueden ser cinco veces lo que gano en algún puesto público. Y he ido malgastando unos ahorros que tenía, al punto de que me tocó renunciar al Senado para dedicarme, todo el 2023, a fondearme nuevamente escribiendo un par de novelas nuevas, una de ellas con RCN, de modo que pudiera tener caja para volver al Gobierno.

CAMBIO: ¿Qué novelas?

G.B.: Una que hice con RCN, que se llama El millonario sin amor, y que no terminé porque, cuando estaba escribiéndola, llamé a José Antonio de Brigard y le dije: ‘Me llamó el presidente Petro para que lo acompañara. ¿Qué hacemos?’. Y él, muy bondadosamente –y digo así porque es una cosa que no hace con mucha gente– respondió: ‘Pues vaya y ayúdele a ese hombre y nosotros ponemos en stand by la novela’. Yo le repliqué: ‘Pero ustedes me han dado un poco de plata’. Dijo: ‘No se preocupe por eso, que cuando usted termine eso nos la hace’. Así que pude regresar a la vida pública nuevamente, porque en todo el año 2023 trabajé con RCN y devengué un dinero que me ha alcanzado para esto.

CAMBIO: ¿Fue una novela y un libro?

G.B.: No, eran dos novelas: una para Telemundo y otra para RCN. Pero la de Telemundo se paró apenas ingresé al Gobierno porque las normas de esa compañía internacional no permiten que una persona, que labora con un Estado, trabaje allá haciendo una novela. Entonces esa también quedó en stand by. De ese canal recibí menos dinero y sus representantes me dijeron que preferían parar. 

CAMBIO: A usted lo han criticado por tener una buena casa en Miami, yate, carros, etcétera. ¿Qué les dice a sus críticos?

G.B.: Deseo que todo el mundo pueda trabajar y conseguir las mismas cosas y más, porque lo más bonito de tener cosas es disfrutarlas sabiendo que, para obtenerlas, uno no le ha hecho mal a nadie. Ni me he metido de narco ni he sido corrupto. Nunca me he ganado un centavo ni como senador ni como director del DPS. Incluso Saulo, que es el subsecretario del Congreso, a veces me invita a almorzar y me dice: ‘Hermano, yo a todo mundo le cuento que usted, en los cinco años que estuvo en el Congreso, nunca recibió ni agua’. Sí, yo no recibí comida, ni celulares, ni salarios. Yo me dije: ‘vengo a no valerme de un solo peso del Estado’, y hasta hoy he cumplido a cabalidad esa norma. Y es que yo, del Estado colombiano, salvo la seguridad, no devengo nada. Yo compro mis propios alimentos y pago mis propios gastos. Obviamente, en el DPS hay que hacer viajes y para eso la entidad tiene un contrato vigente con agencias para realizarlos. Pero no me he quedado con un centavo del Estado colombiano en estos seis años en los que he estado vinculado.

CAMBIO: Supe que una de las madres de los jóvenes asesinados a raíz del horror de los falsos positivos necesitaba completar la cuota inicial de su casita. Y usted le dio 30 millones de pesos...

G.B.: Sí, ese fue mi primer salario del Congreso. Yo, en campaña, le dije a ella: ‘Voy a donar mis salarios y, cuando empiece a trabajar, vaya a la oficina que yo le ayudo con eso’. Y ella fue. Y le mandé a hacer un cheque a nombre de ella y se lo entregué. Pero lo hago con gusto. Siento más placer en hacer eso, que en irme a comprar, no sé, un Rolex. No hay un placer más grande que dar, haciéndolo con alegría, con emoción. Cuando doy, la alegría me dura meses. Es la felicidad completa.

CAMBIO: Ella se llama Luz Marina Bernal, ¿cierto?

G.B.: Sí, Luz Marina… Su historia es triste porque su hijo tenía algún retardo mental. Un muchacho que le servía a toda la comunidad dentro de su discapacidad. Y un día salió y no volvió. Y cuando ella lo encontró, después de buscarlo ocho o diez meses, le dijeron: ‘Ah, usted está buscando al jefe del ELN que matamos en Ocaña’. Se lo hicieron pasar por un jefe del ELN... Ese es el horror de los falsos positivos…

CAMBIO: Sí. Yo le hice una entrevista… Es una historia muy triste… Bueno, Gustavo, ¿cómo conoció usted al presidente Petro? ¿Por qué se hicieron tan amigos?

G.B.: Tuve dos contactos previos. Uno en 2011, cuando empezó ese boom de las redes sociales. Habíamos constituido una fundación que se llamaba Manos Limpias, para luchar contra la corrupción. Entonces convocamos una marcha que se llamó ‘La marcha de los antifaces’. En ese momento estaba en boga el tema del carrusel de la contratación de Bogotá. Se habían robado todo y ahí fue cuando entendimos que lo más estúpido es matarnos por defender políticos cuando ellos, a la hora de un botín, se unen para robárselo. En aquella época, el alcalde era del Polo Democrático y el personero era un indígena. El contralor distrital, Miguel Ángel Morales Russi, era conservador. Y un congresista liberal, cuyo nombre olvidé, les presentó a los Nule. O sea, todos los partidos metidos en una repartija y nosotros peleándonos por ellos. Entonces, yo dije: ‘Bueno, ¿y si convocamos esa marcha?’. Y ahí llegaron los candidatos a la Alcaldía: Petro y no me acuerdo si también David Luna… Apenas nos saludamos. Pasaron los años. En 2015 escuché que lo habían destituido, que le habían quitado el sueldo, que lo habían multado por bajar el valor del pasaje de Transmilenio… Me pregunté: ‘¿Qué es esta persecución tan bárbara contra ese tipo?’. Entonces le escribí por Twitter, pues no tenía su teléfono, y le dije: ’Tocayo, si llega a necesitar plata, porque sé que le quitaron el salario, yo le puedo colaborar. Le puedo dar 10 millones mensuales’. Y me contestó: ‘No, por ahora me defiendo, pero muchas gracias’. Eso fue en 2015. Puedo mostrarte el ‘tuit’, pues todavía está ahí. Luego, en 2017, me abordó Hilda Carrera, que en ese momento era su asistente personal –como lo es Laura Sarabia hoy–, y me dijo: ‘Gustavo, el tocayo le manda a decir que ahora sí necesita la plata’. Le respondí: ‘Con muchísimo gusto, dígame qué necesita’. Me dijo: ‘Es que van a recoger firmas para inscribirlo como candidato presidencial y no tiene plata’. Dije: ‘Yo con todo gusto hago mi aporte y les ayudo a conseguir lo que sea’. Entonces hice el aporte para empezar a recoger firmas y cuando iba a viajar a Miami, desde Bogotá, Hilda me dijo que él quería agradecerme el gesto personalmente. Yo le dije: ‘Bueno, voy’. Eso fue en diciembre de 2017. Y cuando entré a la oficina nos conocimos oficialmente. Era la primera vez que lo veía y empezamos a hablar. Él es un tipo encantador, porque es muy intelectual y sabe mucho. Y en algún momento me dijo: ‘Quiero hacer una lista para el Senado con personas como usted, que luchan contra la corrupción, que no vienen a robar’…

Gustavo Bolivar
Captura de pantalla de conversación entre Gustavo Bolívar y Gustavo Petro

Le dije: ‘Uy tocayo, me acaba de salir la ‘green card’, producto de una lucha de siete u ocho años de búsqueda, para irme con mi hijo a Miami, donde ya estoy viviendo. Me queda muy difícil. De pronto, más adelante…’. Y quedamos en eso. Pero en los días siguientes me empezaron a llamar Hollman y todos los del movimiento para solicitarme que aceptara, para decirme que necesitaban mi nombre ahí. En ese momento tenían como cabeza de lista a Aida Abella, mi gran amiga, una de las políticas más respetables de este país. Pero ellos no querían que eso fuera un nicho tan de izquierda y buscaban gente de otros sectores. Ellos sabían de mi origen liberal, pues yo había trabajado en mi juventud con Luis Carlos Galán. Lo cierto es que, faltando un día para la inscripción, yo me había ido a Cuba a un festival de cine. Allá me llamaron para decirme: ‘Mire, hermano, inscríbase’. Y les dije: ‘Bueno, lo voy a hacer, pero por favor me meten por allá de la mitad para abajo, donde yo no vaya a salir porque ahorita no puedo’. Yo tenía contratos y eso fue un traumatismo increíble. Y al otro día me empezaron a llamar los periodistas.

Gustavo Bolivar
"No hay un placer más grande que dar", Gustavo Bolívar en entrevista con CAMBIO. Créditos: Prosperidad Social

Le contesté la llamada a un reportero de El Espectador, que me dijo: ‘Estamos entrevistando a las cabezas de lista’. Le pregunté: ‘¿Cómo así que las cabezas de lista? No puede ser’. Pues me habían puesto de cabeza de lista. En ese momento me dije: ‘Es imposible no salir. Me va a cambiar la vida’. Yo me resistía. Decía: ‘No, yo no puedo ser senador’. Hice una campaña muy chiquita y acompañé a Petro en unas cosas, pero no armé equipo ni nada. Y salí senador. Y ahí empezó mi derrumbe económico también, porque enseguida Telemundo me cortó un contrato que tenía para ese año de casi un millón y medio de dólares. Y me dije: ‘¡Miércoles, juepucha!, con esa plata yo iba a pagar los impuestos del año pasado. Y resultó que ya no obtuve esa plata. Y tuve que hacer un acuerdo con la Dian. Yo nunca he hecho trampa.

CAMBIO: ¿Y en prediales cuánto paga?

G.B.: Sólo por las dos casas y el apartamento de Miami pago en prediales unos 80.000 dólares. Y por las propiedades de acá en Colombia, pago unos 500 o 600 millones de pesos. Entonces, las cuentas no me daban. Yo pagué 1.700 millones de pesos en impuestos como abono y empecé a sudar para pagar el resto. Y yo ya había hecho la promesa de no cobrar los sueldos y, obviamente, la cumplí. Y llegó un momento en que me tocó hacer acuerdo con la Dian para pagar la deuda y ya la pagué.

CAMBIO: Después comenzó el estallido social, en época de Iván Duque, ¿cierto?

G.B.: Eso fue en 2020.

CAMBIO: Entonces usted apoyó decididamente a la ‘primera línea’. Y eso le generó muchas críticas pues les suministró cascos y gafas a los manifestantes…

G.B.: Cuando empezó el estallido social comenzó también una represión brutal. Entonces, al ver las estadísticas diarias de muertos y de jóvenes mutilados, sentí un deseo de hacer algo y me fui a una de esas marchas, y llegué a la autopista. Rcuerdo que se pararon unos ‘pelados’ muy jovencitos en la primera línea, con sus escudos, y dijeron: ‘Viene el Esmad… ¡vamos a chocar, nos van a repeler!’. El que hablaba era un ‘peladito’ como de 19 años, la edad de mi hijo en ese momento, y decía: ‘Lo único que les pedimos es que, si caemos, no nos dejen acá’. Lo decía por alguna razón: porque los torturaban, los desaparecían... Y yo pensé: ‘No puede ser que estos niños nos estén cuidando a nosotros, no puede ser’. Entonces es cuando empezó toda esa trifulca en la que le pegaron a un chico en la cara y quedó sangrando, con el ojo afuera. Dije: ‘No, esto no puede ser’. Entonces hice la ‘vaqui’, que fue pública porque, si no, no hubiera recogido tanta plata.

CAMBIO: ¿Cuánto recogió?

G.B.: 330 millones. De ellos, ‘vaqui’ tomó el 10%, o sea 30 millones, y nos entregó 300 millones. Con eso compré unos 60 millones de pesos en cascos porque no hubo más. Entonces sobró mucha plata. Y empezamos a adquirir kits de medicina para todos los puestos que tenían ellos en los portales de TransMilenio donde estaban haciendo la manifestación. Y les dábamos medicinas. Finalmente, cuando se acabó el estallido social, les dimos un millón y medio de pesos a cada mutilado ocular que nos mandara la historia clínica. A las familias de los que habían muerto también les dimos un dinero. Todavía queda plata. Aún tengo 90 millones de pesos y les he dicho a las ‘primeras líneas’: ‘Pónganse de acuerdo en qué los gastamos’. Pero no ha habido consenso porque los de Cali dicen que se los demos a ellos, y los de Bogotá que a ellos. Entonces no ha habido acuerdo. Esa plata está quieta en el banco desde hace tres años, por lo menos. 

CAMBIO: Usted había anunciado que iba a escribir un libro que se llamaría ‘Nido de Ratas’. ¿Eso en qué va? 

G.B.: Eso va muy bien. Digamos que tengo muy adelantada la investigación. He escrito unos tres o cuatro capítulos. 

CAMBIO: ¿De cuántos? 

G.B.: De unos 15. No llevo ni la tercera parte. Pero es que aquí, en el DPS, no tengo tiempo ni de dormir. Llego a la casa a las 10 u 11 de la noche y, al otro día, a las 5 o 6 de la mañana, estoy montado en un avión rumbo a alguna región. Estoy entregándole el alma a este cargo, que me ha encantado. 

Gustavo Bolivar
 "Con los mil Puntos de Abastecimiento Solidario (PAS), podemos superar el hambre", Gustavo Bolívar en entrevista con CAMBIO. Créditos: Pablo David

CAMBIO:¿En qué estado encontró el DPS, Gustavo? Ha dicho que halló 100 elefantes blancos…

G.B.: Sí, ahí están. Yo empecé a recibir alcaldes que me decían: ‘Es que tengo una obra botada desde hace cinco años’ y, entonces, con Mafe Rojas, a la que nombré como subdirectora y está encargada de la parte de infraestructura, dijimos: ‘Hay que reconstruir toda esa información para saber qué es lo que hay, porque en el empalme ocultaron informaciones’. Todavía las ocultan.

CAMBIO: ¿En el empalme con Laura Sarabia?

G.B.: No, con un director que había encargado. Laura ya se había ido y hacía como dos meses que estaba con el presidente. No puedo decir que el director que estaba encargado me ocultó información y, de hecho, él fue muy diligente al mostrarme toda la entidad. Pero había funcionarios que sí ocultaban cosas. Incluso, cuando tuvimos una reunión con la Contraloría, todavía escondían información que esa entidad está pidiendo sobre contratos corruptos del pasado. 

En fin, el caso es que no teníamos un mapa exacto de lo que estaba pasando. Entonces ella se dedicó a reconstruir esa información y, como al mes y medio, trajo una lista muy completa, sitio por sitio, con número del contrato, dinero que se invirtió, municipio, etcétera. Y me dijo: ‘Hay 104 elefantes blancos’. Le contesté: ‘Bueno, como ejecutar es tan difícil, porque mientras se aprueba el diseño y la no sé qué, se nos van a ir meses, empecemos a trabajar con eso, que es plata del Estado que está ahí tirada. Ya reactivamos 42 de los 104 y de esos hemos entregado 14 obras. Al final de año vamos a terminar esa cifra como en 25, pero son obras que estaban perdidas. 

CAMBIO: ¿Quiénes fueron los responsables de esos elefantes blancos y de esa corrupción?

G.B.: Tengo que decir que saco a mis dos compañeras anteriores en limpio, pues nunca ha habido una investigación ni contra Cielo Rusinque, ni contra Laura Sarabia por corrupción. Acá todos los elefantes blancos vienen de gobiernos anteriores y uno lo puede constatar: son de los años 2020, 2019, 2021 y hay unos de 2017. 

CAMBIO: ¿Qué tal son sus relaciones con Laura Sarabia?

G.B.: Por ahora han sido cordiales. Con ella no he tenido problemas y digamos que nos entendemos. No puedo decir que tengo una gran amistad y que ambos sabemos cuándo cumplimos años y nos mandamos flores, no. Pero digamos que, dentro del compañerismo normal de un gobierno, esas relaciones han sido cordiales.

CAMBIO: Y con María José Pizarro, no tanto ¿cierto?

G.B.: Con ella no hay ninguna relación, ni tampoco la habrá en el futuro.

CAMBIO: Pero ustedes dos son los candidatos punteros a la Presidencia, según la última encuesta del Centro Nacional de Consultoría.

G.B.: No es por eso. El problema viene de años atrás. Ni siquiera sabía que íbamos a ser candidatos o que íbamos a puntear. 

CAMBIO: Pero si hubiera que hacer una alianza entre los candidatos de la izquierda, ¿qué pasaría?

G.B.: Yo no soy hipócrita. Esa es una característica que tal vez no sea bien ponderada en política, pero si ella llegara a ser la candidata de la izquierda, yo respetaría eso. Sería una decisión del movimiento, pero yo no votaría por ella. 

CAMBIO: ¿Y qué fue lo que pasó?

G.B.: Ella lo sabe. Algún día lo contaré en un libro. Ahorita no voy a dañar esa relación más de lo que está. Pero yo no trabajo con personas que no son buenos seres humanos.

Gustavo Bolivar
"Yo cuento con los dedos de la mano las personas que son incapaces de quedarse con un peso que no sea de ellas", Gustavo Bolívar en entrevista con CAMBIO. Créditos: Pablo David.

CAMBIO: ¿Qué ha hecho usted hasta ahora en el DPS?

G.B.: Uy, juepucha, aquí hemos hecho mil cosas, aparte de revivir los elefantes blancos: no dejar perder la plata de la infraestructura, lo cual es un pecado. Y aquí se perdía la plata: no es que se la robaran, sino que tocaba devolverla porque no se ejecutaba. Entonces, dijimos: ‘Si hay un problema de hambre en Colombia, necesitamos comedores comunitarios. Vamos a hacer una cosa a gran escala, una convocatoria de los Puntos de Abastecimiento Solidario (PAS), que son unas plazas de mercado con comedor y cocina comunitaria y centro de acopio para que los campesinos lleven las mercancías allá. Y entonces pregunté: ‘¿Cuánto se demora en hacer una plaza de estas? Me contestaron: ‘Pues unos dos años’. Les dije: ‘No puede ser. Tenemos que hacerlas más rápido’. Como yo he vivido en Estados Unidos y allá construyen edificios en seis meses gracias a sistemas no tradicionales de construcción, les dije: ‘Tenemos que hacer algo así. Necesito hacer muchas obras en muy poco tiempo’. Aquí habíamos hecho ocho plazas en los últimos cinco años. Y les dije: ‘Yo necesito hacer 200 en un año’. Les dio risa. Pero dijeron: ‘lo vamos a hacer’. Empezamos a investigar y al final dijimos: ‘Hay forma de hacer esto en diez meses’. Yo había dicho ocho al comienzo, pero la parte contractual se lleva dos y la construcción ocho. Le mostré el proyecto al presidente Petro. Le gustó y me dijo: ‘Haga mil’. Le contesté: ‘Presidente, pero no tengo plata para mil: voy a empezar con 150’. Hice la convocatoria, y en 15 días ya tenía 150 lotes en todo el país. Las obras las contraté hace 15 días. El contrato ya está andando y en abril próximo el país va a verlas hechas.

Gustavo Bolivar
 “Mucha gente le dice: ‘Es que usted ya no es activista sino presidente’, pero a veces de pronto se le olvida”, Gustavo Bolívar en entrevista con CAMBIO. Créditos:  Colprensa / cortesía Joel González - Presidencia.

CAMBIO: ¿Son plazas de mercado que se van a abastecer con productos que les llegan directamente de los campesinos?

G.B.: Sí. Es un proyecto integral porque abarca economía popular. En cada una vamos a tener 52 puestos de venta, 12 de artesanías y 40 de menudeo. Vamos a tener centros de acopio para que los campesinos lleguen a comprar y vender allí sus productos. También tenemos el comedor comunitario y la cocina. Y con la plata que vamos a invertir desde el Ministerio de la Igualdad para sostener esos comedores comunitarios, les vamos a comprar la comida a esas personas que están ahí. Yo les voy a poner ‘capital semilla’ a los 40 del menudeo: les voy a dar de a 2 millones de pesos, que no es mucho, pero es un ‘plante’ para que surtan por primera vez su negocio, con la condición de que le compren a los campesinos en el centro de acopio. Igualmente, vamos a tener un puesto de distribución de bienestarina. 

CAMBIO: ¿Eso es lo mismo que el programa Hambre Cero?

G.B.: Es dentro del programa Hambre Cero. Pero ese plan es más extenso, aunque a corto plazo tiene un ‘plato’ inmediato: las ollas comunitarias, para llevarle comida a la gente hoy. Incluso, con el Programa Mundial de Alimentos, estamos entregando 150.000 mercados.

CAMBIO: ¿Quién maneja las ollas comunitarias?

G.B.: Las juntas de acción comunal y entidades territoriales. Por ejemplo, en Buenaventura, creo que las maneja la Pastoral Social. A ella le dimos la plata.

CAMBIO: Pero eso depende de ustedes hoy en día...

G.B.: De nosotros y del Ministerio de la Igualdad. Hay dos o tres entidades que estamos encargadas del tema.

CAMBIO: ¿Cuándo podríamos decir que la desnutrición en Colombia bajará a la tercera parte?

G.B.: Ese es uno de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de la ONU. Eso está trazado a 2030. Dentro del Plan 2030 de los ODS nosotros tenemos que ver con los dos primeros, que son: superación de la pobreza y superación del hambre. Yo diría que, si lo implementamos de la manera en que lo estamos haciendo o, por ejemplo, si llego a terminar los mil PAS, si tenemos un PAS en cada municipio, que es donde el campesino vende, y donde está el comedor y toda su infraestructura, nadie va a aguantar hambre porque la idea de esto es que esa comida caliente, que es gratuita, sea para quienes, por desgracia, no tienen dinero para comer. Y pueden acercarse al PAS para comerse un sancocho. Con los mil PAS, podemos superar el hambre. Yo quiero hacer otros el año entrante, y ya pedí la plata pues me recortaron el presupuesto enormemente. Aunque guardé recursos para construir otros 150. O sea que yo podría cerrar el año entrante con 300 edificios de esos, en 300 municipios, que inicialmente son los más pobres. Ya después los vamos a construir en otros municipios. Pero por ahora priorizamos los PDET y las grandes capitales, porque, gracias a un informe del Dane de junio pasado, nos dimos cuenta de que hay más pobres en las capitales que en el mismo campo. Y sólo en Bogotá hay 3 millones de personas que no comen las tres veces al día.

Gustavo Bolivar
 "Si se considera mi amigo, no me proponga negocios", dice el letrero que Gustavo Bolívar le pidió a su secretaria que pusiera en su oficina. Créditos: Pablo David

CAMBIO: Como empresario exitoso que ha sido, ¿no le frustra esa baja ejecución del Gobierno? ¿Ese estado paquidérmico?

G.B.: Sí, el Estado es muy difícil de mover. De verdad, acá para mover un peso hay que dar como 10 o 15 pasos. Pero lo que sí he descubierto es que, en un régimen de corrupción, el presupuesto se ejecuta más fácilmente. ¿Qué hacían en el DPS, por ejemplo? ¿Qué hacía el señor Pierre García? 

CAMBIO: ¿Quién es Pierre García?

G.B.: El exsubdirector de acá, que está prófugo. El del gobierno de Duque. ¿Qué hacía? Pues conseguía unos amigos que montaran una empresa y les decía: ‘Miren, hay 30 obras. Tomen la plata. Y en junio ya no tenía presupuesto’. Y entonces le decían: ‘¡Qué gran ejecutor es! ¡Cómo gasta de rápido la plata! Es un verraco. Claro. Estudió en Harvard. Ese sí sabe ejecutar’. Pero es porque entregaba la plata a manos llenas a los corruptos. Y, además, con un atenuante para ellos y un agravante para nosotros: que tienen Contraloría, Procuraduría y Fiscalía de bolsillo y nadie los toca. Entonces así es muy fácil ejecutar.

Pero en esta ocasión en que tenemos una procuradora que está esperando que nos resbalemos un centímetro para caernos encima y sancionarnos, y en que teníamos un fiscal que politizó la Fiscalía, es decir, que tenemos unos entes de control encima, pues todo mundo es muy cauteloso para ejecutar el presupuesto. Porque ¿quién no tiene 50 amigos para entregarles plata? Aquí vienen mis amigos y les digo: ‘Oiga, hermano, a mí no me vaya a enredar. Yo pensé que venía a saludarme’. Incluso, mi secretaria me ha incumplido pues le he pedido diez veces que haga un aviso que diga: ‘Si se considera mi amigo, no me proponga negocios’. De manera que es muy fácil ejecutar, entregándoles la plata a los amigos para que hagan negocios y cojan una comisión. ¿Quién no puede hacer eso? Pues nosotros no, primero, porque vinimos a hacer un cambio –con la excepción del lunar negro de Olmedo López y de Sneider Pinilla– y, segundo, porque de verdad hay temor de hacer algo mal y terminar o preso o pagando con nuestros patrimonios.

CAMBIO: El presidente ha tenido un trato despectivo con muchos empresarios. ¿No cree que ese lenguaje hace daño? ¿No cree que mina la confianza en las reglas del juego? ¿No le parece que es innecesaria esa pelea?

G.B.: El presidente sabe que a este país hay que industrializarlo y que necesitamos a los empresarios. Y eso yo lo siento en cada consejo de ministros. Él le pide al ministro de Comercio que se necesita industrializar a Colombia. Él sabe que necesita de esa matriz de la empresa privada. Y, de hecho, aquí ningún empresario puede decir que se haya sentido perseguido. Lo que pasa es que cuando el presidente se siente acorralado, ya sea porque los empresarios meten mano en las decisiones del Congreso –que eso existe: el lobby de los empresarios para frenar las reformas sociales–, él de pronto estalla con un discurso como el que usted me está diciendo. No lo vamos a negar. Pero él se ha reunido incluso con los que llamamos ‘cacaos’ y han llegado a acuerdos. Hace poco logró un acuerdo con los banqueros para no realizar las ‘inversiones forzosas’, y que más bien hagan una inversión voluntaria en sectores que no están recibiendo suficiente capital, con intereses más bajos que los del mercado. Eso es lo que se busca con la reactivación. Yo me pongo en los zapatos del presidente cuando siente que no fluye, que no lo dejan, que no le dan salidas y de pronto explota con un discurso. Pero él sabe cómo son de importantes el capital, la empresa privada y la propiedad privada, y las ha respetado.

CAMBIO: Sí, pero el problema es el lenguaje.

G.B.: Pues no podría decir que lo hace bien, porque no. Pero también lo entiendo, porque de verdad es desesperante que uno trate por un lado y otro, pero por todos lados se le cierran las puertas. Y él se da cuenta, como pasó con la reforma de la salud, de cómo la gente se ha robado la plata de este país, billones de pesos, plata que se han robado las EPS y hacen lobby para que no pase la reforma de la salud.

CAMBIO: Pero si se está hablando de un acuerdo nacional, sería mucho más sensato usar un lenguaje más unificador y no tan divisorio.

G.B.: Estoy de acuerdo. Son estilos, digamos. Yo lo haría, como tú dices, en un tono más conciliador. Pero son talantes. Y él está ahí, lo elegimos así y nos gusta así. O sea, tal vez si deja de ser el Petro que ha sido siempre, la gente se desilusione. Son talantes. El de él es la confrontación, porque le ha tocado desde chiquito confrontar: desde que tomó las armas, desde que fue congresista, desde que denunció la parapolítica, desde que denunció a Odebrecht, desde que denunció el carrusel de la contratación aquí en Bogotá. Él siempre ha estado confrontando y siempre ha estado en ese mismo ritmo. Obviamente, mucha gente le dice: ‘Es que usted ya no es activista sino presidente’, pero a veces de pronto se le olvida.

CAMBIO: Contra todo pronóstico, este Gobierno ha estado salpicado por escándalos de corrupción. Usted mencionaba el de Olmedo y Sneyder, pero está también el caso del del hijo del presidente. Personalmente, ¿cómo lo ha afectado todo eso?

G.B.: Cuando yo estaba de candidato a la Alcaldía de Bogotá, agarré ese pico del tema del hijo del presidente. Y no nos vamos a decir mentiras: aquí la gran prensa es antipetrista. Nosotros no le pedimos que sea petrista, porque la prensa no debe tener partido. Pero, al politizarse, la prensa ha tomado partido contra el Gobierno. Estoy hablando de generalidades, porque habrá uno que otro defensor o gente más justa que le conceda algo al Gobierno. Pero las cosas que ha hecho tan maravillosas no tienen repercusión en la prensa. Entonces ocultan o minimizan los logros, pero en cambio cualquier error, que los hay –¿quién va a decir que no hay errores en este Gobierno?–, lo vuelven dos semanas de escándalo. Por ejemplo, no he escuchado a un periodista decir: ‘Oye, mira, entre Santos y Duque entregaron 30.000 hectáreas de los tres millones que hay que darles a los campesinos’. Y Petro, en sólo dos años, ya entregó 200.000. O sea, seis veces lo que hicieron dos gobiernos lo hizo él en dos años. Nadie ha dicho eso. Y es posible que llegue a las 400.000 hectáreas. Y nadie ha dicho: ‘Ve, mira, a pesar de que todos creían que este tipo llegaría a expropiar a todo el mundo y a volver esto otra Venezuela, ha manejado la cosa con pulcritud y les ha comprado las fincas a los terratenientes. En sus discursos él era muy agresivo contra las tierras improductivas, pero las ha comprado incluso a precios comerciales. A nadie le ha expropiado la tierra y ha manejado correctamente la economía, dentro de lo que se puede decir correctamente en un mundo en recesión. Y ha bajado ya cinco puntos la inflación que recibió y el dólar no se disparó a los niveles que se habían dicho. Y este año el desempleo se mantiene en un dígito. El crecimiento está ahí, despegando, y era una cosa difícil, porque veníamos de decrecer el año pasado. Pero nadie le concede a él nada. Simplemente, dicen, esto es lo peor y está acabando con Colombia. 

CAMBIO: Sí, es más un tema de talante, de lenguaje. Y eso ha hecho también que se exacerben las contradicciones. Gustavo, ante tanto rollo, ¿no le provoca a veces salir corriendo y decir: ‘yo me voy a hacer mis libretos y mis libros’, ‘yo qué hago aquí’?

G.B.: Sí, claro. La verdad sí he pensado eso y la gente es la que no me deja. Lo he pensado muchas veces, pero también digo: ‘Bueno, ¿cómo dejar a este hombre dando esa pelea solo?’. 

CAMBIO: Entonces, su plan personal es quedarse hasta terminar el gobierno…

G.B.: O hasta que el presidente lo quiera, porque también hay desavenencias con los ministros. Con el de Hacienda, porque no nos giraba este año sino hasta ahorita, y yo veo que me dan palo porque no ejecuto. Y digo: ‘¿Cómo voy a ejecutar si no tengo plata?’. 

CAMBIO: ¿Y la posibilidad de su candidatura?

G.B.: Pues yo he empezado a sonar como uno de los referentes de la izquierda, y de pronto como el que más marca en las encuestas dentro de nuestro espectro. Pero no tengo claro que pueda contar con las agallas para hacer cosas que se necesita hacer para ser presidente. Yo ya lo demostré en la campaña para la Alcaldía. Fue la campaña más barata. No dejé subir a mi tarima a un solo corrupto y para ser presidente hay que hacer dos cosas: recibir plata de todo el mundo y empeñarse con los empresarios. Hay que hacer alianzas con sectores de la política. Yo no tengo agallas para hacer eso. Entonces, honestamente y sin ninguna vanidad, creería que podría tener la fuerza para ganar una consulta dentro de la izquierda, pero de ahí a enfrentarme a todos esos poderes, con todo ese capital y con todos esos apoyos de sectores corruptos de la política, no creo. Pero por ahora no tengo esa preocupación. Estoy muy contento acá, haciendo cosas muy chéveres.

CAMBIO: Bueno, la última pregunta. Alguna vez usted dijo: ‘Dios no es tan miserable como para mandar a una persona sin talento a esta guerra’. ¿Usted cree en Dios? 

G.B.: Sí. Mi familia fue católica. Mi mamá, que murió este año, fue católica hasta el último día. Pero yo me fui desligando un poco del catolicismo por los escándalos que ha habido y por la historia. Pero yo sí sigo creyendo en Dios. Incluso subo a Monserrate y me siento a orarle al Señor. Allá siento una fuerza superior. Yo no creo que todo esto se haya hecho solo, por lo menos en la creación, con el Big Bang: ahí tuvo que haber alguna mano y, aunque ella no existiera, siento esa fuerza superior y me aferro. Digamos que yo tengo fe. Y creo que sí hay algo a lo que tengo que temerle. Y a veces digo: ‘si no existiera, ¿qué perdí? Nada’. Eso sí, no trato de interferir en las creencias de las personas. Pero sí soy enemigo de los pastores que se enriquecen con el diezmo, que se han lucrado, que hacen incluso política en el Congreso y hablan de Jesús en el púlpito. Y no entiendo que lleguen a atravesarse a una reforma social que beneficia a unos viejitos que van a recibir 225.000 pesos. Ese tipo de religión la he atacado. 

CAMBIO: ¿Algo más que quisiera agregar?

G.B.: Si la historia es justa y si las cosas siguen como están, aunque sé que en estos dos últimos años vamos a apretar más el paso, este va a ser un muy buen gobierno. Primero, porque ha desnudado unas mafias que nosotros sabíamos que existían, pero no cómo operaban. Las de la salud, por ejemplo. Este es un país profundamente desigual, un país muy corrupto. Aquí ya se ha entendido que la corrupción es una cultura casi generalizada. Yo cuento con los dedos de la mano las personas que son incapaces de quedarse con un peso que no sea de ellas. Hay una cultura de corrupción que se quedó en este país, en todas las entidades. Incluso en el DPS la hay, y voy a poner un caso: un día me dijeron que tocaba hacer una convocatoria rápida. Entonces llamamos a Colombia Compra Eficiente e hicimos todo el proceso. Al otro día me dijeron: ya ganó tal empresa, y yo dije: Bueno, listo’. Luego mi secretaria general me dijo: ‘Director, esa empresa no ganó’. Y yo ya la había anunciado. ‘¿Por qué?’, le pregunté. Me respondió: ‘Porque esa tiene un punto menos que otra y no entiendo por qué ese comité le adjudicó el contrato’. Entonces, reunimos el comité y dijeron: ‘Es que la empresa que ganó tiene más experiencia que la otra’. Les dije: ‘No me importa. Aquí estamos hablando de una suma de puntos, y a una empresa le da 100 y a otra 99. Y ustedes le están adjudicando el contrato a la de 99’. Y un día me llegó aquí el señor Marco Emilio Hincapié –doy el nombre para que se vea cómo es de seria la cosa–, quien es el director de Coljuegos y me dijo: ‘Hay un señor que quiere almorzar con usted pues está agradecido porque por primera vez ganó una licitación sin pagarle a nadie’. Así es la corrupción en el Estado. Y yo digo: ¡‘Juepucha, ¿cómo será la corrupción acá adentro y en todas partes! Yo he leído encuestas que afirman que un 97 por ciento de los empresarios dice que es imposible ganar un contrato con el Estado sin pagarle a alguien.

CAMBIO: Hay que cambiar el chip del país, Gustavo. 

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