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"Las encuestas no son neutrales”: César Caballero, director de Cifras y Conceptos
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El director de la firma encuestadora explica, en conversación con CAMBIO, los resultados de su tesis doctoral, en la cual hace un ejercicio autocrítico del poder de las encuestas. La discusión es más que pertinente ahora, cuando hay elecciones en todo América Latina, incluida Colombia, que en menos de una semana elige alcaldes y gobernadores.
Por: Pía Wohlgemuth N.
El director de la firma encuestadora Cifras y Conceptos, César Caballero, duró cinco años trabajando en un doctorado que culmina con la presentación de su tesis Las encuestas electorales en Colombia como un dispositivo de poder: una lectura crítica, en la que concluye que las encuestas no inciden únicamente en el voto de las personas, sino en los apoyos políticos, en el cubrimiento mediático y en los fondos que entran a las campañas.
CAMBIO: ¿Cuál fue la hipótesis inicial de su tesis, si la hubo, y cuáles son los hallazgos principales?
CÉSAR CABALLERO: Es una reflexión autocrítica, porque parto desde la posición que tengo como director de una firma de encuestas para afirmar que las encuestas electorales sí tienen un impacto en el resultado de los procesos electorales. Las encuestas no son neutrales, sí afectan los procesos electorales, el resultado de una elección.
CAMBIO: Como director de una firma encuestadora, ¿qué implicaciones tiene esto para el ejercicio de una empresa como Cifras y Conceptos?
C.C.: Pues es una reflexión ética muy importante saber que lo que nosotros estamos haciendo sí tiene impacto en el resultado general de un proceso electoral. Aquí voy a hacer una distinción y es en dos conceptos distintos: una cosa es que las encuestas manipulen a los electores y otra cosa es que las encuestas influyan en el proceso electoral. La decisión de voto de los ciudadanos en Colombia realmente termina siendo una reflexión de cada uno en el cubículo, en solitario, para sí mismo; pero, evidentemente, hay muchas encuestas que sí determinan las elecciones. Por ejemplo: ¿por qué las encuestas son tan importantes para un proceso electoral? Porque la plata sigue a las encuestas. A un candidato al que le va mal en las encuestas, le quitan la financiación. En cambio, un candidato al que le va bien en las encuestas le llega la plata.
También, influyen en los medios. Por ejemplo, en el caso de Medellín, que hay 16 candidatos y van a hacer un debate, pues no se puede invitar a los 16, ¿a quiénes invitan? A los cinco o seis que van arriba en las encuestas.
Ahí hay otro efecto. Entonces, primero la plata. Segundo, el cubrimiento mediático. ¿Quién está cubriendo hoy al general Vargas? Nadie, pues no le están viendo la posibilidad de que llegue a segunda vuelta. El tercer efecto es el de las estructuras políticas, que siguen a las encuestas. Yo no he visto el primer caso de encuestas siguiendo estructuras políticas. Como me dijo un político: "Una estructura política se voltea pero para ganar". Ellos duran un año haciendo trabajo con estructuras políticas, y si los últimos 15 días no están arriba, estos tipos le cogieron la plata, le cogieron el apoyo, y se voltean para el otro, porque las maquinarias se voltean para ganar.
CAMBIO: ¿Considera que el poder, ese poder que menciona en esos tres puntos, es consciente de ese efecto de las encuestas?
C.C.: Ustedes dirán que el grueso de la discusión sobre la impacto de las encuestas es que las encuestas, como los debates, son muy importantes, porque manipulan al elector, pero yo digo que no.
Yo identifico que hay varios tipos de electores. Por ejemplo, unos que deciden salir a votar, pero no quieren elegir; hay personas que, de manera clara, anulan su voto o votan en blanco porque quieren hacerlo, porque no creen en el sistema. Eso es más o menos entre uno y un millón y medio de personas. Hay un segundo paquete de electores, que son los de estructura política. Son entre 3 y 4 millones y medio de personas. Y luego están unos votantes –que llamo fluctuantes– que a veces salen a votar o no salen a votar. Ese es el reto de los candidatos, convencerlos de que salgan a votar... y por ellos.
Luego está lo que yo llamo el gran voto de opinión, que son más o menos diez millones de personas, que siempre van a votar. Entre ellos, hay como dos segmentos: el segmento de izquierda, que nunca va a votar por alguien de derecha; y el de derecha, que nunca va a votar por alguien de izquierda. Esos dos segmentos pueden sumar unos cinco millones de votos. Sobre esos, las encuestas son centrales.
Entonces, ¿sobre cuáles las encuestas son centrales? Sobre los fluctuantes y sobre los de opinión. En cuanto a los de opinión, yo lo que afirmo es que en el último mes se van decidiendo, y que, faltando tres días para la elección, entre el 8 y el 12 por ciento de la gente no ha decidido por quién votar. ¿Quiénes son esos? Algunos de opinión y los fluctuantes. Es sobre esos que al final las encuestas tienen una incidencia, pero no sobre todos. Entonces, la influencia de la encuesta es más grande sobre el proceso general, como mencionaba antes, que sobre la decisión de voto al final, porque solamente le ayudan a decidir, como máximo, a dos millones de personas en un proceso nacional.
CAMBIO: Entonces, usted concluye que sí hay un impacto y puede haber manipulación...
C.C.: Sí, puede haber manipulación. La industria, como todas las industrias, tiene encuestadores buenos, regulares y malos. Cada vez que hay proceso electoral local, se crean un montón de firmas locales, que hacen unas cosas que realmente nadie sabe si las hacen o no las hacen. Cierran esa firma y hay personajes que un año y medio después, o dos años después, crean en el mismo garaje, en la misma dirección, con el número, otra firma, con otro nombre, y vuelven y arrancan. Hay niveles, yo creo que hay una industria buena, pero no todos hacen bien el trabajo.
CAMBIO: Pero volviendo a lo anterior, cuando hablamos del impacto que tienen las encuestas en el resultado final, específicamente para esos grupos a los que sí les importa lo que les diga la encuesta, ¿cómo se ve reflejado el impacto? ¿La gente se va por el que va ganando en la encuesta?
C.C.: Eso sí está estudiado y nosotros lo decimos: del cien por ciento de electores, yo me estoy quedando con que entre el 8 y el 12 se van a decidir con la última encuesta. Una parte de ese grupo decide contra la encuesta y otra parte no, porque hay una gente a la que le gusta irse con el ganador, pero eso es como el 30 por ciento de ese 8 por ciento. Hay gente a la que le gusta no ganar, porque no se quiere sentir responsable del que gobernó. Quieren decir: "yo no participé de eso, usted fue el que eligió". Entonces ellos, por ejemplo, van a votar por alguien que sabe que va a perder, porque les gusta votar por alguien que va a perder, porque les gusta que haya oposición, pero porque además no quieren sentirse responsables de haber elegido, ese es posiblemente un 8 por ciento.
Otra parte se va con el otro y los otros ni miran las encuestas. Entonces el impacto general de las encuestas finales en los votantes indecisos es pequeño, pero existe. Pero el impacto grande de una encuesta es seis meses antes de que arranque, esa es mi afirmación: el más importante impacto de manipulación de una encuesta se produce ahí.
CAMBIO: ¿Qué implica todo esto para la industria? ¿Va a cambiar en algo como trabaja Cifras y conceptos o cree que debería haber una mirada crítica general en la industria?
C.C.: Lo primero es que la industria ha reflexionado. En 2001, liderados por Napoleón Franco, hubo un ejercicio de autorregulación de encuestas, que fue firmado por por las cinco firmas más importantes, Dijeron que no se debía publicar una encuesta con menos de 1.500 encuestados, que se debía hacer cara a cara y debía tener unos elementos. Ese documentos está escrito y en ese momento, las firmas lo cumplieron. Luego hubo un documento que dijo que la regulación que existía desde 1994 no era buena. Después vino un ejercicio que yo lideré en el 2014 y otro que yo lideré en el 2018, y hubo un intento en el Congreso, liderado por Rodrigo Lara y Armando Benedetti, para reformar el tema de encuestas, donde la industria participó activamente. Yo creo que los actores de la industria sí creemos que la regulación que existe no es buena, que hay que cambiarla, que hay que mejorarla y se han hecho intentos, pero el Congreso no no ha tomado con seriedad el tema y Consejo Nacional Electoral (CNE) tampoco lo toma con seriedad.
CAMBIO: Usted dice que hay firmas que no hacen bien la tarea, pero tienen el aval del CNE...
C.C.: Eso es puramente formal. ¿Usted sabe qué se necesita para poder registrar una firma encuestadora? Tres certificados, puede ser del carnicero de la esquina, diciendo que usted sabe hacer estudios de mercado, un año de experiencia y ya. Eso es todo lo que necesita. Yo creo que eso debería modificarse. Tenemos la obligación de mandar el reporte de los resultados.
Yo creo que ahí sí hay una cosa bien hecha y es que el Registro Nacional de Encuestadores es una cosa muy buena y yo invito a la gente a mirarla. Ahí hay una mina de oro de datos, porque están todas las encuestas publicadas de intención de voto y las de opinión, desde el año 98. Cuando usted entra y mira, usted se da cuenta de que hay, en el mismo periodo, encuestas hechas por una firma como la mía, de 3.600 encuestas, y encuestas de 600. 3.600 presenciales en 80 municipios, frente a 600 hecha en tres municipios. Algún efecto tiene eso y hay una variedad muy grande, pero creo que aquí hay firmas el encuestadoras serias, hay otras que se están consolidando, tratando de hacer lo mejor que pueden, pero también hay unas que que no están haciendo bien el oficio y que le dicen mentiras a la gente.
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CAMBIO: ¿Puede contarme de algún caso, que haya notado en este análisis académico, de una elección que hubiera sido diferente si no hubiera sido por tal manipulación de una encuesta que estuvo mal hecha?
C.C.: Sí, están, pero yo por colegaje... Son sobre todo de ejercicios no tan buenos de las encuestas al inicio de las campañas y creo que todos tenemos que hacer una reflexión crítica. Cifras y Conceptos decidió no volver a publicar encuestas de intención de voto para medios desde 2018. Seguimos prestando el servicio pero a particulares.
CAMBIO: Bueno y, ¿por qué un doctorado? ¿Hace cuánto tiempo empezó esto?
C.C.: Comencé en enero del 2018. Este ejercicio son cinco años y nueve meses de una ruta larga, de mucha reflexión, de muchas alegrías y muchas angustias. Yo estoy convencido del sueño de García Márquez, de que deberíamos tener un sistema educativo desde la cuna hasta la tumba y parte de lo que yo he querido es que mi hijo, que hoy tiene 8 años, vea en su casa que su papá a los 54 años sigue estudiando y se somete a un juicio de pares para que le digan si está bien o no lo que hace. Segundo, yo sentí que debía hacer un ejercicio autocrítico de lo que estaba haciendo. Fue para eso y para reflexionar sobre qué estaba haciendo bien, regular y mal. Y tercero, porque creo en la en la potencia de reflexionar sistemáticamente sobre un tema.